“Dependencia total” por Javier de la Casa (25 de Agosto de 2013) Por desgracia, los continentes donde se asienta la vieja Europa, no parecen contener en su sino demasiados bienes aprovechables, aparte de aquellos ciudadanos que los habitamos. Salvo que con nuestras habilidades descubramos aquello que no sabemos ver ahora, parece ser que desde el punto de vista de cobertura de muchas de nuestras necesidades actuales, nuestros territorios son yermos. Cuando miramos a nuestro alrededor, y vemos la cantidad de bienes materiales y de consumo que utilizamos para nuestra vida diaria, con un pequeño análisis podemos observar que una gran cantidad de materiales que sirven de base para su producción, no se hallan en nuestros alrededor. Para poder mantener la producción de una inmensa cantidad de bienes, necesitamos importar las materias primas y minerales, que nos permitan realizar su producción: el amianto, el litio, el cobre, el acero, el tungsteno, el vanadio, el algodón, el cobre, el níquel, el cromo, el cinc, el manganeso, el plomo, el antimonio, el platino, el cadmio, el mercurio, el oro, el papel, la gasolina, etc. Y ninguna de ellas se halla en nuestros territorios. Todas estas materias están presentes en cada uno de los objetos que utilizamos en nuestra vida cotidiana: pilas, coches, máquinas de afeitar, lámparas, envases, tostadoras, lavadoras, frigoríficos, secadores, baterías, carrocerías, aviones, móviles, ordenadores, cámaras, barcos, empastes dentales, aparatos clínicos, pantallas, etc. El canciller alemán Schmidt encargó un informe en su día, sobre las consecuencias que tendría en su economía productiva una eventual escasez de cinco de estas materias primas: este informe no llegó a publicarse, porque calculaba que cerca de 20 millones de puestos de trabajo se perderían en su sistema industrial (siderurgia, automóvil, aeronáutica y naval). A la vista de aquellos datos, en junio de 1979, el Gobierno federal decidió que había que establecer unas reservas de seguridad para tener una cobertura del período de un año. Estas reservas, cuyo alto coste no podía asumir el sistema productivo privado, tuvieron que ser cubiertas por fondos públicos, y el Bundesbank acordó invertir cerca de 2000 millones de dólares. 34 años después, en que los sistemas de extracción han ido mermando las fuentes de materias disponibles -y estas no son sustituibles,- la situación es bastante más compleja. Pocos expertos han sido escuchados sobre sus alertas, si no se tomaban medidas de corrección en los procesos de industrialización, pensando en el agotamiento de tales materias o en la dificultad de conseguirlas, siempre a un precio mayor. No solo es el combustible –todo y ser un producto importante e imprescindible y hoy por hoy sin un sustitutivo conocido utilizable,- la única materia necesaria para el funcionamiento de las economías. Y la fragilidad de las mismas, sigue estando hoy más en precario.
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 09:25:06 +0000