7 de junio El “Detente” del Sagrado Corazón de Jesus TE Amoor - TopicsExpress



          

7 de junio El “Detente” del Sagrado Corazón de Jesus TE Amoor Francisco Roberto Groves Una devoción más actual y necesaria que nunca para obtener de Dios, por mediación de María santísima, aquello que hace 2000 años todos los verdaderos cristianos piden cuando rezan: “Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo”, está condensado en el “Detente” de los devotos al Sagrado Corazón de Jesús. A pesar de todas las ofensas contra Aquél que murió por nosotros, la inagotable misericordia de Dios nunca nos abandona. Jamás deja de concedernos las gracias para que nos arrepintamos de nuestros pecados. Pero es necesario reparar el pecado cometido, hacer un firme propósito de observar los Mandamientos y llevar una vida virtuosa para alcanzar la salvación eterna. Para eso, sin duda, una de las mayores gracias es la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. De ese adorable Corazón, traspasado por la lanza de Longinos, brotó sangre y agua en lo alto del Calvario, para salvarnos (cfr. Juan 19, 34). De ese adorable Corazón, aún en nuestros días, y a pesar de nuestras ingratitudes, tibiezas y desprecios, las gracias brotan abundantes para todos aquellos que sinceramente las desean. Basta pedirlas con toda confianza: “Donde más abundó el pecado, ha sobreabundado también la gracia” (cfr. Rom 5, 20) Hace más de 300 años, el Sagrado Corazón de Jesús se manifestó a una privilegiadísima monja del convento de la Visitación de santa María, en Paray-le-Monial (Borgoña, Francia), santa Margarita María Alacoque (1647-1690). –Estaba rezando delante del santísimo Sacramento, el 16 de junio de 1675, cuando nuestro Señor se le apareció. Después de un breve diálogo, Él apuntó a su pecho, señalando su propio Corazón y dijo: –“Aquí está el Corazón que tanto amó a los hombres, que no ahorró nada hasta agotarse y consumirse, para darles testimonio de su amor, y, en reconocimiento, no recibe de la mayor parte de ellos sino ingratitudes, por sus irreverencias, sacrilegios y por las indiferencias y desprecios que tienen hacia Mí en el sacramento del Amor. Pero que me es aún más penoso en corazones que me están consagrados y actúan así. “Por eso, Yo te pido que el primer viernes después de la octava del santísimo Sacramento se dedique una fiesta especial para honrar mi Corazón, comulgando en este día y haciendo un acto de reparación, en satisfacción de las ofensas recibidas durante el tiempo que estuve expuesto en los altares. Yo te prometo también que mi Corazón se dilatará para distribuir con abundancia las influencias de su divino amor sobre aquellos que le presten culto y que procuren que le sea prestado”.1 El mensaje conserva toda actualidad, a pesar del paulatino olvido en que ha ido cayendo. El beato papa Pío IXº (1846-1878) fue enfático al expresar su firme esperanza en esa devoción en comentario hecho al padre Julio Chevalier, fundador de los misioneros del Corazón de Jesús: –"La Iglesia y la sociedad no tienen otra esperanza sino en el Sagrado Corazón de Jesús, es Él quien curará todos nuestros males. Pregonad y difundid por todas partes la devoción al Sagrado Corazón, ella será la salvación del mundo”.2 PODEROSA PROTECCIÓN QUE VIENE DEL CIELO Entre varias y magníficas promesas de ese adorable Corazón, “TODOMARÍA” ofrece hoy a sus lectores una no tan difundida como sería de desear: la devoción al Detente, el Escudo del Sagrado Corazón de Jesús. Esa práctica piadosa, otrora muy difundida entre los católicos, es un modo simple –pero espléndido– de manifestar permanentemente nuestra gratitud y amor al Sagrado Corazón, víctima de nuestros pecados. Y al mismo tiempo, recibimos de Él innumerables beneficios y una protección extraordinaria. Es un poderoso Escudo que la divina Providencia colocó a nuestra disposición, a fin de protegernos contra los más diversos peligros que enfrentamos todos los días. Para eso, basta llevarlo consigo, sin necesidad de hacerlo bendecir, pues el beato papa Pío IXº extendió su bendición a todos los Detentes, como más adelante veremos. El Detente, el Escudo del Sagrado Corazón de Jesús es un emblema con la imagen del Sagrado Corazón y la divisa: ¡Detente! El Corazón de Jesús está conmigo. ¡Venga a nosotros tu Reino! El uso del Detente es un medio de expresar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús; señal de nuestra confianza en su protección contra las celadas del demonio y los peligros de todo orden. Además, el Detente nos ayuda a recordar continuamente las promesas del Sagrado Corazón de Jesús; es un símbolo de nuestra total confianza en la protección divina, una señal de nuestra permanente súplica y fidelidad a nuestro Señor y un pedido de que Él haga nuestros corazones semejantes al suyo. ORIGEN DEL ESCUDO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Santa Margarita María de Alacoque –como cuenta en una carta dirigida a su superiora, la madre Saumaise el 2 de marzo de 1686– transcribe un deseo que le fue revelado por nuestro Señor: –“Él desea que usted mande hacer unos escudos con la imagen de su Sagrado Corazón, a fin de que todos aquellos que quieran ofrecerle un homenaje, los coloquen en sus casas; y otros más pequeños, para que las personas los lleven consigo”3. Nacía, así, la costumbre de portar esos pequeños escudos. Esta santa devota del Detente lo llevaba siempre consigo e invitaba a sus novicias a que hicieran lo mismo. Confeccionó muchas de esas imágenes y decía que su uso era muy agradable al Sagrado Corazón. La autorización para tal práctica, concedida al principio solamente a los conventos de la Visitación, fue más difundida por la venerable Ana Magdalena Rémuzat (1696-1730). A esa religiosa, también de la orden de la Visitación, fallecida en alto concepto de santidad, nuestro Señor le hizo saber anticipadamente el daño que causaría una grave epidemia en la ciudad francesa de Marsella, en 1720, así como el maravilloso auxilio que los marselleses recibirían con la devoción a su Sagrado Corazón. La referida visitandina hizo, con la ayuda de sus hermanas de hábito, millares de esos Detentes del Sagrado Corazón y los repartió por toda la ciudad donde se propagaba la peste. La historia registra que, poco después, la epidemia cesó como por milagro. No contagió a muchos de aquéllos que portaban el Detente y las personas contagiadas obtuvieron un auxilio extraordinario con esta devoción. En otras localidades ocurrieron hechos análogos. A partir de entonces, la costumbre se extendió por otras ciudades y países.4 En 1789 estalló en Francia, con trágicas consecuencias par el mundo entero, un flagelo muchísimo más terrible que cualquier epidemia: la atea Revolución Francesa. En ese período, los verdaderos católicos encontraron amparo en el sacratísimo Corazón de Jesús, y muchos sacerdotes nobles y el común de la gente que resistieron a la sanguinaria revolución anticatólica llevaban el Detente protector. Entre las pertenencias de la reina María Antonieta, guillotinada por el odio revolucionario, encontraron un dibujo del Sagrado Corazón, con la llaga, la cruz y la corona de espinas y las palabras: –“Sagrado Corazón de Jesús, ¡Ten misericordia de nosotros!” 5 Otra reina de Francia, también devota del Detente, fue María Leszczynska. En 1748 recibió como presente, del papa Benedicto XIVº, varios Detentes del Sagrado Corazón, en ocasión de su casamiento con el rey Luis XVº.6 En la región de Mayenne (oeste de Francia), los Chouans –heroicos resistentes católicos, que enfrentaron con bravura y ardor religioso a los revolucionarios franceses de 1789– bordaban en sus trajes y banderas el Detente del Sagrado Corazón de Jesús. Era como un blasón y, al mismo tiempo, una armadura: “blasón” usado para reafirmar su fe católica; “armadura” para defenderse contra las embestidas adversarias (cfr. Efes 5, 11 y ss.). También ostentaron el Detente como “armadura espiritual” muchos otros líderes y héroes católicos que murieron o lucharon en defensa de la santa Iglesia, como los bravos campesinos seguidores del aguerrido tirolés Andreas Höfer (1767-1810), conocido como “el Chouan del Tirol”. Lo hicieron para protegerse en las luchas contra las tropas napoleónicas que invadieron el Tirol. Más recientemente, los católicos cubanos que no se dejaron subyugar por el régimen comunista, tenían especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Prisioneros y llevados al “paredón” (en donde eran sumariamente fusilados), enfrentaron a los verdugos fidelcastristas gritando “¡Viva Cristo Rey!” –siguiendo el ejemplo de sus hermanos en el ideal católico, los Cristeros de México, también martirizados por odio a la fe, a comienzos del siglo XXº. En la antigua Perla de las Antillas (la actual isla de Cuba) antes de ser totalizada por el absolutismo de Fidel Castro, había muchas estatuas del Sagrado Corazón de Jesús en sus arboladas plazas. Pero después de la dominación comunista, las bellas estatuas del Sagrado Corazón de Jesús fueran derribadas y –asómbrese el lector– substituidas por otras del Che Guevara... La figura del guerrillero argentino que tenía sus manos teñidas de sangre inocente; del revolucionario que hizo correr un río de sangre en varios países latinoamericanos, ¡colocada en lugar de la imagen del Sagrado Corazón, que representaba la misericordia divina y el perdón! EL ESCUDO EN OCASIONES DE GRAN PELIGRO En nuestros tiempos en que, debido a la violencia avasalladora y generalizada, los peligros nos amenazan por todas partes, el uso del Detente del Sagrado Corazón de Jesús es de primordial importancia. Llevándolo consigo –también puede colocarse en nuestra casa, junto al material escolar de nuestros hijos, en el automóvil, en el trabajo, sobre la cabecera de un enfermo, etc.– estaremos repitiendo en el interior de nuestras almas, lo que dice el apóstol san Pablo: –“Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (cfr. Rom 8, 31). No hay peligro de que Él no pueda librarnos. Y hasta en medio de las dificultades que la Providencia envíe para probarnos, tendremos confianza en la protección divina, que nunca abandona a quienes recurren pidiéndole amparo y protección. Evidentemente, si nuestro pedido de auxilio es por medio de la santísima Madre de nuestro divino Redentor, Él nos oirá con mucho más agrado y nos atenderá más rápidamente: la ha constituido en Medianera de todas las Gracias y, al darnos por Madre a su propia Madre, nos manifestó una prueba mayor de amor. –Sagrado Corazón de Jesús, ¡en Ti la Patria espera! –Sagrado Corazón de Jesús y María, ¡sed nuestra salvación! En este difícil y caótico momento histórico, tan cargado de calamidades de todo orden, mirad a nuestra Patria que nació católica e infundid profundamente en los corazones de vuestros queridos hijos argentinos el deseo ardiente de ser verdaderamente fieles al compromiso bautismal y, como soldados de Cristo, batallar con firmeza para que “Venga a nosotros vuestro Reino”. BENDICIÓN DEL “DETENTE” POR EL PAPA El Sagrado Corazón de Jesús, representado en el Detente, es fuente de Amor y protección constante en nuestra vida. El Detente no necesita bendición de un sacerdote o diácono ni la imposición particular, ya que en el año 1872, el beato papa Pío IXº extendió a todos los Detentes (hechos y a fabricarse en el futuro) esta bendición general: –“Voy a bendecir este Corazón, y quiero que todos aquéllos que fueren hechos según este modelo reciban esta misma bendición, sin que sea necesario que algún otro sacerdote la renueve. Además quiero que Satanás de ningún modo pueda causar daño a aquéllos que lleven consigo el Escudo, símbolo del Corazón adorable de Jesús”. INDULGENCIA DEL SANTO PADRE Para impulsar la piadosa costumbre de usar el Detente, el beato papa Pío IXº concedió en 1872 una indulgencia parcial por cada día en que los fieles lo usen alrededor de sus cuellos y recen un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria. Después de ello, el santo padre, compuso esta bella oración: –“¡Abridme vuestro Sagrado Corazón, oh Jesús!... mostradme sus encantos, unidme a Él para siempre. Que todos los movimientos y latidos de mi corazón, incluso durante el sueño, os sea un testimonio de mi amor y os digan sin cesar: Sí, Señor Jesús, yo os adoro. Aceptad el poco bien que practico… hacedme la merced de reparar el mal cometido para que os alabe en el tiempo y os bendiga durante toda la eternidad”. Amén. CANTO AL SAGRADO CORAZÓN Cristo Jesús: en Ti la Patria espera, gloria buscando con intenso ardor, guíala Tú; bendice su bandera, dando a su faz, magnífico esplendor. Salve divino foco de amor. Salve al pueblo argentino escucha su clamor; salva al pueblo argentino, Sagrado Corazón. Dulce Jesús: poblados y desiertos piden, al par, tu sacra bendición; duerman en paz nuestros queridos muertos. ¡Salva al hogar, la patria y religión! NÚMEROS VOLADOS 1- Sainte Marguerite Marie, Sa vie écrite par elle-même, Edições Saint Paul, París, 1947, pp. 70-71. Imprimatur de M. P. Georgius Petit, Bispo de Verdun. 2- Pe. Jules Chevalier, Le Sacré-Coeur de Jésus, Retaux-Bray, París, 1886, p. 382. 3- corazones.org/ (Vida y Obras, vol. IIº, p. 306). 4- Cfr. Padre Auguste Hamon, s.j., Histoire de la Dévotion au Sacré-Coeur de Jésus, vol. IIIº, p. 425 a 431. 5- Cfr. De Franciosi, s.j., La dévotion au Sacré-Coeur de Jésus, pp. 289 - 290. 6- Op. cit. p. 289.
Posted on: Fri, 07 Jun 2013 02:45:31 +0000

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