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**** BIOENERGÍA HUMANA **** LA ENFERMEDAD Desde que el ser humano habita su planeta natal es acompañado por esta fiel amiga... fiel e inseparable amiga capaz de adoptar múltiples formas de acuerdo con lo que cada hombre necesite. Múltiples formas de acuerdo con lo que cada hombre sea capaz de crear. La enfermedad es factor directo de la creatividad humana y factor inverso de su comprensión del mundo. De la misma manera que cualquier indicador de alerta de alguno de nuestros aparatos se activa para advertirnos que existe una circunstancia perjudicial e invitarnos a corregirla, la enfermedad nos indica la existencia de una situación impropia para el correcto funcionamiento de nuestro sistema. De acuerdo con el magnífico servicio que nos brinda es que no dudo en llamarla “fiel amiga del hombre”. Ante la enfermedad, el ser humano adopta una serie de conductas curiosas. La primera de ellas consiste en querer “sacársela de encima” a la brevedad. En caso de lograr fácilmente su cometido, él no se detendrá a buscar la causa originante: ¿por qué habría de buscar la causa si ya no me molesta? Raramente se cuestionará la posibilidad de su recurrencia, ya sea manteniendo la misma forma o tomando otra. El caso planteado muestra claramente que al hombre no le importa su enfermedad como una parte de su vida. Tampoco explorar sus causas. Menos aún relacionarla con su manera de pensar y de actuar. El aspecto que sí interesa al hombre y lo impulsa a tratar de superar sus enfermedades -léase síntomas- es la molestia y el dolor que éstas le causan. Al hombre medio no le interesa la comprensión ni la exploración profunda, sólo le interesa el bienestar. La tendencia humana a lo fácil y placentero constituye el motivo principal de la existencia de la enfermedad, ya que si el hombre dedicase su esfuerzo voluntario y sostenido a obtener una adecuada comprensión de su mundo, la enfermedad dejaría de tener sentido como elemento indicador y corrector de conductas impropias. Cuando el hombre comenzó a relacionarse con su fiel amiga fue testigo en su propia conciencia (corporal, anímica, energética) de la devastación que ella era capaz de producir. Pero lo que le impulsaba a combatirla en lugar de aliarse con ella y agradecerle sus servicios era el inmenso dolor que le causaba. Eran tan grandes y variados los sufrimientos que ella podía producir que el hombre se concentró en las zonas afectadas para tratar de apartar el dolor de allí. Como los padecimientos más identificables y molestos se localizaban claramente en su cuerpo físico, el hombre centraba todas sus técnicas en el organismo visible para lograr el tan ansiado alivio. Por supuesto, solo lo conseguía en algunas ocasiones; en otras el alivio era temporario, volviendo a aparecer a veces con mayor intensidad. En unas pocas no volvía a presentarse, por lo menos con esa forma. La fiel amiga del hombre continuaba azotándolo de tal manera que éste se veía obligado por el sufrimiento a investigar insistentemente y a elaborar técnicas que pudiesen proporcionarle el tan ansiado alivio. Para lograr esto, él buscaba continuamente en todas direcciones utilizando todos los medios físicos a su alcance. A través de su observación, el hombre notó que distintas maneras de alimentarse producían en su cuerpo y en su ánimo diferentes efectos, algunos de los cuales derivaban en alteraciones patológicas de diversa seriedad y características. Otra de las particularidades que llamó su atención fue que en medio de grandes epidemias había hombres que no se contagiaban, a pesar de mantener un estrecho contacto con personas gravemente afectadas. Pero lo que más despertó su asombro fue que, observando los cambios corporales que producía la enfermedad, pudo advertir que algunas reacciones emocionales producían claras manifestaciones en su cuerpo. Por ejemplo, cuando éste sentía miedo su piel palidecía, su presión arterial aumentaba y también su ritmo cardíaco; en caso de caer presa de la ira su piel enrojecía, su vello se erizaba, sus rasgos faciales cambiaban notoriamente. Prestando atención detallada observó muchas otras reacciones de su cuerpo ante cambios anímicos de distinta naturaleza; incluso pudo verificar fenómenos similares en los animales. Basado en estas observaciones, los investigadores profundos del sistema humano comenzaron a percatarse de que el sistema corporal estaba regido por otros sistemas no visibles que interactuaban con él. También vislumbró claramente que las variaciones sutiles en sus pensamientos, sentimientos y emociones guardaban clara relación con algunas alteraciones corporales de distinta importancia, lo mismo sucedía con la permanencia en algunos lugares y el contacto con determinadas personas. Fue entonces que descubrió un sistema de intercambio de mensajes que actuaba conjuntamente con su sistema nervioso: el sistema energético sutil. A través de múltiples métodos de experimentación logró corroborar claramente la existencia de este sistema energético y establecer su localización, así como también algunas de sus leyes y su relación con determinadas enfermedades o alteraciones. Todos conocemos los principios en que se basa la medicina oriental. En esta medicina no puede separarse la enfermedad de las características personales que posee todo ser humano (biotipo), de la influencia sociocultural, de su forma de ver la vida, de sus costumbres, y de su estado energético. Ampliando el conocimiento empírico de la antigua medicina oriental, algunos países tales como Rusia, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, y otros, se han dedicado científicamente a la investigación objetiva del sistema energético humano; no solo del sistema energético corporal sutil sino de la región que se extiende a gran distancia de la superficie del cuerpo físico. Los resultados de estas investigaciones fueron notorios y se encontró relación directa con enfermedades de origen desconocido hasta ese momento o para las cuales se tenían incompletas explicaciones relacionadas sólo con la parte visible de éstas. Actualmente, se sabe que tampoco las alteraciones energéticas son el origen último de la enfermedad, ya que el sistema energético corporal no posee autonomía vital. Hoy se conoce con certeza que dicho sistema sutil es regido por las variaciones psíquicas profundas. Una vez más, la “realidad” humana pareciera mostrarnos que todo lo que se encuentra al alcance del hombre se trata de instrumentos creados para colaborar con su aprendizaje. Todas las observaciones parecen indicar que la enfermedad, el sistema corporal, el sistema energético y el sistema psíquico, no pueden ser la excepción. Ante este panorama creo oportuno decir que, si bien es cierto que la teoría explica poco de la “realidad” básica del Universo, también es cierto que nos proporciona una idea clara de que las fuerzas a las que se enfrenta el hombre son mucho más complejas en su naturaleza y en su dinámica de lo que habitualmente se cree; por lo tanto, la actitud adecuada que debiera observar todo aquel desee acercarse de alguna manera a la modulación de BIOENERGÍA HUMANA no tratar con dichas fuerzas de manera simplista. del libro BIOENERGÍA HUMANA Gerardo Oyaregui
Posted on: Fri, 25 Oct 2013 12:01:50 +0000

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