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20/06/2013 11:25:05 p.m. Luis Cubillán Fonseca Una ráfaga de viento helado se llevó a lo más granado de la generación intelectual anterior, veintitrés miembros de la Academia de Historia del estado, se fueron uno tras otro, tres rectores, un obispo, un arzobispo, un cardenal, pintores, poetas, los presidentes de la Sociedad Bolivariana, y personajes de valía como la Doctora Enriqueta Peñalver Gómez, designada por la Asamblea Legislativa del estado Carabobo entre los miembros fundadores del Centro de Historia, en virtud de sus méritos académicos, aunque no llegó a incorporarse absorbida por la disciplina antropológica. Su vida fue la Casa de Los Celis, que pasó a ser Monumento perenne a su memoria, pues fue quien la salvó y la devolvió a la ciudad remozada y en perfectas condiciones. El Centro de Historia lamentablemente, no contó con sus inestimables aportes. Sería duro enumerar nombres y apellidos, tan queridos, tan en la memoria de todos. Aún lloramos la desaparición de nuestro amado “Cronista de la Ciudad y del Claustro”, como solíamos llamar a Guillermo Mujica Sevilla. Será difícil encontrar quien como él, desarrolle una labor tan profunda, no solo en el aula universitaria, donde dejó la impronta de su vida de científico y de maestro. La ciudad seguirá siendo deudora de su labor de Cronista, los cuatro volúmenes de Crónicas que aparecieron bajo el hermoso título: “Entre azules y Brumas” lo califican como un alto memorialista de su tiempo, una visión enamorada de su tierra, de sus gentes y de sus atardeceres, difícil de igualar. Quienes tuvimos la fortuna de estar junto a él, somos testigos del sufrimiento que padeció cuando los políticos para satisfacer caprichos momentáneos de un jefe, decretó la muerte de nuestro escudo de armas, que fuera orgullo de los valencianos de todos los tiempos, fueron cuatrocientos años, viendo y honrando al Águila Bicéfala de la antiquísima casa de Austria. Que con el tiempo, había perdido el sentido político que la inspiró, quedando solo en un venerable jeroglífico: un simple pajarraco con dos cabezas, con el valor inmenso de ser legado de los momentos histórico de fraguado de nuestra ciudad. La ciencia heráldica tiene sus leyes, muy antiguas. Ahora las dejaron por inservibles, creyendo que las naranjas, los plátanos, la caña de azúcar y las flechas, son algo que nos identifica, sabemos que esas especies vegetales son tan extrañas a nuestra tierra como lo es el águila bicéfala. Y las flechas son de la humanidad, -¡no hay un solo pueblo que no las haya usado!- Igual se fue contra nuestro Himno, elegido en un concurso, ganado por un intelectual socialista de altísimo valor: Don Leoncio Lucena Alvarado, ignoraron la obra capital de este intelectual: “Bolívar y la Revolución Traicionada”, Hoy después de catorce años, el título de la obra de Leoncio Lucena Alvarado, lo juzgamos premonitorio. Afortunadamente, dentro de la Academia Regional, alrededor de ese bastión inestimable de valencianidad que es Don Oswaldo Feo Caballero, ya en la novena década de su vida de oro, crecen día a día, los profesionales de la historia, que maduran rápidamente, serán opimos frutos que llevaran a hombros, esa herencia con la responsabilidad y amor hacia esta tierra hermosa llena de historia ¡Sostenida por el brillo de sus intelectuales que jamás le faltaron, ni le faltan!
Posted on: Sun, 23 Jun 2013 23:45:14 +0000

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