«Décima y última parte de la historia»: - Hola Marcela – - TopicsExpress



          

«Décima y última parte de la historia»: - Hola Marcela – dice. Su voz no sonó tan áspera como siempre, pero no parecía humana. - No sé quién eres tú, ni me interesa – dice ella. – Lo único que quiero es salir de este lugar y volver a casa. - ¿Volver a casa? Y supongo que piensas que todo allá afuera es como lo recuerdas. - No trates de confundirme de nuevo. Eres un mentiroso. Nada de lo que me has dicho antes ha resultado cierto. - Sólo trato de protegerte. - ¿Protegerme? Tú me raptaste. No sé cuánto tiempo exactamente me has tenido aquí. Sólo recuerdo mi vida de dos semanas para acá, no recuerdo nada de la pandemia del virus NOE, ni de la creación de los hombres artificiales… el único recuerdo anterior que tengo es el de una explosión y luego, el de estar dentro de un quirófano. Ángel abraza a Marcela con un solo brazo y le toma una mano. Se la estrecha suavemente. - De acuerdo, ya es tiempo que sepas lo que ha ocurrido – dice el hombre de los anteojos. Levanta un brazo y, acto seguido, todos los hombres vestidos con el uniforme blanco retiran los cascos de sus cabezas. Todos tienen facciones muy parecidas a las de Ángel y Ariel. – Todos ellos son mis hijos. Mi creación. Fueron hechos a imagen y semejanza de un patrón masculino hallado en tu mente… ya sabes que eres la única persona inmune al virus y eso te dio una gran importancia a nivel mundial. Muchos países querían comprarte para que sus científicos te estudiaran… - ¿Comprarme? No soy un objeto. - Lo eres Marcela. Hubo una guerra por ti. La explosión que recuerdas fue la del edificio donde te ocultabas, volando en pedazos. Yo te encontré entre los escombros. Mientras el mundo te dio por muerta, yo te salvé la vida. Comencé mi investigación tiempo después. Tu organismo es fascinante. Me diste las bases para la creación de mis hombres artificiales. El crear cosas forma parte de mi naturaleza. Por eso hice este lugar sólo para ti. - Estoy confundida… dices que soy un objeto que querían comprar, que casi me matan en medio de una guerra por mí, que me salvaste la vida, que todo lo que has creado en este lugar es gracias a mí y que además eres una especie de dios creador… todo esto suena a una historia inventada por un demente. - Marcela, mi nombre es Ain Soph Elohim… no soy humano, pero tampoco soy una máquina. No hay palabras en el lenguaje humano que se puedan utilizar para describir mi naturaleza. - ¿Eres un dios? ¿Es por eso que todos tus hombres artificiales tienen nombres de ángeles? ¿Piensas que voy a creer toda esa basura? - Será más complicado que aceptes lo que eres realmente. La chica palidece. Ángel la abraza con fuerza. - ¿A qué te refieres? – pregunta ella. - ¿Conoces el significado de tu nombre, Marcela? – dice el hombre de los anteojos. - ¿Eso qué tiene que ver? - Tiene mucho que ver. - No lo sé, en realidad. Suena como a una combinación de Mar y Cielo. - Ciertamente… pero el origen de tu nombre se encuentra en tu verdadera naturaleza. - ¿Mi verdadera naturaleza? Me estás tratando de decir que… - No eres una humana real. Fuiste la primera persona artificial creada… para los hombres que te «manufacturaron» fuiste todo un éxito... Marcela significa: Mujer Artificial Con Emociones Logradas Algorítmicamente. - ¡Mentira! – exclama la muchacha. - Después de ti no pudieron replicar una amígdala cerebral capaz de procesar emociones de manera natural no simulada y que además resultara inmune al virus NOE… no había sido posible hasta que te juntaste con otro organismo artificial que pudo procesar y generar emociones al igual que tú… Ángel. - No creo nada de lo que dices… eres un mentiroso. - Por eso es que no recuerdas la pandemia del virus NOE… tú no existías aún. Y no recuerdas nada ocurrido fuera de este lugar porque después de la explosión que casi te mata, tuve que reiniciarte. La muchacha comienza a llorar; su cuerpo es sacudido por fuerte sollozos. Esconde el rostro en el pecho de Ángel, quien le acaricia el cabello. Por sus mejillas corren abundantes lágrimas. - No debes afligirte – continúa el hombre de anteojos. – Puedo hacer que olvides todo esto. Puedo darte una vida junto a Ángel. Ya quedó demostrado que los recuerdos pueden reiniciarse, pero no los sentimientos. - Un laboratorio no es lugar para vivir – replica Ángel. - Es curioso que alguien que no conoce la vida fuera de este lugar haga un comentario tan agudo. Has evolucionado mucho. Si Marcela fue el éxito de los hombres… tú fuiste el mío. - Me resisto a creer todo lo que has dicho – dice Marcela, encarando a Ain Soph Elohim. – Si quieres mantenernos aquí encerrados como tus conejillos de indias, tendrás que matarnos. - Esa es una decisión que he dejado como última alternativa. - En estos momentos es tu única alternativa. Ain Soph Elohim se desplaza suavemente sobre su plataforma aerodeslizante y se ubica a un metro de ellos. - Prefiero reiniciarlos – dice a manera de susurro. – Así todos ganamos. Levanta una mano y todos los hombres vestidos de blanco se mueven simultáneamente con actitud de captores, acercándose a los fugitivos, mientras Ain Soph Elohim se eleva por encima de todos. Ángel toma a Marcela por los hombros y la mira a los ojos y a los labios. - Creo que este es el final – dice él. - O quizás un nuevo comienzo –replica ella. Sus labios se acercan de forma suave pero decidida. Contienen la respiración. Cierran los ojos. El ruido cesa. El miedo desaparece. Todo vestigio de claustrofobia es reemplazado por la sensación de estar flotando. El contacto de piel con piel, labios sobre labios despierta emociones dormidas, placeres desconocidos… finalmente, sus almas estaban unidas por un beso. El tan anhelado beso, deseado por ambos desde hace varios días… o meses… Luego del silencio cargado de paz, sobreviene el estruendo. Una explosión resuena en el entorno. Ruido de paredes cayendo. Marcela abre los ojos y al fondo del pasillo ve un agujero en una de las paredes producto de algún explosivo y un numeroso grupo de hombres vestidos con uniformes negros, entrando vertiginosamente. Dirige su mirada hacia Ain Soph Elohim quien observaba desde arriba, flotando en su plataforma aerodeslizante. Él se retira los anteojos, revelando un par de agujeros provistos de una extraña luz roja interna. Levanta la mano derecha a manera de despedida y desaparece sin dejar rastro. Los hombres de negro que ingresaron portaban cascos que cubrían la totalidad de sus cabezas y armas con las que apuntaban a todos, rodeándolos completamente. Ángel y Marcela quedan en medio. Los hombres artificiales no oponen resistencia al arresto y abandonan el lugar custodiados por los soldados de negro. - ¿Es usted Marcela? – pregunta uno de ellos. - Soy yo. - Venga conmigo. Ella obedece, aún tomada de la mano de Ángel, pero uno de los soldados coloca su arma en el pecho del muchacho obligándole a detenerse. - Tú no… - le dice. - Viene conmigo – replica Marcela. - Es un hombre artificial como los demás. - Lo sé… pero no es igual a ellos. - Tengo órdenes de llevar únicamente a Marcela Génesis con mi superior. - Yo asumo la responsabilidad. El soldado guarda silencio por un segundo y luego les indica que avancen. Marcela toma la mano de Ángel y siguen al grupo de hombres artificiales hacia el agujero en la pared. Atraviesan el oscuro túnel, por el que sopla un poderoso viento cargado de polvo. Al final se vislumbra una tenue luz. Abrazados por la cintura, llegan hasta la abertura. El soldado de negro los guía hacia un helicóptero enorme, cuya hélice principal gira furiosamente, levantando arena por doquier. Suben al vehículo, ayudados por dos hombres vestidos de negro. Marcela mira de reojo hacia la izquierda y se da cuenta que todos los hombres artificiales son llevados en fila hacia un contenedor gigante, sostenido por gruesas cadenas que cuelgan de otro vehículo volador que no alcanza a ver. Dentro del helicóptero, se encuentra un hombre sentado, vestido de traje color gris, el cual les ofrece tomar asiento. Los dos jóvenes acceden. Se sientan uno al lado del otro. Ángel le pasa un brazo por encima de los hombros a Marcela. Un soldado cierra las compuertas del vehículo y este comienza a elevarse. - La pesadilla terminó – dice el hombre. - ¿Y usted es? – pregunta Marcela. - Tu propietario. La muchacha traga saliva con dificultad. - Entonces, ese demente decía la verdad. Soy una mujer artificial – susurra. - Así es. Tu creación fue todo un éxito. Gracias a ti por fin tendríamos la cura para el virus NOE… pero todo se fue a la basura cuando fuiste raptada. - Eso significa que no pudieron volver a crear otra igual a mí. - No comprendemos muy bien lo que ocurrió… usamos el mismo algoritmo para las demás personas artificiales, pero no obtuvimos los mismos resultados. Eres única. El semblante de la joven cambia. Se nota triste, pero aliviada. - Gracias por rescatarme – dice. - No hubiera sido posible sin la ayuda de mis ojos espías… ya tuviste la oportunidad de conocerlos. Ellos, luego de una ardua y casi infructuosa búsqueda, por fin te hallaron en garras de ese demente. - ¿Quién era ese tipo? - En realidad, no tenemos ni la más remota idea de quién es… o de qué es… pero, si intenta volver, le estaremos esperando. Actualmente contamos con ejércitos de robots avanzados como los que te acaban de rescatar. Hemos logrado grandes progresos en el tema de la inteligencia artificial… en tu ausencia desarrollamos un chip simulador de emociones que funciona perfectamente en interfaces cibernéticas y orgánicas de la misma manera. De hecho, en estos momentos llevo uno implantado en la base de mi cerebro. Así que es muy probable que te otorgue una vida fuera de mis laboratorios de investigación… a menos que te ofrezcas voluntariamente a colaborar con la fabricación de más amígdalas cerebrales sintéticas de bajo rechazo orgánico… El hombre detiene su perorata al darse cuenta que Marcela no lo estaba escuchando. Frente a su mirada atónita, ambos jóvenes se besan apasionadamente, sumidos en un trance amoroso que los envuelve, aislándolos de todo a su alrededor. - Interesante - dice esbozando una leve sonrisa. Extrae de su bolsillo un dispositivo rectangular cristalino de unas cinco pulgadas y realiza un gesto táctil sobre él. Simultáneamente se materializa a su lado uno de los «ojos espías»; acciona el mecanismo del obturador, graduando la imagen que comienza a almacenar en su memoria interna. - Hoy 23 de Julio del año 2061 se registra la primera manifestación de afecto en organismos artificiales… organismos que terminaron siendo reales… que lograron experimentar de manera «natural» lo que la humanidad ya no es capaz de percibir sin ayuda de la tecnología… hoy estamos filmando lo que, en un futuro no muy lejano, se conocerá como «amor artificialmente real»… FIN Título de la Historia: ARTIFICIALMENTE REAL Autor: RICARDO GOENAGA MORENO Espero que les haya gustado... comenten qué les pareció...
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 14:20:40 +0000

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