¿POR QUÉ LLORA ESA MUJER?... 󾓶 - TopicsExpress



          

¿POR QUÉ LLORA ESA MUJER?... 󾓶 (Fragmento del Libro Arpas Eternas.) Otro velero estaba anclado tocando la popa de la barca de Pedro, y unos remeros fornidos y negros como el ébano, pasaban del velero a la barca, grandes cestas de pan, queso, frutas de toda especie y fardos de ropas. Los discípulos volvieron a la barca, y les salió al encuentro el pastorcillo Boanerges con la alegría pintada en el semblante. —Mi señora –dijo–, envía este cargamento al Profeta de Dios, para que él lo distribuya entre los necesitados. — ¡Maestro, Maestro!... –llamaba Juan apresuradamente a Yhasua,que tendido en la cabina aparecía como dormido. La curación de aquella enorme multitud de enfermos había extenuado un tanto al Maestro, y seguramente reponía sus fuerzas en la quietud y el silencio. —La pagana del Castillo se ha convertido a Jehová, y os manda dones para los pobres –dijo Juan al oído del Maestro. —El amor la hizo encontrar de nuevo el camino y encendió nuevamente su lámpara que ya no se apagará jamás –dijo Yhasua como hablando consigo mismo–. Tráeme a Boanerges –añadió–, y repartid con equidad y justicia los donativos de esa mujer. — ¡Profeta!... –dijo Boanerges cuando llegó al Maestro–. ¡Ten piedad de mi señora que llora siempre! — ¿Por qué llora?, ¿no es acaso una mujer dichosa en la satisfacción de todo cuanto desea?, ¿qué le falta que pueda darle el Profeta? — ¡La paz de su corazón que huyó de ella para siempre!... –contestó entristecido el pastorcillo que demostraba amarla intensamente. —Para siempre no, hijo mío; pues que la paz es un don divino que el Altísimo da con generosidad a todo aquel que la pide, y se pone en condiciones de recibirla. ¿Sabes lo que le sucede a tu ama para haber perdido la paz? —Lucha entre el amor nuevo que ha nacido en ella y las normas de vida que llevó hasta ahora. Su Maestro, su aya, su mayordomo, sus apoderados de Tiro y Sidón se han reunido en el Castillo para tomar medidas con ella, porque dicen que está loca. Y un médico judío ha empeorado la situación, diciendo que mi ama tiene demonios en el cuerpo y que debe ir al Templo de Jerusalén para que se los saquen. Las doncellas compañeras, están llenas de temor y Fatmé me encargó secretamente que te pidiera fueras al Castillo porque sólo tú puedes remediar tanto mal. — ¡Pero, dime niño!, ¿por qué dicen que tu ama está loca? — ¡Señor!... Mi ama mandó abrir una fosa para enterrar todas las estatuas de los dioses griegos, y los trajes, velos y ánforas de las danzas y de los festines, y se ha vestido como las mujeres de esta tierra. “El mayordomo, el maestro y la aya, espantados por la excavación de la fosa, llamaron al médico, pues lo que hace la señora dicen que nunca lo hizo y debe padecer un mal. ¡Ven, Señor, conmigo y la verás!, todos en el Castillo están disgustados y nadie se entiende”. El Maestro llamó a Pedro y le avisó que iba a llegarse hasta el Castillo cuyas almenas se veían desde allí. —Cuando terminéis el reparto –le dijo–, venid con la barca a buscarme antes de que llegue la noche. Y embarcándose en el velero del Castillo se fue con Boanerges. — ¡Señor!... –díjole éste con gran timidez–. ¡No te dije lo más malo de lo que ocurre a mi ama!... ¡Como tú eres Profeta lo adivinarás!... El Maestro fijó sus ojos en los del pastorcillo, cuya mirada quedó como suspendida de la luz que irradiaban los ojos de Yhasua. —Serénate, hijo mío –le dijo el Maestro, después de unos momentos–.Esas buenas gentes piensan que soy un mago que he causado el desequilibrio mental atribuido a tu señora. — ¡Sí, Profeta!..., ¡eso es lo que dicen y yo no sabía cómo decírtelo!... — ¡No temas nada!... Ya les convenceré yo. — ¡Señor!... ¡Es que hay otra cosa más!... –murmuró el pastorcillo. — ¿Más todavía? ¡Oh, mi buen Boanerges!..., tú has venido todo lleno de novedades hoy –decíale Yhasua, riendo de los ojazos asustados del adolescente–. Vamos, explícate de una vez por todas. —Han encerrado a Fatmé en su alcoba, para que no vea más a la señora, porque dicen que ella tiene también los demonios en el cuerpo y se los pasó a mi ama por mandato tuyo... Anoche, cuando todos dormían,Fatmé me llamó por su ventana que está en el piso alto sobre la terraza. Y como el mayordomo se guarda ahora todas las llaves, me vi obligado a trepar por el tronco de un nogal que toca el muro. Ella me mandó venir hoy, escondido en el velero para rogarte que vayas. “No quiere avisar a su padre que vive en Tiberias, porque la llevará del Castillo y ella ama mucho a la señora. —Eres un hombrecito valiente y servicial, Boanerges –decíale el Maestro, arreglándole los largos rizos obscuros, que un pequeño casquete de fieltro azul impedía que se enmarañasen con el viento. —Tan feliz que fui este año último –decía el pastorcito–, y acaso me tocará también a mí la retirada. — ¿Por qué lo dices? —Yo estoy en el Castillo por la señora, ¿no lo sabes, Profeta? Y si a ella le quitan el mando de su casa, me despedirán como a Fatmé y a las doncellas que son de esta tierra. Allí sólo quieren griegos, Señor. —No temas nada. Ya llegamos. Baja y avisa a tu señora que quiero hablarla. La Castellana salió seguida de Boanerges. Vestida como una galilea,al Maestro le pareció ver a su propia madre en los años de juventud. La aya le seguía también a distancia. Era una mujer de cincuenta años que cojeaba al andar. La llamaban Elhida. La Castellana quiso arrodillarse cuando llegó el Maestro, pero él la tomó de las manos diciéndole: —Con la mirada y la frente a los cielos hemos de buscar los dones de Dios. “Bajo la sombra de los nogales tendremos una confidencia. –Y la hizo sentar en el primer banco de piedra que encontró a la entrada del parque. La aya llegó también y se mantuvo a cuatro pasos mirando al Maestro con ojos recelosos y desconfiados–.“Ven, Elhida, a sentarte también aquí, que mi mensaje te toca de cerca–díjole el Maestro mirándola afablemente–. ¿Me tienes miedo? —Ven, Elhida, que con el Profeta nos llegan todos los bienes –le dijo la joven haciéndole lugar al lado suyo. La mujer cojeando siempre, se sentó también en silencio. Estaba alarmada de que el Profeta la llamara por su nombre. — ¿Cómo sabes tú cuando un cerezo es silvestre y amargo, y cuando es de cultivo y fruto dulce? –le preguntó el Maestro. — ¿Quién es el que no lo sabe? –contestó la aya–. Por los frutos dulces o amargos se conoce enseguida. —Muy bien. Yo te digo en este instante que en nombre de mi Dios que es amor y poder, dejo curado ese tumor maligno que tienes en la cadera y que te atormenta desde hace tres años. “¿Te es amargo o dulce este fruto? ¡Así sabrás, si soy portador de los demonios o de los ángeles del Señor! La mujer sintió un extraño temblor en todo su cuerpo... Palideció por miedo de haber incurrido en el enojo del Profeta y sintiendo que todo dolor y molestia le había desaparecido, se postró en tierra clamando: — ¡Perdona a tu sierva, Señor, porque mis pensamientos te ofendieron sin conocerte! ¡Has curado mi mal con solo tu palabra!... ¿Eres acaso la encarnación de Zeus dueño de todo poder? —Soy un enviado del Dios verdadero que adora Israel; y en nombre suyo realizo todas mis obras en beneficio de mis semejantes. “Ahora ve en paz a referir a tus compatriotas de esta casa lo que el Profeta ha hecho por ti, y no desconfíes del equilibrio mental de tu ama,que me ha reconocido antes que todos vosotros. Elhida corrió apresuradamente hacia el Castillo a referir a todos su curación y a abrir la puerta a la pobre Fatmé que llevaba ya dos días de encierro. — ¡María!... –dijo el Maestro a la Castellana de Mágdalo cuando quedó solo con ella–. Veinticuatro años tardaste para encontrar tu camino y ahora que lo has hallado, le llenas tú misma de punzantes espinas. — ¿Por qué lo dices, Señor? —Porque espantas la paz de tu casa y del corazón de tus servidores. “Para amar a Dios y al prójimo como a ti misma, ¿juzgas necesario cambiar tus vestiduras griegas por las que se usan en esta tierra? ¿Crees necesario enterrar en una fosa las obras de arte que revelan el genio creador de un hombre, y que adornan el parque que fue solaz y recreo de tus mayores? “No concibas tan mezquinamente la idea infinita del Infinito, que vive y alienta en todas las cosas y que fue llama de inspiración en la mente que soñó todas esas imágenes y les dio una vida de mármol que rememora vidas de carne y sangre como la tuya y la mía, vividas en lejanas edades,en este o en otros planetas. “Ese bello Apolo entre las nueve Musas, ¿qué es? “Representa nuestro sol que da vida, alegría y fulgor a todas las cosas. Las rosas de la Aurora coronan su frente y mil flechas de oro derraman sus manos extendidas. ¿Qué hay de condenable en ello? “Aquella estatua de Urania coronada de estrellas y llevando en sus manos una esfera y un compás, simboliza la Astronomía que da a conocer a los hombres, el mundo sideral. “A su lado está Euterpe con su lira de oro dispuesta a hacernos sentir las armonías inefables de la creación universal. “Clío, con su libro monumental y una pluma de águila, nos escribe la historia de la humanidad, desde que la especie humana apareció en el planeta. “Si nuestra alma es pura y limpia como el cristal de una fuente, en que se miran las estrellas, no veremos el mal en las cosas inanimadas,sino en las acciones delictuosas de los hombres. “El Dios Creador de cuanto existe, no mira las estatuas de tu parque,sino los sentimientos de tu corazón para tus semejantes. No mira si vistes como una griega o como una galilea, sino que busca en tu corazón el amor con que vistes al desnudo, o proteges al huérfano y a la viuda, a los leprosos arrojados de las ciudades como bestias dañinas, a los encarcelados que dejaron vacío su sitio en el hogar donde lloran de hambre sus hijos. “¿Comprendes, mujer, cómo debe sentir y comprender a Dios el alma que busca acercarse a Él por la verdad, la fe y el amor? — ¡Señor!... –dijo la Castellana–. Comprendo que el Dios tuyo es el Bien, la Paz, la Justicia y el Amor; y que fuera de ello no hay nada que haga la vida digna de ser vivida. —Puesto que lo has comprendido, manda a esos jornaleros que abren la fosa, que echen abajo los árboles del bosque que están secos, y que se transformen en lumbre para los tugurios sin fuego en los helados inviernos, que hacen temblar de frío a los ancianos y a los niños. Mándales sembrar los campos de tu heredad y que haya trigo en abundancia con que puedas hacer la dicha de los que van por las calles pidiendo un mendrugo de pan. No gastes tiempo ni esfuerzo humano en destruir esas bellezas de mármol que no hacen mal a nadie, porque la malicia está en los corazones impuros y egoístas que buscan el bien y el mal en las cosas muertas,cuando uno y otro están en los corazones vivos y palpitantes”. La Castellana llamó a su maestro, a su mayordomo y a su aya para que escucharan al Profeta, el cual se dio a conocer ante ellos con sus obras según lo acostumbraba. El viejo maestro se había tornado sordo como una piedra, por lo cual daba sus lecciones a las doncellas y a Boanerges exigiendo que le hicieran por escrito las preguntas aclaratorias de sus dudas. Y el Maestro le curó de la sordera que sufría desde ocho años antes. El mayordomo tenía sus piernas hinchadas de varices que a veces se ulceraban causándole grandes dolores. El Maestro curó también su mal y les rogó a todos que desde ese momento fueran auxiliares eficaces para su señora, que debía transformar su vida en piedad y misericordia para todos los doloridos que llegasen a ella. El amor triunfante del Cristo, incorporó en esta forma toda aquella casa a su misión de bien, de amor y de paz en la tierra que le vio nacer. Arpas Eternas/Josefa Rosalía Luque Alvarez./Hilarión de Monte Nebó./Fraternidad Cristiana Universal.
Posted on: Thu, 14 Nov 2013 04:15:41 +0000

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