ADAN Por si no sabes te lo cuento, cuando Adán despertó del - TopicsExpress



          

ADAN Por si no sabes te lo cuento, cuando Adán despertó del sueño de Dios, no sabía que era el primer hombre. No sabía nada de nada, no sabía ni siquiera que nada al revés era Adán y que Adán al revés era nada. A su alrededor los árboles hilaban perfumes, murmullos, Una iridiscente cascada de mariposas se precipitó desde las pálidas magnolias hacia las pálidas azucenas. Arriba muy arriba, las nubes dibujaban en el horizonte perfiles de cúpulas, en las telarañas titilaban constelaciones de rocío. Adán se desperezó, se incorporó, bostezó, Al pasar sin querer la lengua por la comisura de su boca, probó el gusto de una dulce gota de miel que había caído desde un panal suspendido en las ramas altas de un árbol, y echó a andar, tratando de seguir una invisible algarabía que dejaba el oír el parloteo de los papagayos y el colorido de sus plumas. Al caminar, Adán rozó con sus dedos la tersura de algún pétalo, la rugosidad de alguna corteza, la tibia suavidad de la piel del gamo que se le acercó mansamente. El gamo lo acompañó hasta la orilla del arroyo, donde Adán pudo contemplar por prime¬ra vez su imagen asombrada en el espejo de agua. Los cinco sentidos le abrían la primera puerta: el conocimiento de su cuerpo. Aún así seguía sin saber quién era, por qué y para qué estaba allí, en ese Jardín que era una flagrante invitación a la vida. Y se sintió triste. Hasta que una voz que comprendía no sólo el sonido, sino también la vista, el tacto, el gusto y el olfato, hizo correr con el viento una pregunta: Adán? Adán supo de inmediato que esa pregunta, for¬mulada por Alguien, era también una respuesta: su propio, único y verdadero nombre. Y que al aceptar ese nombre aceptaba también un don: el don de la palabra. A partir de entonces le resultó fácil, espontáneo y natural llamar agua al agua, tierra a la tierra, cielo al cielo. Dar un nombre a cada cosa. Sin embargo, el don no era suficiente para apa¬gar la tristeza, para borrar el desconcierto. Porque nombrar al agua no era retener el agua, porque decir tierra no era perpetuar tierra, porque pronunciar cielo no era alcanzar el cielo. Apenas dichas las pa-labras se volaban como los pájaros, se marchitaban como las flores, desaparecían como desaparece el sol tragado por las tinieblas. Las palabras eran bellas, si, sonoras y expresivas, pero fugaces y caprichosas como el tiempo. Nada podía hacer contra la nada. y de tanto repetir “nada, nada ,nada” Adán se dio cuenta de que nada al revés era Adán y que Adán era nada, y la conciencia de la nada contenida en su nombre lo entristeció mas aún, estaba vivo en un lugar de la vida y se sentía impotente para vivir. Con su tristeza a cuestas llegó una tarde a orillas del mar. Nunca lo había visto, se sentó en la playa mirando hacia el infinito y sin querer tomó un caracol roto, vacío que las olas habían traído hasta la costa y con el borde filoso también sin querer, trazó una línea sobre la arena, Una línea nada más, Al mirarla, quizás impedido por el silencio de alguien que solo una vez lo había nombrado, agregó otra línea. Y otra y otra, advirtiendo que con líneas ondulantes podía representar la palabra agua, que con líneas profundas podía representar la palabra tierra, que con líneas ascendentes podía representar la palabra cielo, infinitas combinaciones de líneas podían representar palabras que ya no se volaban con el viento ni viajaban como los pájaros ni se marchitaban como las flores, que no desaparecían como desaparece el sol tragado por las tinieblas, Las líneas perduraban, y si trazadas en la arena podían ser luego borradas por el mar, grabadas en piedra se eternizarían. Así línea sobre línea, Adán logró el signo de su propio nombre, Adán, siempre nada al revés, pero la nada escrita deja de ser nada, es algo, porque todo lo escrito se convierte en realidad, y algo más algo es una suma, cuyo resultado es, Todo. Adán se descubrió como hombre cuando descubrió la escritura, es decir: cuando descubrió el modo de fijar en letras la escurridiza memoria Moraleja: la palabra escrita es la aniquilación de la nada. Eduardo Gudiño Kieffer
Posted on: Wed, 21 Aug 2013 23:55:53 +0000

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