"Este año quedará grabado como uno de los más duros de mi vida" - TopicsExpress



          

"Este año quedará grabado como uno de los más duros de mi vida" La historia comenzó a fines del 2006, cuando a través de una biopsia me detectaron un cáncer. Al principio había dudas sobre si tenía metástasis en la columna. Esperaba en uno de los pasillos del hospital con la angustia del caso cuando vi venir al médico encargado de darme el resultado. Me adelanté y le pregunté "¿Y, doctor?". "No, lo más probable es que sea un artrosis de columna", me respondió, el mismo que días después llenaba los papeles para la derivación a Roca para iniciar un tratamiento con la bomba de cobalto. A poco de estar en esta ciudad, me mandó a llamar un oncólogo, el Dr. Gustavo Musolino, que estaba haciendo una suplencia. Me comentó que era jefe de Oncología del hospital de Neuquén y me dijo: "Mire, Aguirre, el tratamiento de la bomba de cobalto no es para su problema; le causaría un gran daño ya que afectaría un gran sector de células sanas y, al no tener la potencia y la direccionalidad que requiere un cáncer localizado, lo más probable es que dentro de seis meses vuelva con el mismo problema. En Río Negro la única máquina que a pesar de ser vieja es la que más convendría para su caso, es la que está en Cipolletti, en la Fundación Médica de Río Negro y Neuquén". Aquella a la que hacía referencia el Dr. Musolino era una máquina de radioterapia conformada, que es más eficaz y precisa que la clásica máquina de cobalto, ya prácticamente en desuso. Con toda la carga de emociones propias y ajenas me volví a Viedma para ver cómo podía hacer para que me trataran en Cipolletti. Entre idas y venidas los días pasaban, sabiendo que el cáncer no tiene los mismos tiempos que los expedientes; más allá del buen trato que recibía de los médicos y del personal del hospital había barreras infranqueables. A pesar de estar consciente de que mi vida estaba en juego, el problema principal era encontrar la forma de acceder a un tratamiento adecuado, que no se trataba de uno de alta complejidad sino de uno estándar, del que se le debería aplicar a cualquier persona que lo necesitara. A través de los años tuve buenos amigos que se acercaron, quienes gracias a sus vinculaciones facilitaron la tan anhelada derivación a Cipolletti. Después de varios estudios, me prescribieron 44 sesiones, que recibiría diariamente de lunes a viernes. La máquina trabajaba durante casi veinte horas diarias y se rompía frecuentemente, lo que alargó la estadía. En un cuaderno marcaba las sesiones que me iban haciendo, hasta que el 8 de agosto nos avisaron que la máquina estaba rota llevaba 21 sesiones. Nos tuvieron veinte días para avisarnos que la máquina había colapsado y nos dieron un turno: el radioterapeuta, el Dr. Roberto Caruso, nos entregaría el informe del tratamiento hecho. Y, sin más explicaciones, a volver a Viedma. Sin tener la mínima idea de qué hacer ni dónde tratarme fui al hospital. Allí me sugirieron la derivación a Roca para ser tratado con bomba de cobalto, pero si algo tenía claro era que tanto en Roca como en Cipolletti los oncólogos habían hecho hincapié en que no aceptara una derivación para recibir esta terapia. Otra vez caminando con mis papeles bajo el brazo, viendo de qué manera podía resolver el problema, me enteré de que pacientes de Ipross habían sido derivados al Instituto CREO, de Bahía Blanca, que tiene la máquina de radioterapia que necesitaba para mi tratamiento. Gracias a mi esfuerzo y al de mis hijas y amigos, logré un acuerdo con Salud Pública para que me pagaran la finalización del tratamiento, haciéndome cargo de pasajes, alojamiento y comida. Se me ocurrió contar esto porque no puedo olvidar a las personas que no tienen acceso a tratamientos adecuados y sólo les queda aceptar un milagro o la fatal espera de la muerte llenas de impotencia y dolor, la que en muchos casos podría ser evitada. René Armando Aguirre DNI 8.213.919 Viedma
Posted on: Sun, 06 Oct 2013 00:19:55 +0000

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