11 se septiembre. Primero, al día siguiente, en 1995, con mi - TopicsExpress



          

11 se septiembre. Primero, al día siguiente, en 1995, con mi hermana nos enteramos de que había fallecido nuestro papá. Se suponía que había fallecido el 11, o el 10, quizá. Pero, como soy arraigada a las fechas y la vida no es eso que se vivió sino lo que uno recuerda haber vivido, dicen los que no saben, la fecha de mi estallar en trozos y a la vez sentir alivio, fue 12 de septiembre. Ese día que no fue ese día, en 1910, había nacido uno de los, para mi, más grandes escritores, periodistas y críticos de arte de Argentina: Manuel "Munucho" Mujica Láinez. Hombre de lustrada prosa, de intenso juego entre distintos pasados y presentes, de sabiduría única. Lúdico, cínico también, jugoso, brillante, cuidadoso, puntilloso. Maravillado por la inteligente idea de instalarse en una casona en Córdoba, en medio de la Cumbre, no detuvo el lápiz. Dejó huellas ineludibles. Fue censurado por Onganía y aplaudido por la vida que, hasta hoy, deja en cada chico que pasa por una escuela a un especial niño: "El hombrecito del azulejo", cuento de la gran "Misteriosa Buenos Aires". Antes, escribió la gran "Bomarzo". Antes, mucho más. Después, mucho más. Periodista de noches incansables descubrió en su creencia de la reencarnación, en los juegos entre la vida y la muerte, que tenía con qué enfrentar a eso que que tanto temía y amaba: El tiempo. Luego, en 1973 justito, ahí, hacía menos de un mes, cuentan que yo nacía. Y la injusticia, a la vez, el honor, la templanza, la honradez, la humildad, la lucha por ideales quedaban parasiempre (todo junto) en la Casa de la Moneda de Santiago de Chile, cuando Salvador Allende se pegó un tiro. Un golpe de Estado había sucedido. Chile era horror, pues todas las fuerzas militares se lo habían apoderado con su común brutalidad, bestialidad y violencia porque si. Porque si la violencia, o por cobardía. El golpe, a pedido, claro. Luego de reformas agrarias, nacionalización de la economía y una idea: llegar, mediante el socialismo y sin armas (discusiones al margen pues eso también le costó una parte del final), a hacer un país socialista en América Latina. Este hombre que no gritaba (mucho) al hablar, que tenía la famosa "falta de carisma" que los argentinos decimos que queremos de un político, demostró, siempre, que no se necesita de levantar de más la voz para hacer lo que se debe hacer, para ser. El tipo se suicidó por valentía, para dejar su enseñanza: ser quien se es hasta y en toda consecuencia. No lo iban a matar esos cobardes. Lo hizo él. No iba a abandonar el lugar a donde el pueblo lo había llevado. Y lo dijo, se lo escuchó un rato antes como debía ser. No dejaría su lugar y sus convicciones en manos de bestias que buscaban todo lo contrario que él para su república. Esos hombres y mujeres que marcaron para siempre la historia chilena, jamás sabrían de asegurar un litro de leche a cada chico de todo el país. Sin afiliaciones políticas, sin pedirles que lo aplaudan a cambio. Nadie lo iba a sacar de sus ideales. Los que compartió con el Che Guevara, con Castro en su momento, con países de África afectados por la injustica. Muchos años después, mi amigo Gustavo Sigal me llamaba por teléfono: "Chilindrina: prendé la tela que están tirando abajo las torres gemelas en Nueva York; es increíble". Y después... que quién fue. Que los muertos, que el terror. Que el propio gobierno de EE UU... que sus negocios, como siempre. Y al final, cada 11 de septiembre lo he visto por TV. Y al principio, cada 11 de septiembre, leo un discurso o acción política de Allende y abro Misteriosa Buenas Aires para leer aquello que subrayé y saber por qué lo hice. Saber si sigo pensando, sintiendo así. Y sí. Y quiero ser parte y no mirar la vida por TV. Gracias y perdón, Allende. Gracias Manucho. Adiós papá que no lo fuiste, pero que la vida te puso ahí, acá, en mi, por algo.
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 16:50:56 +0000

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