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Printer-Friendly Version Printer-Friendly Version E-mail This Article E-mail This Article A PROPÓSITO DE “DIOSES” Images Abyss Borboa-Olivera Abyss Borboa-Olivera Gustavo Coletti Gustavo Coletti Dioses poster para teatro Dioses poster para teatro Alejandro Keys, Gisela Madrigal, Martín De León, Eva Angelo Alejandro Keys, Gisela Madrigal, Martín De León, Eva Angelo Claudia Cogo Claudia Cogo Save & Share This What is this? del.icio.us Reddit Google Newsvine Spurl.net Digg Yahoo! Stumble Facebook Slashdot By Gustavo Coletti Sunday, October 20, 2013 Gustavo Coletti No sé si podría considerar de cautiverio la temporada que en la primavera de 1990 pasé en una zona de campo en Georgia, un mes y medio maravilloso durante el cual leí más que nunca, jugué al ajedrez por última vez, conocí a mi amigo cubano-libanés Antonio, y escribí la primera versión de “Dioses”. Fue mi primera obra de teatro, y en ella trato realmente sin respeto a las religiones, al concepto generalizado de dios, y me explayo a gusto sobre mi teoría de que los diferentes cultos han llevado a cabo un genocidio cultural de proporciones catastróficas. Pero no fue hasta cuatro años después, cuando compartiendo la propiedad de un teatro en Miami con mis queridos Luis Carluccio y Tu San, me veo tentado por montarla. Me alentaba la idea el hecho de que yo creía que el actor cubano Rolando Barral era perfecto para interpretar a dios (no acepto el uso de la mayúscula para esta palabra en el concepto definitorio, pero sí como título). Cabe aclarar que el dios de mi obra es un personaje muy parecido a un gánster de película de Cóppola. Es hedonista, bebedor, drogadicto, mujeriego, lúcido y buen tipo. Recuerdo la noche que acudí emocionado a mi cita con Rolando en su casa. Un hermoso chalet californiano rodeado de un espeso jardín tropical. El me recibió en bata de noche y charlamos afectuosamente a media luz en una cocina comedor separada por una barra donde bebimos y fumamos. Fue la última vez que hablé con él. No solo que no me respondió sino que hasta me quitó el saludo. Imagino que la lectura de “Dioses” pudo haberlo ofendido. Tuvo que pasar casi una década, para que, motivado por la gracia que le causaba a mi amigo Pérez Celis, discutir sobre “Dioses”, y a su aliento, decidí ponerla a consideración de una pequeña compañía de teatro de Buenos Aires. Esa ciudad tiene tanto teatro, y experimenta tanto, que la motivación fue grande. Tuve la suerte de que se interesaran y pude saber, ya de retorno en Estados Unidos, en el 2006 si no recuerdo mal, que ya había entrado en esa parte del proceso que incluye lecturas y ensayos. No puedo olvidarme de que antes de viajar a Buenos Aires, mi amigo Mario Diament, en una charla muy importante para mí, que tuvo la amabilidad de regalarme en un delicioso salón de té de Coral Gables, me hizo una sugerencia que yo acepté inmediatamente y que me llevó a modificar “Dioses”. Se refería estrictamente a que como yo la había escrito originalmente era un coloquio, y que necesitaba transformarla en una simple trama para que tuviera la estructura que una obra de teatro debe tener. Tampoco puedo olvidar que ese coloquio era también otra mitad de camino entre el monólogo que yo había imaginado en el principio del principio, y lo que hoy es. Pero retomando la intentona de Buenos Aires, debo decir que se suspendió y eso agregó la segunda frustración de importancia a la gestación. En el 2008, viajamos con mi flamante esposa Claudia Cogo a Los Ángeles y nos radicamos en esa ciudad de cine. Pero una traducción bastante precaria de la obra que me llegó de Argentina, sirvió para interesar a otro pequeño teatro, esta vez para una representación en inglés. El entusiasmo del primer momento se apagó, en este caso explícitamente por la labor eficiente de la autocensura. El miedo, entendible quizás, lógico no sé, a molestar a quienes tienen fe, facilitó el fracaso del tercer intento. En el 2011, los avatares de la vida me llevaron, afortunadamente a México, país que amo, y ahí logré que un grupo de teatro de Tijuana se interesara en el proyecto. Llegué a reunirme con quién sería el director y acordamos que su puesta en escena era ya un hecho. Pero por razones que desconozco, nunca más supe de ellos y reconozco que cometí la descortesía de no buscarlos. Este cuarto fracaso ya lo recibí con humor, asumiendo que tendría que aceptar que “Dioses” tenía un destino oscuro o no tenía destino. Pero las cosas en este punto me hicieron pensar que me quedaba el recurso extremo del cine. Ya no me importaba ni siquiera el hecho de que no tenía presupuesto ni para la producción más elemental. De todas maneras con total y absoluta inconsciencia me propuse intentarlo. Comenzamos, y en este caso es plural porque el apoyo de Claudia fue imprescindible, por comprar dos cámaras usadas de lente intercambiable Canon T2i, que graban video en HD. Y ese fue el principio. Ya estábamos empezando este año de 2013. Necesitaba un set y luces. Me dije que nadie me daría eso gratis, pero el primero a quien vi, mi amigo Armando Gonzales, que acababa de interrumpir las actividades de un canal de cable en Rosarito, me lo ofreció amorosamente. No lo podía creer. O mis “dioses” me ayudaban o yo estaba en el lugar y a la hora. O las dos cosas. Un amigo, el extraordinario mimo Alejandro Keys, no solo se ofreció a representar a Fascio (el otro dios, no el nuestro, en un cast que tiene 5 personajes) sino que hizo gestiones para llevar mi proyecto a la UDCI (Universidad de las Californias Internacional). La idea era que solicitáramos que algunos jóvenes estudiantes de cine ayudaran en el proyecto sin recibir paga. Todo este aporte de Alejandro genera en mi hacia él un agradecimiento enorme que está por encima de algunas diferencias que tuvimos en el proceso. Confieso que mi asistencia a la reunión con el rector no llevaba la menor expectativa, pero el resultado cambió mi vida. La Universidad me propuso coproducir. Ellos aportarían el set, luces, equipos, y los estudiantes conformarían el equipo técnico. Mi aporte era la historia, dirigirla y los actores. No dejaría de ser una película estudiantil, pero era más de lo que yo aspiraba. En la primera reunión con los estudiantes reuní un equipo de más de veinte que trabajaríamos ocho horas diarias durante 3 semanas de julio en el set, y en agosto en exteriores. En la Universidad hice el casting para las dos mujeres que tuve la infinita suerte de encontrar: Gisela Madrigal y Eva Lv (Hoy Eva Angelo), y el niño Héctor Guerrero, todo un descubrimiento, quien representaría al niño dios. El actor principal ya lo tenía en mi cabeza y Alejandro sería Fascio. Mi nueva máscara para dios era mi amigo Martín de León, el cantante de Forever Tango, ese super show que siempre está de gira por el mundo. Pero él no sabía nada. Estábamos en abril y la idea era comenzar el rodaje en julio. Me decidí a pedírselo y aceptó. Creo que jugaron dos cosas, la amistad y el interés que puede tener cualquier artista por otra rama del arte que no sea la suya. Yo veía en Martín interpretando sus tangos, una actuación dramática descollante al nivel del mejor actor. El problema era que Martín estaba de gira, pero estaría en Tijuana para principios de julio. Eso generó que “Dioses” se rodara sin los ensayos que yo hubiera querido, con todos los inconvenientes que eso pudo haber generado, pero como para mí la película es del género experimental eso terminó no teniendo demasiada importancia. Intenté hacer con “Dioses” un cine conceptual, donde el contenido o el mensaje fuera la obra, y no la factura o el soporte. Como es el arte conceptual en pintura, por ejemplo. No es un concepto difícil de entender y yo estoy feliz de haber entrado ya en el proceso de edición que puede llevar todavía algunos meses. Tuve la suerte de que mi mujer, Claudia Cogo colaborara conmigo al límite de lo razonable. Fabricó inicialmente una decoración espectacular para el set, parte de la cual quizás esté en el teatro, dibujó un story board que fue la referencia imprescindible de cada día y excedió su aporte hasta el maquillaje y el catering. Verdaderamente inapreciable. También destaco lo importante que resultaron los aportes de Ivan Gomez en fotografía, Irving Baez en la luz, Marco Antonio Espinoza asistiéndome y todo el crew de jóvenes estudiantes Pero durante el rodaje, y por razones de complejidades técnicas, me vi en la necesidad de convocar a un actor que tuviera la capacidad de suplantar a uno de los míos de haber sido necesario. Y así conocí a Abyss Borboa-Olivera, excelentísimo actor y director de teatro, que terminó teniendo una participación en la película, y con quién sentí que compartíamos un ideario mucho más complejo que el del teatro y el cine. Además que Abyss me regaló un escenario para “Dioses”, ya que materializó el proyecto, y el próximo 16 de noviembre, finalmente será el estreno en el teatro del Seguro Social de Tijuana, con Bruno Talaia, Emilia Gernica, Eva Angelo y el propio Abyss haciendo de dios y dirigiendo. No puedo olvidar tampoco el homenaje que me hace Marco Antonio Espinoza con ese largo metraje documental que está preparando sobre toda esta historia de una obra, “Dioses”, que todavía no enfrentó a su público.
Posted on: Sun, 20 Oct 2013 19:45:57 +0000

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