01 June 2006 @ 09:08 pm ENTRADA 86 ( 1ª PARTE) Estamos jodidos. - TopicsExpress



          

01 June 2006 @ 09:08 pm ENTRADA 86 ( 1ª PARTE) Estamos jodidos. Terriblemente jodidos. Escribo esto en los primeros diez minutos libres que he tenido en las últimas veinticuatro horas. Estoy agotado, sucio y hambriento, pero por lo menos, aun estoy ileso. Prit no ha tenido tanta suerte. El si que está jodido de verdad. Hemos perdido nuestro transporte, estamos rodeados, casi sin agua ni alimentos y para rematarla no se donde está Lúculo desde hace horas. De traca. Todo iba demasiado bien. Y ese ha sido precisamente el problema. Nos confiamos. Bajamos la guardia. Empezamos a actuar como si fuéramos los héroes de una puta película de acción, y eso ha sido precisamente lo que nos ha pasado factura. La vida real, en esta situación que vivimos, es sucia, desagradable, dura y sobre todo terriblemente peligrosa .Así que, si estás jugando permanentemente con fuego, te quemas. Te quemas. Joder. Vaya ironía. Una vez mas me vuelvo a adelantar a los acontecimientos. Cuando salimos de las ruinas del Punto Seguro nos sentíamos eufóricos. Estábamos vivos, en buen estado, con un vehículo repleto de provisiones y armas y por encima de todo sabíamos donde estaba un helicóptero que nos podía sacar de aquel agujero. Todo parecía ir sobre ruedas. Prit conducía como un poseído a través de las calles abandonadas de un suburbio de Vigo. A través de la ventanilla veía pasar una serie de casas bajas de uno o dos pisos, la mayoría de ellas cerradas a cal y canto. Algunas incluso tenían tablas claveteadas cruzando la puerta y las ventanas de la planta baja. Aquella era una zona de chalets de lujo, una zona rica. Posiblemente aquel fue uno de los primeros barrios en ser evacuados por completo y el desalojo pudo ser ordenado y sistemático. El hecho de que casi todas las viviendas estuviesen tan bien protegidas apuntaba en esa dirección. Sin embargo, tras varios meses de abandono, aquélla zona empezaba a tener un aspecto realmente tétrico. Las casas asomaban medio ocultas tras la maleza salvaje de los jardines, y las malas hierbas tapaban por completo las señales de tráfico de las glorietas. Un camino particular, donde yacía de lado un incongruente triciclo rojo abandonado, comenzaba a verse devorado poco a poco por los setos de boj de sus laterales. Ante la ausencia de presencia humana, la naturaleza reclamaba su sitio. En aquella zona casi no se veían coches abandonados en los arcenes, ya que posiblemente sus propietarios habían huido con ellos a algún otro lugar, en un intento inútil de escapar de lo inevitable. Había muchos No Muertos por aquella zona, docenas de ellos. Su distribución por la ciudad es erratica y no parece obedecer a ningún tipo de patrón. Hay avenidas enormes donde no ves a ninguno de esos seres o como mucho un par de ellos y sin esperarlo, al doblar una esquina te puedes encontrar otra calle donde hay decenas, cientos de ellos vagabundeando o contemplando el infinito, esperando a que se acerque una presa. No tengo ni idea de que les motiva o que les impulsa a estar en un sitio u otro. Para mi son todo un misterio. Aquel barrio era una zona “caliente”. De cada bocacalle, de cada jardín, asomaban docenas de aquellos seres, algunos en aparente buen estado, otros terriblemente mutilados o desfigurados. Ya me he acostumbrado a su presencia, y ni siquiera me molesta su olor. En realidad, ni siquiera me repugnan. Se lo que son y ellos saben lo que soy yo.Punto. Prit zigzagueaba con la furgoneta, esquivando a los No Muertos que se cruzaban en nuestro camino. Iba terriblemente rápido, como siempre, y con cada giro los neumáticos de la furgoneta chirriaban, sacudiéndonos en su interior como guisantes en una lata. Los No Muertos estaban concentrados en grupos cada vez mas densos y Viktor se veía obligado a realizar autenticas proezas al volante para no embestirlos. Sin embargo, nuestra velocidad era cada vez mas lenta y una multitud cada vez mas abundante se iba sumando a nuestra persecución. Aquello no pintaba nada bien. No se de donde coño salió aquel tipo, pero no nos dio tiempo a esquivarlo. Un hombre de mediana edad, de unos cincuenta o cincuenta y cinco años , grueso, con una camisa abierta hasta la cintura y con un montón de cadenas de oro colgando del cuello apareció de golpe en medio de la calzada. La mitad de su rostro era un montón de jirones sanguinolentos y la palidez cadavérica de su piel demostraba a las claras que era uno de ellos. Prit acababa de pegar un volantazo para esquivar a un grupo de No Muertos apelotonado en medio de la calzada justo un segundo antes, así que era inevitable. No pudo ver a aquel individuo hasta que estuvimos encima de él. Con un fuerte topetazo, el cuerpo de aquel monstruo impactó contra el frontal de la furgoneta y salió despedido hacia un lateral, totalmente desmadejado, dejando un cuajarón de sangre corrupta en el parabrisas. Prit volanteó como un loco, tratando de recuperar el control del vehículo, pero la pesada furgoneta se deslizaba sin control arrastrando a varios de esos seres en su camino, mientras una serie de ruidos agoreros salían del motor. Con un espectacular trompo, nuestro transporte se detuvo por fin en medio de la calzada, envuelto en un intenso olor a goma quemada. Por un instante, se hizo el silencio. Exhale aire, sin ser consciente de que había estado conteniendo la respiración. Una vez mas me alegré de la enorme habilidad del ucraniano al volante. Había evitado que nos estrellásemos y además había conseguido que la furgoneta no se calase, lo cual en aquellas circunstancias podría haber sido absolutamente fatal. Sin embargo el motor sonaba como si se estuviese desmontando por segundos y un fino hilillo de vapor asomaba por una junta deformada tras el impacto. El radiador tenía una fuga, y sospecho que no era pequeña. Aquel motor tenía las horas contadas. De hecho, era un milagro que aún siguiera en marcha. Engranando lentamente las marchas, Prit nos puso de nuevo en marcha, esta vez mas lentamente. En aquel momento ya no nos reíamos. En aquella zona, plagada de seres y con todas las casas cerradas a cal y canto, si el motor se detenía estábamos condenados a una muerte segura en cuestión de segundos. Los siguientes veinte minutos fueron interminables. La furgoneta, con los neumáticos del lado derecho reventados, circulaba lentamente a través de la urbanización, envuelta en una nube de humo y con el indicador de temperatura al máximo. Pronto nos vimos obligados a reducir la velocidad a unos miserables quince kilómetros por hora, mientras oíamos docenas de manos aporreando los laterales de la furgoneta. Súbitamente, la ventana de mi lado explotó en un millón de fragmentos. Seguramente estaba agrietada por algún golpe anterior y un puñetazo de esos seres la había pulverizado. Una mujer joven trató de encaramarse a través de la ventanilla recién reventada. Llegó a tocarme en la cara con sus manos, mientras intentaba agarrarme. Estaba fría. Fría ,húmeda y muerta. Volví a sentir pánico, casi como al principio de toda esta pesadilla. Paralizado de terror, podía sentir su cuerpo tratando de deslizarse dentro del vehículo, mientras Prit gritaba frases histéricas en ruso y Lúculo bufaba dentro de la red, enseñando todos los dientes. Solo cuando me apoyó una mano en el muslo conseguí sacudirme el bloqueo. Agarrando el AK 47 golpeé fuertemente la culata contra la sien de la mujer. Al sentir el golpe levantó la cabeza y vaciló por un segundo, contemplándome con sus ojos muertos y inyectados en sangre. En ese instante le propiné otro golpe en plena cara y la mujer se deslizó de nuevo por la ventanilla, incapaz de agarrarse , con el rostro totalmente desfigurado. Me gire hacia Prit, cubierto de sudor y completamente demudado. Una simple mirada me bastó para hacerle entender que o salíamos inmediatamente de allí o éramos hombres muertos en cuestión de minutos. El vigoroso ucraniano asintió con la cabeza y estrujó un poco mas el deteriorado motor, que respondió a la petición con un quejumbroso sonido. Una vez mas, el azar jugó a nuestro favor. A tan solo 500 metros de nosotros, semioculta por la maleza, una señal nos indicaba el cercano acceso a la autovía de circunvalación. Un poco mas y estaríamos casi salvados. Con un ultimo esfuerzo, Prit enfiló la cuesta de acceso a la autovía. Allí, a medida que íbamos teniendo mas espacio, nuestro vehículo iba adquiriendo mayor velocidad, eso si, en medio de unos escalofriantes sonidos provinientes del motor descompuesto. Por fin estábamos en la autovía.. Nos relajamos, aliviados. No sabíamos que lo peor estaba a punto de llegar. Le sigo cuando digan como van... Z-kary.raaw
Posted on: Fri, 26 Jul 2013 06:00:54 +0000

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