Anoche, como buen mexicano me dispuse a ver el partido de las selecciones de México y Honduras. Y es que, según Televisa, quien no apoya a la "verde", al "tri" o como quiera llamarle el Perro Bermúdez, es un traidor a la patria. Así pues, la esperanza, que en México se renueva cada seis años o cada nuevo partido de la selección, me hizo confiar en que México, esta vez si saldría victorioso del Azteca, sobretodo porque la historia dice que nunca ha perdido frente a Honduras en ese estadio. Un gol tempranero conseguido por el buen entendimiento entre Oribe Peralta y Giovanni Dos Santos, me agrandó la ilusión y pensé que sería una victoria con una marcador favorable a "nuestra" selección de un 3 a 0, cuando menos. Y es que los hondureños se replegaron en su campo y dejaron que los mexicanos se desgastaran atacando y buscando los espacios que nunca encontraron. Terminó el primer tiempo con el 1-0 y "nos fuimos al descanso". Yo aproveché para cambiar de canal y ver la serie Borgia, pero no regresé al juego de la selección pues Los Borgia estaban más interesante que un juego donde los visitantes habían venido a buscar un empate o, cuando menos, no ser goleados. O a esperar un error de nuestros defensores para intentar la descolgada que les permitiera igualar el marcador. Cual no sería mi sorpresa que, cuando regresé a echar una ojeada al partido, ya "íbamos perdiendo 2 a 1". Dos goles derivados de la novatez de Reyes y de la soberbia de Corona, quien en días anteriores le había mandado decir a Ochoa: quédate allá, que yo aquí soy el mero mero del Chepo. Obvio, terminé de ver a los Borgia, al fin y al cabo el resultado de esta telenovela Chepo-selección ya me lo imaginaba, no así como César Borgia y su padre, el Papa Alejandro VI, trataban de conquistar a Catalina Sforza. Lo del despido del Chepo si fué una sorpresa.
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 16:56:44 +0000
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