25 de septiembre de 2003 - Edward Said - 25 de septiembre de - TopicsExpress



          

25 de septiembre de 2003 - Edward Said - 25 de septiembre de 2013 A diez años de su fallecimiento, en la UNPSJB, Sede Trelew, algunos miembros de diferentes cátedras de la Facultad de Humanidades haremos un homenaje a este pensador. El mismo tendrá lugar durante el mes de octubre por cuestiones de organización, no obstante ello, mientras tanto dejamos aquí una reseña para ir rememorando quién fue este maravilloso palestino y por qué es tan importante recordarlo. Edward Said: “siempre existen dos lados”. “Lo deseable es, pues, una noción de coexistencia que sea fiel a las diferencias entre judíos y palestinos, pero que lo sea también a la historia común de luchas distintas y desigual supervivencia que los une” (SAID, Edward; Crónicas Palestinas. Árabes e israelíes ante el nuevo milenio, Grijalbo, Barcelona, 2001, p. 142). Edward Said (1935-2003) fue un intelectual y musicólogo palestino de un inclaudicable activismo por la paz, de gran intervención política, además de crítico literario y escritor para diversos medios periodísticos. La historia lo quiso testigo de la Nakba y parte de los primeros refugiados y exiliados que inauguró el conflicto Israelí-Palestino. En la mayoría de la literatura saidiana sobre el conflicto Israelí-Palestino (pero no sólo en este tipo de escritos: Tiene muchas otras obras que no son del género político, sino de literatura comparada, de análisis cultural, etc. Ver: Orientalismo, El mundo, el texto y el crítico, Representaciones del Intelectual, Sobre el estilo tardío, Fuera de lugar, Freud y los no europeos, entre otras) sobresalen dos aspectos. El primero tiene que ver con la necesidad del autor de instalar la idea de que en las experiencias humanas de dominio siempre existen dos lados, un contrapunto, aunque se solapen. El segundo aspecto es su lucha, teórica y política, por lograr el reconocimiento de las dos historias en el conflicto, la judía y la árabe, según él las llama a cada una. De esta forma, en las obras del autor, se impone el planteamiento de historias entrecruzadas. Nosotros hemos trabajado especialmente con Cultura e Imperialismo y Crónicas Palestinas. En Cultura e Imperialismo (Obra dedicada especialmente a entender cómo la cultura forja al imperio y lo sostiene. Aquí Said analizará diferentes artefactos culturales de los s. XVIII y XIX como novelas, operas, etc., para dar cuenta cómo crean estructuras de referencia y de sentir, en las colonias, que apuntalan el Imperio. Convocamos parte de sus supuestos teóricos aquí para entender el carácter superpuesto e interdependiente de la dominación imperial), secuela de Orientalismo, buscó redimir lo que en esta última obra -según algunos de sus críticos contemporáneos- quedó soslayado: el lugar del sujeto colonizado, el subalterno. No compartimos esas críticas porque suponer que “no se consideró el lugar de los sujetos colonizados”, sería, según nuestro parecer, asumir una mirada incompleta de su propuesta teórica, y una mirada tal podría llevar a entendimientos erróneos de la misma. Creemos que toda la obra Orientalismo es una apuesta no sólo por desentramar y denunciar la narrativa construida desde el poder imperial europeo y norteamericano sobre el llamado Oriente, en s. XVIII y XIX, sino también por exponer la situación de los colonizados frente a la misma: el despojo de Historia del que han sido parte. El objeto de estudio de Said, claro está, es este discurso hegemónico y no los espacios de resistencia de los colonizados al mismo, pero justamente se interesa en la construcción de tal discurso para evitar que un mito o punto de vista dominante -como definitivamente lo han sido las instituciones orientalistas y lo siguen siendo aún en muchos casos, se convierta en Historia sin su contrapunto. No obstante ello, Said, en parte importante de Cultura e Imperialismo se dedica a explicar porqué es importante dar cuenta de “los dos lados”, pero no desde el lugar común de dominantes que dominan, sino desde la experiencia interrelacionada que une a los imperialistas con sus súbditos. Y ¿acaso Israel no ha sido imperialista frente a los palestinos? “...si desde el principio reconocemos la existencia de historias entrecruzadas y complejas pero no por eso menos superpuestas e interconectadas [...] no existiría una razón particular para conferir a cada una de ellas un estatuto ideal y esencialmente separado” (SAID, Edward; Cultura e Imperialismo, Anagrama, Barcelona, 1996, p. 76.). Con Said, creemos que así debe intentar entenderse la historia del conflicto Israelí-Palestino, porque si explorásemos por separado cada historia, en vez de unidas, haríamos que las experiencias de dominar y de ser dominado quedaran desligadas de un modo falso y artificial. No dudamos que son experiencias discrepantes, pero lo son también interdependientes y en ello radica su complejidad. En Crónicas Palestinas, una compilación de sus escritos políticos para diversos medios de prensa árabe y europea entre 1995 y 2001, Said se permite poner en praxis lo enunciado teóricamente en Cultura e Imperialismo. Estos relatos manifiestan la densidad de su pensamiento en el momento post Acuerdos de Oslo (1992/1993), momento en que rompe relaciones con el líder palestino Arafat y con la OLP por estar completamente en desacuerdo y abogar que Oslo representó la claudicación de todas las reivindicaciones históricas de Palestina y la entrega de años de resistencia a cambio de migajas. Quedando completamente irresueltos problemas básicos como las fronteras territoriales, los refugiados, el derecho al retorno, la liberación de todos los presos políticos, y el reconocimiento real del Estado Palestino. Said en este libro criticó duramente a la dirigencia Israelí “que explota la debilidad palestina para prolongar su ocupación militar y su práctica colonizadora por otros medios”, a los EEUU “que auspicia las injusticias y desigualdades del proceso” y, especialmente, a la Autoridad Nacional Palestina “que ha legalizado los procesos ilegales -por no decir absurdos- del “proceso de paz”, y mantiene una postura débil e incompetente” (Todas las citas de la oración corresponden a SAID, Edward; Crónicas Palestinas. Árabes e israelíes ante el nuevo milenio, Grijalbo, Barcelona, 2001, p. 34). Y si bien, Said, no creyó que Hamas (o Yihad Islámica) pudiera constituirse en una opción política de dirigencia que supusiera el inicio de una pacificación y amortiguación de los padecimientos del pueblo palestino, como queda claro en la siguiente cita “Hamas y Yihad Islámica, en mi opinión, no constituyen una alternativa a la Autoridad, aunque, obviamente, son una expresión de la resistencia a la ocupación israelí” (SAID, Edward; Op. Cit. p. 47), creemos que tampoco estaría de acuerdo con el clima actual de separación al interior de Palestina. Separatismo que, de alguna manera, anticipó al afirmar que de no mediar términos de entendimiento que tomaran seriamente las demandas a un lado y al otro de los implicados, el conflicto irá inaugurando más división. Hamas, en 2006, sí se constituyó en una opción política de gobierno, y, creemos que fue y es expresión de la resistencia de un pueblo harto de acuerdos de paz que nunca son tales. Y, fundamentalmente, de un pueblo cansado de la corrupción de Al-Fatah, de la falta de representatividad de éste en la Autoridad Nacional Palestina, es decir, de un pueblo que llevó al límite lo que Said venía denunciando desde 1993. Pero también Said auguró, en ese entonces, algo muy propio de los tiempos actuales que vive Palestina “Habría que ser un necio para negar las circunstancias, inimaginablemente difíciles, en las que nos encontramos como pueblo: divididos, dispersos y sin una auténtica independencia en ningún sitio. Pero primero debemos realizar una seria crítica colectiva de las políticas y los líderes que nos han puesto en ese trance, y debemos ser capaces de atribuirnos una considerable responsabilidad a nosotros mismos y a nuestros fallos, y no sólo a nuestros enemigos y a sus conspiraciones [...] Resulta inútil decir que tenemos un “Estado” cuando en realidad estamos casi tan lejos de tenerlo como siempre” (SAID, Edward; Op. Cit. p. 62-63.). Vemos que, Said, no daría conformidad al proceder ni de Hamas, ni de Al-Fatah en la actualidad. Consideraba, como ya ha quedado vislumbrado, que de nada sirve condenar sólo el proceder de Israel porque no es el único responsable de la situación desoladora en Palestina. Esto claramente demuestra su pensar francotirador, a unos y otros dirigentes, y su afán por conocer y entender la naturaleza del conflicto, de medular importancia para pensar críticamente en una posible coexistencia Binacional. Said de ninguna manera minimiza el colonialismo del sionismo judío y no judío, en Israel y fuera de él, pero entiende que, después de Oslo, no se trata sólo de él. Denuncia a cada paso los procedimientos autoritarios e inhumanos del Estado de Israel sionista, pero también denuncia la corrupción y falta de democracia de la Autoridad Nacional Palestina... Todo el tiempo se manifiesta a favor del entendimiento de las historias superpuestas y traslapadas de ambas naciones y sus diversas fronteras políticas y étnicas resultado del conflicto. Actuando las mismas como límite, pero también como posibilidad. Por eso se permite acordar con que Israel ha explotado el Holocausto con fines políticos (Para revisar esta idea se recomienda Tom Seguev; The seven million, y Norman Filkenstein; La Industria del Holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío, Siglo XXI, Bs. As., 2000, entre otros), pero de ningún modo deja de considerar la memoria colectiva que existe de la tragedia y la carga de temor que supone para todos los judíos siquiera pensar en ello. Pero aún así, insiste en que han habido otros exterminios en la historia y uno de ellos, el palestino. Yendo más allá con esta reflexión a Said le interesa profundizar en que “hay que establecer un vínculo entre lo que les ocurrió a los judíos en la Segunda Guerra Mundial y la catástrofe del pueblo palestino; un vínculo que no se debe establecer sólo [...] como argumento para demoler o disminuir el auténtico contenido tanto del Holocausto como de 1948. Ninguno de los dos sufrimientos es igual al otro; del mismo modo, ni el uno ni el otro justifican la violencia actual; y finalmente, ni el uno ni el otro se deben minimizar” (SAID, Edward; Op. Cit. p. 140) . Esa conexión por la que aboga es la expresión clara de su pensamiento en Cultura e Imperialismo acerca de “siempre existen dos lados” porque exige críticamente “una conexión que permita ver que la tragedia judía ha llevado directamente a la catástrofe palestina, digamos que por “necesidad” [...], no podemos coexistir como dos comunidades de sufrimientos independientes e incomunicadamente separados. El fracaso de Oslo ha sido planificar en términos de separación, la fría partición de pueblos en entidades separadas, pero desiguales, en lugar de percibir que la única manera por encima de un interminable toma y daca de violencia y deshumanización consiste en admitir la universalidad e integridad de la experiencia del otro y empezar a planificar juntos una vida en común” (SAID, Edward; Op. Cit. p. 141). Perdónese la extensión de la cita pero la elocuencia y el sentido de la misma no podrían, a nuestro entender, ser mediados por ningún refraseo. En Said, quedó claro, que no existe lugar a la idea de división por razones étnicas-culturales, religiosas o nacionalistas, y mucho menos justificar genocidios y matanzas en nombre de eso. Él no vió fronteras que no sean salvables. Ni étnicas, ni políticas. No tuvo reticencias en hablarle claro al poder: Israelí, Europeo, Estadounidense, Palestino. Bregó siempre por un salto de conciencia, al estilo Fanon (Para Fanon, el objetivo de la liberación nacional no era limitarse a sustituir a un policía francés por uno argelino, sino un cambio de conciencia. FANON, Frantz; Los condenados de la tierra, FCE, Bs. As., 2007), un salto por parte de los árabes-palestinos que fuera correspondido por una símil voluntad por la contraparte israelí (y todos los que la apoyan: en EEUU, en Europa, en Latino América). Un salto que lleve a plantear la coexistencia y no, la estéril idea de olvidar el pasado -cosa que nunca sucederá- y vivir como dos estados separados, como proponen hoy Israel y la Autoridad Nacional Palestina (en su portavoz gubernamental Al-Fatha o en su opositor legislativo Hamas). Pensar dos Estados separados no tuvo prosperidad entonces y no la tendrá hoy porque, que en las mejores palabras de Said: “El hecho es que las experiencias judía y palestina se hallan históricamente -en realidad, orgánicamente- conectadas: separarlas equivale a falsificar lo que cada una de ellas tiene de auténtico. Debemos pensar juntos en nuestra historia, por muy difícil que pueda resultar, para que exista un futuro común. Y ese futuro debe incluir a árabes y judíos juntos, libres de proyectos excluyentes o basados en la negación que aislen a unos de otros, sea teórica o políticamente. Ese es el auténtico reto. El resto resulta mucho más fácil” (SAID, Edward; Op. Cit. p. 143). De lo contrario, si no existen comprometidas, serias y reales medidas de acuerdo y de paz, que no signifiquen la ausencia de guerra solamente, se perpetrará lo que hoy es crónico en Palestina: enfrentamiento civil, división partidaria, corrupción, crisis humanitaria, dispersión de refugiados, ausencia de Estado y reconocimiento de fronteras. Y en Israel: la creencia en la infalibilidad a costa de la supresión de la libertad, la expoliación y sometimiento de generaciones de palestinos e imposición de fronteras territoriales y limpieza étnica. Esa parece ser la regla: un Estado de Excepción permanente (FLORES TORRES, Mariela; “¿Todo hombre es pasible de ser matado?” en Revista de Historia Pasado Porvenir Nº 1, Departamento de Historia, Trelew-Chubut, 2005.), un apartheid constante basado en la fanoniana y vigente idea de que dos pueblos puedan convivir con racismo y separación, amparados en la inferioridad que el fuerte impone al débil (Tesis principal en FANON, Frantz; Piel negra, máscaras blancas, Schapire Editor, Bs. As., 1994.). Aunque tal como demuestra la realidad argelina para el caso fanoniano y la palestina-israelí para el nuestro, dice Said, “siempre resultará muy poco probable que un pueblo acepte alegremente su esclavitud” (SAID, Edward; Op. Cit. p. 301). Con los costos que eso implique para todos. Costos que hoy se siguen sintiendo a pesar de las voces como la de Edward Said.
Posted on: Thu, 26 Sep 2013 15:36:59 +0000

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