ATENCIÓN ESPAÑA LA DERECHA PRESENTA UNA NUEVA FANTASÍA Hoy no - TopicsExpress



          

ATENCIÓN ESPAÑA LA DERECHA PRESENTA UNA NUEVA FANTASÍA Hoy no existe relato coherente que explique con causa y convicción la actividad política y social. La alfombra casi mágica de la ilusión utópica se ha evaporado casi por completo del día a día. Esa ausencia se deja notar de modo muy evidente en los discursos oficiales y también en los comunes o coloquiales de la gente llana. Vamos a salto de mata, sobrevivimos sin ningún amparo de estructura ideológica que dé sentido a nuestra existencia. Ante este panorama desolador, nihilismo de supervivencia, el aznarismo, el aguirrismo, los papeles de Bárcenas y los indicios más que evidentes de corrupción generalizada en el PP piden (casi exigen) a Rajoy y su equipo que elaboren con celeridad un mensaje omnicomprensivo que ofrezca cobertura ideológica a sus políticas neoliberales. La calle ha desmontado las falacias de la democracia a dos de corte occidental. Ya no tienen soporte eficaz ni creíble los relatos capitalistas basados en palabras grandes como libertad, sacrificio, futuro, patria o conceptos similares. Eso no quiere decir que el neoliberalismo no persiga objetivos concretos plenamente identificables sin margen de error alguno. Los tiene: privatización a ultranza de todo espacio público, acumulación masiva de beneficios y reducción al máximo de las relaciones sociales a contactos meramente individuales. Lo que sucede ahora es que todas esas metas carecen de un paraguas ideológico que movilice mentalmente a las masas. No existe relato para vender la mercancía capitalista. La gente ya no cree en nada y se tira al monte del sálvese quien pueda y que cierre la puerta el último. La posmodernidad ha fracasado rotundamente. Dio por muertos los relatos históricos de rebeldía personal, compromiso político y transformación socialista democrática de las sociedades modernas. En el mismo sudario mortuorio iba el relato revolucionario radical. Nos dejó prisioneros del pulso, las emociones y las sensaciones particulares, del deseo onanista por elevar el yo al altar iconoclasta de la verdad absoluta. Ahora percibimos que esa acrobacia ideológica superficial hace aguas por todas partes. El fin de la historia era un camelo. La derecha se ha dado cuenta muy pronto de que algo falta para retomar las palancas ideológicas de manera sólida. Sus marcos de referencia están en entredicho y no resultan operativos para convencer a las masas y ganarse su aquiescencia entusiasta en las formas y pasivamente acríticas y conformistas en el fondo. George Lakoff, lingüista estadounidense, pone mucho énfasis precisamente en esta crucial cuestión: los marcos de referencia que dirigen y crean las pautas del discurso social y político. Solo hay que hablar de lo que interesa a mis propósitos partidarios, eludiendo entrar en espacios de diálogo y controversia que van contra mis tesis programáticas e intereses de clase, corporativos o de grupo específico. Aquellos que imponen, dominan y gestionan el marco de referencia están muy cerca de concitar las adhesiones de la ciudadanía. El relato eficiente se construye a partir de mis puntos de vista exclusivos, aunque no necesariamente deba incluir objetivamente mi pensamiento oculto propio sino lo que conduce con naturalidad a la preeminencia de mis ideas creando un mundo de fantasía aceptable y de fácil asunción y digestión por la inmensa mayoría. Es sugerente traer a colación aquí al filósofo esloveno Slavoj Zizek. Según el intelectual eslavo todos somos realidad y fantasía interconectadas de forma indivisible. El defecto o exceso de alguno de ambos factores provoca desajustes o contorsiones del cuerpo colectivo muy importantes. Hoy vivimos un momento social y cultural de fantasía maltrecha o a la deriva, lo que supone un alzamiento opresor de lo Real colosal e inaudito. Lo Real sin fantasía de apoyo. Lo Real desnudo y crudo: la precariedad, la pobreza, la soledad, el sacrificio, la renuncia al goce. No gozamos de la vida que vivimos, no tanto por cuestiones materiales objetivas sino en razón de que la fantasía (el relato ideológico) no nos satisface ni viene a rescatarnos de la existencia simple y ramplona que padecemos en cada sucesión de instantes sin nexo común entre ellos. La sociedad del riesgo alabada por el movimiento posmoderno ha hecho trizas ese yo autónomo, libre e independiente que el Ideal nihilista nos ha querido vender de tapadillo a precio de baratija insustancial. La precariedad vital nos ha enseñado que el capitalismo ya solo se vende a sí mismo. Solo pretende más, más plusvalías, más beneficios, más mismisidad alienada. En esta situación de vacío, el relato se hace imprescindible e ineludible. Hay que fabricar historias almibaradas y románticas para masticar el apocalipsis nihilista que nos invade. Consumir compulsivamente ya no es bastante para reproducir nuestra personalidad enajenada al mejor postor. La fantasía de la novedad permanente y el fetiche banal muestran claros síntomas de agotamiento. La calle está en el grito, desgarro que aún no ha encontrado un relato que aglutine las expectativas reunidas espontáneamente en la plaza pública. El cansancio y el hastío por los relatos antiguos protagonizados por los agentes clásicos del movimiento obrero y las formaciones políticas tradicionales son un clamor popular. La derecha ha reparado de inmediato en ello: falta un relato ideológico que reconduzca a las masas hacia el capitalismo de siempre so pena de que del caos y la confusión actuales emerjan soluciones antipolíticas o tendencias fascistas desestabilizadoras y mortalmente devastadoras. La izquierda se halla en una encrucijada magnífica. El contrato social está hecho añicos. Se han sepultado aún vivas las utopías que marcaban horizontes y rumbos colectivos por una sociedad distinta donde reinaran la igualdad, la libertad y la fraternidad reales. Los sindicatos solo representan en la actualidad a segmentos de trabajadores minoritarios que todavía no han dado con sus huesos en el páramo de la precariedad laboral, una tierra de nadie sin gobierno ni liderazgo social. Hoy, los sindicatos solo entran en la precariedad como directores de pompas fúnebres para embalsamar postmortem al finado de turno y auxiliar a modo de plañidera jurídica a sus deudos y familiares. ¿Qué relato vendrá a ocupar el agujero negro ideológico de la rabiosa globalidad? Difícil resulta aventurar un pronóstico más o menos consistente. Lo que sí parece cierto es la ofensiva que ya prepara la derecha (no únicamente en España) contra el grito y las movilizaciones populares. Si este nuevo relato en ciernes se afianza, otra vez la izquierda se pondrá servilmente a remolque de los poderes fácticos capitalistas, teniendo que adaptarse a las circunstancias y los marcos de referencia fabricados y diseñados por los lobbys de las derechas políticas, sociales, académicas y mediáticas, nacionales e internacionales. Otra vez, las izquierdas se sumarán a la carrera en marcha (con las reglas establecidas por las derechas), con claras desventajas para proponer iniciativas y propuestas que ilusionen a la clase trabajadora y a las diversas clases medias construidas al efecto a la medida de los intereses hegemónicos del régimen del bienestar que se viene desmantelando desde la época de Thatcher y Reagan a conciencia y casi sin contrapeso político popular de izquierdas. Sin instrumentos políticos fuertes y coherentes, el grito de la izquierda está condenado a dispersarse y desaparecer en el desagüe de la impotencia, el desencanto y la inoperancia voluntarista. Sin relato ni utopía, el fracaso del romo posibilismo enterrará por enésimo intento baldío la oportunidad de luchar por una sociedad más equitativa y justa. Una historia convincente amortigua los sinsabores y crea fantasías envolventes para sobrellevar mejor la dureza de la vida cotidiana. Esta historia nueva (o religión secularizada y revelada a expertos en psicología social y gurús de la mercadotecnia propagandística y publicitaria) ya la está confeccionando la derecha y el parto se anuncia inminente: el viejo y rollizo bebé se llamará Regeneración. El grito pelado nunca ha sido suficiente para rebatir una falacia seductora. Lo Real precisa de fantasías (embaucadoras y encubridoras del conflicto social o impulsoras de lo crítico) que compensen la presencia agobiante de la realidad diaria. Religión de derechas o utopía de izquierdas: he ahí el dilema. En suma, la derecha prepara una nueva fantasía para mantener el edifico constitucional que hace aguas de popa a proa y de babor a estribor. El PSOE ya ha comenzado a mover piezas de modo titubeante. Tanto el PP como la familia socialdemócrata están obligados a encontrarse: la transición y la obsoleta monarquía son suyas y deben mantenerlas a flote para salvar y renovar sus respectivos protagonismos. Más allá de los rifirrafes teatrales cotidianos, sus estrategias son idénticas, posibilismo capitalista con decorado democrático.
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 18:20:45 +0000

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