"14. GAS WANDLITZ, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA. Momento - TopicsExpress



          

"14. GAS WANDLITZ, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA. Momento 6. Condiciones de tiempo características de primavera-verano (humedad y temperaturas moderadas; probabilidad de lluvia 35% diaria); vientos del Oeste y Suroeste, de 0 a 30 km/h a nivel del suelo, según la altura; uso de agentes muy persistentes contra los enlaces de comunicaciones, instalaciones POMCUS, aeródromos y otras instalaciones de abastecimientos y depósitos de armas nucleares (índice de error de entregas normales computadas, véase Apéndice F del Anexo 1). El jefe del Partido Comunista de la República Democrática alemana siguió leyendo hasta el final del extracto, a pesar de la terrible acidez de estómago que sentía: Como en los Momentos 1, 3, 4 y 5, cualquier alarma de más de quince minutos asegurará virtualmente una completa protección MOPP-4 del personal de combate y apoyo que reciba la alerta. Se mantiene el problema de las bajas civiles, ya que más de cien blancos de las categorías citadas más arriba se encuentran cerca de importantes centros de población. La biodegradación de los agentes persistentes tales como el GD (el agente soviético que se espera sea elegido; para un análisis de la información soviética sobre este tópico, véase Apéndice C del Anexo 2) será demorada por temperaturas generalmente templadas y una acción fotoquímica del sol reducida por la nubosidad. Esto permitirá que los agentes, en forma de aerosoles, deriven siguiendo las corrientes de los vientos. Dada una concentración mínima sobre los blancos de dos miligramos por metro cúbico, pronosticados los gradientes de temperatura vertical y los impulsos por espesores de nubes, vemos que el riesgo del vapor tóxico arrastrado por el viento a grandes zonas de la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana, será de aproximadamente 0,3 (más o menos un cincuenta por ciento en nuestros cálculos, considerando esperadas impurezas y descomposición química en las municiones químicas), tan grande como el de los mismos blancos. Como la documentación soviética requiere que las concentraciones en las fuentes (es decir, los blancos) estén bastante más allá de la dosis media letal (LCT-50), vemos que toda la población civil alemana corre el más grave riesgo. La esperada represalia aliada a semejantes golpes químicos sería de naturaleza sobre todo psicológica… Solamente el uso de municiones soviéticas contaminará en forma efectiva casi toda la gran Alemania; se espera que ningún sector de ella situado al este del Rhin pueda considerarse seguro para personal desprotegido, a partir de doce horas después del uso de las primeras municiones. Pueden esperarse efectos similares en partes de Checoslovaquia e incluso en el oeste de Polonia, dependiendo de la dirección y velocidad del viento. Además, no debe esperar que dicha contaminación continúe como mínimo 1.5 veces el nivel medio de persistencia de los agentes usados. Éste es el último (y estadísticamente el más probable) de los momentos que responden a los lineamientos especificados en el contrato. SECCION VIII: SUMARIO EJECUTIVO. Como podrá apreciar el lector, aunque la alarma táctica se dé con unos pocos minutos de anticipación, se puede esperar con alto grado de confianza que las formaciones militares sufran muy pocas bajas (aunque con un treinta a un cincuenta por ciento de degradación en la efectividad de combate; sin embargo, es probable que esta degradación sea igual para ambos lados), y las bajas esperadas entre civiles serán mucho más altas que las anticipadas como resultantes de un intercambio de Nivel-2 de armas nucleares tácticas (doscientas cabezas de guerra 100 kt; véase Apéndice A del Anexo 1) en una mezcla de blancos militares y civiles/industriales fijos, deben esperarse graves efectos económicos a corto y largo plazo. Incluso el empleo de agentes no persistentes en el FAZBA (Frente Anterior de la Zona de Batalla) no puede menos que producir un grave impacto sobre la población civil, debido a la gran urbanización del campo alemán y la evidente incapacidad de cualquier gobierno para proveer protección adecuada a su población civil. En términos de efectos inmediatos, la cifra base de más de diez millones de bajas civiles expuesta en el Momento 2, representa un problema de salud pública peor que el producido después del desastre del ciclón de Bangladesh en 1970, y es probable que determine efectos sinérgicos que exceden el alcance de este estudio. (Las especificaciones del contrato excluían taxativamente la investigación de los efectos biológicos de un intercambio químico en gran escala. Si bien es imposible estimar en este documento las dificultades asociadas con un examen profundo de este asunto, se advierte al lector que esos efectos de largo alcance son más fáciles de estudiar que de resolver en la realidad. Podría ser necesario, por ejemplo, importar toneladas de larvas de insectos antes de que pudieran crecer de nuevo plantaciones de los más simples productos comestibles en Europa Occidental). Por el momento, ni siquiera es posible asegurar la capacidad de los ejércitos mejor organizados para deshacerse de millones de cadáveres de civiles en avanzado estado de descomposición. Y los civiles necesarios para el restablecimiento de la producción industrial (según lo que casi con seguridad son estimaciones optimistas) habrán sido por lo menos diezmados, en el sentido literal clásico. Un análisis de los efectos de la Guerra Química en el Teatro de Operaciones Europeo utilizando el Pronóstico de Consultores sobre liberación atmosférica. Laboratorios Lawrence-Livermore -National LLNL 82-2504 CR 8305/89/178 SIGMA 2 Solamente Distribuidor Externo Especificado. -SECRETO Johannes Bitner no arrojó el informe a su cesto de papeles pero le pareció sentir necesidad de lavarse las manos. Una similitud más entre el Este y el Oeste, pensó fríamente. Los informes de su gobierno están escritos por computadoras para ser leídos por calculadores. Igual que los nuestros. Exactamente igual que los nuestros. —Herr Generaloberts. El jefe del Partido Comunista de la República Democrática Alemana levantó la vista para mirar a su comandante en jefe que, acompañado por otro oficial, había ido esa mañana temprano, y en ropas civiles, a visitarlo en su elegante residencia privada en Wandlitz, enclave de la élite del Partido en las afueras de Berlín. Le habían llevado el documento obtenido dos días antes a través de un agente de la República Democrática muy bien situado en un puesto de jerarquía en el Ministerio de Defensa de Alemania Occidental. —¿Qué grado de exactitud tiene este documento? —preguntó el secretario. —Camarada secretario, no podemos comprobar sus modelos de computadora, desde luego, pero sus fórmulas, sus estimaciones sobre la persistencia de las armas químicas soviéticas, sus patrones de pronóstico de tiempo, es decir, toda la información sobre la que supuestamente se sustenta este estudio, ha sido examinada por miembros de mi personal de inteligencia y supervisada por algunos profesionales elegidos de la Universidad de Leipzig. No existen razones para creer que no sea auténtico. —En realidad —dijo el coronel Mellethin, director de Análisis de Operaciones Extranjeras, un hombre enjuto y austero cuyos ojos mostraban claramente que no había dormido desde hacía varios días—, los norteamericanos desestiman las cantidades totales de munición empleada, porque constantemente exageran la exactitud de los sistemas de lanzamiento rusos —Los otros dos hombres presentes en la habitación notaron en seguida que había dicho rusos en ver de soviéticos. —¿Quiere decir algo más, Mellethin? —preguntó Bitner con tono severo. —Camarada secretario, desde el punto de vista ruso, ¿cuál es el objetivo de esta guerra? —La neutralización de la OTAN y el acceso a mayores bienes económicos. Diga lo que tenga que decir, camarada coronel —ordenó Bitner. —Camarada, el éxito del Pacto de Varsovia dejaría una Alemania unida. Yo hago notar que una Alemania unida, incluso una Alemania socialista, sería considerada como una amenaza estratégica por la Unión Soviética…, después de todo, nosotros somos mejores socialistas que ellos, ich wuízr? —Mellethin respiró profundamente antes de continuar. ¿Estaba arriesgando su vida? ¿Importaba eso? El nombre de la familia había sido alguna vez von Mellethin, y el comunismo no había enseñado a su cuerpo de oficiales profesionales a mantener una inquebrantable lealtad hacia el Estado—. Camarada secretario del Partido, el triunfo soviético en esta operación dejará a Alemania, socialista y capitalista, tan árida como la superficie de la luna, un mínimo de diez a treinta por ciento de nuestro pueblo muerto, nuestras tierras envenenadas, aun sin la represalia química de Occidente, hoy hemos sabido que los norteamericanos están dispuestos a utilizar sus armas químicas, entonces la OTAN tomará represalias con la misma especie, y es muy posible que nuestro país, y la propia cultura alemana, deje de existir por completo. Semejante objetivo no es defendible militarmente, pero yo sugiero, camarada, que éste podría ser un objetivo adicional, político, del plan ruso. La expresión de Bitner no cambió en lo más mínimo, y sus visitantes no pudieron ver el frío que estaba envolviendo a su líder nacional. La reunión que había tenido en Varsovia la semana anterior había sido bastante inquietante, pero ahora, las razones existentes detrás de las aduladoras seguridades que le había ofrecido la dirigencia soviética aparecían con toda claridad. —¿No hay forma de proteger a nuestra población civil? —preguntó Bitner. —Camarada —suspiró el general—. Estos agentes persistentes no sólo se acumulan por la respiración. También lo hacen a través de la piel. Si alguien toca una zona contaminada, queda envenenado. Aunque ordenemos a nuestra gente que permanezca en sus hogares con puertas y ventanas cerradas…, las casas y edificios de apartamentos no son sellados a prueba de aire. Y la gente necesitará comer. En ciertas industrias esenciales, los obreros de las fábricas deben salir a trabajar. El personal de sanidad, la Policía y el de seguridad interior, algunos de nuestros ciudadanos más valiosos, serán los más gravemente expuestos. Estos aerosoles viajarán en forma invisible a través de todo nuestro país, y su detección será virtualmente imposible. Dejarán una película tóxica sobre los prados, árboles, cercos, paredes, camiones…, casi todo, casi todo. Las lluvias lavarán bastante, pero las pruebas que se han hecho años atrás muestran que algunos de estos venenos, los que quedan en el interior de los cercos, por ejemplo, persistirán durante semanas, y hasta meses. Necesitaremos miles de equipos de hombres para descontaminación, nada más que para iniciar la tarea de dar a nuestro país la seguridad imprescindible que permita a nuestros ciudadanos caminar hasta sus mercados. El coronel Mellehtin tiene razón: si los rusos emplean sus armas de gas, y los norteamericanos responden en la misma forma, seremos afortunados si dentro de seis meses sigue con vida la mitad de nuestra población. Es realmente más fácil proteger a nuestros ciudadanos de las armas nucleares que de los gases, y los efectos nucleares tienen una duración menor. —Du lieber Gott. MOSCÚ, U.R.S.S. —Nuestros fraternales camaradas socialistas de la República Democrática Alemana nos han informado que no pueden menos que considerar el uso de armas químicas dentro de su territorio como un asunto de la más grave preocupación nacional —el ministro de Asuntos Exteriores hablaba secamente—. Más aún, nos han hecho llegar informes de inteligencia en los que se aprecia claramente que el uso de dichas armas sólo serviría para endurecer la resolución de la OTAN…, y posiblemente abrir las puertas a otras armas de destrucción masiva. —¡Pero son parte del plan! —objetó Defensa. —Camaradas —dijo Sergetov—. Todos sabemos que el uso de municiones químicas tendrá efectos calamitosos sobre los civiles… ¿No comprometería eso nuestra maskirova política? ¿Acaso no estamos declarando que nuestra lucha es contra el gobierno de Alemania Occidental? ¿Cómo quedaríamos entonces si en el primer día de la guerra exterminamos fríamente a muchos miles de civiles? ¿Cuántos inocentes más vamos a sacrificar?, pensó. —Y hay otro interrogante —dijo Bromokovsky, que aunque viejo y frágil, era todavía un hombre con experiencia de la última guerra contra los alemanes, y sus puntos de vista sobre cuestiones de Defensa aún provocaban respeto—. Si usamos esas armas contra todos los ejércitos de la OTAN…, ¿cómo podemos limitarlas a las formalidades alemanas? Estados Unidos y Francia han dicho con toda claridad que consideran el gas como un arma de destrucción masiva, a la cual responderán de la misma manera. —El arsenal químico norteamericano es una broma —replicó Defensa. —Yo he visto estudios de su ministerio que sugieren lo contrario —comentó Bromokovsky—. ¡Y tal vez usted se ría de sus armas nucleares! Si nosotros matamos muchos miles de civiles alemanes, su gobierno exigirá el uso de armas atómicas contra blancos en nuestro territorio. Si nuestras armas de gas matan algunos miles de soldados norteamericanos, ¿usted cree que el Presidente de los Estados Unidos se va a contener de usar sus propias armas de destrucción en masa? Camaradas, ya hemos discutido esto antes. Esta guerra contra la OTAN es una operación política, ¿no? ¿Vamos a tirar por la borda nuestro camuflaje político usando un arma como ésta? Ahora ya tenemos la seguridad de que por lo menos un país de la OTAN no participará en una guerra germano-rusa. Ésa es una gran victoria para nuestra política. El uso de armas químicas nos hará perder esa ventaja y abrirá peligros políticos desde más de una dirección. Yo creo que nosotros deberíamos mantener el control de esas armas en el Politburó. Camarada ministro de Defensa, ¿usted quiere decirnos que sólo podemos ganar si se usan armas de destrucción masiva? —el viejo se inclinó hacia delante y habló con firme resolución—. ¿Ha cambiado la situación? Usted debe recordar cuando nos dijo que si se perdía la sorpresa estratégica podíamos hacer retroceder a nuestros ejércitos. ¿Se ha perdido la sorpresa? El rostro del ministro de Defensa quedó rígido por unos instantes. —El Ejército soviético está listo y es capaz de cumplir con su misión. Ahora es demasiado tarde para retirarse. Ésta también es una cuestión política, Petia. —La OTAN está movilizada —dijo Sergetov. —Demasiado tarde y con demasiada indecisión —replicó el director de la KGB—. Ya hemos logrado separar un país de la alianza de la OTAN. Estamos trabajando con otros, y actuamos intensamente en Europa y Estados Unidos sembrando desinformación sobre el ataque con las bombas. La voluntad del pueblo en los países de la OTAN es débil. No querrán pelear en una guerra a favor de los asesinos alemanes, y sus líderes políticos encontrarán la forma de aislarse del conflicto. —Pero no si nosotros exterminamos civiles con gas —insistió el ministro de Asuntos Exteriores—. Petia y el joven Sergetov tienen razón: el coste político de estas armas es sencillamente demasiado alto. WASHINGTON, D.C. —¿Pero, por qué? ¿por qué están haciendo esto? —preguntó el Presidente. —Lo ignoramos, señor —el director de la CIA se mostró incómodo por la pregunta—. Sabemos que ese asunto del atentado con la bomba en el Kremlin fue una absoluta mistificación… —¿Vio lo que dice el Post de esta mañana? La Prensa opina que ese tipo Falken tiene escrito por todas partes «agencia» o su equivalente alemán. —Señor Presidente, la verdad del asunto es que Herr Falken era casi con total seguridad un agente soviético en espera, bajo el control de la KGB. Los alemanes no han podido descubrir mucho sobre él. Es como si hubiera surgido a la vida hace trece años, y ha esperado manejando silenciosamente su negocio de importación y exportación durante los últimos doce. Todos los indicios que tenemos nos dicen que los soviéticos están preparados para lanzar un ataque contra la OTAN. Por ejemplo, no hay síntomas de que estén desmovilizando a sus reclutas que han llegado al final de su servicio, ni evidencia alguna de preparativos para la nueva «clase» de mozos que debieron haber empezado a llegar hace varios días. Finalmente, está el caso de ese mayor del Spetznaz que los alemanes descubrieron y capturaron. Estaba infiltrado en la República Federal desde antes del atentado de la OTAN. En cuanto al porque…, señor Presidente, simplemente no lo sabemos. Podemos describir lo que están haciendo los rusos, pero no la razón por la que lo hacen. —Anoche dije al país que seríamos capaces de controlar esta situación a través de medios diplomáticos… —Todavía podríamos. Necesitamos comunicarnos directamente con los soviéticos —manifestó el consejero de seguridad nacional del Presidente—. Pero hasta que ellos respondan positivamente, tenemos que demostrarles que nosotros también obraremos con decisión. Señor Presidente, es necesario que se haga una nueva llamada de reservistas. ATLÁNTICO NORTE. El Julius se balanceaba inclinándose diez grados a cada lado con mar de través. El capitán Kherov notó que la navegación se había hecho dura para los soldados, pero estaban soportándolo bastante bien para ser hombres de tierra. Sus propios tripulantes se hallaban colgados en los costados del barco armados con sopletes de pintura para tapar las marcas distintivas de «Interlighter» que tenían, y preparar las superficies para remplazar con los emblemas de «Lykes Line». Los soldados desarmaban y quitaban partes de la superestructura para imitar la silueta del «Doctor Lykes», un buque portabarcazas de bandera norteamericana notablemente parecido al Fucik. La nave soviética había sido construida hacía varios años en un astillero finlandés «Valmet», según planos adquiridos en los Estados Unidos. La zona de popa, donde se encontraban los cabrestantes y el elevador, ya estaba pintada totalmente de negro para igualar los colores de la empresa armadora de la línea norteamericana; y en ambos lados de la superestructura habían pintado un diamante negro. Varios hombres estaban cambiando las formas y colores de las dos chimeneas con partes prefabricadas. El trabajo más difícil que aún quedaba por hacer era pintar el casco. Las marcas de «Interlighter» estaban hechas con letras de seis metros. Para distribuirlas hacían falta plantillas de lona, y el diseño tenía que ser minucioso a menos que lanzaran al agua la lancha del barco, algo que el capitán no tenía ni el tiempo ni ganas de hacer. —¿Cuánto falta, camarada capitán? —Cuatro horas por lo menos. El trabajo va bien. Kherov no podía ocultar su preocupación. Allí estaban, en medio del Atlántico, lejos de las rutas habituales de navegación, pero no podía decir… —¿Y si nos detecta algún avión o buque norteamericano? —preguntó el general Andreyev. —Entonces sabremos si nuestra instrucción de control de averías fue buena o no…, y nuestra misión fracasaría —Kherov deslizó la mano sobre la barandilla de madera de teca lustrada; llevaba seis años al frente de ese buque, y lo había llevado a casi todos los puertos del Atlántico Norte y Sur—. Estamos avanzando bien. El buque navegará mejor con mar de proa. MOSCÚ, U.R.S.S. —¿Cuándo has pensado marcharte? —preguntó Flynn a Calloway. —Pronto, Patrick. ¿Y espero que vengas conmigo? —Los hijos solteros de ambos hombres estaban en la Universidad, y los dos habían enviado a sus esposas al Oeste el día anterior. —No sé. Nunca he huido antes —dijo Flynn mirando ceñudo el escenario vacío al frente de la sala. Tenía las cicatrices que podían probar lo afirmado. Me pagan para informar las noticias. —No vas a informar ninguna maldita noticia desde la prisión de Lefortovo, amigo mio —observó Calloway—. ¿No es suficiente un Premio Pulitzer? —Creí que sólo yo lo recordaba —rió Flynn—. ¿Qué sabes tú que no sepa yo, Willie? —Yo sé que no me iría sin tener una muy buena razón. Y si es bueno para mí que me vaya, Patrick, también lo es para ti. La noche anterior le habían dicho que ahora había menos de un cincuenta por ciento de probabilidades de que se produjera una solución pacífica de la crisis. Por centésima vez, el corresponsal de «Reuter» bendijo su decisión de cooperar con el Servicio Secreto de Inteligencia británico. —Ya empezamos —Flynn sacó su agenda. El ministro de Asuntos Exteriores entró por la puerta de siempre y caminó con aire de cansancio. Su traje estaba ajado, el cuello de la camisa arrugado y no muy limpio, como si hubiera estado levantado toda la noche anterior trabajando para resolver la crisis con Alemania por intermedio de los canales diplomáticos. Cuando levantó la cabeza, sus ojos miraron entrecerrados a través de sus gafas para leer. —Señoras y señores, un año que había transcurrido tan bien para las relaciones Este-Oeste ha quedado reducido a cenizas ante el asombro de todos nosotros. Los Estados Unidos, la Unión Soviética y las otras naciones que aceptaron nuestra invitación a Viena están a pocas semanas de lograr un acuerdo global sobre el control de las armas nucleares estratégicas. Los Estados Unidos y la Unión Soviética han firmado un convenio y puesto en marcha, con una velocidad y cooperación sin precedentes, un acuerdo de venta de grano, y mientras estamos aquí hablando de eso, se realizan entregas en Odessa, sobre el mar Negro. El turismo de Occidente hacia la Unión Soviética ha alcanzado los niveles más altos de todos los tiempos, y ése es tal vez el reflejo más genuino del espíritu de la détente: ahora, por fin, nuestros pueblos están empezando a confiarse mutuamente. Todo este esfuerzo, los esfuerzos del Este y el Oeste para obtener una paz justa y perdurable, han sido arruinados por un puñado de hombres revanchistas que no han aceptado de corazón las lecciones de la Segunda Guerra Mundial. »Señoras y señores, la Unión Soviética ha recibido pruebas irrefutables de que el gobierno de la República Federal Alemana ha hecho explotar su bomba en el Kremlin como parte de una maquinación tendente a lograr por la fuerza la reunificación de Alemania. Tenemos en nuestro poder documentos secretos alemanes que demuestran que el gobierno de Alemania Occidental planeaba derribar al gobierno de la Unión Soviética y aprovechar el consiguiente periodo de confusión interna para cumplir su propósito de rehacer una vez más Alemania, convirtiéndola en la principal potencia continental de Europa. Todos los europeos saben lo que eso significaría para la paz mundial. »En este siglo, Alemania ha invadido a mi país dos veces. Más de cuarenta millones de ciudadanos soviéticos murieron para rechazar esas dos invasiones, y no olvidamos las muertes de tantos millones de amigos europeos que también fueron víctimas del nacionalismo alemán. Polacos, belgas, holandeses, franceses, ingleses y norteamericanos, hombres y mujeres, trabajaron como aliados nuestros para salvaguardar la paz de Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial, todos pensamos que ese problema estaba absolutamente terminado. Ése fue el razonamiento predominante en los tratados que dividieron Alemania y Europa en zonas de influencia (recuerden que esas zonas fueron ratificadas una vez más por los acuerdos de Helsinki en 1975), cuyo equilibrio bastaría para hacer imposible una guerra europea. »Sabemos que Occidente ha vuelto a armar a Alemania, supuestamente como medida defensiva contra la imaginaria amenaza del Este, a pesar de que el Pacto de Varsovia no se formó siquiera hasta mucho después de haberse integrado la alianza de la OTAN; y aquella decisión ha sido el primer paso en el propio plan de Occidente para unificar Alemania como un factor de contrapeso respecto a la Unión Soviética. Que ésta fue una política innecesaria y estúpida queda ahora manifiestamente aclarado. Yo les pregunto a ustedes si hay alguien en Europa que realmente quiera una Alemania unificada. Los propios países de la OTAN hace años que dejaron de actuar por esa idea. Excepto, desde luego, algunos alemanes que recuerdan los días del poder alemán desde un punto de vista bastante diferente del que tenemos quienes fuimos sus víctimas. »Es evidente que la República Federal Alemana se ha vuelto ahora hacia sus aliados occidentales, y piensa usar la alianza de la OTAN como un escudo detrás del cual pueda lanzar sus propias operaciones ofensivas, cuyo objetivo sólo puede alterar el equilibrio de poder que ha salvaguardado la paz de Europa durante dos generaciones. Aunque podemos culpar a Occidente por crear esta situación, el gobierno de la Unión Soviética no, lo repito, no considera a los Estados Unidos o sus aliados de la OTAN responsables de todo esto. También mi país ha aprendido la amarga lección de que los aliados pueden volverse contra sus supuestos amigos, así como un perro puede volverse contra su amo. »La Unión Soviética no tiene ningún deseo de desperdiciar los impresionantes progresos logrados este año en las relaciones exteriores con Occidente —el ministro hizo una pausa antes de proseguir—. Pero la Unión Soviética no puede ignorar, no puede hacer a un lado el hecho de que se ha cometido un deliberado acto de agresión contra ella, en suelo soviético. »El gobierno de la Unión Soviética entregará hoy una nota al gobierno de Bonn. Como precio por nuestra tolerancia, como precio por conservar la paz, exigimos que el gobierno de Bonn proceda de inmediato a desmovilizar su ejército hasta un nivel compatible con el mantenimiento de la paz civil. Hacemos también una llamada al gobierno de Bonn para que admita el acto agresivo, para que se disuelva y llame a nuevas elecciones, de manera que el propio pueblo alemán pueda juzgar si ha sido o no bien servido. Finalmente, exigimos y esperamos que se pague una completa reparación al gobierno de la Unión Soviética y a las familias de quienes fueron tan cruelmente asesinados por los revanchistas alemanes nacionalistas que se esconden en su ciudad sobre la orilla oeste del Rhin. En caso de que estas exigencias no sean satisfechas deberán esperarse consecuencias de la mayor gravedad posible. »Como he dicho antes, no tenemos razón alguna para creer que cualquier otra nación del Oeste haya tenido la más mínima complicidad en este acto de terrorismo internacional. Esta crisis es, por lo tanto, una cuestión entre el gobierno de la Unión Soviética y el gobierno de Bonn. Abrigamos la esperanza de que la crisis pueda resolverse por medios diplomáticos. Pedimos al gobierno de Bonn que considere las consecuencias de sus actos con el mayor cuidado y que proceda de forma que permita preservar la paz. »Eso es todo lo que tengo que decir. El ministro de Asuntos Exteriores juntó sus papeles y salió. Los periodistas allí reunidos no intentaron siquiera gritar preguntas a la figura que desaparecía. Flynn volvió a meter en el bolsillo la agenda y puso el capuchón a su bolígrafo. El corresponsal de «AP» se había quedado en Phnom Penh para ver la llegada del Khmer Rojo, casi al costo de su vida. Había sido corresponsal en guerras, revoluciones, tumultos, y lo habían herido dos veces como resultado de la devoción por su trabajo. Pero ser corresponsal en una guerra era una ocupación para hombres jóvenes. —¿Cuándo piensas partir? —El miércoles como máximo. Ya tengo dos billetes en la «SAS» para Estocolmo —respondió Calloway. —Voy a enviar un cable a Nueva York para cerrar la oficina de Moscú mañana mismo. Me quedaré por aquí hasta que tú te vayas; pero Willie, es hora de irse. Si he de enviar más información sobre esta historia será desde un lugar más seguro. —¿En cuántas guerras has sido corresponsal, Patrick? —Corea fue la primera. Desde entonces no son muchas las que me he perdido. Unos malditos me hirieron y estuve a punto de morir desangrado en un lugar que se llama Con Thien. Y también me pescaron dos fragmentos de mortero en el Sinaí en 1973. USS PHARRIS. DEFCON-2. ENTRAN YA EN VIGENCIA REGLAS DE COMBATE OPCION BRAVO. ESTE MENSAJE DEBE INTERPRETARSE COMO ALARMA DE GUERRA, HOSTILIDADES ENTRE OTAN Y PACTO VARSOVIA DEBEN CONSIDERARSE AHORA COMO PROBABLES PERO NO SEGURAS. TOME TODAS LAS MEDIDAS RELATIVAS A LA SEGURIDAD DE SU COMANDO. HOSTILIDADES PUEDEN INICIARSE SIN, REPITO, SIN ADVERTENCIA. Ed Morris levantó el auricular de su teléfono. —Llame al oficial ejecutivo a mi camarote. Estuvo allí en menos de un minuto. —Oí que recibió un mensaje importante, jefe. —DEFCON-2, ROE OPCION BRAVO —dijo entregándole el formulario que contenía el conciso mensaje—. Vamos a empezar de inmediato a mantener durante las veinticuatro horas la Condición-Tres de navegación. Los directores de tubos de torpedos y de ASROC tienen que estar con sus operadores en sus puestos en todo momento. —¿Qué les decimos a los hombres? —Antes quiero tratar esto reunido con los oficiales. Después hablaré con La dotación. Todavía no tenemos órdenes de operaciones específicas. Supongo que vamos a ir a Norfolk o a Nueva York para ocuparnos del convoy. USS NIMITZ. —Muy bien, Toland, quiero escucharlo. Baker se echó hacia atrás en su sillón. —Almirante, la OTAN ha aumentado su nivel de alerta. El Presidente autorizó DEFCON-2. La Flota de reserva de Defensa Naval ha recibido órdenes de movilización. "Reforger"[23] comenzará a la una Zulú. Ya están incorporando al servicio militar a los jets comerciales. Los británicos han puesto en vigencia la Orden de la Reina Dos. En Alemania, muchos aeropuertos van a tener un trabajo de todos los diablos. —¿Cuánto tiempo para completar Reforger? —De ocho a doce días, señor. —Podríamos no tener ese tiempo. —Sí, señor. —Hábleme del reconocimiento que hacen ellos por satélite —ordenó Baker. —Almirante, actualmente ellos tienen colocado un satélite de reconocimiento oceánico por radar, el Kosmos 1801. Trabaja junto con el Kosmos 1813, un pájaro de inteligencia electrónica. El 1801 es el satélite de radar que dispone de energía nuclear, y pensamos que podría tener capacidad fotográfica para apoyar el sistema de radar. —Nunca había oído hablar de eso. —La Agencia de Seguridad Nacional detectó indicaciones de una señal de vídeo hace varios meses, pero esa información no se pasó a la Marina porque no fue confirmada —Toland no dijo que en aquel momento habían decidido que la Marina no necesitaba saber eso; pero ahora sí lo necesitaban, a su juicio. Y yo estoy aquí ahora—. Yo me inclino a pensar que Iván tiene otro de sus satélites de radar listo para lanzamiento inmediato, y probablemente varios más en depósito. Han estado lanzando una cantidad no común de satélites de comunicaciones de baja altura, además de un montón de satélites de inteligencia electrónica…, lo normal es que tengan colocados seis o siete de ellos; pero en estos momentos hay un total de diez. Eso les proporciona un cubrimiento extraordinariamente bueno de inteligencia electrónica. Cualquier ruido electrónico que nosotros hagamos, ellos lo escucharán. —Y no hay ni una maldita cosa que nosotros podamos hacer para evitarlo. —Por un tiempo, no, señor —respondió Toland—. La fuerza aérea tiene sus misiles antisatélites, seis o siete si no recuerdo mal, pero los han probado una sola vez contra un satélite verdadero, y desde el año pasado ha existido una moratoria en las pruebas ASAT (antisatélites). Probablemente la fuerza aérea pueda sacudirles el polvo e intentar reactivar el programa, pero eso llevará unas cuantas semanas. Su prioridad son los satélites de radar —concluyó Toland con tono esperanzado. —Muy bien, nuestras órdenes consisten en reunirnos con el Saratoga en las Azores y escoltar a nuestra Unidad Anfibia de Infantería de Marina hasta Islandia. ¡Supongo que los rusos estarán observándonos durante todo el viaje! Espero que cuando lleguemos allá, el gobierno islandés nos permita desembarcarlos. Acabo de enterarme de que el gobierno no ha podido decidir si esta crisis es real o no. Santo Dios. ¿Se mantendrá unida la OTAN? —Supuestamente tenemos pruebas de que se trata de algo que va en aumento; pero no necesitamos saber qué es esa prueba. El problema es que muchos países están aceptando este engaño, por lo menos ante el público. —Sí, me gusta eso. Quiero que siga afinando su apreciación sobre la amenaza de los submarinos y aviones soviéticos de modo continuo. Deseo información sobre el más pequeño cambio de lo que tienen en el mar, en el momento en que usted lo perciba.." TORMENTA ROJA, TOM CLANCY
Posted on: Fri, 20 Sep 2013 16:29:17 +0000

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