Acabo de leerme “Who Goes There?", que, para quien no lo sepa, - TopicsExpress



          

Acabo de leerme “Who Goes There?", que, para quien no lo sepa, es el relato corto de John W. Campbell en el que se basan tanto “El enigma de otro mundo” (1951) como su grandioso remake “La cosa” (1982) y la cutrecilla y fallida precuela recientemente estrenada. Tengo que decir que me ha dejado un regusto agridulce. Y es que, si bien es verdad que tiene cosas muy interesantes y que mucho de lo mejor de la versión de Carpenter sale directamente de aquí, el tratamiento de la criatura y situaciones no tiene nada que ver con el de la película y deja un saborcillo a novelilla pulp casposa que tira de espaldas. Al fin y al cabo, no deja de ser exactamente eso: un cuento alimenticio que el bueno de Campbell escribió bajo pseudónimo. Entre lo más salvable de la novela, la genial idea, exprimida al máximo por Carpenter, de que el ente alienígena sea capaz de asimilar y suplantar cualquier forma de vida, copiando exactamente tanto su aspecto como sus recuerdos: algo que explica por sí solo porque este relato ha dado para tres adaptaciones (aunque, curiosamente, la de Nyby se pasaba esto por el forro). En efecto, gran parte de la paranoia y de la tensión de la película están ya aquí, aunque ligeramente desaprovechados. También destacaría todo lo concerniente a las distintas pruebas de sangre y experimentos con los que tratan de determinar quién es humano y quién alienígena, que son esencialmente los mismos que vemos en la versión de Carpenter, aunque desarrollados con mucho más detenimiento: el libro es todo un tratado de inmunología que sorprende por su rigor científico. Algo de los que debería tomar nota Lindelof a la hora de escribir sus habituales gilipolleces a las que osa llamar “ciencia ficción”; y sí, me refiero a Prometheus y a su “petroleo mágico”. Otra cosa que me ha gustado mucho y que da que pensar sobre las influencias de Alien es que se sugiere en la novela que nuestro simpático alienígena no es el constructor de la nave que acaba estrellándose contra la Antártida, sino sólo un parásito oportunista que consiguió infestar a la tripulación, suplantándola y tomando el control. Por desgracia, también has aspectos negativos. Para empezar, el estilo de escritura es bastante mediocre y torpón: tan pronto abusa de las descripciones, desperdiciando el tiempo en florituras, como se queda corto, dejándote sin saber muy bien que cojones está pasado. Por otro lado, a Campbell le falta astucia a la hora de vendernos la moto; picardía. Lo digo porque todo amante del terror sabe que es mucho más acojonante sugerir que mostrar, en especial cuando pretendes referirte a algo jamás visto -solo hay que recordar al gran Lovecraft, que, en general, nunca daba mucho más que descripciones muy generales, o al propio Carpenter, que jamás nos muestra a “la cosa” en sí, sino retazos (a cada cual más repugnante)-. Y sin embargo, y muy al estilo de la época, Campbell, en lugar de dejarnos a cada cual que se imagine al monstruo, opta por describir al típico marciano de peli barata de serie B que, visto con ojos modernos, da más risa que miedo . En todo caso, y como no podía ser de otra manera, recomiendo su lectura a todo amante de la ciencia ficción, en especial si quiere comparar con las películas o atar algunos cabos no del todo explicados en la versión ochentera. Además, es muy corta (unas 70 páginas) y se puede leer en un par de horas.
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 00:21:58 +0000

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