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7. Antes de su expulsión, fueron los precursores del cooperativismo o una forma arcaica de economía socialista. En Sudamérica, sus Misiones a lo largo del continente fueron un ejemplo de gerencia. Un referente interesante se puede encontrar en la forma cómo administraban sus misiones y haciendas en esta parte del mundo. Por ejemplo, en las misiones de Paraguay, Bolivia y norte de Argentina, repartían entre los indios y esclavos, parcelas de tierra, animales mayores y menores, insumos y semillas. La producción era estandarizada en procesos específicos según el cultivo y la actividad industrial, es decir, fueron los precursores de la producción en función a la diversificación de canales de negocio. Con esto se ingresó a una “mini era pre industrial” pues sus obrajes, maestranzas, trapiches y factorías llegaron a tener unos índices de eficiencia y productividad brutalmente enormes, además de darle valor agregado a las materias primas. Además, el uso de los recursos que hicieron fue impecable. En la hacienda San Juan Bautista en Lima, llegaron a tener más de 5 riegos semanales y en un hábitat como es la costa de Perú donde uno encuentra un desierto más que un oasis. Después de su expulsión y tomada la operación de la hacienda por un civil, ésta alcanzaba a duras penas 1 riego por mes. Los jesuitas en sus Misiones y haciendas, crearon la figura del “Padre Administrador”, una suerte de controller moderno que llevaba rigurosamente los presupuestos y estadísticas de los emprendimientos jesuitas. La película “La Misión” (Roland Joffé [(1986]) e inspirada en la vida de un jesuita peruano del siglo XVII, el P. Antonio Ruíz de Montoya SJ, quien fuera misionero en el Paraguay, es un buen ejemplo de esta forma de concebir la empresa y la gerencia por parte de los jesuitas. Pero fueron más allá. En agricultura, sus haciendas no eran meros fundos o chacritas de “pan llevar”, diseñaron un complejo sistema de obrajes que les permitió desarrollar una agroindustria y sistema de agro exportación que sería la envidia de cualquier grupo agroindustrial moderno. Desde Perú, Alto Perú (Bolivia), Argentina y Paraguay, exportaban vinos y piscos, chocolate procesado, melaza, granos, telas, vidrio, cal, argamasa y otros. En el siglo XVIII, el chocolate producido y procesado en una misión o estancia jesuita paraguaya, era tomado en la Corte de los Borbones en Versalles y en la Corte de los Habsburgo en Austria, con taza de porcelana y dedo meñique mariconete levantado. Todo, a través de un sofisticado (para la época) sistema de almacenamiento y redes. Crearon –sin querer-, lo que a la postre sería el concepto de distribución y canales de negocio, logística incluida. Su manejo de los costos era impresionante: las utilidades en una hacienda por ejemplo, después de un ejercicio fiscal, eran redistribuidas entre los indios y esclavos primero y en último término el quinto real (para la Corona Española) y la Compañía. Esto les permitía hacer caja constante pues la producción de sus haciendas, al ser redistribuida entre indios y esclavos - y éstos, a su vez, la reinvertían en sus chacritas, vendiendo “en one” lo que iban sacando de ellas-, les aseguraba un ingreso recurrente, por tanto, evitaban el endeudamiento para cubrir huecos en el flujo de caja, luego tomaban una parte de la ganancia por cada línea de producto y en función a los costos unitarios calculaban el presupuesto para el siguiente año fiscal. Con esto y sin quererlo nuevamente, fueron los primeros en aplicar la teoría de las tasas de transferencia en negocios. Sus inversiones en tierras, conventos, seminarios, colegios mayores e universidades también les generaban caja pues casi todas sus instituciones eran privadas y cobraban una pensión por la colegiatura, que les permitía además brindar subsidios a alumnos o seminaristas con bajos recursos: o la versión moderna de becas de estudios. Además, reducían el riesgo sistémico de sus finanzas con la diversidad de inversiones y líneas de producción que ellos tenían. Es curioso además notar que en un tiempo donde los esclavos negros eran considerados menos que animales, los jesuitas no sólo los hicieron “propietarios” sino que les daban una parte de la ganancia del negocio. Cosa muy prohibida por el orden secular (la Corona), pero ellos se zurraban en eso. Lo triste de esta historia: durante la administración jesuita de sus propiedades, los índices de escapismo entre los esclavos era nulo, después de la expulsión de la Orden, no sólo muchos de los esclavos negros dejaron las haciendas y misiones, sino que el número de abortos autoinflingidos por las madres esclavas se disparó logarítmicamente: preferían matar a sus hijos neo natos, antes que nacieran esclavos (“Peregrinaciones de una paria”, Flora Tristán). Esto, nunca pasó bajo la gestión de la Compañía. Finalmente, en 2008, la revista Forbes nombró a la Compañía de Jesús como "La Corporación Multinacional más antigua y exitosa de la historia económica moderna". Más que Coca Cola Co., JP Morgan y otras corporaciones.
Posted on: Fri, 20 Sep 2013 23:44:22 +0000

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