AITOR OHOLEGUY. UNA HISTORIA QUE MERECE SER CONTADA Me lo contó mi amigo Iker Olaizola, en Iparralde cuando le dije mi apellido hace ya de esto, 32 años. Se llamaba Aitor Oholeguy, y había nacido en Biarritz, de donde llegó mi aitona. Un vasco que había leído cuanto encontró de los hermanos Arana, y soñaba con una Euskal Herria libre e independiente. Corría el año 1937, y Aitor, cansado de oír la terrible represión hacia los vascos de Hegoalde, decidió cruzar la frontera y llegar por la costa a San Sebastian, para prestar su apoyo a los gudaris que luchaban contra la dictadura franquista. Se junto con dos amigos que le acompañaron. Nadie recuerda bien sus nombres, pero uno de ellos se llamaba Pierre y fue quien regresó con la historia. Estuvieron un par de días en Saint Jean de Luz, donde se les unieron otros dos amigos, y emprendieron viaje a su destino final. Pudieron cruzar fácilmente la frontera. En aquellos días era muy simple por lo que se entiende. Tal vez un paso por las montañas. Cuentan que tardaron más de dos meses en contactar a los gudaris. A partir de allí, comenzaron con tareas de comunicaciones. Aitor creó la línea de contacto entre la selva de Irati y Larrau por donde muchos vascos pudieron escapar del tirano. Posteriormente fue su función justamente el "sacar" del peligro a alguna gente de Hegoalde y pasarla a Iparralde. Luego del bombardeo de Gernika, la situación se puso realmente imposible, y muchos de aquellos gudaris fueron fusilados en cárceles, en el monte, o simplemente en las calles. Había que reemplazar a esos combatientes que cayeron por la libertad, y Aitor se ofreció voluntario. Lo que sigue es lo que contó Pierre, su compañero: "Estábamos llegando desde Durango a Markina (Markina-Xemein) porque se decía que esa noche serían fusilados un grupo de gudaris tomados prisioneros por los franquistas. Nuestra intención era liberarlos. Acampamos cerca de la iglesia de Xemein, y Aitor se marchó a reconocer el terreno y tratar de conseguir alguna información. Dos horas después regresó diciendo que el contacto local, le informó que los prisioneros se encontraban en una casa de Markina. Decidimos atacar con las últimas luces, eso es a eso de las 19. Aitor nos llevó hasta unos 250 metros de la casa, y ordenó que nos desplegáramos. Éramos unos 9 hombres bien armados y con experiencia. A la hora señalada, dio la voz de avanzar. De pronto, desde todo el frente y el flanco, nos comenzaron a disparar, era una emboscada. De resultas que perdimos 5 hombres allí, y Aitor quedó gravemente herido. No teníamos cómo trasladarle, pero lo llevábamos un trecho cada uno. A seis kilómetros se hallaba una de nuestras bases, en Ribera, pero nuestro amigo murió a mitad de camino. Lo pusimos en una depresión del terreno, y le cubrimos de piedras, como se hacía entonces. Siempre llevaba consigo una carta para su madre. La tomé y es por eso que regresé en cuanto pude a Biarritz. Su ama no estaba allí. Pero me reencontré con los amigos en común y les llevé la historia." La carta se ha perdido, nunca sabre que quiso decir Aitor a su ama. Nadie conserva fotos de el, ni pude encontrar mas datos, solo que en el registro de una parroquia cercana, figuraba un Aitor Oholeguy, nacido en 1907, hijo de Pierre Oholeguy y Anne Saint Martin de Oholeguy. No existe dato alguno de su familia original, por lo que tampoco sé cual es el parentesco que lo une conmigo. Solo sé que su historia merecía ser contada. De Pierre, quise obtener mas datos sobre este hombre, solo me contaron que murió en la segunda guerra mundial, cuando defendía a Francia de la ocupación alemana. Hoy, ya no me importa si con Aitor Oholeguy éramos o no parientes, solo que me embarga una gran emoción cuando recuerdo su entrega. Podría haber tenido cualquier apellido y seguramente sentiría los mismo. Esos vascos que dieron sus vidas por la libertad de Euskal Herria. Hoy también supe que no soy descendiente de vascos. Soy vasco de la diáspora. ETA HARRO NAGO.
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 22:22:53 +0000