Aquel árbol, al atardecer, el aleteo apresurado de un pájaro, el - TopicsExpress



          

Aquel árbol, al atardecer, el aleteo apresurado de un pájaro, el crujido de una rama, la luz sobre la yerba como una obsesión sagrada, la penumbra de un cuarto, la ventana entreabierta, sobre la mesa un rayo del poniente como la mano de una niña inmóvil, nuestras voces y nuestros rumores como saliendo de un pozo profundo o de un gran ademán de la muerte. Todo aquello respiraba en nosotros, todo aquello ponía su peso en nuestro corazón, su luminosa y quieta avalancha, su pesada gota de vida humedeciendo ciertas entradas del alma, ciertas cavidades donde el deseo y el recuerdo comparten sus talleres. Todo aquello ponía por un momento su otra parte en nosotros; la blancura de tu cuerpo parecía un hermoso deshielo, un río atormentado por sus inclinaciones al mar, la luz del sol posada en lo que sentíamos al otro lado del beso; y todo aquello nos pertenecía de la misma manera que nos alejaba, de la misma manera que el tiempo introducía en nosotros aquello que éramos, mientras el atardecer se iba volviendo hermoso y antiguo como la nave mayor de un gran templo [J.C.B] apariciones.
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 13:19:58 +0000

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