Ignacio continuaba en la misma posición incómoda, apoyado - TopicsExpress



          

Ignacio continuaba en la misma posición incómoda, apoyado contra la pared de la habitación, con el culo adormecido sobre el suelo y la espalda dolorida. Una mosca zigzagueó varias veces a su alrededor y terminó posándose en una mancha roja y viscosa sobre el arma. Su vista se fijó en el insecto, luego perdió el interés y su atención se centró en el cañón de la Mágnum. Gotas de sangre de sus encías lastimadas se mesclaban con la saliva que chorreaba de la boca, quebrantando el cromado del arma con huellas sanguinolentas. Era la decima vez —en treinta y seis horas— que había abierto sus labios para meter la pistola. ¿¡Por qué no apretaba el gatillo de una puta vez!? Acorralado, y sintiéndose débil hasta el asqueo, Ignacio se permitió llorar. Fue más que un llanto. Liberó la carga emocional que como un cáncer amenazaba devorarlo. Odió a Marcos Quiroga con toda su alma. Lo odió por hacerlo odiarse.
Posted on: Fri, 14 Jun 2013 21:11:31 +0000

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