A 40 años del Golpe de Estado: Imposible olvidar Hoy se cumplen - TopicsExpress



          

A 40 años del Golpe de Estado: Imposible olvidar Hoy se cumplen 40 años desde el Golpe de Estado y lo que desde la Derecha y el poder se presenta como un problema del pasado, es en realidad, un brutal hecho del presente que condiciona nuestro futuro. Cuando los militares, de la mano de la derecha más reaccionaria del país y de los Estados Unidos, rompieron su promesa de lealtad y derrocaron a un presidente democráticamente electo, no sólo masacraron a miles de chilenos, no sólo apresaron, torturaron, exiliaron y exoneraron a otros cientos de miles... si no que además impusieron a sangre y fuego, un sistema político y económico que nos sigue rigiendo hoy. Y si no somos capaces de romperlo, nos seguirá rigiendo mañana. No es posible superar lo que no está resuelto y el impacto del trauma histórico que significó el Golpe de Estado y la dictadura militar, es innegable que se mantiene sin solución. Aquí se requieren respuestas morales, jurídicas y políticas. En primer término es indispensable que los responsables de los atroces crímenes contra la humanidad cometidos en Chile, sean juzgados y tengan el castigo que se merecen. Una sociedad que vive en la impunidad no sólo es incapaz de cicatrizar heridas, si no que se enfrenta al serio riesgo de que estos crímenes se repitan. El castigo no sólo es un acto de justicia para los responsables, si no que busca que en el futuro otros lo piensen dos veces antes de intentar repetir esos deleznables comportamientos. Es también indispensable que los responsables políticos se hagan cargo de lo que hicieron. En Chile existió Terrorismo de Estado, no un puñado de criminales que actuaron por su cuenta, como se nos quiere hacer creer. Aquí operaron aparatos represivos financiados por el Estado, utilizando infraestructura pública y con funcionarios públicos, amparados por reglas y mecanismos generados desde las más altas esferas del poder. Por lo tanto, deben ser castigados no sólo quienes asesinaron, torturaron y apresaron, si no y por sobre todo, deben ser castigados quienes dieron las órdenes. No es sano para la democracia que quienes lideraron el Terrorismo de Estado ayer, hoy sigan manejando los hilos del poder impunemente. Pero también hay cuentas políticas que saldar. Las horribles violaciones a los derechos humanos en Chile fueron un medio, no un fin en sí mismo. Lo que los sectores más reaccionarios del país no pudieron lograr en las urnas, lo impusieron por la fuerza. El objetivo del Golpe de Estado fue torcer el camino de desarrollo que el pueblo de Chile había escogido soberanamente, para imponer un modelo de país hecho a la medida de los poderosos de siempre. Es así como se les regaló un cobre que Chile había nacionalizado, se les vendieron a precio de huevo cientos de valiosas empresas públicas que formaban parte del patrimonio de todos los chilenos, es así como les entregaron nuestros ahorros previsionales para que expandieran sus negocios, es así como les regalaron las riquezas de nuestro mar y nuestros bosques, les regalaron las tierras de nuestros campesinos y pueblos originarios, y les quitaron a los trabajadores su derecho a huelga. Los grandes grupos económicos que dominan el país, no ostentan esa situación de privilegio porque hayan innovado, porque hayan desarrollado nuevos procesos y por la generación de ventajas competitivas. Son privilegiados porque les regalaron las riquezas de Chile y ciertamente, no están dispuestos a devolver el botín. ¿Cómo preservar una injusticia tan abismal?, ¿cómo sostener un sistema crecido desde la sangre y la humedad de la mazmorra? Fue el pacto de la transición: los militares y los dueños de Chile dejarían La Moneda, pero no el poder. Es así como para asegurar esos privilegios, la dictadura generó una camisa de fuerza institucional: la fraudulenta Constitución de 1980, cuyos garantes serían los mismos militares. Un orden institucional diseñado expresamente para que fuera imposible cambiarlo desde dentro. Altísimos quórums, unido a un sistema electoral que fuerza un empate parlamentario artificial, fueron los instrumentos principales para bloquear el camino a los cambios a los que la mayoría aspira. Es por esto que cuando hablamos del Golpe, de dictadura, cuando hablamos de nuestros muertos, no hablamos de pasado, si no de presente y de futuro. Para que hoy un puñado de sinvergüenzas se dedicaran a hacer jugosos negociados con la educación chilena, tuvieron primero que pagar su tributo de sangre nuestros hermanos masacrados en Lonquén; para que impusieran sus AFPs, para que privatizaran la salud, para que desmantelaran las universidades del Estado, para que monopolizaran el poder de la prensa... para que se apropiaran de todo, tuvimos que vivir una Operación Colombo, Calle Conferencia, los horrores de Londres 38 y Villa Grimaldi. Pero no todo fue derrota, porque los pueblos de Chile nunca se dejaron aplastar por el reino del abuso, la cobardía y la traición. El tirano y sus secuaces no abandonaron la casa de los presidentes de Chile por voluntad propia, lo hicieron por la presión de un pueblo en rebeldía. Lo hicieron porque en cada rincón de la patria, habían hombres y mujeres dispuestos a usar sus corazones como espadas y escudos contra la injusticia. Y cuando un pueblo pierde el miedo, no hay ejército que le resista. Las marchas del hambre, las protestas nacionales, las tomas de los secundarios, la Vicaría de la Solidaridad, el Movimiento Sebastián Acevedo, el apoyo internacional, las acciones de los combatientes rodriguistas, el Canto Nuevo, todas y todos, unos y otros, desde cada lugar de la resistencia y la esperanza, hicieron imposible la permanencia de la dictadura. Ese fue el camino ayer y lo sigue siendo hoy: organización y lucha. Hoy, no podemos pensar en futuro, sin hacerlo desde nuestra historia. Imposible olvidar. Nuestros muertos, los muertos del alma de Chile, están muertos por querer y luchar en pos de un país mejor para nosotros y nuestros hijos. Y la mejor forma de hacerles justicia, es precisamente romper el legado macabro de la dictadura y sus cómplices. Por ellos, por nosotros, por nuestros muertos, nuestros hermanos y nuestros hijos... ¡Otro Chile es Posible! Discurso leído por la Asamblea de Derechos Humanos de Tarapacá en acto del 11 de Septiembre. Discurso redactado por este servidor.
Posted on: Thu, 12 Sep 2013 18:23:41 +0000

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