¿Cuál es el pecado más grande? Las respuestas son muy variadas: corrupción, baños de sangre, innumerables torturas… La lista podría continuar. En todas las épocas y en todos los lugares del mundo se han producido hechos horribles de todo tipo, y nuestro siglo 21, que según dicen ha evolucionado mucho, no es la excepción. Pero a los ojos de Dios el pecado más grave es despreciar el don de su Hijo y su sacrificio en la cruz. Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo con el fin de revelar a los hombres su amor y su gracia. Éste “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo” (Hechos 10:38). Sin embargo sus contemporáneos, romanos y judíos, jefes del pueblo, lo rechazaron y lo “mataron colgándole en un madero” (Hechos 10:39). Al crucificar a Cristo, la humanidad demostró que odiaba el bien manifestado plenamente en la persona del Hijo de Dios. «Pero yo no tengo nada que ver con eso», dirá alguien. «¡No tengo ninguna responsabilidad en un asunto tan viejo, en algo que sucedió hace dos mil años!». Pues sí, cada uno está implicado en este asunto. Si hoy alguien no acepta la salvación que Dios le ofrece, si rehúsa creer que Jesús le amó hasta el punto de morir por él, se hace culpable del mismo pecado que quienes lo crucificaron. Rechaza al Hijo de Dios, y Dios le pedirá cuentas. “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3).
Posted on: Mon, 19 Aug 2013 11:39:36 +0000
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