‘‘Como cualquier cosa en esta vida, nada pasa por alto… Y - TopicsExpress



          

‘‘Como cualquier cosa en esta vida, nada pasa por alto… Y así como todo cambia, las personas lo hacen. Lentamente todos desaparecen, y cada promesa rota, se va con aquellos que, sin consideración alguna, se han llevado consigo una parte de ti… ’’ Era lo que últimamente el joven nuevamente rubio, se repetía a diario. A cada momento, en cada oportunidad; para no decaer, o simplemente por costumbre. ¿Era de verdad un mal hábito? Sinceramente, jamás se detuvo a pensarlo con detenimiento. Jamás se detuvo durante esos últimos tres meses, a pensar qué pasaba a su alrededor. Inconscientemente había descuidado demasiadas cosas: a él, por ejemplo. Para ser más sincero, Tao había descuidado a sus amigos, a su ‘‘familia’’ y, con certeza, su corazón. Pero si se detenía a pensar un poco, esa familia, esos amigos; todo se había desmoronado. Había una principal causa: él había comenzado a rendirse sin siquiera notarlo. Y como ahora, muchos días atrás había tomado ese mal hábito de dormir demasiado después de cada presentación. También el comer sin horario, tomar lo primero encontrado (comestible); desde una fruta, hasta alguna bolsa de papas o comida chatarra. Todo lo que llegase a sus manos era pasable, siempre y cuando lo hicieran olvidarse del mundo que le rodeaba. Necesitaba olvidarse incluso de él mismo, pero eso no estaba muy lejos de suceder, pues hacía tiempo que aquello había ocurrido. Otro de sus malos hábitos: comprar todo lo que le diera la gana. Tenía la computadora portátil al alcance. Con música en volumen muy bajo, y la vista perdida en una tienda online, misma en la cual había ya rebasado el estimado valor de los 50,000 won, aún si sólo había comprado unos lentes de sol, una chaqueta, y un par de calcetines con dibujos monos de animaciones japonesas. Todo era aceptable si cumplían con su objetivo de distraerse. Precisamente ahora se encontraba tirado sobre la enorme cama; esa que ya hacía aproximadamente cuatro meses, no compartía con nadie. Era tan fría... Sábanas blancas con detalles achocolatados. Cortinas que arrastraban sobre el suelo, abiertas de par en par. Un enorme ventanal con puertas relativamente abiertas; gotas de lluvia fría y, más allá, un cielo totalmente gris, que cubría todo a su paso de tonalidades oscuro cenizo. El pequeño Huang Zi Tao vestía algo normal y cómodo: una camisa de botones a medio cerrar, y un pantalón de tela fresca de algodón; todo en un tono azul celeste. Lo más atractivo eran sus calcetines de bolitas en tonos rosados. Pero estaba en su casa, estaba solo, y no le importaba estar en pijama. Mantenía la portátil sobre sus muslos, y a un lado yacía una bolsa de frituras a medio terminar. También había una barra de chocolate con una envoltura a medio abrir, y un pequeño cupcake que jamás se molestó en comer. La música en el reproductor ya pasaba de él, pues la lluvia captaba más su atención auditiva, debido a lo fuerte que ésta era. El frío se comenzaba a filtrar entre las finas telas de sus ropas, cosa que le hizo estremecer y proceder de un manotazo a cerrar la laptop, dejándola a un lado de la cama. Segundos después, ya se encontraba de pie, caminando hasta el enorme ventanal, decidido a cerrar las puertas antes de terminar congelándose literalmente. Los pasos dados por el moreno parecían eternos, considerando que aquél destino al que se acercaba, no se encontraba a más de tres metros de su cama. En su rostro no se expresaba nada en concreto, y pese a las gotas golpeando su rostro, no se molestó en refutar nada, o siquiera en renegar; fruncir el ceño o enfadarse. Al contrario de eso, sólo se dedicó a cerrar los ojos y avanzar hasta que sus manos por fin hubieron tocado los fríos vidrios de ambas puertas. Para ese entonces, su ropa ya estaba ceñida y húmeda a su cuerpo, pues antes de decidir cerrar el paso del frío a su habitación, fue él quien se cerró tras la ventana. Avanzó no más de seis pasos y, con cuidado, apoyó las manos sobre los fríos barrotes que protegían a su persona de caer desde el segundo piso en el balcón. Echó una mirada al cielo gris que se reflejaba en sus ojos… Un suspiro profundo llenó sus pulmones de aire helado, seguido por otro, que más bien parecía un bufido. Lentamente se inclinó y quedó con medio cuerpo recargado al barandal más grueso, donde segundos antes apoyaba las manos. Ahí, echó un vistazo a la planta baja, al jardín, y al resto de la ciudad que era limpiada por cada gota de lluvia. Un Tao con ropa y cabellos empapados, yacía contemplando la ciudad, que poco a poco se tornaba más oscura; siendo alumbrada lentamente por cada luz de distintos edificios. Hoteles, carreteras y parques también se iluminaban poco a poco. Podía pasar horas observando cómo cada luz pasaba a iluminar otra noche fría en las calles de Seúl. De esa manera no era tan melancólico el ambiente, pero lo más melancólico que conocía desde su campo visual, era a él mismo. Sus ojos ya estaban cerrados, y su rostro recargado de aquél barandal. Una mano (la derecha) paseaba y jugaba con las yemas de los dedos, recorriendo la humedad de ese lugar que ahora se bancaba su tristeza. ¿Quién más estaría en ese momento a su lado? No había nadie. Absolutamente nadie estaba consciente de su indiferencia, pues incluso el moreno restaba importancia a su propio bienestar. Aquella mano ahora se había deshecho de ese anillo, el cual tiempo atrás, tenía un significado; significado que justo ahora, no tenía idea de cuál era. Su dedo índice jugaba a girar aquél aro de metal bañado en plata; de un lado a otro, yendo y viniendo; cada vez más grande, cada vez más pequeño. Así era como se veía desde ese juego visual que su vista retomaba a penas por lo nublada que la lluvia le había dejado. Era posible que, a pesar de todo, él tuviese una esperanza. ¿Cuál era? No lo sabía… ¿Por qué todo estaba siendo de aquella manera?, ¿En qué momento es que todo pasó tan rápido frente a sus ojos?, ¿Cuándo es que todo se derrumbó?... Cada cuestión le llenaba los ojos de agua salada; de recuerdos, mismos que se mezcló poco a poco con el agua que el cielo derramaba. Justo pareciera que el cielo lloraba con él, pero ni en esos momentos pasaba por su mente que alguien comprendiese tal dolor… ¿Desde ahora, qué iba a pasar?... Las cuestiones se fueron con el viento, y las lágrimas continuaban estorbando su vista. Ese anillo, con el que antes jugaba, fue a dar a la orilla; ahí, a milímetros de peligrar caer dos pisos abajo, y no le importó en absoluto. Lentamente ya estaba reincorporándose para volver adentro, pero antes de ello, inútilmente limpió cada lágrima. Sabía que llorar no iba a solucionar nada, pero el dolor estaba ahí, y no podía controlarlo por mucho tiempo; justamente razón por que lloró de la nada. No podía comprender por qué la gente jugaba. No podía comprender por qué las personas mentían, por qué eran malas, y ni él mismo comprendía el porqué de su perseverancia. El porqué de su fortaleza aferrada a algo que era posible que ya no existiera. Incluso en ese momento lloró como nunca, como si esperara un milagro; aquél que le secara las lágrimas y le sanara por completo. Cada gimoteo se perdía entre los sonidos de la ciudad, cada grito y cada pregunta era arrastrada sin retorno por el viento. Unos puños golpearon el suelo, y Tao yacía hincado sobre éste. Podría asegurar con una venda en los ojos, que más patético no podía verse. Tao estaba derrotado. Estaba asimilando que todo se había desmoronado. Él quería… él deseaba que todo fuese otra pesadilla. Inútilmente suplicaba a él mismo que todo parara, que dejase de doler cada día más. Las promesas se habían ido, la confianza se había ido… Y no le preocupaba tanto, pues algo que dolía más que eso, era que, la esperanza que se había forjado con tanto esfuerzo, había sido derrumbada una y otra vez por la misma persona. Estaba intentando reanimarse y pensar que de alguna manera, había dado lo mejor de sí. Hey, Tao había dado lo mejor de él. Había luchado con sus demonios y con los de la persona que alguna vez le prometió el cielo y las estrellas. Pero al final, ahí estaba todo. Todo había terminado y, cada instante, cada día de soledad; le restregaba en la cara cuan perdedor había sido. Aún pensaba que la culpa era suya. ¿Y si en realidad lo era? Haber sido malo amar demasiado. Fue malo confiar una y otra vez. ¿Y sus esfuerzos fueron valorados? ¡Vaya tonto!, pensar que las cosas podían cambiar con simplemente obtener un: ‘‘Te lo prometo’’ Un: ‘‘Confía en mí. ’’ Las cosas iban a funcionar… ¡Estúpido ingenuo! Mira que tragarse una y otra vez por la misma promesa que, a ser verdad, jamás fue cumplida. Más que haber perdido todo, se había perdido a él mismo. No quedaba una pizca de orgullo, y ahora sólo intentaba ponerse de pie, ayudándose de los barrotes. Y torpemente el chico se levantó, caminó hasta adentro, y se deslizó por la ventana, hasta caer al suelo (que mojó rápidamente); hasta quedar erguido y con las rodillas flexionadas. Era un abrazo fuerte para sí mismo. Deseaba reconfortarse y convencerse de que no era culpa suya; que él se había esforzado… Pero hasta el momento, las lágrimas seguían. Las quejas y los gritos de dolor se dedicaban a llenar esa silenciosa habitación llena de recuerdos. Esas cuatro paredes llenas de palabras, de perdones, de Te amos, de sonrisas; llenas de porqués, que ahora, nadie iba a responderle. Así se quedó, agotado, cansado de la misma situación. Seguiría así por un momento, hasta posiblemente quedarse dormido. Enfermaría, y era algo que estaba lejos de sus preocupaciones, pues últimamente ocurría con tanta frecuencia, que se le había hecho otra mala costumbre. Como todo a su no alcance, como todo a su alrededor, ahora no importaba nada. Había algo que importaba pese a todo, y ese era su guardián; persona a la que apreciaba, a la que amaba aún pese a cada herida, pues él había sido el analgésico perfecto, el más necesario en sus momentos de soledad. Y no era egoísta, no. Porque hasta ahora, finalmente se había convencido de una cosa: Tao, hacía mucho tiempo atrás, había dejado de ser la prioridad; de ser necesitado, para ser uno más del montón. Un juguete que después de ser usado, había quedado en el olvido…
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 06:34:32 +0000

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