ANDANZA N. 347. PECADORA (25.11.2013) Quizás algunos de vosotros vais a mirarme con otros ojos después de mi confesión. Incluso puede que me borréis del Facebook y lo entiendo. Ayyy, cuando elaboré una lista de los mandamientos contra los que había atentado, llegué a la conclusión que iría al infierno. Pero como me dijisteis muchos, estaría bien acompañada. Porque incluso atenté contra el de no robarás sin querer. Y ahora no sé si estar contenta porque soy una pecadora de los pies a la cabeza o sentirme la criatura más miserable del mundo. He atentado contra el quinto mandamiento. He matado. Quizás un abogado podría alegar que fue una negligencia con resultado de muerte. A lo mejor me libraba de algunos años. Lo más terribles es que a quien maté era… la mascota de Albert. Sí, asesiné a Lyzel. Nadie me había dicho que las tortugas de agua deben vivir en un medio acuoso puro. O sea: llenarles su hábitat con agua destilada. Le compré una piscina hermosa, con su isla, su palmera, su zona de juegos… Le cambiaba el agua cada dos días por lo menos (ayy, quizás si no se la hubiera cambiado tanto…) Su comidita, la poníamos para que le diera la luz de sol, le hablábamos… Bueno, mi madre y yo, de hecho, Albert la cogía de vez en cuanto y le daba besos. Espero que ninguno de ellos se lo diera cuando la pobre Lyzel ya era un cadáver en estado de descomposición. Por favor, no le contéis a Albert que fui yo quien mató a su tortuga. Temo no ya que me denuncie, porque si no, ¿quién le prepararía las croquetas que tanto le gustan? Ostras, cualquiera, que eso no tiene secreto. Ya me veo hundida en la miseria. Sed benévolos con esta pobre ignorante, pero como dicen: el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, o, en otras palabras, no por tu ignorancia te libras del adjetivo. Homicida involuntaria.
Posted on: Mon, 25 Nov 2013 18:53:36 +0000
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