¿ETICA MEDICA? SIN PALABRAS. ANTONIO MERCADER EN EL PAIS HOY - TopicsExpress



          

¿ETICA MEDICA? SIN PALABRAS. ANTONIO MERCADER EN EL PAIS HOY DOMINGO ! DE SETIEMBRE DE 2013. Cuando el gran Moliere escribió su comedia “El enfermo imaginario” el Uruguay no existía ni en proyecto. De todos modos, casi 350 años después de estrenada en París esa obra, en nuestro país pululan los enfermos imaginarios que, sin ser hipocondríacos como el grotesco personaje de Moliere, saben de sobras que gozan de buena salud y cobran su sueldo como si hubieran trabajado. Están sanos, pero no quieren trabajar. Esta es la conclusión a la que arriba quien repase las cifras del Banco de Previsión Social (Bps). En 2008 hubo 13.664 beneficiarios del subsidio por enfermedad mientras que el año pasado esa cifra creció a 30.664. Por ello, el Bps pasó de pagar unos 50 millones de dólares en 2008 a los 120 millones que debió desembolsar en 2012. Como en estos cuatro años Uruguay no sufrió plagas o epidemias ni tampoco hubo desastres naturales con secuelas de gente malherida, las causas de ese aumento hay que buscarlas en una decisión oficial que cambió las tornas. Es que hasta 2008 el Bps se encargaba de enviar un médico que certificaba la enfermedad del trabajador, pero a partir de ese año se dispuso que la certificación podía quedar a cargo de un médico particular. Y desde entonces —¡oh milagro!— los enfermos no cesan de multiplicarse. La raíz del problema es una errada decisión de la Junta Nacional de Salud (Junasa), joven criatura de la reforma de la salud que innovó en la materia bajo el ampuloso título de Nuevo Sistema de Certificación Laboral. Alrededor de un millón de trabajadores del sector privado pasaron a regirse por ese sistema según el cual un médico particular dictamina sobre el estado de salud del presunto enfermo y lo notifica al Bps. Y el Bps —es decir todos nosotros— paga esa cuenta cada vez más gorda. Claro que no es el único perjudicado: también las empresas privadas padecen la manga ancha que hacen médicos benevolentes tironeados por sus pacientes pues deben afrontar los costos de sustituir al trabajador subsidiado y capacitar a sus sustitutos. Es un secreto a voces que los médicos del Bps tenían padrones más estrictos para acordar licencias. El auge de las “certificaciones por complacencia” como se las llama, preocupa a los empresarios que piden volver a las antiguas prácticas. Entre otras pruebas del abuso que soportan invocan una auditoría encargada por el Bps al Fondo Nacional de Recursos en donde sobre un centenar de casos estudiados por lo menos una quinta parte de los beneficiarios resultaron ser émulos locales del personaje de Moliere. Aunque se argumenta que esta espectacular proliferación de la morbilidad de los trabajadores deriva también del aumento de cotizantes del Bps ocurrido en los últimos años, hay datos que hacen dudar sobre la seriedad del nuevo sistema. El tipo de enfermedad que se aduce para faltar al trabajo puede dar ciertas pistas al respecto. Por ejemplo: en los últimos tres años trastornos de tipo psicológico como la depresión y los ataques de pánico crecieron un 100% y algo similar pasa con la abundancia de aquejados de vagos dolores de espalda. Con razón, el sector privado protesta por las penurias que causan los “faltazos” de sus empleados por dolencias de raros síntomas, curiosa periodicidad y difícil diagnóstico, trazas todas ellas de la difusión de una cultura tramposa que algunos llaman “viveza criolla”, una enfermedad esa sí real y, lamentablemente, muy uruguaya.
Posted on: Sun, 01 Sep 2013 19:43:53 +0000

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