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1. Conocimiento criminológico — quién y para qué? Si la Criminología se entiende como una investigación fundamental aplicada, entonces se plantea también la cuestión de a quien sirve esta investigación, al menos de a quien debe servir, o si carece en absoluto de consecuencias. Existen experiencias y análisis que ponen de manifiesto que son equivocadas, incluso ingenuas, las grandes expectativas sobre la posibilidad de influir la Criminología en la Política criminal, sea en el sentido de legitimarla o privarla de legitimación (más detalle en LB. § 21, 2). Los caminos de la Política criminal son demasiado intrincados y plurales para ello. Por esta razón se comprende que en tiempos recientes se admita con cierta resignación «que la investigación criminológica tenga lugar, en principio por voluntad del investigador, para sí mismo, y que, habitualmente, ejerza una influencia indirecta en la socialización y legitimación» (QuEN SEL, 1984, 213 s.). Hay que mostrarse de acuerdo con esto, siempre y cuando no se excluya el interés por conocer, es decir, la búsqueda de la verdad. Aquí es donde, en primer término, halla el criminólogo su legitimación. Sin embargo, en la medida en que los criminólogos contribuyen a soluciones político criminales, sirven también de modo necesario al «poder», esto es, a los grupos que de forma legítima imponen objetivos e intereses a la sociedad. Toman partido por la sociedad organizada en Estado o por determinadas minorías. Este conflicto no puede suavizarse y menos solucionarse ignorando el concepto (sociológico) de «poder» o rechazándolo por inapropiado. Pues incluso si no se «llama por su nombre» al papel del criminólogo y a la finalidad de su saber, subsistirá el problema del «poder» y de su participación en él. Los fenómenos del desgaste y el abuso del concepto de «poder» en los últimos años no permiten otra conclusión. Del mismo modo el «saber sobre el poder o sobre el rendimiento» puede (también) con tribuir de muy diverso modo a la transformación práctica del mundo y a posibles progresos. 2. Tipos de conducta del criminólogo Los criminólogos, como investigadores que siguen la práctica o, incluso, como políticos criminales prácticos corren, por lo demás, el peligro de convertirse en defensores del status quo. Cierto es que ese riesgo afecta no sólo a los criminólogos, sino también a los asistentes sociales y a todos los expertos que «se relacionan» con el sistema jurídico penal establecido. Los científicos vinculados a la práctica tienden a perder la distancia crítica respecto a ella. Más aún, el campo de la investigación aplicada favorece a aquellos científicos cuya es cala de valores discurre en gran medida de conformidad con la sociedad. La conformidad, a su vez, parece sospechosa a algunos científicos por su tendencia a estabilizar el status quo. Esto es válido, en particular, para los movimientos de protesta extendidos por todo el mundo a mediados de los años sesenta. Ilustran estas posturas expresiones como las de «Criminología con fines de crítica de la sociedad» o «ausencia de teoría y sometimiento político — lo destructivo y lo constructivo en relación con la Criminología alemana». Según el actual espectro de la Criminología, que abarca desde la ciencia de la legitimación hasta la crítica de la sociedad, el papel del criminólogo, pese a algunas interferencias, puede caracterizarse del mejor modo mediante cinco tipos de comportamiento. 1. El observador, que describe las cosas como «son», o como se las encuentra; 2. el teórico, que explica las relaciones; 3. el ideólogo, que argumenta a favor o en contra del estado de cosas y formula propuestas sobre cómo debería ser en realidad; 4. el práctico, que contribuye a lo que debería ser según su concepción, y 5. el metodólogo, que, entre otras cosas, analiza los tipos de comporta miento antes mencionados. Se preguntará, por ello, si el criminólogo tiene que limitarse a observar y «deshacer hechizos» o si también ha de contribuir a lograr mejores soluciones jurídico criminales, con lo cual perdería acaso su distancia crítica. Naturalmente que esta pérdida de distancia se presenta también cuando los criminólogos simpatizan con grupos sociales marginados, por ser responsable frente a ellos, y toman partido contra la sociedad establecida. En tales casos de «defensa sin en cargo», la motivación suele ser que la minoría en peligro no puede expresar de modo suficiente su propia voluntad ni imponerla.
Posted on: Thu, 27 Jun 2013 11:17:24 +0000

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