7 Eduardo, el águila, puso en práctica una “Estrategia de - TopicsExpress



          

7 Eduardo, el águila, puso en práctica una “Estrategia de Apoyo”: Sorprende a tu jefe cuando esté haciendo algo bien hecho... (o más o menos bien hecho). Cuando el jefe llegaba a aceptar alguna ideanueva, Eduardo se la machacaba diciéndole: “Aprecio mucho su buena voluntad para ensayar algodiferente. Su apoyo me recompensa y hace que mi trabajo sea más interesante”.Helena, la gavilana, tenía sus propios métodos para lograr el cambio. Ella aplicó la “Estrategia de lailusión”: Actúa a partir de supuestos que quisieras que fueran verdaderos (con precaución, por supuesto). Helena empezó a enviarle regularmente a sus jefes recortes de prensa y artículos de revistascon una nota que decía: “Debido a su constante interés por aprender nuevas técnicas de marketing,pensé que le interesaría este artículo sobre Distribuidora S.A., publicado en la última entrega de larevista Negocios de Éxito ”.Miguel, el pájaro burlón, decidió intentar una estrategia bien atrevida; una “Estrategia de ignoranciacalculada”: Viola la política pingüina, y si te pescan, sírvete de la “Respuesta pródiga en enigmas”. Cuando se le pedía a Miguel que tomara alguna decisión especial, ponía cara enigmática y describía elatajo por donde se podía llegar a aquello que todos habían considerado tan importante.Sara, el cisne, mucho más suave en su trato, probó la “Estrategia del aprendizaje seguro”: Expón las nuevas ideas ante los pingüinos mayores en situaciones en que no les incomode tener que darles respuesta. Sara, entonces, mencionaba casualmente sus ideas y sugerencias en medio deconversaciones desprevenidas e informales. Así, ella “plantaba” sus ideas, las nutría lentamente yesperaba que progresaran.Algunas de las otras aves – que estaban empeñadas en cambiar – se esforzaban muchísimo porvolverse pingüinos. Caminaban a lo pingüino, hablaban el lenguaje pingüino. Se arreglaban las plumas ypracticaban para lograr el resultado deseado. Pero, al final, terminaban fracasando, pues no podíandejar de ser ellas mismas.Y unas cuantas, como Pedro, ni siquiera trataron de convertirse en pingüinos. En el fondo de sucorazón, Pedro sabía que tenía que existir por lo menos un país en el vasto Mar de las Empresas, endonde pudiera ser un pavo real apreciado por su personalidad. Soportó los consejos y las presiones delos pingüinos, pero se mantuvo firme en su convicción de que debía ser valorado por sus resultados.Con el tiempo, las cosas fueron empeorando para Pedro y para las demás aves raras en el Reino delos Pingüinos. Sus estrategias para cambiar la manera de hacer las cosas de los pingüinos eranrecibidas con oposición y papeleo. Sus ideas y sus esfuerzos eran desaprobados y rechazados. A sus“¿por qués?” le respondían con un “Esta es la forma en que siempre se han hecho las cosas por aquí”.Las aves raras aprendieron a través de su dolorosa experiencia que la cultura del país estabaprofundamente arraigada. Las estructuras y los sistemas eran rígidos e inquebrantables. Las políticas ylos procedimientos garantizaban la continuidad de las costumbres de los pingüinos. Finalmente se vioque los esfuerzos individuales por persuadir e influir eran tontos y vanos, ante una tradición y unaestructura vigentes desde hacía tanto tiempo. Las aves exóticas comprendieron que el estilo de trabajode los pingüinos, desarrollado durante tantos años, no se podría cambiar fácil ni rápidamente. Lasestrategias de las aves para cambiarse a sí mismas también se quedaron cortas, pues muy en el fondo,simplemente ellas no eran pingüinos. No podían cambiar lo que realmente eran. Se hallaban frustradas,decepcionadas y tristes. Ellas, que habían llegado al Reino de los Pingüinos con tantas esperanzas yexpectativas, que habían querido colaborar y triunfar, ¡no recibieron son una crítica silenciosa, unconformismo asfixiante y un rechazo sutil!. 8 Y así, una por una, Pedro y las demás aves nuevas, empezaron a caer en cuenta de lo mismo:que no podían ser ellas mismas en el Reino de los Pingüinos, y que tenían que irse. Su futuro estaba enotro lugar del vasto Mar de las Empresas. Algunas aves nuevas tomaron por sí mismas la iniciativa deirse del Reino de los Pingüinos. A otras las echaron los pingüinos mayores: “ustedes nos hacen sentirdemasiado incómodos. Aquí no caben. Tienen que irse”.Así partieron por voluntad propia u obligadas por los mayores; todas las aves que se fuerontenían una cosa en común: el dolor y la confusión de ser distintas, y la tristeza y la decepción de no seraceptadas por lo que eran. Todas estas aves de diversos plumajes habían enfrentado el mismo dilema:¿cuánto podrían o querrían cambiar para “encajar” y ser aceptadas en el Reino de los Pingüinos, ycuánto podrían ser ellas mismas? ¿Qué precio había que pagar para poder triunfar?Los pingüinos también tenían su dilema: ¿cuánta diversidad podrían tolerar en su país parapoder mantener su propio nivel de comodidad? ¿Todas estas diferencias no harían peligrar suarmoniosa cultura corporativa?. Al fin y al cabo, los pingüinos llevaban años de prosperidad siguiendosus tradiciones y su manera de hacer negocios. Eran reacios a cambiar el sistema que los había hechoimportantes, y estaban decepcionados de que muchos de los trabajadores contratados últimamente noles funcionaran.Pedro, el pavo real, fue el primero en partir. Muchos amigos de otros sitios le habían hablado deun lugar nuevo y maravilloso que habían conocido en sus viajes. Lo describían como “El Reino de laOportunidad”. Le habían dicho que allí tendrían en cuenta su trabajo y sus aportes, y que supersonalidad, en vez de ser criticada, sería elogiada. El podría ser todo lo colorido, extravagante yentusiasta que quisiera, que sería bien recibido. ¿Osaría esperar que tales nuevas fueran ciertas?¿Sería ese el lugar de sus anhelos? Tendría que comprobarlo por sí mismo.Cuando Pedro llegó al Reino de la Oportunidad, le pareció que no tenía nada que ver con elReino de los Pingüinos. Allí, ni los trabajadores ni los jefes perdían tiempo ni energía tratando deaparentar lo que no eran. Sabían que se necesitaban toda clase de aves para poder triunfar en elcompetitivo y turbulento Mar de las Empresas. Y sabían que para triunfar en una empresa sonindispensables la aceptación y la confianza. Sentirse aceptado y gozar de la confianza de los demáspermite que cada ave – aún aquellas que cantan con voz distinta – pueda cantar su propia canción conla esperanza de ser escuchada.Todas las aves se expresaban libremente, y el vivo intercambio de opiniones era lo quegarantizaba que su trabajo y su sistema mejoraran constantemente. Lo mejor de todo era que confiabanen sus jefes, aves de muchas clases que habían llegado a la posición en que estaban por su talento, suinteligencia y su capacidad. Allí el lema era: E pluribus maximus (La diversidad engrandece). Había avesque nadaban, muchas volaban, y una que otra tenía las patas bien plantadas en la tierra. Esto les dabauna variedad de perspectivas del mundo que compartían de manera fácil y abierta. El conocimiento quecompartían las hacia sabias, y su sabiduría las hacía triunfar. Pedro había encontrado un nuevo hogar.A medida que fueron pasando los años, uno a uno, Eduardo, el águila, Helena, la gavilana,Miguel, el pájaro burlón, y Sara, el cisne, también se abrieron camino en el Reino de la Oportunidad. Lehabían oído hablar a Pedro de la libertad y de la amplitud que allí había. En ese país, Eduardo podía serlibre de remontarse a las alturas tan rápido como se lo permitieran sus alas. Se admiraba su gracia y supoder, y se comentaba el ejemplo que constituía para las aves jóvenes que habían empezado desde 9 abajo y soñaban con volar muy alto algún día. Nadie reparaba siquiera en su particularísima manera dehablar.Helena, que había resultado inquietante para los pingüinos con su incesante parloteo y su agudoinstinto de la competencia, encontró en el Reino de la Oportunidad un lugar donde fue bien recibida. Suscolegas valoraban sus habilidades de cazadora y su capacidad para descubrir las tendencias de cambioy nuevas oportunidades. Su elegancia y su carácter eran motivos de comentarios. Se ajustabaperfectamente a la nueva posición que llegó a ocupar en el Reino de la Oportunidad.Miguel pudo finalmente experimentar el goce de crear saltando de un proyecto a otro,trabajando duro y aprisa y agitando nuevas ideas a su paso. Al dejar de estar encadenado al orden jerárquico rígido y a las limitaciones de los pingüinos, su productividad subió hasta las nubes, y todosquedaron maravillados de sus dotes.El Reino de la Oportunidad también resultó ser un lugar receptivo para el estilo de trabajoidealista, reflexivo e imaginativo de Sara. Empezó a escribir y buscar ideas a través de formas que yahabía desechado por imposibles en un lugar de trabajo. Otras aves quisieron colaborar con ella ycompartir la realización de sus sueños. Les gustaba la libertad que les dejaba y su manera suave ygentil.Estas aves diversas prosperaron y se desarrollaron como nunca. Se sentían seguras y apoyadaspor la admiración que les demostraban las demás aves del reino. Experimentaban una nueva libertadque les permitía volar, cada una a su manera. Trabajaban duro y gozaban el fruto de su esfuerzo. Sobretodo, sintieron la dicha de poder ser ellas mismas.Pedro, el pavo real, desplegaba su cola de colores. Eduardo, el águila, se remontaba por losaires, imponente y elegante. Helena, la gavilana, siempre alerta, se dedicaba a la cacería. Miguel, elpájaro burlón, daba rienda suelta a sus instintos creativos y a sus ideas renovadoras. Y Sara, el cisne,se dejaba arrastrar y nadaba con la corriente.Pedro y sus amigos encontraron que el Reino de la Oportunidad podrían llevar una buena vida ytener un futuro brillante. Que allí podrían triunfar y cada uno, a su manera, hacer aportes que serían bienrecibidos y tenidos en cuenta por sus colegas y sus compañeros de trabajo. Y comprendieron que elReino de la Oportunidad, más que un lugar, es un estado mental. El Reino de la Oportunidad es unactitud. Es estar abierto a ideas nuevas, estar dispuesto a escuchar, ávido de aprender, con deseos decrecer y ser flexible ante el cambio.El Reino de la Oportunidad es una nueva manera de relacionarse. Se vuelve real cuandodejamos de juzgarnos unos a otros superficialmente y empezamos a ver y apreciar a cada uno por suoriginalidad, su talento, sus capacidades y su valor. El Reino de la Oportunidad es el lugar en dondevivimos y trabajamos, cuando escogemos mirar con nuevos ojos y vivir con el corazón, y nospermitimos a nosotros mismos y a los demás ser lo que verdaderamente somos... Nosotros mismos. FIN
Posted on: Mon, 05 Aug 2013 02:57:37 +0000

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