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ASI ES EL RITO EN CASABINDO Agosto es un més de festejos en toda la provincia de Jujuy cuando se rinden cultos a la Pachamama, con ceremonias milenarias en las que se ofrenda comida, bebida y hojas de coca a la Madre Tierra. En la puna jujeña está, quieta y apacible, la localidad de Casabindo, en el Departamento de Cochinoca. Fundada en 1535 por los españoles, fue la primera población hispánica argentina en el camino del Inca. Su iglesia, en 1590, ya tenía un párroco estable y una de las colecciones de arcángeles arcabuceros, que junto a la de la iglesia de Uquía, es la más importante de nuestro país. Los días pasan así, unos tras otros, durante casi todo el año. Pero llega una semana y especialmente un día al año, el 15 de agosto, en el que Casabindo se destaca, no sólo en Jujuy sino también en el noroeste, en localidades vecinas de Bolivia. Asisten visitantes de toda Argentina y aún del mundo por la celebración de la Virgen de la Asunción. Reconocida y profunda, la reverencia hacia la Virgen María, reúne tradiciones ancestrales, con la Pachamama, muestra de profunda fe de los pobladores de la Puna y de la Quebrada. En las vísperas, salen los hombres del pueblo a buscar a los toros, quienes aparecen sueltos por las laderas próximas, desde el año anterior en que fueron los protagonistas del toreo. “El cholo”, “Queco Colorado” “El Chapulín Colorado”, (esos son sus nombres), son ofrendados a la Virgen por los vecinos, serán encerrados en un corral de pirca, a la espera de la fiesta taurina. Por su parte, las mujeres serán las encargadas de preparar la iglesia con sus ornamentos, cirios e inciensos. Mientras, desde las comarcas vecinas bajarán, en pequeñas procesiones, familias portando sus santos patronos, que acompañarán a la Virgen en SU día cuando suenen las campanas anunciando la próxima alegría. La actividad comienza a las 6 de la mañana con una salva de bombas, con la Celebración del Alba y de la Aurora a cargo de la Comunidad. La “corpachada”, darle alimento a la Pachamama, forma parte de este acto sincrético. Los actos oficiales comienzan las 9,30 con la entrada de la Bandera de Ceremonias al predio de la plaza “Pedro Quipildor”, el izamiento del Pabellón Nacional y se entona el Himno Nacional Argentino. A las 10, se celebra la Misa central en la Capilla o Catedral de la Puna, como suelen llamarla. Tras la misa, viene la Procesión, con cornetas, campanas, el estallido de bombas, y la imagen religiosa sobre los hombros de los devotos y las banderas nacional, papal y la wipala, representando al Tahuantisuyo o imperio Inca. Darán entonces una vuelta a la Plaza de Toros y se detendrán en las posas (altares) para ahumar con incienso a las imágenes y regresar al templo acompañados por la Banda de Sikuris, Banda de Música, y samilantes: hombres disfrazados de suris (ñandúes) que interpretan una danza agraria de origen prehispánico propiciatoria de buenos tiempos para la cosecha, en relación vital con la Pachamama. Estos samilantes nunca dan la espalda a la Virgen. También dan la vuelta toritos, caballitos, cuarteras, promesantes y concurrencia en general. El mediodía pone una pausa en la intensidad de la fiesta casabindeña, los tamales, humitas, empanadillas y locro, algunos bailes y canciones, anteceden al Toreo de la Vincha, el momento esperado por todos que dará inicio luego de la Chayada en el Corral de los Toros por los promesantes ganaderos, toreros y miembros de la Comisión. Toreros de Tusaquillas, Cieneguillas, La Quiaca, Abra Pampa, San Salvador de Jujuy y de pueblos vecinos, algunos expertos, otros audaces, se agruparán alrededor de la plaza para lidiar con los toros. Los espectadores observarán este singular espectáculo, cuando los valientes, con un paño rojo, buscarán acercarse al animal para quedarse con la vincha adornada con monedas de plata, la misma cinta roja que estuvo a los pies de la imagen de la Santísima Virgen durante la procesión. Al finalizar la toreada, el jurado, integrado por vecinos y viejos toreadores, premiarán al mejor de los participantes, se arriará la bandera nacional y se prepararán para el baile popular. La variedad de colores cálidos de los vestidos y ponchos, de los arcos de las andas y de los arreglos de las imágenes, los toros y toreros en la tarde del altiplano argentino quienes a puro coraje ofrendan su valor a la Virgen en esta fiesta de herencia hispánica, en la inconmensurable soledad de la puna, rompen la monotonía del rojizo dominante en el paisaje y del color de la tierra de la estenografía edilicia .EN CASABINDO ES UN TOREO SIN SANGRE SIN MUERTE PARA EL TORO.
Posted on: Sun, 11 Aug 2013 04:22:16 +0000

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