¿Qué es la meditación? Meditar es llevar la mente a - TopicsExpress



          

¿Qué es la meditación? Meditar es llevar la mente a casa. Aprender a meditar es el mejor regalo que usted puede hacerse en esta vida. Con la meditación se emprende un viaje que conduce a descubrir la auténtica naturaleza de las cosas. Meditando se obtienen la estabilidad y la confianza que se necesitan para vivir y morir bien. Meditar es romper con nuestra forma habitual de operar. Lo que se obtiene con la meditación es un estado mental libre de preocupaciones e inquietudes. En él no hay competitividad ni aferramiento ni anhelo de logros. Con un entrenamiento adecuado y un poco de disciplina, paciencia y tiempo, la mente desatará sus propios nudos y conocerá lo que son la dicha y la claridad esenciales. Entrenar la mente es ver de manera directa y concreta cómo funciona. Cuando medite, siéntese con la firmeza y la serena majestad de una montaña y deje que su mente vuele y se eleve. Observe su respiración, identifíquese con ella y, poco a poco, sentirá que su aliento, su respiración y usted, se vuelven uno. De la misma manera que el agua, si no se agita, es transparente y clara, la mente es espontáneamente dichosa si no se le fuerza. Cuando medite, no haga intentos de control ni esfuerzos por estar en paz. No adopte poses de solemnidad ni piense que está participando en un rito especial. Logre un equilibrio entre relajación y atención. «Alerta, alerta; pero relajado, relajado», dijo Ma Chik Lap Drön. Relajado, pero sin pensar en la relajación. Si siente que al meditar sus pensamientos se alborotan, tómelo como buena señal. Significa que usted se ha serenado y se da cuenta del bullicio que hay en su mente. No crea que los pensamientos y las emociones deben desaparecer cuando medita. «Querer carne sin huesos y té sin hojas, es mucho pedir». Déjelos que surjan y espere a que se desvanezcan como lo hacen las olas en el océano. Meditar no es eliminar los pensamientos; lo que sí es, es conseguir que el intervalo que hay entre un pensamiento y otro se alargue más y más. El subrayado es mío. Este comentario me parece importante porque, ya que se nos dificulta tanto mantener la atención unipuntual en el objeto de la meditación, ya que los pensamientos acuden en tropel a nuestra mente cuando meditamos, alargar los intervalos que hay entre un pensamiento y otro es un intento bastante saludable para los que somos principiantes. La cuestión no es cuánto dura su meditación. Lo que cuenta es si la práctica lo lleva a cierto estado de presencia mental. A veces, cinco minutos de meditación son más valiosos que veinte de adormecimiento. Si medita mucho y no siente cambios en su vida, es que no ha sabido integrar el estado mental que se logra con la meditación con lo que hace en su vida cotidiana. Lo verdaderamente importante no es sentarse y meditar. Lo que cuenta es el estado mental que se adquiere después de la meditación. No salga de la meditación demasiado aprisa. Permita que la calma que se generó con la práctica impregne los momentos inmediatos y que el efecto se extienda por todo el día. «No te levantes de un salto para salir corriendo, decía Dudjom Rimpoché, haz que el estado mental que lograste con la meditación se mezcle con la cotidianeidad de la vida». Cuando medite, no espere tener visiones, percibir luces o ser testigo de algún milagro. Lo que obtendrá es algo ordinario, pero útil: una transformación sutil de la mente, de las emociones y del cuerpo. No haga su práctica sólo con resuelta disciplina e indivisa devoción. Puede añadirle los gratos ingredientes de la inspiración y la creatividad. Utilice todos los recursos que la hagan más gozosa: oiga música apropiada, lea antes poemas o versículos de enseñanza o escuche grabaciones con lecciones de algún Lama, decore la estancia con tankas o con pinturas que inclinen hacia lo sagrado, adorne con flores, queme incienso, encienda una vela, coloque fotografías de maestros o estatuillas de alguna deidad; en fin, convierta el espacio donde medita en un lugar íntimo y sagrado que lo estimule a ir al encuentro de su verdadero ser. También puede dejar que la naturaleza lo invite a meditar: salga de la ciudad, dé un paseo matinal por algún parque, contemple el rocío que se acumula entre los pétalos de una rosa, tiéndase en el césped, alce la mirada al cielo, deje que la mente se expanda hacia la espaciosidad del firmamento o que fluya junto con el agua de un arroyo, purifique su espíritu ante la brisa sanadora de una cascada; en fin, pasee por alguna playa y sienta en su rostro la caricia del suave aire del mar o sosiegue su mente celebrando la belleza de la luna. Los anteriores conceptos fueron extraídos del Capítulo V del Libro tibetano de la vida y de la muerte de Soygal Rimpoché, Editorial Urano.
Posted on: Mon, 28 Oct 2013 23:16:33 +0000

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