15-12-1978 Agradezcamos el que Dios nos discipline con - TopicsExpress



          

15-12-1978 Agradezcamos el que Dios nos discipline con paciencia SE HA oído a algunas personas decir que Dios no obra de manera razonable, que es injusto o lento al actuar. Hay quienes quisieran poner fe en Dios, pero no pueden entender por qué Dios no entra en acción ahora para acabar con el delito, la injusticia y la opresión. Sin embargo, para los seres humanos es fácil pasar por alto el hecho de que el simple ejercicio de poder superior, que ellos creen que Dios pudiera emplear, por lo general no es la mejor manera de evitar que un mal vuelva a presentarse. La solución del problema puede tomar tiempo, exigir paciencia y razonamiento. Por ejemplo, pudiera ser que un padre castigara a su hijo por toda desobediencia, o negara al hijo y lo echara de sí por completo. Pero ¿corregiría esto al hijo y resolvería el problema? ¿Ayudaría al hijo o salvaría la reputación del padre? ¿Resultaría en el bienestar de la familia? En vez de eso, un simple ejercicio del PODER y la autoridad pudiera empeorar las cosas con relación al hijo, así como con relación a otras personas que estuvieran observando la situación. Esto se debe a que la gente no es como las máquinas ni los animales, de modo que simplemente se les haya de dominar por medio de órdenes o controlar por superioridad de poder. Es algo similar lo que sucede en los tratos de Dios con la humanidad, a la cual él hizo ‘a su imagen y semejanza.’ (Gén. 1:26, 27) Aunque imperfectamente, la humanidad todavía refleja esa imagen, y el reflejarla incluye el ejercicio de razonamiento, amor, justicia y misericordia. Es necesario que la gente razone las cosas y entienda por qué se hacen como se hacen. Hay que llegar al corazón de la gente. Entonces, a menos que sean personas egoístas y que no quieran razonar, tratarán de amoldarse a lo que es correcto.—Sal. 32:9; Rom. 2:4. Un padre quizás vea que hay una sola manera en que puede hacer que su hijo comprenda cabalmente algo. Esto pudiera incluir el dar advertencias varias veces al hijo. El padre quizás vea que debe dejar que el hijo SUFRA los efectos o resultados de su insensatez. Hay padres que han cometido el error de proteger demasiado, al escudar al hijo de las consecuencias de toda dificultad en la cual éste se mete. Otros padres quizás usen de amenazas o castigo físico, y puede ser que todavía el hijo no comprenda. Como castigo final, el padre quizás tenga que privar al hijo de algo que éste ame mucho.—Pro. 23:13, 14. De manera similar, para el propio bien del hombre, Dios ejerce paciencia y usa razonamiento y disciplina, porque sabe que a la humanidad hay que convencerla de que las acciones de Él son correctas y de que Su gobernación es la única deseable para la Tierra. Por eso él ha permitido que los hombres vayan por su propio camino de independencia. Hasta este momento ellos han probado toda forma concebible de gobierno —monarquías, oligarquías, estados socialistas y comunistas, repúblicas, democracias, dictaduras y juntas militares, y jerarquías (en las cuales domina un sacerdocio)— todo tipo de gobierno humano. Ahora los gobiernos mundanos están en condición más inestable que en cualquier otro tiempo, y hay quienes dicen que la sociedad como la conocemos no puede sobrevivir. Los hombres no pueden resolver todos los problemas, y éstos se multiplican con cada nuevo esfuerzo que se hace por solucionarlos. Por lo tanto, cuando Dios destruya al sistema mundial actual, los hombres entenderán que todos sus intentos de gobernarse a sí mismos han sido fracasos. Los que se ponen a favor de la propia gobernación directa de Dios desde los cielos habrán quedado tan desilusionados por las diferentes clases de gobernación humana, tan cabalmente convencidos de que ninguna surte efecto, que nunca querrán regresar a forma o vestigio alguno del gobierno de hechura humana, ni a cualquiera de sus rasgos.—Fili. 2:9-11; Isa. 45:23, 24. UNA ILUSTRACIÓN DE PACIENCIA Y DISCIPLINA En la historia de los tratos de Dios con la nación del Israel antiguo tenemos un ejemplo que ilustra este punto de la manera en que Dios disciplina. Cuando aquella nación entró en la Tierra Prometida, Dios, como buen padre, les advirtió del peligro de que se les atrajera a la idolatría, por la adoración de los dioses de las naciones que moraban en el país y sus alrededores. Dijo, por medio de Moisés: “No debes servir a sus dioses, porque eso te será un lazo.”—Deu. 7:16. Hay más de 30 otras advertencias directas que Dios dio a Israel en aquel tiempo respecto a los dioses falsos de las naciones, ídolos de madera, piedra y metal... un insulto a su gobernación. Sin embargo, Israel pasó por alto estas advertencias repetidas... nunca realmente captaron el sentido y significado pleno de ellas. Aunque estas personas seguían diciendo que adoraban a Jehová y eran su pueblo, cayeron en el lazo de tratar de seguir a dos amos. Los israelitas se engañaron al ponerse a pensar que podían adorar a Jehová como Dios y al mismo tiempo acudir al dios Baal de la localidad y hasta ofrecerle sacrificios para recibir buenas cosechas y otras ventajas.—Jer. 7:9; 44:15-23. Debería haber bastado con treinta advertencias, especialmente después de lo que los israelitas acababan de presenciar como testigos cuando Jehová los libró de Egipto. Pero, ¿se impacientó y exasperó Jehová con ellos, y los abandonó como caso IMPOSIBLE? No; como padre sabio, los disciplinó por medio de permitirles a veces sufrir las consecuencias de su propia insensatez, dejarles experimentar opresión a manos de las otras naciones y salvarlos cuando lo invocaban y le pedían ayuda. Esto siguió sucediendo por unos 850 años. Pero hasta con esta disciplina los israelitas no se libraron del pecado de la idolatría que causaba oprobio al Dios a quien alegaban representar. No obstante, Dios no fue derrotado. Finalmente, aunque no le causaba placer, hizo lo que tenía que hacer para convencerlos. (Lam. 3:33) Dejó que los babilonios entraran en la ciudad capital de ellos, Jerusalén, y la destruyeran, y, peor que eso, que también destruyeran el templo de Dios.—2 Cró. 36:15, 16. Para los judíos esto era el castigo más grande, la más grande sacudida que pudieran haber experimentado. Habían pensado que podían adorar a los ídolos y al mismo tiempo podían contar con la permanencia de su templo y su ciudad de Jerusalén. Estaban chalados con su ciudad santa y su templo y, con complacencia, creían que Jerusalén duraría para siempre y que a ellos nunca se los llevarían por completo de su tierra. ¡Pero la misma cosa que pensaban que era imposible había sucedido!—Lam. 2:1, 2; 4:12. Pues bien, esto hizo que algunos judíos despertaran y se dieron cuenta de que la idolatría es pecado craso. Al fin aprendieron la lección que Dios había estado tratando de enseñarles por medios menos severos. Después de la restauración de un resto obediente de los judíos a Jerusalén en 537 a. de la E.C. los judíos cometieron otros pecados, pero nunca más toleraron la idolatría.—Lam. 3:31, 32. Para notar lo eficaz que fue la disciplina que impartió Dios, considere un incidente que sucedió unos 560 años después, según lo relata el historiador judío Josefo: “Ahora bien, Pilato, quien fue enviado como procurador a Judea por Tiberio, envió de noche a Jerusalén las imágenes de César que se llaman insignias. Esto agitó un grandísimo tumulto entre los judíos cuando llegó el día. . . . Sí, además de la indignación que este procedimiento despertó en los ciudadanos, una enorme cantidad de personas salió corriendo del campo. . . . a Cesarea . . . se postraron en el suelo, y continuaron sin moverse en aquella posición por cinco días e igual número de noches.” Este acontecimiento fue evidencia de que la sensatez y paciencia que Dios exhibió en sus tratos con Israel a través de los años quedaron vindicadas ahora como el proceder sabio y el más beneficioso para las personas que tuvieron que ver con aquellos tratos. Jerusalén y su templo reconstruido estaban en pie cuando el Mesías apareció. El Mesías pudo ser presentado a una nación que adoraba, no a toda clase de dioses, sino solo al Altísimo. Por eso, se podía identificar al Mesías como el Enviado que había venido desde el único Dios de ellos, Jehová. Ellos podían probar inequívocamente su identidad por medio de su un solo libro santo, las Escrituras Hebreas.—Juan 5:39. LOS SINCEROS PUEDEN BENEFICIARSE DE LOS TRATOS DE DIOS CON LA HUMANIDAD La manera en que Dios ha tratado con la gente del mundo ha sido un testimonio acerca de la paciencia y sabiduría monumentales que ha desplegado él al reconocernos a todos como su creación inteligente. No ha obrado con dureza. Ha preservado a la raza humana hasta este día. Y la aparente demora no se ha debido a que sea lento.—2 Ped. 3:9. Cuando Dios destruya al sistema opresor actual y establezca su gobernación del Reino sobre la Tierra en manos de Jesucristo, los hombres podrán comparar, sí, contrastar esa excelente gobernación que se ejercerá desde el cielo con lo que han experimentado cuando “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Ecl. 8:9) Observarán la incorruptibilidad de ese gobierno. Además, serán testigos de la curación de las enfermedades de la gente por medio de la administración sacerdotal de Cristo, muestras de las cuales curaciones Cristo ejecutó cuando estuvo en la Tierra. (Luc. 4:31-36; 5:12-15; Mat. 9:27-34) Los que son honrados y aman en su corazón lo que es correcto apoyarán de todo corazón ese reino. (Isa. 26:9) Entonces correctamente expresarán encomio para Dios por la paciencia que ha mostrado al no darse por vencido con relación a las criaturas humanas pecaminosas.—Sal. 117:1, 2. [Nota] Wars of the Jews (versión en inglés de la obra de Josefo Guerras de los judíos), por Whiston, Libro II, cap. IX, pág. 677. [Ilustración de la página 8] Por la disciplina del juicio de Jehová sobre la Jerusalén idólatra los judíos abandonaron para siempre la adoración de ídolos
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 01:55:30 +0000

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