[Hace cinco años, la creación de un pequeño blog cambió muchas - TopicsExpress



          

[Hace cinco años, la creación de un pequeño blog cambió muchas cosas en mi vida. Pensé que la mejor forma de celebrar era volviendo. Después de muchas lunas, un post como en los viejos tiempos de este blog que ya ha comenzado a envejecer] Lo que un día fue, no será A escondidas, como Camilo Sesto, a escondidas como un cobarde. Detrás de la ventana de mi cuarto quería jugar a ser Leon-O y mirar más allá de la evidente. La cortina blanca flameaba como bandera frente a mí. El único deseo que tenía era convertirme en un hijo de Kryptón para tener rayos láser en la vista. En la sala de aquel pequeño y congestionado departamento en Lince mis hermanos mayores negociaban permisos para ir a la discoteca de moda. Un espacio nocturno que se hizo conocido por la radio FM y que respondía al nombre de “Reflejos”. En Lima, la diversión tenía un refugio hiperbailable indiscutible. No había dudas. “Reflejos” era el point. Ellos eran mayores de edad. Yo ni siquiera había terminado la primaria. Quería ir con ellos, mi bronca golpeaba en silencio. A veces es muy triste ser distinto. Para no llorar cerré mis ojos por diez, quince, veinte minutos. Sin necesidad de ser un “Hombre de Acero”, de momento pude mirar todo con más claridad. A pesar de las puertas, ventanas y cortinas. Yo era grande y tenía súperpoderes. Me podían bloquear el paso, me podían levantar todas las paredes. No importaba. Esa noche iba a volar. Sobrevolaba Lima y podía ver el letrero enorme y luminoso de Coca Cola en la avenida Javier Prado. El Parque Salazar de Miraflores aún era verde esperanza y en Lince, el Parque Bomberos aún tenía a su primer Bombero. A los superhéroes les da hambre también. Destapé mi lata de jugo Selva bien helado y lo acompañé con unas “Palipapas” de “Molicrocks”. Seguía navegando por los cielos y confirmaba que desde arriba todo se ve mejor. Por Vía Expresa desfilan apurados los enormes Icarus de Enatru. El estadio Nacional aún no estaba cubierto de un cemento gris, por la avenida La Marina era fácil mirar las banderas que anunciaban la llegada de la Feria del Hogar. Volar cansa y el “Hombre de Acero” necesitaba hidratarse. Una “Watts” helada o una “IQ” de naranja. Aún era muy joven para entregarme a los placeres de una cerveza “Danker” o de una “Dell Men”. Algún día habrá tiempo y garganta eso. No encontraba a mis hermanos. Bajé unos metros con mi complejo de aeroplano humano y otra vez me encontré con un letrero de Coca Cola. Era el “primo hermano” del aviso de Javier Prado aunque este descansaba en uno de los techos de la Calle de las Pizzas de Miraflores. Recorría la avenida Larco y en mi walkman amarillo marca Sony (sí se puede volar con walkman) suena el grupo “Frágil”. Busco la discoteca “Reflejos” y me acuerdo que en el anuncio que leí en el periódico (y el que escuché en Radio Doble 99) aparecía una dirección cercana al Centro comercial Camino Real. Antes de llegar hasta allí quise seguir unos minutos libre, como el ave que escapó de su prisión, y llegó hasta la avenida del Aire con San Luis. Allí estaba el Play Land Park. El Gusanito, la Montaña Rusa y el Tagadá. La adrenalina juvenil tenía la intensidad de un juego mecánico. Vuela vuela, Capaudaz. Vuela vuela, no te hace falta equipaje. Será mi primera vez en “Reflejos”. Bailaré Indochina (moviendo las manos de arriba para abajo), bailaré Soda Stéreo (saltando como El Chavo del Ocho cuando está contento). Bailaré con mis queridos hermanos, quienes por algún extraño desencuentro afectivo entre mis padres nacieron muchos años antes que yo. Me he puesto gel en el pelo, me puse mi polo “Op”. Será mi gran noche. Cachete Brother. Pajita pulenta. Soy el bacán del barrio, el agrandado del rancho. En la puerta de la disco venden Salem mentolado. Prefiero no apurarme. Mejor me endulzo un poco con un “Tico Tico” o con unos “Ositos Bongó”. Ya estoy listo. Que abran las puertas. Agárrame que voy sin Jockey. Vamos ahí. En la pista de baile de “Reflejos” suena “Luna de Miel” de Virus, miro a una chica de unos 19 años y le quiero preguntar si podemos bailar una balada “para estar”. Espero un poco, me preparo para caminar como John Travolta en “Grease” y cuando estoy a punto de dirigirle la primera palabra desapareció. No se fue, se esfumó simplemente. Se evaporó. Ella ya no estaba, tampoco la pista de baile, ni el DJ, mucho menos la bola de espejos de la discoteca. Ya no se escuchaba ni a The Cure ni mucho menos a U2. Mis hermanos también habían desaparecido. No había “Palipapas”, ni “Chizitos Chipy”, no encontraba rastro de mi gaseosa “Twist” ni de las galletas “Coronita”. Se fueron todos. Se fueron acompañados por la canción del Chavo de Acapulco. Se fueron sin despedirse. Tal cual lo hicieron Quico y Ron Damón de la vecindad. Abro los ojos y ya no tengo 18 años, no hay libreta electoral de tres cuerpos en el bolsillo. Tampoco soy el niño de 9 años que perseguía a sus hermanos queriendo siempre vivir como ellos. Tengo 33 y solo me río en silencio porque cuando sueñas tantas veces con que eres Christopher Reeve en Superman I algo de ti aprende a dirigir el vuelo. Anoche leía en la red social Twitter sobre los “Productos que deben volver”. Me quedé pensando en ellos, los extrañé de nuevo. Los soñé. Ninguno volverá. Pero yo sí puedo hacerlo. Este blog fue mi discoteca “Reflejos”. Mi pista de baile ochentera y noventera que hoy 25 de junio del 2013 cumple cinco años de vida. Hay lugares a los que uno siempre regresa. Así que levanto el letrero de Clausurado. Ya conversé con los serenos del barrio. Les prometí no hacer tanta bulla como antes. Abrimos las puertas de nuevo señores. Para festejar este quinto aniversario. Que comience la juerga.
Posted on: Wed, 26 Jun 2013 04:43:23 +0000

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