08-08-13 Tras la noche, Silvano estaba ni para escribir. La que - TopicsExpress



          

08-08-13 Tras la noche, Silvano estaba ni para escribir. La que quieres no ha dormido. Y te transmite su pena. Tú, en extraño duermevela, pensabas en la noche cómo se deteriora tu cuerpo, tu piel que parece un eccehomo esquinado por doquier. Antes, ni obstáculos aparecían en tu ambular. Ahora todo es tropiezo. Rojeces y hasta sangrantes lesiones. Pasto de moscas perdidas… Carnaza, carroña de difunto. En casa, siempre la mosca que ataca tu despojo. En el bar, que te tomas una cerveza, con limón y calamares, la mosca. En la consulta del oncólogo. En la del cardiólogo. La mosca… Tu pelo, más bien una calva. La hermana, hermanastra, la quimio que no sé si cura pero mata Pensabas y pesabas, que pensar también es pesar, tu circunstancia en un amanecer con desánimo. Tampoco pasa nada porque no escribas. Total… Pero ¿Por qué no? Te decides y buscas inspiración en el Quijote, capítulo XX de la Segunda Parte: Apenas la blanca aurora había dado lugar a que el luciente Febo con el ardor de sus calientes rayos las líquidas perlas de sus cabellos de oro enjugase, cuando don Quijote, sacudiendo la pereza de sus miembros, se puso en pie y llamó a su escudero Sancho, que aún todavía roncaba… Prosa pastoril. Cervantes, tan atento a sosegados amaneceres de La Mancha. Este amanecer que te recuerda el que ayer viste desde tu ventana que venía de Oriente tras la Torre Aragonia y otros edificios. La sonrisa del Alba y la Aurora… Y el Caballero de los Leones mira a Sancho roncador. Lo ideal y lo real: —¡Oh tú, bienaventurado sobre cuantos viven sobre la haz de la tierra, pues sin tener invidia ni ser invidiado duermes con sosegado espíritu, ni te persiguen encantadores ni sobresaltan encantamentos! Duermes, digo otra vez, y lo diré otras ciento, sin que te tengan en continua vigilia celos de tu dama, ni te desvelen pensamientos de pagar deudas que debas, ni de lo que has de hacer para comer otro día. Duermes, Sancho. Roncas. Y aquí, el sueño se ausentó de nuestros párpados. A veces, ni el sosiego de la conciencia es suficiente para que nos visite el que dicen Morfeo. Vaya, por Dios. Y sigue D. Quijote hablando con su escudero que ni despierta ni deja de roncar: Ni la ambición te inquieta, ni la pompa vana del mundo te fatiga, pues los límites de tus deseos no se estienden a más que a pensar tu jumento. “A más que a pensar tu jumento”. Las palabras encierran misterios y gozos como este pensar. Resulta, no cabe duda, que Sancho piensa en su jumento. Pero también lo piensa. Resulta que el verbo pensar es también “dar pienso” a los animales. Al rucio. Y fin. Un soneto me manda hacer Violante, (…) que voy los trece versos acabando; contad si son catorce, y está hecho. (Lope de Vega) (De nuevo, tuamancer de agosto. Cantiga LVII, ladrones que roban a peregrinos a Montserrat)
Posted on: Thu, 08 Aug 2013 06:44:59 +0000

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