14-07.13 EPÍLOGO El Inferno de Dan Brown. Que no demasiado tiene - TopicsExpress



          

14-07.13 EPÍLOGO El Inferno de Dan Brown. Que no demasiado tiene que ver con el Inferno de Dante. Pero algo. Llegados a la última página de ese libro, de fácil lectura, nos encontramos con alguna frase que ya hemos leído a lo largo de las 633 páginas del escrito. Palabras que, parece, quieran recoger la esencia del mensaje que se nos deja. Un apoyarse en bellos endecasílabos del escritor florentino para convertirlos en cumplimientos proféticos en los tiempos de los vuelos prone y de los móviles inteligentes. Para ello hay que retorcer las interpretaciones inverosímiles. Como que estuviéramos en anuncios de Nostradamus. Demasiado. En ese brevísimo epílogo, tras más de seiscientas páginas de cortos capítulos y clara letra, volvemos a leer aquello que ya nos llamó la atención: “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral”. Para nadie, uno quiere el infierno. Pero, si alguien lo merece, son los que predican el relativismo moral y los que se conforman con el mismo sin la menor rebelión. La anulación de conceptos como el bien y el mal. O su oscurecimiento. La neutralidad. El encogimiento de hombros. Uno llega a pensar que ésa es la mayor desgracia. No que amenaza, sino que pesa sobre la Humanidad como carga insoportable, tanto más peligrosa cuanto que, precisamente, el relativismo sería aguantar el peso sin notarlo. Amor meus, pondus meum; illo feror, quocumque feror" Mi amor es mi peso; por él voy donde quiera que voy. Bellísima frase de S. Agustín. Pero quitemos la palabra amor y cambiémosla por el fardo relativista. Mi carga, que, por desgracia, no pesa, me lleva por doquier. ¡Qué pena! La anulación de la ética o su acomodamiento infinito. Hasta convertirla en nada de nada. Los filósofos, los pensadores, los educadores, los padres parece se hubieran apuntado al prohibido prohibir, por no molestar. Por crear un humus muelle, por no incomodar, donde el “no” reiterado está, sólo, en boca de los niños como que hubieran conquistado un imperio. Este olvido de la norma, que ya nunca se aprende, lleva a la sociedad a una inusitada creatividad delicuencial que se extiende a todo “decálogo”, con procedimientos de ocultamiento que traen en jaque a las fuerzas que todavía tienen la obligación de perseguirla. Perseguir esa delincuencia y ponerla en manos de la justicia. Pero justicia y policía están en peligro inminente de contaminación. De neutralidad, de relativismo. De chantaje y corrupción. Quizá, haya que huir de cierto conductismo pragmático capaz de enterrar la conducta y la conciencia. Conducta y conciencia que, se diría, se está ausentado de la sociedad actual. “En tiempos peligrosos, no hay mayor pecado que la pasividad” Que también se dice en el corto epílogo. (El infierno de Botticelli, Cantiga XXXVIII, Santa María sava a su Hijo de una pedrada)
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 06:30:31 +0000

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