¿SUMERGIDOS EN QUÉ? UN ESTUDIO COMPLETO SOBRE EL BAUTISMO CON - TopicsExpress



          

¿SUMERGIDOS EN QUÉ? UN ESTUDIO COMPLETO SOBRE EL BAUTISMO CON AGUA PARA AQUELLOS QUE QUIERAN ENTENDER. Cuando por cualquier motivo nos salimos de la estructura eclesiástica, si bien no perdemos contacto con el Señor, (Muy por el contrario, en la mayoría de los casos lo incrementamos), sí nos encontramos con algunos detalles relacionados con costumbres o ritos, que nos descolocan un poco y hasta nos hacen sentir fuera de lugar. El bautismo es uno de esos detalles. Y no es menor. En nuestra soledad de domingo por la noche fuera de los templos, nos detenemos un momento para preguntarnos: ¿Y ahora cómo hago para bautizarme? ¿Quién podrá bautizarme? ¿No necesito que sea un pastor quien lo haga? ¿No estoy en desobediencia para con el Señor si no lo puedo hacer? Lo tenemos muy arraigado con nivel y entidad de doctrina sustancial y, por contrapartida, es muy poca la información global que tenemos sobre el tema. Hoy me propongo, desde este pequeño trabajo que ha llevado su tiempo recopilar y editar, llevar algo más de claridad al respecto a los muchos hermanos en Cristo que no están acudiendo a ninguna de las iglesias evangélicas tradicionales. No es para los que sí lo hacen, ya que todavía están sujetos a sus usos y costumbres, sino para los que se han ido, que ahora deberán reencauzar sus convicciones desde afuera de los rudimentos clásicos. Déjame, antes de llegar a ninguna conclusión que te sea útil, hacer un poco de historia. Conjuntamente con ella y con lo que la Palabra dice al respecto, vas a descubrir que ciertas cosas no son como las hemos entendido. Como sucede con casi todo el evangelio. Y vamos a comenzar por una pregunta muy sencilla que no será tan sencillo cambiar de tu mente en lo concerniente a su significado. ¿Qué significa bautismo? O dicho de otro modo: Bautismo, ¿Significa lo que me han enseñado por años o es otra cosa que todavía ignoro? En principio, déjame decirte que las palabras comúnmente utilizadas en el Nuevo Testamento para denotar esta ordenanza son el verbo “baptizõ” y los nombres “baptista” y “bautismos”; pero ninguno de estos términos se emplea sólo en este sentido. El verbo se usa también para denotar la purificación ceremonial de los judíos antes de comer, para la que se vertía agua sobre las manos; figuradamente, para significar los sufrimientos de Cristo; y por último, para denotar la ordenanza bautismal. “Baptizõ” es la forma intensiva de “baptein”, que significa Sumergir, y tiene un sentido más amplio que éste. En la carta a los Hebreos “bautismos”, referido a los diversos lavamientos rituales ordenados en el Antiguo Testamento con referencia a los ritos del tabernáculo, se traduce “abluciones”; sin ningún género de dudas, se refiere a los lavamientos ordenados, etc. Hay un texto en esta carta que te dice con claridad como es este asunto de las limitaciones del culto terrenal, visto desde lo conceptual y no desde lo tradicional. (Hebreos 9: 6) = Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; (7) pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; (8) dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. (9) Lo cual es símbolo para el tiempo presente, (¿Qué dice que es para este tiempo actual? Símbolo), según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, (¿Qué dice que esto no puede lograr? La perfección de nadie que lo practique. ¿Y de qué se trata eso que practicamos y no nos hace perfectos?), (10) ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de las carne, impuestas (¿Hasta cuándo?) hasta el tiempo de reformar las cosas. (¿Cuándo llega esa reforma? Ya está aquí, es hoy.) El otro texto que se encuentra en esta misma carta a los Hebreos, tiene que ver con lo que se nos dice respecto a los peligros de cristalizarnos en doctrinas inocuas y no avanzar en los propósitos del Señor para este tiempo y su cumplimiento. (Hebreos 6: 1) = Por tanto, (Viene hablando de la inmadurez espiritual), dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, (Esto forma parte de la mención de seis doctrinas que constituyen los principios fundamentales de la vida espiritual. Los fundamentos no son para ser colocados de nuevo, sino para construir sobre ellos. Esto no puede lograrse sin depender de la ayuda de Dios), vamos adelante a la perfección, (Que es la madurez), no echando otra vez (Cuidado: No volviendo a colocar otra vez, eso dice) el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, (2) de la doctrina de bautismos, (Lo de los bautismos era una doctrina conjunta a otras practicadas en la época), de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. (3) Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite. (4) Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, (5) y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, (6) y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. El lenguaje de estos versos 4 y 5, describe con mucha claridad a aquellos que han experimentado la gracia salvadora de Dios, mientras que el lenguaje del 6, indica una completa renuncia de Cristo, un abandono deliberado y definitivo de la fe cristiana. La gente aludida aquí no son arrepentidos, sino apóstatas. No sólo han caído en pecado, sino que han renunciado a Cristo. Se han convertido en gente semejante a los que crucificaron a Jesús por el simple hecho de depender de otras doctrinas en lugar de hacerlo con la que emana de la cruz. En el bautismo, la idea expresada es la unión a alguien o a algo. Refiriéndose a los israelitas, se dice en 1 Corintios 10. 1-2 =Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar. Así, el bautismo cristiano es la identificación con Cristo en la esfera de Su autoridad y señorío, cuestión que no se discute pero que no tiene fundamento bíblico cierto y específico. El primer bautismo que hallamos es el bautismo de Juan. El bautismo de Juan tenía lugar en el Jordán, hacia donde las multitudes salían, y es mencionado una y otra vez como bautismo de “arrepentimiento”. Los que así se bautizaban debían dar frutos dignos de arrepentimiento. Ellos confesaban sus pecados, y exhortaban al pueblo a que creyeran en Aquel que vendría tras él, Cristo Jesús, de quien dio él mismo testimonio. Un residuo piadoso se separó por el bautismo esperando la venida del Mesías; por este bautismo se juzgaron a sí mismos, y se apartaron de la condición caída de la nación. El Señor Jesús fue bautizado por Juan, no en Su caso para confesión de pecados, sino para asociarse en gracia con el residuo arrepentido, para cumplir toda justicia. Su bautismo por Juan fue también la ocasión de Su ungimiento por el Espíritu Santo para Su ministerio público, y del testimonio del agrado del Padre en Él, Su Hijo. Aquí nos encontramos, entonces, con lo que hoy llamamos el bautismo cristiano. El bautismo cristiano implica la confesión de Cristo como Señor, constituyendo la identificación externa con Su muerte, y por ende el salirse o bien del terreno judío, culpable del rechazo de Cristo como Su Mesías, o del terreno gentil, sin Dios ni esperanza en este mundo. Este bautismo es “al (eis) nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Y “en, epi, el nombre de Jesucristo”. Las Escrituras no dan ninguna enseñanza concreta acerca del modo del bautismo. El gran tema del bautismo, entonces, es a quién somos bautizados. Sin embargo, la idea dada por la palabra es la de lavamiento como con los sacerdotes de antaño, más bien que un rociamiento, como con los levitas. Pablo dio una importancia secundaria al acto externo a la unidad entre los creyentes; sí hizo hincapié en el bautismo del Espíritu Santo, cosa que curiosamente no es creída por el ciento por ciento de la iglesia cristiana evangélica, y sigue siendo todavía hoy un motivo de división interdenominacional. Con respecto a quién puede recibir el bautismo, hay posturas divergentes. El Nuevo Testamento no menciona el bautismo de niños como tal; en las conversiones de Lidia, del carcelero de Filipos, y de Estéfanas, se afirma que con ellos se bautizó “toda su casa”, lo cual incluye en el término griego a todos aquellos que estaban sometidos a la autoridad del cabeza de familia, menores y esclavos. Se aduce que en el caso de la casa del carcelero de Filipos toda su casa se regocijó. Pero también es un hecho que el verbo creyó está en el original en masculino y singular, pudiéndose aplicar solamente al carcelero. Todo esto conduce a la conclusión de que con respecto al modo y receptores del bautismo sería imprudente llegar a conclusiones dogmáticas. Con respecto a la naturaleza del bautismo, es un acto externo que se refiere al terreno de confesión, testimonio, en identificación pública con la muerte de Cristo para andar en novedad de vida. Siempre me llamó poderosamente la atención en este tema, el excesivo celo conque muchas denominaciones tratan el tema del bautismo. Cursos, exámenes y diversas pruebas del tipo de juicio de Sanedrín es el que deben pasar algunas personas para poder pasar por el bautisterio de la iglesia. ¿Se olvidan del eunuco de Felipe que preguntó qué cosa impedía que él fuera bautizado? ¿Está comprobado en todos esos casos que los examinadores no se equivocaron y sólo acordaron el bautismo de gente irreprochable? La posición de que el bautismo da el nuevo nacimiento sostenida por la iglesia de Roma en base a Juan 3:5 es una mala interpretación del simbolismo de las Escrituras, que el apóstol Pablo, en cambio comprendió muy bien: “...el lavamiento de agua por la palabra” “la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”. Mira el texto completo de este episodio. (Juan 3: 1) = Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. (2) Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino está Dios con él. (3) Respondió Jesús y le dijo: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (5) respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (7) No te maravilles que te dije: os es necesario nacer de nuevo. (8) El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Así, como puedes comprobarlo al escucharlo con atención o leerlo por ti mismo con mucho cuidado, creo que te quedará más que claro que lo que tenemos en Juan 3:5, no es bautismo, sino la Palabra de Dios hecha eficaz por el Espíritu. Las distintas opiniones sobre el bautismo han dado lugar a diversos grupos eclesiásticos entre los cristianos. Estuve muchos años en una denominación a la que solamente se accedía como miembro oficial con todos los derechos y obligaciones, siendo bautizado. Antes de eso, ni miembro ni participante de la Cena del Señor o Santa Cena, otras de las legendarias vacas sagradas evangélicas. En un trabajo como éste, es difícil exponer las diversas posturas y sus pros y contras, y remitimos al estudioso a la bibliografía existente sobre el tema. En todo caso, siempre manteniendo vigorosamente el aspecto externo y no salvífico del bautismo, es de lamentar que en lugar de agua de unión, haya venido a ser “las aguas de la rencilla”. Sí hay que repetir hasta el cansancio lo medular el asunto: ser bautizado no te salva. Te salva creer en Jesucristo, pases o no por las aguas del bautismo. No interesa lo que se diga al respecto, interesa lo que la Biblia dijo. Quiero que escuches ahora un texto de lo más raro al respecto de este tema. Tanto que he oído predicar muy poco y nada sobre él, no sé si tú habrás tenido más providencia que yo. (1 Corintios 15: 20) = Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. (21) Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. (22) Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. (23) Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. (24) Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. (25) Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. (26) Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. (27) Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. (28) Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. (29) De otro modo, ¿Qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? Este último versículo ha dado origen activo a que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida como la iglesia de los Mormones, hayan incorporado un bautismo por aquellos muertos que se sospecha murieron sin conocer a Cristo. Sin embargo, este tan controvertido asunto que dio origen y lugar a un sinfín de polémicas y debates, tiene respuesta directa en la misma Biblia. Yo leí los pasajes desde el 20 al 29, pero ahora debo decirte que la explicación al verso 29, la encontramos en el verso 18, que dice:Entonces, también los que durmieron en Cristo perecieron, en tanto que el 19, que dice: Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres, es el que explica lo que se lee en los versos 30 al 32. (Verso 30) = ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? (31) Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero. (32) Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿Qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. Así, entonces, si no hubiera resurrección, los “que durmieron en Cristo perecieron... ¿Qué harán los que se bautizan por los muertos?” ¿Para qué ocupar los puestos de los que cayeron, y peligrar a toda hora, como soldados en una guerra, si los muertos no resucitan? ¿Qué aprovechaba a Pablo luchar contra fieras en Éfeso, si los muertos no resucitan? La alusión a “peligramos a toda hora” y a “batallé” es a los que están en peligro, como soldados en guerra. Bautizarse por los muertos, pues, se dice de aquellos que en la lucha toman el lugar de los caídos, por su profesión de fe hecha pública por el bautismo. No hay lugar para exégesis imaginativas de este texto. No obstante, el bautismo que sí tiene especial énfasis e hincapié en todo el contexto del Nuevo Testamento, es uno que no siempre es bienvenido en todas las congregaciones cristianas: el llamado Bautismo del Espíritu Santo. Es distinto del bautismo con agua. El bautismo de Juan es asimismo contrastado con éste. El bautismo cristiano, aunque distinto, era con vistas a la recepción del Espíritu Santo, pero no lo confería. Yo sé que muchos han creído, aprendido y enseñado que sí, pero la propia Biblia no lo respalda. Personalmente, fui bautizado en agua a la usanza evangélica tradicional por inmersión una noche de abril de 1978, pero al bautismo del Espíritu Santo, (Que en mi caso particular vino acompañado del don de lenguas, aunque creo y enseño que no es excluyente), lo recibí varios meses después durante una reunión común y sin ninguna invitación ni invocación especial al respecto por parte del predicador circunstancial. El bautismo del Espíritu Santo tuvo lugar en Pentecostés. El Señor dijo a Sus discípulos: Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. En Pentecostés los santos fueron todos bautizados por Él, un Espíritu en un solo cuerpo. Esto concuerda con el inicio de la iglesia en Pentecostés, y nos dice que nadie puede venir a formar parte del cuerpo de Cristo a no ser que el Espíritu Santo more en él, siendo así iniciado en él un cuerpo formado y caracterizado por el bautismo del Espíritu Santo una vez por todas. No obstante, entiendo y así he enseñado en los últimos quince años, que cuando entregamos nuestra vida a Jesucristo, aceptándolo como nuestro Salvador personal y pidiéndole que se transforme en Señor de nuestras vidas, acto que se conoce como el de la conversión, el Espíritu Santo viene a nosotros y nos sella para salvación con sello indeleble. Pero la llenura, plenitud o bautismo del Espíritu Santo, que es el shock integral que nos provee de aquellos dones que hemos recibido del Señor para capacitación ministerial futura, es un añadido que puede venir después o no, de acuerdo con nuestro anhelo, deseo y pedido especial a Dios para que nos lo brinde. De todos modos, aunque en muchos casos tiene una consecución con el acto del bautismo en agua, no está relacionado con éste en su recepción por parte del creyente. Ahora bien: ¿Vas a seguir creyendo que si no cumples con ese requisito simbólico y tradicional no serás salvo? ¿Tú has creído, realmente, que tantos y tantos pseudos cristianos, bautizados, que viven como les da la gana sin tener en cuenta la voluntad de Dios y, acaso, hasta sin creer de verdad en Jesucristo, serán salvos por el simple hecho de haberse bautizado? ¿Y que de todos aquellos que reciben genuinamente a Jesucristo como Salvador y Señor en un lecho de muerte, quizás horas, minutos o segundos antes de expirar, y no tienen ni tiempo ni posibilidades de pasar por esas aguas del bautismo? “¡Bueno, hermano! ¡En ese caso no sufrirán problemas porque no se bautizaron porque no les fue posible y Dios lo sabe!” – Efectivamente. Dios lo sabe. Puedes hacer algo fuera de los templos: si necesitas ser bautizado o que alguien lo sea, te reúnes con los hermanos que puedas, quizás en la costa de un río o arroyo y listo: lo pasas por el agua y bautizado será. ¡Hermano! ¡Todos sabemos que solamente bautizan los pastores! Perdóname: ¿Vas a seguir conforme a las disposiciones de la iglesia evangélica estructural o conforme a lo que Dios dice en su palabra? Porque si es esto último, jamás la Biblia habló de pastores bautizadores… Es más: ni siquiera habló de pastores, si es que estamos pensando en ese señor de saco y corbata que lidera un grupo, predica todos los fines de semana, ora por los enfermos y da consejos a los novios y a los matrimonios. De hecho, el término tiene nacimiento jerárquico como tal emanado de los obispos regionales del catolicismo romano, a los cuales se les empezó a llamar pastores que velaban por su rebaño. Y después te reitero aquella anécdota que seguramente bien conoces. Al negro feo ese que iba en el carro, conocido como el etíope, lo bautizó Felipe, ¿No es así? Y si hay un ministerio simbolizado por Felipe, no ha sido éste precisamente el del pastor, sino el del evangelista. ¿Recuerdas lo que pregunta el etíope? Se lo puede seguir preguntando hoy, cuando te presionan con cursillos, cursos y duros exámenes a cargo del sanedrín evangélico de turno. La pregunta, era: ¿Qué impide que yo sea bautizado? No leemos la respuesta de Felipe, pero la conocemos de memoria: Nada. La palabra Bautismo está veintitrés veces en la Biblia. Todas en el Nuevo Testamento y algunas repetidas en más de un evangelio. (Mateo 3: 7) = Al ver que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Dice Juan el Bautista que los religiosos venían a curiosear a su bautismo. Y no está hablando de una ceremonia que lo tenga a él como protagonista receptor, sino de una que lo tiene como protagonista ejecutor. Juan tenía un ministerio creado por él mismo del cual, como tantos, se sentía propietario y orgulloso. (Mateo 20: 22) = Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís, (Esto en relación con la madre de los hijos de Zebedeo, que le pedía que ellos se sentaran a su derecha y a su izquierda en el Reino), ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: podemos. (23) Él les dijo: a la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; peo el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. Este pasaje, que se repite en Marcos 10:38-39, da cuenta de la grandeza del servicio. El vaso se usaba como símbolo de una gran alegría o una gran pena. Aquí hay una referencia a la muerte de Jesús, y más específicamente, al juicio de Dios sobre el pecado. El bautismo del cual se habla aquí significa ser sumergido en el sufrimiento decidido por Dios. Por lo demás, cabe aclarar que Santiago y Juan ciertamente sufrieron, de eso no quedan dudas. Santiago fue el primero de los apóstoles en sufrir el martirio, y en sus últimos años, Juan también sufrió persecución y consecuente exilio. De acuerdo con la tradición cristiana, también fue martirizado. De eso es que habla Jesús cuando menciona bautismo, de ninguna manera en rituales o ceremonias con agua. (Mateo 21: 25) =El bautismo de Juan, ¿De dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Esto prosigue hablando de la calidad doctrinal o divina que tenía el bautismo que efectuaba Juan el Bautista. Los fariseos y principales de la ley no se ponían de acuerdo para evaluarlo y discrepaban sobre cómo responder a esa pregunta. El mismo texto está en Marcos 11:30 y Lucas 20:4. Marcos 1: 4) = Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Este era el ministerio de Juan el Bautista, un ministerio de preparación de terreno para el próximo advenimiento del Hijo de Dios encarnado. Texto paralelo en Lucas 3:3; 7:29 y varios alusivos al mismo tópico en el Libro de los Hechos 1:22; 10:37; 13:24; 18:25 y 19:3-4. (Lucas 12: 49) = Fuego vine a echar en la tierra; ¿Y qué quiero si ya se ha encendido? (50) De un bautismo tengo que ser bautizado; ¡Y cómo me angustio hasta que se cumpla! Así como la vida del creyente está caracterizada por el agua, su tarea ministerial tiene que ver con el fuego. Cuando un hijo de Dios planta y suelta la palabra, un fuego invisible pero consumidor comienza a extenderse y lo va quemando todo en purificación y limpieza. Esto es lo que Jesús efectuó en su protagonismo terrenal hasta el momento mismo de su muerte. Hacia ella se dirigía conforme al mandato divino. Porque es de esa instancia de la que Él habla cuando pronuncia el término bautismo. Habla de sumergirse en la oscuridad final como parte esencial de su ministerio póstumo. Y es de esa misma esencia ministerial de la que se habla en algunos textos como los siguientes: (Romanos 6: 3) = ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados (Sumergidos) en Cristo Jesús, hemos sido bautizados (Sumergidos) en su muerte? (4) Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (Colosenses 2: 11) = En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; (12) sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. No es necesario estirar más todo esto con textos similares. No es intención, tampoco, descalificar una práctica tradicional que, si bien no suma espiritualmente de modo importante, tampoco resta ni forma parte de lo negativo que gira en torno a la vida cristiana. Bautismo es sumergirse en Cristo, eso ha quedado claro. De allí en más, lo que se haga o no se haga con todo esto, siempre será patrimonio de cada uno. Lo más rescatable de este trabajo, a mi modesto modo de entender, es que le quita a este rito tan caro y arraigado entre nosotros, esa aura de cosa vital que tiene. ¿Está bueno bautizarse por inmersión, declarando que Cristo es el Señor y dando una prueba pública de nuestra fe? Sí, está bueno; fortalece los vínculos entre la iglesia y el hombre y de alguna manera consolida al creyente como parte integrante del cuerpo de Cristo. ¿Es vital eso para su salvación, su vida de fe o su ministerio terrenal? No. Y no lo es porque, así como tantos y tantos bautizados andan por la vida viviendo vidas que nada tienen que ver con el Reino de Dios, así también hay muchos que, sin haber pasado por esa piscina son pilares de fe y entereza. spreaker/user/4434247/sumergidos_en_que
Posted on: Wed, 12 Jun 2013 09:10:34 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015