¿QUÉ SE JUEGA EL DOMINGO? EN JUEGO EL PACTO: THE ECONOMIST No es poca cosa. Hablamos de más de treinta millones de potenciales electores y de casi la mitad de las entidades de todo el país. No obstante, más allá de lo evidente de los cargos en disputa, hay varias cosas en juego. En principio, el domingo se juega la imagen del PAN. Acción Nacional, todos lo sabemos, pasa por uno de sus peores momentos en su historia reciente. Arrojado al tercer lugar en la pasada elección presidencial, dicho partido se enfrenta a una oportunidad para sacar la cara, en un estado clave para su historia. Baja California, vale la pena recordarlo, fue la primera gubernatura que perdió el PRI desde que es partido, y la primera que ganó el PAN en su historia en 1989. Desde entonces nunca han dejado de gobernar y la pregunta para el domingo es si seguirá siendo un bastión panista, o si será la pérdida más reciente después de haber sido derrotado en otros estados emblemáticos como Morelos o Jalisco, hace apenas un año. El domingo también se sabrá parte del futuro de Gustavo Madero y de los grupos que hoy mantienen una batalla por el control de ese partido. Si mantienen el poder, Madero podrá decir que fue su mérito, que pese a todo el desgaste de imagen, logró retener una posición clave. Quizá no sea cierto, y ni una victoria ni una eventual derrota serían imputables estrictamente al presidente del partido. Pero es claro que si la pierden, sus rivales convertirán ese resultado en un arma más para exigir su salida de la conducción de este instituto político. Pero el PAN no es el único que tiene mucho en juego. También lo hace el PRD que no tiene mucho que perder, pero sí mucho que ganar. En particular su dirigencia que ha apostado por las alianzas como la vía para ganar el poder, alianzas tanto electorales –en muchos puntos con el PAN– como de gobierno, como se debe leer en los hechos el Pacto por México. Si el perredismo obtiene victorias en capitales importantes se traducirá en combustible para la dirigencia que encabeza Jesús Zambrano. El PRI por su parte gana mucho si triunfa en Baja California, pues reivindicaría la imagen del partido ganador que obtuvo tan buenos resultados hace un año cuando obtuvo su regreso a Los Pinos, y de paso promovería las victorias como avales a la gestión del “primer priista del país”, el presidente Peña Nieto. Si pierde en cambio, podría sacar raja aún de la derrota, al reivindicar el compromiso democrático de la actual administración. Y es que justamente el cuarto protagonista en las votaciones del domingo es el gobierno federal que encabeza Peña Nieto. Se trata de un actor que no estará en la boleta –pues las elecciones locales no son plebiscitos del desempeño del presidente de la República, sino de los partidos, candidatos y funcionarios en el ámbito local– pero cuyos efectos pueden afectar lo que pase en los próximos meses. Porque al gobierno federal no le debe importar quién gane en dónde, sino cómo se den los resultados y, sobre todo, qué harán los partidos políticos a partir de los mismos. Porque en los hechos a Peña le da igual quién gobierne Xalapa, Cancún, Durango o Puebla, pues su gobierno seguirá igual; no obstante, el tema le afecta si como resultado de esas contiendas el PAN encuentra argumentos para bajarse del Pacto por México. Al presidente y a los suyos no le deben importar los congresos locales ni la gubernatura de Baja California, pero sí qué haga el PRD y cómo quede la actual dirigencia frente a los grupos que buscan reventar cualquier negociación de reformas con el gobierno federal. El resultado de la elección para Gobernador en Baja California definirá el rumbo que tomará el Pacto por México y dos de las más importantes reformas anunciadas por el gobierno federal, que preside Enrique Peña Nieto, en el marco de este acuerdo entre partidos políticos: la energética y la hacendaria, destaca un análisis del semanario inglés The Economist, publicado este viernes. Según la influyente revista británica, entre distintos sectores existe la percepción de que en la entidad se repita una situación similar a la de 1989, en la que supuestamente existió una “concertacesión” por parte del entonces Presidente de México, el priista Carlos Salinas de Gortari, para ceder la gubernatura al Partido Acción Nacional (PAN) como parte de un acuerdo para lograr la aprobación de su proyecto de gobierno. “Él (Salinas) estaba feliz de ver cómo su partido, el PRI, perdía, si eso significaba que el PAN apoyaría sus reformas económicas. También lo ayudaría a proyectarse como un gran democratizador”, señala la publicación. De acuerdo con lo que The Ecomist llama “teorías de conspiración”, el Gobierno de Peña Nieto prefiere que Baja California permanezca en manos de Acción Nacional, en lugar de reconocer una posible victoria del PRI, incluso señala que entre los peñistas se ha vuelto a usar la palabra “concertacesión” para “conceder un poco de poder a la oposición”. Señala que hasta ahora el PRI no ha apoyado a su candidato y un ejemplo de ello es la cercanía de uno de los hijos de Jorge Hank Rhon, el aspirante natural del tricolor a la gubernatura, que se quedó a medio camino en la nominación, con el candidato panista. Entrevistada sobre el tema, la editora del semanario Zeta, de Tijuana, Adela Navarro, dijo a la publicación que el PAN tampoco se encuentra en su mejor momento en la entidad, que ha gobernado por 24 años, sin embargo, una victoria ayudaría a fortalecer su liderazgo tras perder la Presidencia de México y también haría menos difícil el camino para que Peña lograra sus reformas. Víctor Alejandro Espinoza, investigador del Colegio de la Frontera Norte, advierte que al PRI “no le gustaría una derrota ‘preordenada’, que pudiera despertar inconformidades en la entidad. Por eso el domingo es importante. Porque si todo sale bien, al final poco importarán los resultados, pero si las elecciones se enredan, entonces sí, veremos sus efectos más allá del 7 de julio. sinembargo.mx/05-07-2013/677265
Posted on: Sat, 06 Jul 2013 00:52:46 +0000
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