-¿Le gustará…? – Un hombre de veinticinco años observa con - TopicsExpress



          

-¿Le gustará…? – Un hombre de veinticinco años observa con atención un pequeño anillo de oro blanco, que lanza un destello en el momento en el que la luz le da. – Sí, creo que sí… Tal vez debería llamar a Christa, ella sabe los gustos de Frank… ¡No! Me prometí que haría esto solo. No la llamaré, y escogeré yo mismo el anillo. ¡Vamos Gerard! ¡Tú eres fuerte! – Una anciana que estaba en la joyería, lo miró como si tuviera una grave enfermedad. Gerard Way se encontraba en una de las joyerías más prestigiosas de Londres, en la busca del anillo ideal para pedirle matrimonio a su novio, Frank Iero. Llevaban más de ocho años saliendo, y Gerard estaba completamente seguro de que quería pasar el resto de su vida con él, ya que lo amaba como nunca amará a nadie. -¿Puedo ayudarlo en algo, señor? – preguntó una chica que usaba el uniforme de la tienda. Era rubia y de grandes ojos azules, y lo miraba atentamente. Gerard asintió. -Sí, ¿Podría mostrarme ese anillo, por favor? – le dijo señalando el anillo que había visto antes. La muchacha lo sacó y lo miró con algo de recelo. -Disculpe pero… ¿No le parece que el anillo es muy masculino? – Gerard alzó una ceja con elocuencia, y observo a la chica con gesto imperturbable. -Bueno, ¿Y no le parece a usted que la elección del anillo me pertenece y que no tiene por qué darme su opinión? – dijo, intentando sonar lo más educado posible. La chica se ruborizó y se corrigió de inmediato. -Sí, lo siento muchísimo señor… - intentó disculparse, mientras el rojo en su rostro aumentaba considerablemente. -No se preocupe. Sólo dígame el precio del anillo. – La chica asintió y caminó rápidamente al mostrador, para anotar el código del anillo y ver cual es su precio. -Son ciento cincuenta dólares, señor. – dijo la chica. Gerard asintió. Sabía que esa joyería era de las más caras, y no le sorprendió en lo absoluto el alto costo de la joya. -Muy bien, me lo llevo. – La muchacha asintió y comenzó a hacer el proceso para hacer la compra. Finalmente Gerard salió de la tienda con el anillo en una bonita caja de terciopelo negro. Como ya tenía el anillo, hora sólo faltaba que Frank lo luciera en su dedo anular de la mano derecha. Llegó a su departamento. A pesar de que llevaban años de noviazgo, aún no vivían juntos, aunque habían noches en donde Frank se quedaba en su departamento, o él se quedaba en la casa del irlandés, cuando el estuviera solo, ya que vivía con sus padres. Había pensado en que llevaría a su duende a cenar, por lo que cogió el teléfono, y marcó a la casa de su novio. -¿Gee? ¿Qué pasa amor? – Gerard soltó un suspiro enamorado al escuchar la dulce voz de Frank por el teléfono. -Quería invitarte a cenar esta noche. Tengo que hablar algo muy importante contigo. – Gerard escuchó como desde el otro lado de la línea algo caía. Estaba seguro de que Frank se había asustado por sus palabras, ya que cuando decías: Tengo algo importante que decirte, era una de las excusas para poder terminar. Así que se corrigió. – No es nada malo, no te preocupes. Sólo… Quiero verte y estar contigo. Ya sabes, quiero mimarte y darte muchos, muchos, MUCHOS besos. – Escuchó como Frank soltaba una risita embarazosa. -Y-yo también quiero verte. Y también quiero muchos besos. Muchos, te amo, Gerard. – Gerard río brevemente. -Yo también te amo muchísimo, Frank. Pasaré por ti a las ocho, quiero que estés hermoso… Bueno, más de lo habitual. Es una salida elegante, así que te quiero bien vestido. ¿Está bien? – dijo con una sonrisa. Escuchó como Frank soltaba una risita avergonzada. -Vale, te espero entonces. ¡Nos vemos! ¡Te amo! – Frankl cortó la llamada. Gerard dejó el teléfono en la mesa de centro y caminó hacia su habitación. La cama era enorme, de dos plazas. Gerard la había comprado, pensando precisamente en las noches en las que Frank se quedaba con él. En uno de los veladores que se encontraban al lado de su cama, había un bonito portarretrato, en el que ambos salían besándose dulcemente y formando un corazón con sus manos. Al lado del portarretrato, había una lámpara y un libro que había estado leyendo en la noche. Caminó hacia su armario y lo abrió. Comenzó a rebuscar entre sus ropas alguna prenda elegante. Mientras sacaba playeras, pantalones y demás cosas, iban saliendo prendas de su novio. Finalmente cogió un terno negro que había utilizado para la boda de su mejor amiga, Christa, quien ahora es Christa Toro. Se metió a la ducha, donde estuvo un buen rato, pensando en como pedirle a su duende que se casara con él. Bueno, ya tenía listo todo lo demás, pero lo que lo acomplejaba era como pedírselo. Y entonces, pensó que tenía que ser algo hermoso, y no tan tradicional, Frank y él no son una pareja tradicional, por lo que debía ser algo fuera de lo común. Cuando terminó de bañarse, se dio cuenta de que ya eran las 7:30, por lo que tenía que apresurarse. Se vistió rápidamente, tomó la cajita de terciopelo y la guardó en el bolsillo del terno, para luego mirarse en el espejo con ojo crítico. El terno era negro, negro como la noche, debajo de este tenía una camisa gris y unos zapatos que le habían regalado Mikey y Bob, sus mejores amigos. -Vale, ya es la hora… - Tomó las llaves de su auto y se fue de la casa. Condujo rápidamente, sólo faltaban cinco minutos para que fuera la hora que le indicó a su novio, así que aceleró un poco más de lo que estaba permitido. Cosa que no habría hecho, de no ser que tenía que llegar rápidamente a la casa de su novio. Llegó a una pequeña pero hermosa casa, pintada de un suave blanco, el jardín estaba lleno de bonitas flores y plantas muy bien cuidadas. Casi todas las luces de la casa estaban prendidas, pero Gerard se limitó a mirar la ventana que daba al balcón. La habitación de Frank. Se acercó a la puert, y tocó suavemente el timbre. Vio como la luz de la habitación se apagaba rápidamente y como alguien corría las cortinas. Después de unos segundos la puerta se abrió rápidamente y por ella salió un chico castaño, de ojos mieles que venía vestido con un elegante y sencillo terno. -¡Hola! – dijo el chico mientras abría la puerta, para salir y luego volver a cerrarla. Sonrío enormemente y le echó los brazos al cuello a Gerard, para unir sus labios en un suave y dulce beso. El pelinegro se lo devuelve, y además lo coge de la cintura para acercarlo más. Cuando el aire hizo acto de presencia, ambos se separaron a regañadientes. -Te ves hermosísimo. – dijo Gerard, mirando el atuendo de su novio, quien se puso colorado por el halago. - ¡Amo cuando te sonrojas! ¡Te ves tan tierno y adorable! – volvió a besarlo, logrando que Frank se pusiera tan colorado como la sangre. -Bueno… ¿A dónde me llevarás? – preguntó Frank, mirándolo emocionado, con una sonrisa del tamaño de Júpiter. Estaba ansioso. Gerard le sonrío, para luego acariciarle el cabello y contestar. -Es una s-o-r-p-r-e-s-a – dijo con una sonrisita Frank paro la trompita y frunció las cejas infantilmente. Gerard lo besó en la mejilla, lo tomó de la mano y lo llevó al auto. -¡Por favor, Gerard ! – llevaba cinco minutos insistiendo para que Gerard le dijera a donde iban, pero el chico se limitaba a sonreír y no decir absolutamente nada, lo que irritaba a su novio. – Bueno, bueno ¡Ya! Como no me quieres decir a donde piensas llevarme, por lo menos podrías decirme el motivo, ¿No lo crees? Ya que mi cumpleaños es en septiembre, el tuyo en agosto, y estamos de aniversario en diciembre y ahora estamos en abril. – dijo haciendo cuenta con los dedos. – Tomando en cuenta de que no estamos en ninguna fecha “importante” ¿A qué se debe esto? -Ya lo sabrás cuando lleguemos. Pero te aseguro que vas a tener que apuntar el catorce de abril en tú calendario como uno de los días más importantes de tú vida. – Frank lo miró perplejo, esperando que el chico se explicara, pero fue inútil, porque Gerard se limitó a sonreír y no decir ni una palabra más. Luego de veinte minutos, llegaron a un lujoso – y por lo que se veía – carísimo restauran. Frank se quedó boquiabierto al darse cuenta de lo hermoso que era. Gerard le sonrío, lo cogió de la mano, y lo llevó dentro. -Sí, tengo una reservación a nombre de Gerard Way, por favor. – le dijo a una bella mujer, quien revisó una lista y asintió, corroborando la reservación. La mujer miró a Gerard con una enorme sonrisa. -Sígame por favor, Señor. – dijo con una voz coqueta. Frank alzó una ceja, enojado. Cuando comenzaron a caminar, el castaño tomó de la mano a su novio, cosa que atrajo la mirada de la chica, quien hizo una mueca de desagrado. Los llevó a una mesa para dos, algo – bastante – apartada de las demás mesas. La mesa tenía un mantel de color crema, tenía velas y flores muy bonitas. Frank miró la mesa, con sus enormes ojos ojimieles brillando tan intensamente que parecían estrellas. Se sentaron cómodamente, mientras la chica les ofrecía la carta, y tomaba una libreta y un lápiz para anotar su pedido. Una vez que ya tenía apuntado lo que ambos hombre consumirían, retiró la carta y se fue rápidamente. -E-esto e-es realmente hermoso, Gerard. – El castaño sonrío mirando a su novio con adoración. – Pero es tan… Sofisticado. ¿No te saldrá muy caro todo esto? – preguntó preocupado. -No te preocupes por eso. Simplemente quise invitarte a un lugar bonito y elegante, quiero pasar esta noche contigo de la manera más romántica que se me ocurrió. – En ese momento apareció la chica, quien traía un carrito en donde venía la comida. Cuando la sirvió, dijo algo parecido a: “Buen provecho” pero ni Frank ni Gerard la escucharon, estaban más concentrados en mirarse a los ojos. -Vaya… Esto se ve buenísimo. – dijo Frank con una enorme sonrisa. Comieron tranquilamente, hablando sobre todo y nada. Frank le contó que había hablado con Bob y que este le había contado que había presentado a Mikey a su familia como su novio. Así que, oficialmente todos sabían de la relación que ambos mantenían. También le dijo, que Christa andaba con la idea de querer tener un bebé. Se sorprendió bastante por eso. Gerard soltó un suspiró cuando Frank terminaba de comer. Había llegado el momento de preguntarle a su duende si quería unir su vida con la de él para siempre. Pero en ese mismo momento lo cruzó una emoción que se conoce como pánico. Le daba pánico pensar que Frank lo rechazara. Pero entonces se dio cuenta de que ya todo estaba hecho. Era el momento perfecto, el lugar perfecto… Simplemente sólo tenía que preguntárselo… -Hace… Hace quince años que nos conocemos. ¿Lo recuerdas? Eras el nuevo del curso… Tenías miedo… - Frank lo miraba mudo, sin saber porque Gerard había comenzado hablar de eso. – Yo me acerqué a ti porque me pareciste buena persona. Debo de admitir que me caíste bien en seguida. Simplemente eres muy simpático. – le sonrío. – Recuerdo que yo siempre te defendía cuando te molestaban y tú me defendías a mí. Al… Al poco tiempo me di cuenta de que me gustabas. De que me gustabas muchísimo. Pensé… O quise pensar que era amor fraternal. Que te quería como un hermano. Pero… Yo sabía que sólo me engañaba. A los catorce años estaba enamorado de ti hasta los pies.… Me enamoré de una forma incoherente para mi edad, soñaba con tus labios, con nuestra primera vez… Mi madre se dio cuenta de eso, y le tuve que confesar que te amaba como nunca había podido amar a alguien. Me dijo que tenía que olvidarte. Que solo estaba confundido, que las hormonas estaban disparatadas…. Pero no. A los diecisiete estaba completamente seguro de que te amaba. Pero tú… Tú empezaste a salir con Jamia Nestor. – hizo una mueca cuando pronunció el nombre de la chica. Frank miró para otro lado, algo incómodo. – Sufrí mucho, demasiado. Era… Era insoportable verte con ella. Me dolía muchísimo – dijo con tristeza. – Recuerdo que me preguntaba por qué tenía que haberme enamorado de ti. O por qué no podías corresponderme. En fin, yo me fui distanciando de ti cuando salías con ella, y tú me preguntaste por qué. Yo a esas alturas estaba tan desesperado por todo lo que había pasado, que simplemente te dije la verdad. Te dije que estaba profundamente enamorado de ti desde que tenía catorce años. Tú cara fue épica. – dijo riendo. Frank también soltó una sonrisita. – Y bueno, ahí tú me dijiste que también me querías y… Comenzamos a salir. ¿Puedes creer que ya llevamos ocho años juntos? Y entonces, me di cuenta de que… Ya es el momento. - Llevó una temblorosa mano al bolsillo de su terno y sacó la cajita de terciopelo negro. Frank soltó un gritito, para luego taparse la boca con las manos. Gerard se levantó, y caminó hacia Frank. Se puso de rodillas y lo miró con dulzura. – Frank Anthony Thomas Iero Pricolo, Te amo con toda mi alma, y estoy completamente seguro de que no quiero compartir el resto de mi vida con nadie más que no seas tú. ¿Quieres casarte conmigo? ¿Unir nuestras vidas para siempre? Abrió la cajita, en donde se veía el liso anillo de oro blanco que había comprado esa mañana. Una pequeña lágrima que parecía de cristal cayó rodando por la sonrojada mejilla de Frank. Gerard Seguía arrodillado, esperando la respuesta del chico, que parecía estar en shock. -S-si… ¡S-sí! ¡¡SÍ, SI QUIERO, SI QUIERO!! ¡Sí! – Gritó el chico, lanzándose – literalmente – sobre Gerard, para besarlo con todo el amor que le profesaba. Gerard río brevemente mientras sacaba el anillo de la cajita y tomaba la mano temblorosa de Frank y le ponía el anillo en el dedo anular. - ¡Es hermosísimo, Gerard! – dijo el chico, quien aún lloraba de emoción. Gerard besó el anillo para luego besar a su no… Prometido. -Me alegra que hayas aceptado, por un momento creí que no ibas aceptar…- dijo Gerard, mientras volvía a sentarse, y tomaba un buen sorbo de vino. -¡¿Cómo lo pudiste pensar?! ¡Por su puesto que aceptaría! ¡Te juro que no me habría esperado nunca que me pidieras matrimonio! ¡El anillo es bellísimo! ¡Y ya veo por que dijiste que este día será importante! ¡Tenemos que planearlo todo! A mí me gustaría que nos casáramos en verano… ¡O en otoño! Esas son mis estaciones favoritas del año. ¡También hay que decírselo a mis padres! Después de todo un hombre casado tiene que vivir con su marido. ¿Verdad? ¡Y tenemos que ver lo de la luna de miel! A mí me gustaría ir a… -Frank… Ni si quiera nos hemos casado y ya estas pensando en la luna de miel. – dijo soltando una risita. Frank se puso colorado. – Pero da igual, por que yo lo único que quiero es casarme contigo para que vivamos juntos. Te amo, mucho, mucho, Frankie. -¿Sabes? – dijo Frank. – Ya me estoy aburriendo aquí… ¿No te gustaría que nos fuéramos a tú departamento a hacer… Otras cosas? – dijo con una voz coqueta que hizo que Gerard se sonrojara violentamente. -Muy bien, vámonos de aquí. – se levantaron rápidamente, Gerard sacó la billetera y dejó un billete sobre la mesa. Tomó a Frank de la mano y ambos salieron corriendo del restauran. Se metieron al auto y Gerard comenzó a conducir demasiado rápido. Frank tenía una mano en la pierna de su novio, la cual acariciaba con dolorosa e irritante lentitud. Llegaron al departamento del pelinegro, entre medio de besos desesperados y caricias por sobre la ropa. Se acostaron en la cama, Frank sobre Gerard, besándose con desesperación y dulzura. El castaño se sacó el saco y la camisa dejando su torso desnudo rápidamente, Gerard comenzó a besar esos rosados pezones hasta ponerlos erectos. Frank comenzó desnudar a su prometido. -Ahh… - gimió Frank cuando Gerard mordió su pezón derecho. Era extremadamente sensible en esa zona. – Ahh…. G-Gerard… Ahh Mghhhh…. – Gerard no se cansó hasta que le dejó un visible chupón en la tetilla derecha del chico. Frank comenzó a morder el cuello de su novio, mordiendo y chupando, sabía muy bien que ese era el punto débil de su pareja. -F-Frank… Ahhhh T-te a-a-amo… ¡Ahhhh! – Franl sonrío y lo besó profundamente. -Y-yo también t-te amo m-muchísimo… - Frank tomó la erección de su novio y la masajeó lentamente, logrando que saliera el líquido pre-seminal, lo que actuaría como lubricante. Sonrío enormemente, mientras se auto-penetraba. -¡¡Ahhhh!! – gimieron los dos juntos en el momento en el que el miembro de Gerard se introdujo en el interior del castaño. Frank se fue sentando lentamente, acostumbrando su cuerpo a la intromisión. -¡Mierda! ¡Aghhh! – gritó Gerard, tomando al chico del trasero y comenzó a mover su cadera, intentando penetrarlo más rápidamente. -¡¡Ahhhh!! ¡G-Ge- Gerard! – gritó el castaño. Prácticamente se había puesto a saltar sobre su novio, logrando que el miembro de Gerard entrara y saliera de su entrada. Gerard movió con fuerza su cadera, penetrando más profundamente a su novio, quien gemía como un desquiciado. -¡Ahhhh! ¡GERARD! ¡Mghhhh! ¡Ahhhh! ¡M-más! ¡M-MÁS! ¡Ahhhh! -F-Frank… ¡Ahhhh! ¡Aghhh! – Gerard embestía a su novio con fuerza, pero sin dejar de ser delicado. Luego de un rato ambos sintieron como algo cosquilleaba en sus partes íntimas, lo que quería decir, que el orgasmo venía pronto. -¡¡GERARD!! – Gritó el castaño, cuando el orgasmo lo sacudió con fuerza. Se liberó entre sus estómagos y en consecuencia del orgasmo de irlandés, su cuerpo se tensó y sus paredes anales estrecharon deliciosamente el miembro de Gerard , quien se corrió en su interior. -¡¡FRANK!! – Gritó, mientras besaba al chico con fuerza. Frank arqueó la espalda cuando sintió la esencia del mayor recorrer su interior. Cayeron acostados en la cama, jadeando, intentando recuperar el aliento. Frank se acurrucó al lado de su novio, como su fuera un bebé. Gerard rodeó su cintura con su brazo, y lo besó suavemente en la frente. Frank puso su mano derecha sobre el pecho de Gerard, y el brillante anillo de oro blanco brillo con demasiada intensidad. -Realmente es muy bonito… - dijo el castaño con actitud soñadora, con sus ojos brillando, ilusionado – ¡no puedo creer que nos vayamos a casar! – decía insistentemente, pero es que estaban juntos desde que eran adolescentes y ahora formalizarse era un sueño. Un sueño que Frank había tenido desde que salieron de la escuela. -Pues empieza a creerlo, porque así será. Tú y yo vamos a dar el sí ante Dios… - dijo con dulzura. Frank río completamente enamorado… -¡¡Ahhhh!! ¡¿Es en serio?! ¡¡Que alegría!! – una mujer castaña observaba a ambos chicos con una sonrisa de oreja a oreja. Christa Toro estaba feliz por la noticia que le daban sus amigos. -Sí, es en serio. ¡Gerard me lo pidió anoche! – Frank estaba emocionadísimo mientras hablaba con su mejor amiga sobre la pedida de mano. -Vaya, me alegro mucho por ustedes… - dijo un hombre bastante guapo de rulos y ojos castaños Ray Toro, el esposo de Christa, observaba a ambos chicos con una sonrisa enorme. Estaban en la casa del matrimonio Toro, todos sus amigos estaban ahí, ya que habían convocado una junta para dar la importante noticia de que se iban a casar. -¡Que genial! ¡Una boda! ¿Y cuando me lo pedirás tú a mí? – Dijo Mikey Way mirando a su novio -- Bob Bryar -- con avidez. Bob se puso colorado como un tomate, causando la risa de los demás. -Estamos pensando casarnos en junio o julio. Es que me encanta el verano, y siempre ha sido mi sueño casarme en esa estación… - le decía a Bella quien asentía dándole la razón. -Bueno, me parece que aquí comienzan los preparativos para tú boda. – dijo Bob con una sonrisita. – Bueno, tengo sed. ¿Quién quiere cerveza? Gerard, Ray y Mikey levantaron la mano y Bob partió a la cocina, como si estuviera en su propia casa, pero daba igual, porque los seis se juntaban todos los fines de semana, por lo que estaban acostumbrados a que el chico se paseara a sus anchas por la casa. Abrió el refrigerador y sacó las latas de cervezas, para luego ir y sentarse junto a su novio, a quien besó antes de entregarle el trago. x.x -¡Dios, Gerard! Mis padres ya saben que estamos juntos. No tienes por qué temer. Simplemente les diremos que estamos comprometidos, y que nos casaremos pronto. Nada que deba preocuparte. – lo tomó de la mano, y le sonrío con tranquilidad. Estaban frente a la casa de Frank, Gerard estaba temblando, ya que le dirían a los padres del chico que se casarían. Si consideramos el hecho de que los padres de su duende no le tenían mucho aprecio por la relación que mantiene con su hijo menor, es entendible que el chico tuviera algo, - estaba que se meaba – de miedo. Ya estaban sentados en la mesa. Los padres de Frank no le quitaban la vista de encima, se podría decir que casi estaban matándolo con la mirada. Frank tomó la botella de vino con su mano derecha, con toda la intensión de servir una copa a su padre, cuando la luz de la lámpara, le dio directo al anillo. -Frank, ¿De donde sacaste ese anillo? – preguntó su padre, mirando a su hijo fijamente a los ojos del mismo color. Frank se sonrojó un poco, pero mantuvo el contacto visual con su progenitor. -Yo se lo di. – dijo Gerard, antes de que Frank pudiera si quiera abrir la boca para contestarle a su padre. – Hace una semana que invité a Frankie a comer, y… Bueno, le pedí que se casara conmigo. – el padre de Frank lo miró desconcertado. – y… aceptó. Vine aquí para decirles que ya comenzamos con los preparativos para la boda. Y que… Amo a su hijo como a nadie, y le prometo que lo haré feliz. -Y-yo… Bueno, supongo que no hay nada que pueda hacer, ¿Verdad? – dijo el hombre, observando a los dos chicos, quienes negaron vigorosamente con la cabeza. – Bueno… ¿Cuándo quieren casarse? – Gerard se quedó perplejo, mientras que Frank sonrío de oreja a oreja. -¡En julio! A mí me encanta el verano, y Gerard está de acuerdo en que lo hagamos en esa fecha. Christa y los chicos están ayudándonos a encontrar un local para celebrar la boda. Además tenemos que comprar los trajes, y las demás cosas… Tenemos que pedir una hora en el registro civil para casarnos por el civil, luego tenemos que buscar la iglesia… ¡En fin! Aún queda mucho trabajo por delante. – dijo el chico soltando un largo suspiro, y tomando un buen sorbo de vino. -Sí, casarse nunca ha sido fácil… Aunque podrían irse a Las Vegas y casarse sin si quiera salir del taxi… Y además sólo les saldría veinte dólares, lo que es un gran ahorro… -¡Mamá! – gritó Frank, enfadado. - ¡Yo me casó aquí! Quiero que mi boda con Gerard sea hermosa y que todos la recuerden. ¡No pienso casarme en las Vegas! ¡Tampoco pagar unos míseros veinte dólares por el día más importante de mi vida! ¡No lo haré! –Gerard tomó su mano, intentando calmarlo, el chico estaba que echaba chispas. -Frank, fue sólo una sugerencia… - dijo su madre mirando a su hijo con el entrecejo fruncido. El castaño se cruzó de brazos y paro la trompita infantilmente. -Fue una pésima sugerencia, madre. – dijo el mas pequeño. Gerard miró el suelo algo incómodo por la situación. -Bueno, paren ya. – dijo el Señor Iero mirando ceñudo a su esposa y a su hijo. - ¿No ven que abruman a Gerard? – madre e hijo miraron al pelinegro que se puso colorado. Frank le dio un beso en la mejilla. -Lo siento, papá. Pero es que mejor les dejo claro desde un principio, que Gerard y yo nos casaremos aquí, haremos una fiesta, y luego nos iremos de luna de miel… -¡¿¡LUNA DE MIEL!?! – Chillaron sus padres al mismo tiempo. Gerard se puso rojo como un tomate. -¡Ese es muy bonito, Niall! – El castaño se miró fijamente en el espejo de cuero entero. Usaba un terno por completo blanco. Excepto en un bolsillo donde tenía una bonita rosa roja. Christa lo mira con ojos soñadores desde un sofá que estaba en la tienda. Frank torció la boca, no muy seguro si ese traje era el correcto. -Um… No sé. ¿No me veo muy pálido? – dijo mirándose con ojo crítico. Christa negó vigorosamente con la cabeza. -No, no te ves pálido, Frank. Te ves hermoso. Estoy segura de que Gerard se derretirá cuando te vea. ¿Sabes? Estuve hablando con Ray, y el dijo que investigaría lugares donde puedan hacer la fiesta. Mikey está buscando un servicio de camareros y chef para que preparen todo lo que es comida. Bob está reservando una hora en el estado, para que se casen por el civil y también quiere saber en que iglesia quieren casarse, para reservar el momento, tú sabes….
Posted on: Sun, 29 Sep 2013 00:53:08 +0000

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