ANTAURO HABLA DE CRISTO, EL REVOLUCIONARIO ETNONACIONALISTA PARTE - TopicsExpress



          

ANTAURO HABLA DE CRISTO, EL REVOLUCIONARIO ETNONACIONALISTA PARTE I Hay que poner de relieve que los zelotes no eran una secta ni una confesión religiosa. Pero su orientación propia era fundamentalmente política. La postura de los zelotes era franca: Roma era el enemigo. Ningún judío debía pagar reconocer al emperador romano como amo. No había más amo que Dios. Dios había conferido un singular derecho de nacimiento a Israel, pues había concertado una alianza con David y salomón. El deber patriótico y religioso de todo judío era luchar por la restitución de este derecho de nacimiento, de esta alianza: la restitución de un gobernante legítimo que presidiera el reino de Israel. Para alcanzar estos objetivos, todos los medios eran válidos. Cuando las circunstancias lo permitían, los zelotes llevaban a cabo operaciones militares a gran escala, de tipo convencional. Cuando no era así, libraban una incesante guerra de guerrillas, atacando guarniciones romanas aisladas, tendiendo emboscadas a caravanas o cortando rutas de abastecimiento. No retrocedían ante el asesinato y, en la medida que lo permitía la tecnología de la época, empleaban procedimientos que hoy en día asociaríamos con el terrorismo. Como dice Josefo: “Tampoco dan valor a morir de ningún tipo de muerte, y, a decir verdad, hacen caso omiso de las muertes de sus parientes y amigos, ni pueden ningún temor semejante hacerles llamar Señor a algún hombre…”. A juzgar por los pocos datos que se conservan, parece que entre los líderes zelotes se daba un fuerte elemento dinástico. Dos de los hijos de Judas de Galilea murieron como jefes zelotes por derecho propio. Otro hijo, o quizá nieto, fue el artífice de la conquista de la fortaleza de Masada al estallar la revuelta del año 66 D. de C. Y, durante el famoso asedio de esta fortaleza, que no termino hasta el año 73 d. de C., mandaba la guarnición de la ciudadela un hombre llamado Eleazar, que también descendía de Judas de Galilea. Si entre sus seguidores Jesús contaba con figuras como Simón el zelote y judas el sicario, dichos seguidores difícilmente serían tan placidos y pacíficos como afirma la tradición posterior. Al contrario, diríase que estaban involucrados precisamente en el tipo de actividad política y militar de la que, según la citada tradición, se desasocia a Jesús y a su sequito, en consonancia con lo que se esperaría del Mesías, eran “etnonacionalistas” militantes que no retrocedían ante la violencia. No es necesario hablar aquí de la crucifixión; bastara con señalar que, cualquiera que fuese la asociación de Jesús con los zelotes, no cabe duda de que los romanos lo crucificaron por “revolucionario político”. Así lo afirma el cronista romano Tácito. No cabe duda de que los romanos veían en Jesús a una figura político-militar a la que trataron estrictamente de acuerdo con esa imagen. La crucifixión era un castigo que se reservaba para las transgresiones contra la ley romana, y Roma no se hubiera tomado la molestia de crucificar a un hombre que predicara un mensaje puramente espiritual, o un mensaje de paz. Jesús no fue ejecutado por el Sanedrín judío (el cual tenía permiso para lapidar al hombre que hubiera infringido la ley judaica), sino por la administración romana. Y a los dos hombres que se supone fueron crucificados con él se les califica explícitamente de “lestai”, es decir, zelotes. No se trataba, diga lo que diga la tradición, de delincuentes comunes, sino de revolucionarios políticos o “luchadores por la libertad”. Del libro: DE LA GUERRA ETNOSANTA A LA IGLESIA TAWANTINSUYANA
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 03:57:46 +0000

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