¿Alguien alguna vez pudo imaginar las sinfonías que produce el - TopicsExpress



          

¿Alguien alguna vez pudo imaginar las sinfonías que produce el silencio, que puede dar el silencio? Los ojos despertaban lentamente a la vida, casi no veían, no estaban acostumbrados a ver y las figuras borrosas, paulatinamente, fueron tornándose nítidas. Los oídos recibieron el golpe del ruido, murmullos que parecían truenos, truenos que semejaban bombas, y los sonidos, paulatinamente, fueron organizándose. Los ojos asimilaron los colores, las formas y conocieron el paisaje que fueron apreciados por el niño. Los oídos adoptaron al sonido y, como a los colores, los distinguió a cada uno en su individualidad, los graves, los agudos: Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si. Los ojos aprendieron a conocer los sonidos plasmados en el texto; supieron cerrarse para dar lugar a los sonidos que llegaban al oído y recorrían, como un eco, los recónditos rincones del cerebro; supieron cerrarse para el descanso del genio, para el sueño del ilustre, para motivar la imaginación del sabio y, los ojos, se abrieron para grabar las pautas en el papel. La melodía va tomando forma. Los ojos cerraron para captar los sonidos originados en el silencio. Los oídos, ya cansados, no quisieron escuchar, no supieron… no volvieron a escuchar; los oídos murieron antes, pero el sonido se resistió a la muerte y perseveró con la ayuda de los ojos y el recuerdo. Los ojos del genio cerraban y el sonido se hacía eco en la imaginación, y tomaba cuerpo en el pentagrama y, crecía… crecía en el silencio y dio paso a la sinfonía, la que se construyó en las sombras del silencio profundo y los clamores de la imaginación. Por capricho de los oídos, el genio no pudo escuchar el tañido de la melodía, su creación. Abrió los ojos y al compás del movimiento de los músicos imaginó la sinfonía que diera vida en su sordera. Más tarde los ojos, cansados, se cerraron a la vida. En el silencio había dado existencia al arte que erizó la piel de los que oyeron su legado. Hûttenbrenner, el incondicional, habló de él… “Permaneció tumbado, sin conocimiento, desde las tres de la tarde hasta las cinco pasadas. De repente hubo un relámpago, acompañado de un violento trueno, y la habitación del moribundo quedó iluminada por una luz cegadora. Tras ese repentino fenómeno, abrió los ojos, levantó la mano derecha, con el puño cerrado, y una expresión amenazadora, como si tratara de decir: “¡Potencias hostiles, os desafío!, ¡Marchaos! ¡Dios está conmigo!” o como si estuviera dispuesto a gritar, cual un jefe valeroso a sus tropas “¡Valor, soldados! ¡Confianza! ¡La victoria es nuestra”. Cuando dejó caer de nuevo la mano sobre la cama, los ojos estaban ya cerrados." Viena, 27 de marzo de 1827, Ludwin van Beethoven cerró, cansado, sus ojos a la vida”. EL SONIDO DEL SILENCIO De "Antología de mis conejos" SAMUEL ALEJANDRO RAMIRES
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 01:01:25 +0000

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