120 CRISIS DE CONSCIENCIA John Booth, miembro del primer comité - TopicsExpress



          

120 CRISIS DE CONSCIENCIA John Booth, miembro del primer comité de cinco, y en su vida temprana un agricultor de la parte norte del estado de Nueva York, un hombre apacible que pensaba profundamente pero normalmente tenía dificultad en expresar bien esos pensamientos, pareció haber descrito de la mejor manera lo que ahora vino a ser el caso con la corporación. En una de las primeras reuniones del comité de cinco, él había dicho: Una corporación es sencillamente una herramienta legal. Es como una pluma que está sobre el escritorio. Cuando quiero usar la pluma. la tomo en mi mano. Cuando termino, sencillamente la vuelvo a poner sobre el escritorio hasta que quiera usada de nuevo. Esa llegó ahora a ser la posición de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract de Pennsylvania y sus corporaciones subsidiarias. Inevitablemente eso quiso decir que el poder de la presidencia quedó diezmado y virtualmente desapareció, ejerciendo ahora casi puramente, una mera función legal. Cuando Nathan Knorr murió, el Cuerpo Gobernante consideró la cuestión de su sucesor. Los posibles candidatos eran el vicepresidente Franz, y Milton Henschel, quien había trabajado en asociación cercana con Knorr en la administración. Henschel hizo la moción de que Fred Franz fuera el presidente y esto fue aprobado unánimemente. Cuando llegó el momento de escoger el reemplazo de Knorr como “Coordinador” del Comité de Publicación, Henschel parecía ser el sucesor lógico, pero Fred Franz, ya presidente de la corporación, habló a favor de Lloyd Barry. Las relaciones entre Knorr y Henschel se habían enfriado en años recientes y en una entrevista con el primer comité de cinco, Knorr había dado a entender que él consideraba que Barry podría asumir el trabajo que él efectuaba (su trabajo presidencial) si fuera necesario. Evidentemente Fred Franz consideró que esto era algo semejante a las instrucciones del lecho de muerte del Juez Rutherford y consideró que alguna transferencia del “manto” a Barry era apropiado, pero el voto del Cuerpo nombró a Henschel al puesto. Un artículo en la revista Time, informando de la elección de Fred Franz como el nuevo presidente, declaró: Aunque pocas personas conocen su nombre él ha adquirido poder mayor que aquel del Papa sobre 2.2 millones de almas alrededor del mundo.21 Apenas podía ser más incorrecta esta declaración. Hubiera sido cierta más o menos un año antes, pero el puesto de presidente, aunque todavía llevaba una medida de prestigio y prominencia, ya no era la base 21 Time del 11 de julio del 1977, p.64 D. Spanish cc chap4 2008 120 1/12/10, 12:33 PM Conmoción interna y reestructuración 121 de poder por toda la tierra que había sido. Pocas personas fuera del Cuerpo podían apreciar cuán drástico había sido el cambio que tuvo lugar. Si el presidente, en efecto había tenido poder de alcance papal, aunque sin ninguno de los atavíos y pompa del papado, los superintendentes de sucursal habían sido el equivalente en dominio a los arzobispos, cada uno siendo el “ministro presidente del cristianismo para el territorio al cual él había sido asignado.”22 Aquí, también, comenzó un cambio a medida que los Comités de Sucursales asumieron esta responsabilidad. Los años 1976 y 1977 trajeron algunos momentos placenteros. Un clima muy diferente parecía evidente en las oficinas de la sede central, un espíritu de mayor hermandad, franqueza e igualdad. Algunos lo compararon a la “ventana” que el Papa Juan XXIII había abierto en la Iglesia Católica para “dejar entrar el aire fresco.” Los nuevos comités del Cuerpo Gobernante pusieron en vigor varios cambios para mejorar las circunstancias de la familia Betel, tanto en Brooklyn como entre las más de noventa sucursales. Se dio mayor consideración a las necesidades financieras de los tal llamados “miembros comunes,” a las necesidades especiales de las mujeres y aquellos que eran de más edad. Una serie de reuniones se llevó a cabo durante 1976 con hombres respetados y estimados en varias categorías: representantes de las sucursales de alrededor del mundo fueron traídos primero; entonces representantes viajeros de todos los Estados Unidos; finalmente ancianos de congregación representando los diferentes sectores del país fueron invitados a Brooklyn. En todos los casos hubo cierta libertad de discusión y expresión que la mayoría halló que era refrescantemente diferente de cualquiera experimentada en el pasado. En el nivel congregacional, dudo que mucho de esto se percibiera, ya que las muchas sugerencias hechas por estos hombres invitados no se pusieron en vigor a grado mayor alguno. Aún así, muchos Testigos expresaron aprecio de que, por lo menos por un tiempo, el material publicado dio énfasis más fuerte a la autoridad de las Escrituras y la jefatura de Jesucristo y menos a la autoridad de una organización humana. En general sintieron que una manera de tratar los asuntos con mayor moderación, mayor equilibrio y con más compasión había sido implantada. Como lo declaró una Testigo de muchos años, “antes yo me sentía como que tenía que hacer las cosas; ahora comienzo a sentirme como que quiero hacerlas.” 22 Citado de las páginas 5 y 6 del libro Branch Office Procedure (Procedimiento de oficina de sucursal, versión en inglés), el cual era un manual para todas las oficinas de sucursal en efecto en aquel entonces. D. Spanish cc chap4 2008 121 1/12/10, 12:33 PM122 CRISIS DE CONSCIENCIA En cierta medida las sesiones del Cuerpo Gobernante manifestaron esta atmósfera cambiada. El pasar del muy publicitado año del 1975, sin la esperada llegada del jubileo milenario, indudablemente tuvo un efecto humillante, el dogmatismo disminuyó de manera perceptiva. Durante las votaciones se demostró más cautela en cuanto al poner nuevos reglamentos sobre la vida de las personas y menos inclinación a categorizar determinadas acciones como “ofensas para expulsión,” aunque nunca en un sentido completo. Durante este año (1976), la salud de Nathan Knorr comenzó a deteriorarse. Sin embargo, mientras pudo asistir él participó en consideraciones y, aunque claramente no estaba contento con los cambios hechos, mostró generalmente una actitud cooperativa y útil. Sus expresiones a veces ayudaron a vencer puntos de vista extremados. Aunque rara vez basados en argumento bíblico, reflejaban su sentido común de tratar los asuntos. A través de la mayor parte de este período el vicepresidente Franz prefirió sentarse y escuchar, sólo participando ocasionalmente en la consideración y, casi sin falta, lo que él decía lo decía al final de la consideración, inmediatamente antes de que se efectuara la votación. Para ese punto el consenso general del pensar del grupo era bastante evidente (basado en los comentarios individuales hechos) y a menudo las declaraciones de él eran opuestas a la inclinación de la mayoría. Quizás nada ilustra más fuertemente el cambio en la manera de pensar del Cuerpo durante este período como lo hace el hecho de que la votación, aunque algunas veces demostraba una inclinación inf1uenciada por las declaraciones de último minuto del vicepresidente, a menudo eran contrarias a sus expresiones. Sin embargo, principalmente, durante este período él no daba indicación de su manera de pensar sino hasta el momento de hacer la votación y, como se indica en el registro de las “Minutas” oficiales, había numerosos casos donde la votación leía, “Dieciséis (o cualquiera que fuera la cifra) a favor; una abstención,” la abstención siendo la del vicepresidente. Esto generalmente era donde había cuestiones que tenían que ver con cambios en los llamados “asuntos de expulsión.” En cuestiones seglares, tales como la compra de propiedad, el procedimiento de oficinas, o los nombramientos a membresía en comités de sucursal, las votaciones generalmente eran unánimes. Cuando se hizo la votación para el nuevo arreglo, hallé difícil creer que un cambio tan grande en la estructura de autoridad en efecto hubiera tenido lugar, particularmente en vista de la intensa oposición D. Spanish cc chap4 2008 122 1/12/10, 12:33 PM Conmoción interna y reestructuración 123 que el efecto “nivelador” e igualador del cambio permitiera mayor moderación, una reducción del dogmatismo, un mayor interés en los individuos y en sus circunstancias y problemas individuales, así como, tal vez algún día, la eliminación del trato autoritario que produjo tantas reglas y que asumió un control tan grande sobre la vida personal de la gente. Como se ha notado, parte de eso tuvo lugar. Se efectuó por algún tiempo. Luego, dentro de unos dos años, como una brisa fría de fines de otoño que señala el acercamiento de un frío mayor de invierno, evidencia de un movimiento claro de regreso al trato anterior, comenzó a salir a la superficie vez tras vez. D. Spanish cc chap4 2008 123 1/12/10, 12:33 PM124 CRISIS DE CONCIENCIA 5 TRADICIÓN Y LEGALISMO Así pues, ustedes han anulado el mandato de Dios para seguir sus propias tradiciones. . . . sus enseñanzas son mandatos de hombres.—Mateo 15: 6, 9, Versión Popular. L A inmensa mayoría de los Testigos de Jehová tienen la idea de que las sesiones del Cuerpo Gobernante son reuniones de hombres que dedican gran cantidad de su tiempo al estudio concienzudo de la Palabra de Dios. Piensan que se congregan para humildemente considerar la mejor manera de ayudar a sus hermanos a entender las Escrituras, para abordar maneras constructivas y positivas de edificarlos en la fe y el amor, cualidades que motivan las genuinas obras cristianas, sirviéndose para ello de esas sesiones en las que siempre se acude a las Escrituras como la única autoridad válida y suprema. Como se ha señalado, los miembros del Cuerpo Gobernante sabían mejor que nadie que los artículos de La Atalaya en los que se describe la relación entre la corporación y el Cuerpo Gobernante exponían un cuadro no ajustado a la realidad. Asimismo, los miembros del Cuerpo Gobernante saben mejor que nadie que el cuadro descrito en el párrafo anterior difiere considerablemente de la realidad. Yo pasé nueve años en el Cuerpo Gobernante. Repasando el contenido de reunión tras reunión, lo más significativo, el rasgo constante y lo que más tiempo ocupó fue el dirimir sobre asuntos que, al final, respondían a la pregunta “¿Es esto un asunto que merezca la expulsión?” Yo compararía al Cuerpo Gobernante (cosa que a menudo hice mentalmente) con un grupo de hombres parapetados contra una pared E. Spanish cc Chap 5-OP2 124 1/12/10, 1:02 PM Tradición y legalismo 125 a los que numerosas personas les lanzan pelotas para que ellos a su vez las cojan y se las devuelvan. Esas pelotas son tantas y tan frecuentes que dejan poco tiempo disponible para dedicarlo a otros asuntos. Y, en efecto, parecía que cada regla establecida y transmitida en cuestiones de expulsión únicamente resultaba en suscitar aspectos nuevos sobre el particular que llegaban a nosotros, dejándonos escaso margen de tiempo para pensar, profundizar, discutir y actuar de manera realmente positiva y constructiva. A través de los años asistí a muchas, muchas sesiones en las que se abordaron cuestiones que podían afectar seriamente a la vida de las personas en las que no se utilizó la Biblia y ni tan siquiera fue mencionada por la práctica totalidad de los participantes. Había motivos para ello, una combinación de motivos. Muchos miembros del Cuerpo Gobernante admitían que se encontraban tan ocupados en diversos asuntos que les quedaba poco tiempo para el estudio de la Biblia. No resulta exagerado decir que el promedio de aquellos miembros no se tomaba más tiempo, incluso se tomaba menos tiempo para tal estudio que muchos Testigos entre los llamados “miembros comunes”. Algunos de los que formaban parte del Comité de Publicación (que incluía a los oficiales y directores de la corporación de Pennsylvania) destacaban en este aspecto dada la enorme cantidad de papeleo que manejaban y, evidentemente, consideraban que cosas tales como la revisión y presentación de conclusiones o recomendaciones no podían o no debían delegar en otros. En las escasas ocasiones en las que se había programado una consideración estrictamente bíblica, se debía por lo general a la discusión de uno o varios artículos de La Atalaya que alguien había preparado y sobre los que existía alguna objeción. En estos casos solía ocurrir que, aún habiendo sido informados sobre el particular con una o dos semanas de antelación, Milton Henschel, Grant Suiter o algún otro miembro del mencionado Comité se veían obligados a decir: “He estado tan ocupado que únicamente tuve tiempo de echarle una ojeada”. No había motivo para dudar de que efectivamente hubieran estado muy ocupados. La cuestión que surgía era ¿Cómo en tal circunstancia podían ellos votar en conciencia para aprobar una información, siendo el caso que ni habían podido reflexionar sobre la misma ni habían examinado las Escrituras para su comprobación? Una vez publicado, aquello iba a ser considerado como “verdad” por millones de personas. ¿Qué trabajo relacionado con el papeleo podría ser tan importante como este asunto?. E. Spanish cc Chap 5-OP2 125 1/12/10, 1:02 PM126 CRISIS DE CONCIENCIA Pero esos hermanos en modo alguno eran los únicos. Las propias aportaciones al debate claramente ponían en evidencia que la inmensa mayoría de los miembros del Cuerpo se habían limitado a poco más que la mera lectura de la información. Con frecuencia se trataba de algún asunto ideado y desarrollado por el propio escritor sin previa consulta con el Cuerpo aún cuando implicara algún “nuevo entendimiento” de las Escrituras y, a menudo, el escritor ya había perfilado toda su argumentación y llevado a cabo la redacción final sin haber discutido la información ni haber contrastado su opinión con alguna otra persona. (Incluso en vida de Nathan Knorr ese fue el procedimiento habitual seguido por el principal escritor de la Sociedad, Fred Franz. Tan sólo cuando él había terminado de darle forma definitiva a la información existía la posibilidad de que otra persona—por lo general el presidente—accediera a la consideración y examen de las ideas y la interpretación expuestas). Con frecuencia la argumentación resultaba compleja, intrincada, tal que una lectura superficial sería incapaz de suministrar base analítica imprescindible para probar su validez y determinar si la información tenía fundamento bíblico sólido o se trataba de mera ‘ingeniería mental ’, un ejercicio hábil de alambicada dialéctica aplicada a los textos mediante el cual se les atribuía algo que en realidad no decían. Quienes se habían limitado a la mera lectura de la información solían votar a favor. Los que además habían dedicado un tiempo extra a estudiarla y habían llevado a cabo alguna investigación adicional eran quienes más probablemente presentaban objeciones serias. Así, después de abordar un artículo de Fred Franz en el que exponía el punto de vista de que “la fiesta de la recolección” (celebrada, según la Biblia, en el cierre de la estación de la cosecha) representaba un acontecimiento en la historia de los Testigos al comienzo de su cosecha espiritual, se llevó a cabo una votación entre los miembros que resultó suficientemente favorable para su aceptación. Lyman Swingle, a la sazón coordinador del Comité de Redacción y que no había votado favorablemente, dijo entonces: “Muy bien, si es eso lo que quieren, lo enviaré a fábrica para que se imprima. Lo cual no significa que yo lo crea. Tan sólo es una piedra más que se acumula en el enorme monumento que da testimonio de que La Atalaya no es infalible.” Una segunda razón para la falta de verdadera discusión bíblica es, según creo, consecuencia de lo anterior. Se trata de que la mayoría 1 Véase The Watchtower del 15 de febrero de 1980, páginas 8-24. E. Spanish cc Chap 5-OP2 126 1/12/10, 1:02 PM Tradición y legalismo 127 de los miembros del Cuerpo no habían llegado a estar realmente versados en las Escrituras, ya que su “estar muy ocupados” no era algo de origen reciente. En mi propio caso, hasta 1965 estuve envuelto en tal “molino” de actividad agobiante que encontraba poco tiempo para dedicarlo a estudio verdaderamente serio. Y pienso que el problema es aún más profundo. Creo que el pensamiento dominante sencillamente era que el estudio y la investigación no eran muy necesarios, que las normas y las enseñanzas que la organización había desarrollado durante décadas constituían en sí mismas una guía segura, de tal manera que cualquier propuesta que pudiera presentarse en el Cuerpo se consideraría acertada en la medida en que estuviera conforme con dichas normas o enseñanzas. Los hechos nos llevan a esa conclusión. En ocasiones lo que estaba siendo una larga discusión sobre algún aspecto relacionado con la “expulsión” tenía una repentina solución cuando uno de los miembros había encontrado una declaración relacionada con el tema en el libro Organización o más probablemente en el libro “Ayuda para contestar la correspondencia de la sucursal,” un compendio de normas organizadas por orden alfabético con un amplio contenido de temas (empleo, matrimonio, divorcio, política, temas militares, sindicatos, sangre y otros muchos). Una vez se disponía de tal declaración, aunque careciera de referencia bíblica que apoyara aquella norma, parecía suficiente para que la mayoría de los miembros del Cuerpo tomara su decisión, normalmente un voto sin vacilaciones favorable a cualquier moción acorde con la norma impresa. Contemplé eso en varias ocasiones y jamás dejé de impresionarme al ver cómo una simple norma impresa podía llevar a cabo un cambio tan repentino en el avance y conclusión de lo que hasta ese momento había sido un largo debate. Una última razón para que la Biblia tuviera escaso protagonismo en esas discusiones era que uno tras otro, los asuntos a tratar giraban en torno a temas que no aparecen explícitamente en las Escrituras. Por mencionar ejemplos concretos, pudiera tratarse sobre si una inyección de suero se consideraría lo mismo que una transfusión de sangre, o si aceptar plaquetas merecería la misma objeción que aceptar glóbulos rojos. También pudiera tratarse de la norma para el caso de una esposa que comete un acto de infidelidad en cuanto a que está obligada a confesarlo a su marido (aún sabiendo que se trata de una persona de carácter extremadamente violento) o, en caso contrario, no se consideraría válida su declaración de arrepentimiento, quedando así expuesta a ser expulsada. ¿Qué parte de las Escrituras trata de asuntos de esta naturaleza? E. Spanish cc Chap 5-OP2 127 1/12/10, 1:02 PM128 CRISIS DE CONCIENCIA Consideremos este caso que llegó al Cuerpo Gobernante para que lo abordara y tomara una decisión. Un Testigo de Jehová, conductor de camión como repartidor para la compañía Coca-Cola, tenía en su ruta una gran base militar en la que tenía que hacer varias entregas. La cuestión era: ¿Podía desempeñar ese trabajo y continuar siendo miembro aprobado de la congregación o se trataba de una actividad merecedora de expulsión? (El quid de la cuestión estaba en el carácter militar tanto de la propiedad como del personal) De nuevo, ¿qué parte de la Escritura expone tales asuntos de manera clara y razonada, del tal forma que no haya que acudir a razonamientos rebuscados y a deducciones sujetas a interpretación? Ningún texto se pudo aportar y, aún así, la mayoría del Cuerpo decidió considerar inaceptable aquel trabajo y que aquella persona tenía que conseguir una ruta diferente para permanecer en buena posición dentro de la congregación. Algo similar ocurrió con un testigo músico que actuaba en un “combo” en el club de oficiales de una base militar. También este caso fue considerado inaceptable por la mayoría del Cuerpo. Al no existir información concreta en las Escrituras, la respuesta llegó del razonamiento humano. Por lo general, en discusiones de este tipo de asuntos, cuando quienes daban apoyo a la condena de un hecho o una manera de actuar de hecho hacían alguna referencia a la Escritura, ésta solía ser a declaraciones de tipo muy general como “ustedes no son parte del mundo” que se halla en Juan 15: 19. Cuando un miembro del Cuerpo Gobernante personalmente albergaba prejuicios contra la acción o conducta que se debatía y no encontraba otros argumentos, a menudo recurría a este texto, ampliando su significado y forzando su aplicación al caso fueran cuales fueren las circunstancias. La necesidad de permitir que otras partes de la Escritura concretaran más el significado de un texto tan abarcador y cómo ha de aplicarse en cada caso con frecuencia parecía una cosa innecesaria o irrelevante. Un factor de capital importancia en las decisiones del Cuerpo Gobernante era la regla de los dos tercios. Esto produjo en ocasiones resultados sorprendentes. La norma consistía en que era necesaria una mayoría de dos tercios de la totalidad de los miembros activos para que pasara una moción. Personalmente apreciaba la oportunidad que ello ofrecía al permitir que un miembro pudiera emitir un voto contrario al de la mayoría o simplemente abstenerse sin tener la sensación de estar ejerciendo el “poder de veto”. En cuestiones de poca importancia solía sumarme al voto mayoritario aún teniendo algunas reservas. Pero cuando E. Spanish cc Chap 5-OP2 128 1/12/10, 1:02 PM Tradición y legalismo 129 surgían cuestiones que afectaban profundamente a mi conciencia con frecuencia me quedaba en minoría, rara vez en solitario, pero con tan sólo la compañía de uno, dos o tres miembros más que expresaban objeción de conciencia no votando a favor de la moción. 2 Generalmente no fue ese el caso en los dos primeros años o después del importante cambio llevado a cabo en la estructura de autoridad (puesto en funcionamiento de manera oficial el 1 de enero de 1976). En cambio, me vi obligado a emitir un voto diferente al de la mayoría o a abstenerme más frecuentemente durante los dos últimos años de mi permanencia en el Cuerpo debido a la implantación de una fuerte tendencia hacia la “línea dura”. Veamos ahora lo que solía suceder cuando el Cuerpo se mostraba enteramente dividido en sus puntos de vista, situación más común de lo que algunos pudieran pensar. Podía someterse a discusión un asunto referente a una conducta que en algún momento en el pasado de la Sociedad se había considerado como “digno de expulsión”, tal vez el hecho de que a una persona se le hubiera inyectado un componente sanguíneo para poder neutralizar una enfermedad potencialmente fatal; o quizá el caso de una esposa, cuyo marido no Testigo estuviera en servicio militar y ella realizara su trabajo en la base militar de su marido. Sucedía en ocasiones que, al debatir este tipo de asuntos, el Cuerpo solía estar muy dividido, a veces partido en dos mitades. Podía darse el caso de que hubiera una mayoría inclinada a desclasificar como “digno de expulsión” un acto particular, una conducta o un tipo de empleo. Veamos la situación que podía producirse debido a la regla de la mayoría de los dos tercios: Si de catorce miembros presentes, nueve se inclinaban por eliminar la etiqueta de “digno de expulsión”, habiendo sólo cinco que apoyaban su mantenimiento, esa mayoría era insuficiente para eliminar dicha etiqueta. Aún con una mayoría así, nueve no alcanzaba la mayoría de los dos tercios. (Incluso en el caso de que fueran diez los votantes a favor de que se produjera el cambio, tampoco sería un número suficiente, pues aún constituyendo una mayoría de dos tercios de los catorce presentes, la norma aplicaba a la mayoría de dos tercios del total de los miembros activos, constituida en gran parte del tiempo por diecisiete). Si alguno de aquellos nueve partidarios de eliminar la consideración de “digno de expulsión” presentaba una moción 2 Puedo recordar, y mis notas indican, solo un par de ocasiones en los más de ocho años en donde me hallaba completamente solo en votar en contra de la mayoría o en abstenerme. E. Spanish cc Chap 5-OP2 129 1/12/10, 1:02 PM130 CRISIS DE CONCIENCIA fracasaría, pues necesitaba doce votos para que saliera adelante. Si entre los cinco que apoyaban su mantenimiento había alguien que presentara una moción tampoco tendría éxito naturalmente. Pero, incluso en este caso, aunque se produjera el fracaso de una moción favorable a continuar considerando “digno de expulsión” el asunto en cuestión, no daría como resultado la eliminación esa clasificación vigente. ¿Por qué? Porque la norma establecía que era preciso que una moción fuera aprobada para poder efectuar cambios en cualquier norma vigente. En uno de esos primeros casos de votación dividida, Milton Henschel se había pronunciado en cuanto a que “prevaleciera el statu quo” cuando no se produjera una mayoría de dos tercios. En tal caso no procedería efectuar cambio alguno. Era poco habitual en estos casos que alguien cambiara el signo de su voto de modo que lo que normalmente se producía era un estancamiento. Eso significaba que el Testigo que hubiera incurrido en una determinada conducta o desempeñara un empleo cuya idoneidad moral estuviera sometida a discusión se vería abocado a la expulsión, ¡aun cuando la mayoría del Cuerpo había manifestado con claridad que no debería ser así!. En más de una ocasión cuando una minoría o incluso una mayoría insuficiente (por no alcanzar los dos tercios) consideraba que el asunto envuelto no merecía la expulsión de la persona afectada expresé mi parecer en cuanto a lo irrazonable e incomprensible de nuestra actitud. ¿Cómo podíamos continuar actuando como en el pasado, expulsando a la gente por cosas que hasta en el seno del Cuerpo Gobernante había quienes, a veces una mayoría, consideraban no merecedoras de ese castigo?. ¿Cómo llegarían a sentirse los hermanos y las hermanas cuando tuvieran conocimiento de tal situación y que, a pesar de todo, se llevaban a cabo las expulsiones?3 Para ilustrarlo, si de cinco ancianos que forman un “comité judicial” para atender un caso hubiera tres que consideraran que la acción o la conducta de la persona no es merecedora de expulsión, ¿invalidaría su posición el hecho de que fueran tan sólo tres quintos y no alcanzaran los dos tercios?4 ¿Habría que expulsar entonces a la persona? Seguro que no. ¿Cómo, entonces, podíamos permitir que prevaleciera una mera norma tradicional que fija el dictamen para la expulsión en unas determinadas condiciones del resultado del voto 3 El carácter secreto de las sesiones del Cuerpo Gobernante, por supuesto, permite poca probabilidad para que personas de afuera se dieran cuenta de esto. Los “registros” de las reuniones nunca se hacen disponibles para la lectura de otros Testigos. 4 De un total de cinco, tres solo representa un 60 por ciento, no 66 2/3 por ciento, como en una mayoría de dos tercios. E. Spanish cc Chap 5-OP2 130 1/12/10, 1:02 PM Tradición y legalismo 131 cuando el criterio de la mayoría de los miembros del Cuerpo estaba en contra? ¿No sería más razonable adoptar la postura de que, en todo lo referente a expulsión, cuando hay una minoría considerable (o una mayoría, aunque escasa) que estimara que no hay base suficiente para expulsión, no se aplicara ese anacrónico reglamento? Estas cuestiones presentadas al Cuerpo Gobernante no obtuvieron respuesta, sino que tozudamente en tales circunstancias se aplicaba la norma vigente con toda normalidad. Por la razón que fuera, las consecuencias que aquellas decisiones conllevaban para la vida de la gente no merecían consideración a la hora de tenerlas en cuenta y dejar a un lado la “normativa”. En algún determinado momento del pasado de la organización se había establecido una determinada política en materia de expulsión (muy a menudo con un único autor, alguien completamente aislado de las circunstancias que afectaban al caso) y tal política se puso en marcha. Se adoptó un determinado criterio de actuación y era aplicado a menos que una mayoría de dos tercios se pronunciara en contra. Nada había en las Escrituras que identificara como pecaminoso lo que en todos aquellos controvertidos casos se sometía a la consideración de “merecedores de expulsión”. Era mera cuestión política de la organización. Una vez hecha pública, aquella política se llevaba a cabo por todo el mundo y toda la hermandad había de someterse a ella con todas sus consecuencias. ¿No es lógico pensar que aplican las palabras de Jesús: “Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas”?5 Que el lector lo determine. Yo sólo sé lo que me dictaminó la conciencia y el proceder que me sentí impulsado a adoptar. A pesar de todo, percibía que los miembros del Cuerpo Gobernante que apoyaban la decisión de expulsar en aquellos casos tan discutibles creían, por lo general, que estaban obrando correctamente. ¿Qué tipo de argumentación podían concebir para mantener una postura favorable a la expulsión frente a la posición contraria de una considerable minoría o incluso frente a la mitad o más del resto de los miembros del Cuerpo?. En cierta ocasión, después de haber mantenido un largo debate, se llegó a una situación del todo previsible. Ted Jaracz expresó una opinión que podría reflejar lo que otros pensaban. De ascendencia eslava (era polaco) como Dan Sydlik, era diferente a él tanto en 5 Mateo 23:4, Biblia de Jerusalén. E. Spanish cc Chap 5-OP2 131 1/12/10, 1:02 PM132 CRISIS DE CONCIENCIA aspecto como en carácter. Mientras Sydlik se dejaba llevar con frecuencia por un sentimiento “interior” en cuanto a lo que se considera correcto o incorrecto, Jaracz era de naturaleza más sosegada. En esta ocasión él se dio cuenta de que ‘la norma en vigor podría ocasionar algún sufrimiento a quienes estaban afectados por el tema que se estaba tratando’ y dijo: “no se trata de que seamos insensibles al daño que les ocasiona, sino que hemos de pensar en que no afrontamos el caso de dos o tres personas, sino que hemos de mantener una gran organización alrededor del mundo y hemos de pensar en las repercusiones que ello tendría a nivel mundial.”6 Ese criterio de que lo que es bueno para la organización lo es también para los que están en ella, y que los intereses individuales “no importan” cuando está en juego el interés de una organización grande, parecía ser el que muchos de los miembros aceptaban como válido. Además de eso, algunos argumentaban que cualquier signo de debilidad en ese sentido podría “abrir las puertas” a un aluvión de casos de conducta inapropiada. Si se sabía de casos extremos de mala conducta relacionados con el asunto que se estuviera tratando, se exponían como la evidencia palpable del peligro existente. Incluso cuando era previsible que, aún antes de que se presentara una moción, un número considerable de los miembros del Cuerpo se mostrara partidario de llevar a cabo un cambio en la situación, el aspecto siniestro de los peligros potenciales era igualmente expuesto. En uno de aquellos casos Milton Henschel urgió a tener cautela, alegando que “si permitimos que los hermanos obren así, quién sabe hasta dónde son capaces de llegar.” Creo que, tanto él como otros que hicieron comentarios parecidos en distintas ocasiones, estaban sinceramente convencidos de la necesidad de mantener firmemente las normas del pasado para “mantener a raya a la gente” y guardarlos dentro de un “cercado” para que no llegaran a extraviarse. Si tal “cercado” por parte de esas normas estuviera claramente delineado en la Palabra de Dios, yo hubiera estado en total acuerdo y habría votado gustosamente a su favor. Pero no era ese el caso a menudo. La prueba está en que determinados ancianos (a menudo miembros de Comité de Sucursal) que habían escrito sobre el asunto, nada habían encontrado en las Escrituras que tratara ese tema, ni 6 Estos comentarios también pueden representar básicamente lo que quería decir Milton Henschel cuando con frequencia comentaba sobre la necesidad de “ser prácticos” en nuestra consideración de tales asuntos, pues como regla al votar su posición y la de Ted Jaracz coincidían. E. Spanish cc Chap 5-OP2 132 1/12/10, 1:02 PM Tradición y legalismo 133 siquiera el propio Cuerpo Gobernante pudo encontrar referencia alguna sobre el particular. De manera que los miembros tenían que recurrir a su propio razonamiento en un largo debate con muchos aspectos. En la ocasión que antes he mencionado, después del comentario de Henschel expresé mi punto de vista en el sentido de que no nos pertenecía el “permitir” o no lo que habían de hacer los hermanos. Más bien es Dios el único que tiene ese derecho, ya sea porque en su Palabra así consta o simplemente porque no dice nada al respecto. De igual manera solamente El decreta una prohibición allí donde su Palabra condena con claridad un hecho, ya sea de manera directa o mediante un principio. Dado que somos imperfectos y propensos a cometer errores, no creía que estuviéramos autorizados por Dios para decidir aquello que les está permitido o no hacer a los demás. Mi pregunta al Cuerpo fue: “Si un asunto no está claro en la Escritura ¿Qué razón tenemos para asumir el papel de Dios? Ese papel no lo desempeñamos bien. ¿Por qué no dejar que sea El quien juzgue a la gente en esos casos”? Reincidí en ese punto de vista en otras ocasiones en las que volvía esa línea de razonamiento, pero no creo que la mayoría lo viera de esa manera, sus decisiones mostraban que, efectivamente, tal no era el caso. Presentar un cuadro que presagiaba un posible comportamiento desenfrenado por parte de los hermanos sencillamente porque nosotros, como Cuerpo Gobernante, elimináramos una determinada norma, me parecía que equivalía a considerar que teníamos la sospecha de que nuestros hermanos carecían de verdadero amor por lo que es recto, que sus deseos íntimos eran los de pecar y que solamente se veían frenados por las normas de la organización. Esto trae a la mente un artículo que se había publicado unos años antes en la revista ¡Despertad! de la Sociedad Watch Tower. Se refería a una huelga de la policía de Montreal, Canadá. Mostraba que la ausencia de la fuerza pública por un día permitió toda clase de delitos por parte de unos ciudadanos generalmente sumisos a las leyes. ¡Despertad! señalaba que el cristiano genuino no necesitaba la amenaza del peso de la ley para someterse a ella.7 ¿Por qué, entonces, me preguntaba, el Cuerpo Gobernante consideraba peligroso eliminar los reglamentos tradicionales considerando que con esa medida se podría “abrir las puertas” a una ola de inmoralidad y mala conducta por parte de los hermanos? ¿Qué decía todo esto de nuestra actitud y nuestra confianza para con 7 Véase Awake! 8 de diciembre, 1969, páginas 21-23. E. Spanish cc Chap 5-OP2 133 1/12/10, 1:02 PM134 CRISIS DE CONCIENCIA aquellos hermanos? ¿Cuál creíamos que era la diferencia entre los hermanos y los individuos que violaron la ley durante la huelga de la policía en Montreal y cuán grande y genuino era el concepto que teníamos de nuestros hermanos con relación a lo profundo de su amor por lo que es recto? A veces daba la impresión de que el sentimiento generalizado entre los miembros del Cuerpo era el de que no había que confiar en nadie fuera de nosotros mismos. Creo que tampoco esa postura refleja una modestia digna de encomio. Aquellas decisiones no compartidas por todos no resultaban irrelevantes con respecto a sus consecuencias. Actuar de una manera que no se ajustara a las decisiones tomadas por el Cuerpo Gobernante, una vez hechas públicas éstas y dadas a conocer, podría acarrear la expulsión, y así sucedía de hecho, viéndose separado de la congregación, de la familia y de los amigos. Por otra parte, el adherirse a aquellas normas podría traer consigo la pérdida de un empleo, aún en un tiempo en el que éste escaseara y el costo de mantener una familia era grande. Podría representar un enfrentamiento a los deseos del cónyuge y llegar a una situación de divorcio, a la ruptura matrimonial, a la ruina del hogar y de la familia, con la separación de los hijos de su padre o de su madre. Podría llevar consigo la desobediencia a alguna ley, ser arrestado y puesto en prisión, alejado de la familia y del hogar. Podría, de hecho, resultar en la pérdida de la propia vida o, lo que aún es más doloroso, ver perderla a los seres queridos. Como ilustración de los problemas que pueden surgir, aún en los casos en los que se hubiera cambiado alguna norma antigua, consideremos la posición asumida con respecto a los hemofílicos y la utilización de partes del tejido sanguíneo (como el Factor VIII, con propiedades de coagulación) para controlar hemorragias con desenlace fatal. Durante muchos años la contestación a las preguntas que los hemofílicos enviaban a las oficinas centrales de la organización o a las sucursales era que, si era cuestión de una única vez, el aceptar tales partículas se consideraba permisible, como si se tratara de un tratamiento con “medicación”. Pero, si se hacía eso mismo más de una vez, entonces era considerado como un “alimento” a base de aquellas partes de la sangre y, en consecuencia, se estaría violando el mandato bíblico de abstenerse de sangre.8 8 Textos a los cuales se refieren incluyen Génesis 9:3, 4; Levítico 17:10-12; Hechos 15:28, 29. E. Spanish cc Chap 5-OP2 134 1/12/10, 1:02 PM Tradición y legalismo 135 Años más tarde aquella no
Posted on: Tue, 09 Jul 2013 21:45:19 +0000

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