A los que dicen: "Yo perdono pero no olvido"; o "le perdono pero no quiero verle", etc., etc. Ese no es verdadero perdón. ¿Qué sería de nosotros si, al comparecer delante de Dios, nos dijera: "Te perdono, pero no quiero verte"? No podríamos entrar en el Cielo, ya que allí se ve y es uno visto por Dios continuamente. No nos engañemos. Cristo crucificado no solamente perdonó y olvidó, sino que excusó a sus verdugos: "Padre, perdónales, que no saben lo que hacen"; lo que constituye el colmo de la generosidad y del perdón. Solamente con esta condición nos reconocerá Cristo como suyos. Cierto que no está en nuestra mano evitar que la memoria nos traiga materialmente el recuerdo de la ofensa; pero está perfectamente a nuestro alcance, con la gracia de Dios, rechazar ese recuerdo como una verdadera tentación y tratar de olvidarnos de aquello como si nada tuviera que ver con nosotros. No depende de nuestro libre albedrío el olvido material de una cosa que dejó su huella en nuestra memoria, pero sí depende de él la condonación absoluta de aquella ofensa y el tratar al ofensor como si nada absolutamente hubiera ocurrido. El perdón que no llegue hasta aquí, no es verdadero perdón ni tiene valor ante Dios.
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 16:53:41 +0000
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