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Aquí les dejo un interesante artículo. El crédito irá al final. Escribir está al alcance de cualquiera Sobra decir que uno tiene derecho a pretender ser lo que quiera en esta vida, incluso a conseguirlo. Es posible que, si pone todo el empeño necesario y dedica el tiempo suficiente, termine por hacerlo. Todos convendremos que no parece muy complicado golpear una pelotita con una raqueta, patear un balón de fútbol, pulsar las teclas de un piano o rasgar las cuerdas de una guitarra y conseguir que suenen; tampoco conducir un coche (la mayoría tiene un carné que así lo avala) o una moto, o realizar un dibujo en un papel. Al igual que tantas otras cosas, todo esto está al alcance de nuestra mano. Sin embargo, parece bastante más complicado ajustar la pelotita a la línea con la fuerza suficiente, hacer regates con el balón, sacar una melodía de un instrumento medianamente audible, competir dentro de un circuito de automovilismo, o pintar un lienzo que merezca la pena ser expuesto. A nadie, sin haber realizado antes el debido esfuerzo, puesto el consiguiente empeño y haberse inmunizado ante el fracaso, se le ocurriría querer competir en Roland Garros junto a Rafa Nadal por el mero hecho de ser capaz de atizar con la raqueta a la pelota. O presentarse a la pruebas para ingresar en el Real Madrid por ser capaz de chutar un balón. O intentar que nos fiche una escudería de Fórmula 1 por haber obtenido el B1, o que nos expongan los garabatos que hemos realizado en un folio, o que nos contrate la orquesta filarmónica de Viena, ya que hemos sido capaces de aporrear un instrumento. Si hiciésemos algo similar quedaríamos expuestos al más absoluto de los ridículos. Es probable que tuviésemos que soportar unas cuantas carcajadas. Incluso, quién sabe, si no nos tomarían por enfermos mentales y acabaríamos siendo objeto de pruebas médicas que certificasen nuestro buen estado de salud. Pues con la literatura sorprendentemente no es así. El 90% de los manuscritos que reciben las editoriales y agencias literarias son de individuos que llegan a la conclusión de que si saben hablar y ser capaces de copiar una dirección en un papel, por qué no escribir una novela. A fin de cuentas, deben pensar, no debe ser tan complicado contar una historia: las barras de cualquier bar están llenas de cientos de buenas de ellas. En muchas ocasiones, es probable que no hayan leído más de cuatro libros. De haberlo hecho se habrían dado cuenta de que la distancia entre lo que hacen ellos y lo que hace Cormac Mccarthy (pongo por caso), es la misma que la que hay entre jugar al pádel los domingos, antes del vermú, en la urbanización con tu vecino y entre un partido de Roger Federer vs Novak Djokovic. Pero lejos de amedrentarse, envían su manuscrito a cualquier gran grupo editorial en espera de que suene la flauta, sea publicado y se convierta en un bestseller. Es más, suelen enfadarse si la editorial tarda en responder o no lo hace. E insisten de nuevo para saber qué sucede con él. Hasta ahí llega su desfachatez. Y claro que deberían responderles, con una carta de lo más humillante e insultante que les hiciese ver que no se puede hacer perder el tiempo de los profesionales enviando memeces, atestadas de incorrecciones gramaticales y carentes de sentido. ¿O acaso no nos parece lógico que alguien sea ridiculizado si llama a la puerta de la filarmónica de Viena diciendo que ha conseguido que suene un violín y que, por ello, pretende ser considerado un músico de renombre? Pues cuando uno es editor o agente la mayoría de tipos (a través de sus manuscritos) que llaman a tu puerta son gente así. Lo que lejos de resultar simpático o anecdótico acaba siendo una “tocadura de pelotas” (y no de tenis). Imagínense que en sus trabajos principalmente tratasen con personas que han perdido la perspectiva de la realidad y les hiciesen perder el tiempo con tareas completamente improductivas. Sin embargo, si a estas alturas del artículo, alguien siente alguna pena por estos profesionales, sepan que a mí no me causan la más mínima. Son ellos los que han contribuido a un progresivo empobrecimiento de la literatura y han dado a entender que se trata de una disciplina al alcance de cualquiera. Sirva como ejemplo el hecho de que en este país se publicaron en febrero de 2012 la friolera de más de 8.000 nuevos títulos (no todos novela, claro, pero sí un alto porcentaje), lo que equivale a unos 300 títulos diarios. Imposible sostener con estas cifras que la literatura se trata de un arte para al que se requiere un cierto talento y esfuerzo. Hemos apostado por una supuesta comercialidad y hemos llegado a la absoluta mediocridad, donde ya nadie sabe distinguir un huevo de una castaña. Como en casi todo, tenemos lo que nos merecemos. Así que, si no lo han hecho todavía, anímense y pónganse manos a la obra: una novela histórica, quizá una trama policíaca, por qué no un texto erótico. Escribir es algo que, sin duda, está al alcance de cualquiera. Crédito: laposadadehojalata.wordpress/2013/08/20/escribir-esta-al-alcance-de-cualquiera/
Posted on: Wed, 21 Aug 2013 18:00:52 +0000

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