«Hno. Salvador Gómez» “Predicador Católico laico”: Dice - TopicsExpress



          

«Hno. Salvador Gómez» “Predicador Católico laico”: Dice que sólo sabe hablar de la Biblia y “quizás el hombre Salvador Gómez esté escondido detrás de una Biblia”. Nació en El Salvador el 2 de junio de 1953 y fue un niño asmático, de familia pobre, al que remató una dislexia que le hizo repetir tres veces el primer grado de primaria José Adán Silva [email protected] Salvador Gómez Yánez es un predicador laico que goza vendiendo a Dios. Habla como por necesidad, habla mucho, pero siempre mira a los ojos y trata de sonreír. Tiene mucho dominio escénico, mucha capacidad de oratoria y mucha chispa para tratar cualquier tema. Sabe hacerlo. Su arma es la Biblia y en ella se basa para hablar de cualquier cosa. Conoce el mundo en todos sus sentidos y ha aprovechado al máximo sus capacidades para rendir a extremistas del marxismo y de la ciencia, a los pies de un Dios que siempre le ha estado poniendo sombras en su vida y a quien agradece por eso. Es alegre y gesticula con facilidad, pero la modestia parece escasa en sus palabras. “Cuando me piden cerrar una Biblia para hablar del hombre, me siento un poco incómodo, porque detrás de todas las historias, hay cosas maravillosas que asombran porque así han acontecido, y otras que no son así”, comentó. A como pudo, terminó la primaria y antes que se diera cuenta, lo esperaba una correccional de menores. “Porque me volví un adolescente rebelde, violento, dado que aquel que no puede destacar en las cosas buenas, busca siempre destacar en algo, y lo más fácil es la violencia, el bochinche, el pleito, el tirapiedras, el karate y el boxeo. Eso me llevó a la correccional de menores dos años”. Ahí, entre jóvenes violentos, le llegó la señal de Dios, un día que un sacerdote ofició misa y dijo que Dios amaba a los jóvenes malos. “¿Y a los malos, a nosotros?”. A ustedes les ama más, le dijo el religioso y eso cambió su vida. Entró al Seminario Franciscano a los 17 años y luego hizo estudios religiosos hasta terminar sus cinco años de seminario menor y el bachillerato. Luego se fue a Guatemala, en 1975, donde hizo su noviciado como franciscano y estudiando filosofía, pero cuando iba a empezar el primer año de teología volvió a la vida laica y se convirtió en predicador. Al ritmo de sus éxitos como predicador, las sombras también han aparecido en su vida. Un hijo suyo de 18 años fue baleado en la cabeza el 26 de diciembre del año pasado y perdió un ojo. Su matrimonio fracasó y su principal arma, la voz, esta cansada y quiere írsele despues de 20 años de predicacion. ¿Y fue un vendedor exitoso? Sí, fui un buen vendedor. Yo llegué, como todos, porque vi en el periódico un anuncio, y fui a la empresa. Era Vulcano S.A., en Guatemala se llamaba Decorametales S.A. Recuerdo al señor que estaba entrevistando, que me dijo: ¡Aquí no estamos contratando guardaespaldas! Entonces yo le dije yo no soy guardaespaldas, vengo a vender. ¿Y vos qué has estudiado? Me preguntó. Yo vengo del Seminario Franciscano de estudiar filosofía: ¡Aquí no queremos curas arrepentidos! Entonces yo me enojé con él y le dije: usted me está insultando y no me conoce. Entonces me dejaron en el equipo de venta, por agresivo, porque no me humillé, no me dejé. Y para hacer la primera venta, yo solito me compré una mesa, para hacer la primera venta. Y empecé y vendía todos los días, entonces a los dos meses me pusieron como gerente de ventas de la empresa. Por ahí iba mi carrera. ¿Usted vende al predicar la palabra de Dios? Sí, claro, eso me ha ayudado mucho, en el buen sentido de la palabra, no quiero que mal interpreten. Yo soy un buen vendedor. Es que vender la palabra de Dios, no en cuanto a economía, sino saberla expresar, es ponerla en algo que tú lo necesitas. Vender es crear una necesidad y cubrir esa necesidad. Entonces cuando nosotros hablamos de la Biblia y hablamos de historia de hace dos mil años, a nadie le importa, pero cuando tú le traes esa historia a la vida, a la gente sí le interesa la Biblia, y eso lo he logrado. Gracias a Dios tengo ese don, que me ha permitido que hasta los niños me oyen los programas de radio, los empresarios me escuchan, los campesinos me escuchan, los universitarios, los políticos, los militares, o sea, cada uno de ellos ha captado que estas palabras tienen un mensaje para sus vidas. Usted tiene un poder enorme: ¿Qué se siente que muchos lo escuchen y le crean? Una responsabilidad muy grande, porque cuando yo hablo, para mucha gente lo que yo digo es así. Confían en lo que yo estoy diciendo, entonces yo tengo que tener mucho cuidado de documentarme bien, y cuando digo documentarme bien es encontrar respaldo bíblico. Últimamente me están criticando que muchas citas bíblicas saco en cada plática. Pero es que yo digo que no quiero hacer afirmaciones que no tengan respaldo de la palabra de Dios, porque entonces sería mi doctrina, no la de Dios. ¿Y a usted quien lo escucha? Tengo un equipo de gente que es mi grupo de compartir, la gente que está cerca de mí, mis hermanos también. Yo soy una persona que necesito hablar de mis cosas personales, y hablo demasiado. Tengo un círculo de personas que me conocen bien, conocen todas mis angustias, luchas, mis problemas, y nunca tomo una decisión sin que antes haya hablado con todos. Entonces mis decisiones vienen muy masticadas, después de haber platicado con muchos. Durante su conferencia usted dijo que había mucha luz y mucha sombra en su vida. ¿Podría hablarnos de esas sombras? Bueno, mis sombras difíciles. Es cómo yo me retiré del seminario como religioso. Yo me retiré porque murió el sacerdote con que estaba trabajando, y el que vino creyó que eso me iba a impactar sicológicamente en algo, y me dijo que me quitara el hábito, diviértase, vaya de vacaciones. Y me fui de vacaciones, me divertí y tuve dos hijos. ¿Tuvo hijos siendo un religioso? Sí, y eso hermano, es algo que me duele mucho, que pesa mucho. No por mis hijos, que son maravillosos muchachos, pero me duele por no haberlo hecho bien. No me voy a justificar ahora diciendo que yo no estaba preparado para eso, pero esas son partes de las sombras que me duelen mucho. Y otra de esas sombras, es lo que me ha tocado vivir más recientemente. He tenido que poner mi situación matrimonial en manos del Tribunal Eclesiástico, porque en ese momentito en que yo andaba medio confundido me casé. Entonces la vida matrimonial para mí fue difícil, y lo puse en manos del Tribunal Eclesiástico de Guatemala, para que los encargados que saben analicen la situación de qué es lo que ha pasado con mi matrimonio. Usted tiene un libro, si no me equivoco, donde da consejos para un matrimonio feliz. Sí, y me duele mucho, porque a mí me gustaría tener no solamente una palabra que dar, sino un testimonio de una familia estable. Mis hijos están bien, son maravillosos: Alaetia, la mayor, es misionera. Josué se va un año también a las misiones. Mi hija Mória es una muchacha lindísima dedicada a sus estudios de turismo y hotelería, y seguirá con medicina. Mis hijos están bien, pero mi área de matrimonio, esa es la que tiene más sombras que luces que contar. Pero esto no es de ahora, porque mi libro “Para un matrimonio feliz”, que está escrito hace diez años, comienza diciendo: “A mi esposa le dicen, dichosa usted del esposo que tiene. Ella contesta: Usted no vive con él”. Esa es el área oscura, pero quiero decirle más: no ha habido violencia, no ha habido infidelidad, no ha habido... simplemente es que no nos podemos entender. Y mis hijos lo saben y hemos platicado, y ella lo sabe, María Elena, responsable totalmente de mi familia. Ella se quedó con toda la responsabilidad y yo con el ministerio. Y si tuviera que elegir la más intensa de las luces de su vida. ¿Con cuál se quedaría? Lo más intenso es que Dios me ha dado un don extraordinario. Un sacerdote en Italia me decía: Salvador, Dios te ha dado un don y gracias a Dios que no te has dado cuenta. Yo poco a poco me voy asombrando de las ideas, de las formas de interpretar la Biblia, de cómo conectar la vida a la Biblia. A mí me piden que hable de ecología y yo lo saco de la Biblia. Me piden que hable de reciclar y yo lo saco de la Biblia. O sea, a mí me pedís que hable de teléfonos celulares y los saco de la Biblia... Decime de qué querés que te hable y te lo saco de la Biblia. Esa es mi mayor luz. Es un don que no es humano, que no viene de la cabeza. Si yo fui un niño disléxico, si yo no puedo escribir una página sin cometer 20 errores de ortografía. Si mis hermanos han estudiado más que yo. Me siento orgulloso de eso, porque gracias a eso, me escucha mucha gente. Gracias a eso, alguien me dijo que mis casetes son la Biblia del pueblo. No hay algún país de Centroamérica donde no hayan oído a Salvador Gómez. Soy la voz de un centroamericano más escuchado en toda América Latina. Tengo 80 programas de radio, en 20 países diferentes. Parte de la fama que le sigue es que usted ha convertido al cristianismo a gente de las más duras líneas del marxismo, del sector más radical del anticristianismo. ¿Es cierto eso, o son famas infundadas? Sí he participado, pero no yo, porque es el señor quien convierte los corazones, pero sí he dialogado con gente que ha estado alejada de Dios, con posturas anticristianas, y los he visto venir a los pies del señor. Uno de los ejemplos más claros es mi propio hermano, un científico que no creía en Dios, sino en las ciencias. Y así discutíamos, hasta que en una conferencia en Miami él empezó a orar en lenguas y a llorar. Mi hermano dejó su proyecto científico y hoy está al servicio de Dios. Y he visto cosas más difíciles de creer, pero no las puedo decir porque no sé si ellos querrán compartir. He visto a médicos que han llegado a hablarme de gente con cáncer, ya desahuciada, y hemos orado y se han sanado. Muchos de estos médicos ahora trabajan en la evangelización, pero no es que yo tenga poderes, sino que simplemente es él Señor. — with Hugo Salguero, Miguel Hernandez, Jose Fonseca and 72 others.
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 04:55:07 +0000

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