Articulo de “El IMPRESO de la COR” nº 45 - TopicsExpress



          

Articulo de “El IMPRESO de la COR” nº 45 cor-digital.org/ Venezuela el Bonapartismo se descompone ¿Qué es el bonapartismo sui generis? Con motivo de la muerte de Chávez, decíamos en marzo de este año: “El comandante defendió durante toda su vida los intereses de una clase enemiga. Su “socialismo del siglo XXI” utilizó los mecanismos de la “democracia plebiscitaria” para contener y disciplinar a los trabajadores y el pueblo (…) Enemigo de la teoría y el programa del marxismo, en forma devaluada intentó congeniar una teoría revolucionaria y por ende internacionalista con los estrechos márgenes de un Estado-nación. El chavismo es lo que los marxistas denominamos un bonapartismo sui generis, son los bonapartismos de tipo especial que caracterizó Trotsky para los gobiernos latinoamericanos, en su relación con el imperialismo, la burguesía nacional y la clase obrera. Estos tipos de bonapartismo son la expresión de los intentos del capitalismo en su fase decadente de llevar todas sus contradicciones a los Estados, buscando un equilibrio de clases para dominar, o sea una formación temporal en las relaciones de fuerza entre la dictadura del proletariado y la dictadura del capital” Cuando hablamos de “bonapartismo sui géneris” lo hacemos partiendo de una relación específica entre el imperialismo norteamericano y su política concreta en la región, el capitalismo regional venezolano parásito y rentista del petróleo, y una clase obrera poderosa, específicamente sus organizaciones, que han atravesado muchas experiencias de combate. No medimos el bonapartismo sui generis de acuerdo a la capacidad de un régimen de dar tales o cuales concesiones a las masas (bajo esta lógica, un gobierno que no da concesiones no cumpliría con estas características) o si reprime más o menos, sino como parte de la realidad estructural de los semi- estados latinoamericanos ante la dominación imperialista. Podemos decir que en estos países existe una “doble dominación” donde las burguesías cipayas dominan a las clases obreras y a su vez están dominadas por el capital imperialista. Esto nos permitió comprender desde el comienzo las particularidades de cada proceso en la región, por ejemplo cómo el bonapartismo sui géneris de Evo Morales tenía un carácter pequeñoburgués al apoyarse en las masas campesinas para disciplinar a la clase obrera, los lí-mites del gobierno de los Kirchner en Argentina o el carácter de testaferro del Imperialismo de Lula y Dilma, y sobre todo el papel preponderante que tienen las grandes organizaciones de masas, los sindicatos, en el sostenimiento de los semi estados de los países oprimidos, que los necesitan por su propia debilidad estructural, para regatear con el imperialismo. En el caso venezolano, no sólo nos permitió comprender el carácter y naturaleza del chavismo, sino también del PSUV, que entendimos como un “frente popular en forma de partido” (es decir, la única forma que puede tomar un “frente popular” en un país semicolonial) y por eso rechazamos la política capituladora de las corrientes trotskistas que entraron al PSUV con grandes discursos, pero como resultado con grandes capitulaciones. El chavismo, que se hizo del poder para canalizar las fuerzas de clase que se habían despertado en el 89 y que nadie logró controlar hasta que el comandante fuera elegido presidente en el 98, se dice así mismo “hijo del Caracazo”, para, en el nombre del socialismo, aprovechar ciertas condiciones económicas internacionales y la renta petrolera para otorgar concesiones a las masas y al movimiento obrero, salvar a los capitalistas nacionales que venían afectados por la crisis de fines de los ‘80 y ‘90 y establecer una situación de regateo con el imperialismonorteamericano y europeo inspirado principalmente en el precio del barril y en la inversión automotriz. Nacionalizó con pago más de 1200 empresas principalmente de alimentos, construcción, agroindustria, pero también de servicios y petróleo. En cuanto a este último, la línea del chavismo fue hacer una empresa mixta en la Faja del Orinoco entre PDVSA y ExxonMobil y ConocoPhilips. Pero las multinacionales rechazaron que la mayoría accionaria la tuviera PDVSA y luego de un juicio el gobierno tuvo que pagarle a ExxonMobil la suma de 900 millones de dó-lares. El mayor problema es que el estado venezolano es incapaz de pagar todas las “expropiaciones”, en total debe unos 22 mil millones de dólares a las empresas expropiadas, sólo el 10 % recibieron el pago que establece la “revolucionaria” “ley de expropiaciones”. En algunos casos tuvo que renegociar la empresa mixta. La burocracia sindical tuvo un gran rol en este sentido, ya que el chavismo instrumentó el “control obrero”, donde regimentó las empresas con especies de comités mixtos de burócratas del estado y sindicales. El nefasto rol de un centrista Como dijimos, el rol de los sindicatos es fundamental para estos tipos especiales de bonapartismo, ya que la debilidad de los estados regionales para establecer mínimas condiciones en el terreno de la producción –dominada por los intereses y reglas del capital extranjero- los obliga a utilizar a estas organizaciones- que en realidad teme y detesta- para garantizar una relación de fuerza más favorable ante el enorme poder del imperialismo. El chavismo, por su naturaleza misma, y al haber surgido del seno del pilar fundamental del Estado capitalista que es el ejército, era incapaz de hacerse fuerte en los sindicatos. Y para eso acudieron en su ayuda los centristas del trotskismo. Marea Socialista (hermanos del MST argentino) y El Militante (corriente de Alan Woods) cumplieron un gran y trágico papel a la hora de darle letra al chavismo para hacer pie en los sindicatos. Así una corriente burguesa, reaccionaria y enemiga del marxismo, se apropió de las grandes banderas del trotskismo “control obrero”, “expropiación”, “socialismo”, etc. para engañar a la vanguardia obrera y convertirla en su furgón de cola. Otras corrientes como el PSL de Chirino (hermano de IS de Argentina) si bien rompieron con el chavismo, al negarse a levantar un programa revolucionario y restringirse en forma oportunista al sindicalismo resultaron impotentes para dar una salida independiente de las fracciones burguesas en pugna. Como gran lección para los revolucionarios, hemos visto en Venezuela lo que pasa cuando se lleva hasta el final la lógica oportunista de las principales corrientes de la izquierda, de convertir al programa de transición en un conjunto de medidas planteadas como exigencia al Estado burgués. Lo que en Argentina muchas corrientes pregonan como propaganda electoral, en Venezuela se llevó a la práctica, con terribles resultados. En Venezuela los sindicatos son por empresa, se centralizan en federaciones (sin distinción de rama), confederaciones y centrales. Están regidos por el Estado a través de la “bolivariana” LOT (Ley Orgánica del Trabajo). Las principales son la CTV (antichavista, junto a Fedecámaras impulsó el golpe del 2002 y los paros pro-patronales petroleros), UNT (chavista dirigida por Máspero), la CCURA de Chirino (PSL- UIT-CI ) que surgió como producto de la lucha petrolera. El chavismo, asesorado por el estalinismo, el castrismo y lamentablemente el trotskismo, logró desplazar a la vieja burocracia de Acción Democrática y Copei y desarrolló una nueva burocracia en los sindicatos que participó de la profundización de su ligazón al Estado. Así fue como Chávez atomizó cada vez más a las organizaciones obreras, generando división en las filas, y ligando centrales adictas al Estado. Hoy en Guayana, la zona industrial más numerosa, casi el 100% de los sindicatos son dirigidos por las federaciones bolivarianas. Un bonapartismo que no resiste los embates de la crisis Los efectos de la crisis internacional vienen golpeando fuertemente la economía venezolana en los últimos años, cuya dependencia casi exclusiva del petróleo nuevamente se convierte en su tragedia. Podemos decir que el petróleo no sólo es el que establece la estructura económica semicolonial venezolana, sino también el nexo directo con el imperialismo, el responsable de la configuración específica de la burguesía nacional rentista e incluso de las fluctuaciones de la lucha de clases. Venezuela debe importar casi todo, y la adquisición y distribución de alimentos fue asumida por el Estado (antes del chavismo enormes sectores de la población morían literalmente de hambre) con sus características lúmpenes e impotente ante la desorganización capitalista. La debacle de la economía regional (si tuviéramos que ponerle un punto de partida, podría ser en el 2009 con la crisis energética) y los elementos más catastróficos –desabastecimiento, despidos, cierre de empresas- si bien están inmersos en la feroz disputa burguesa – expresan la situación de los márgenes de la economía petrolera. El bonapartismo se descompone La muerte del Bonaparte, y los efectos de la crisis económica que aceleran los tiempos, han provocado fuertes fricciones al interior del chavismo, fundamentalmente en el ejército. El frágil acuerdo coyuntural al que llegaron con la oposición caprilista (motivado fundamentalmente por temor a las masas) no será suficiente para lograr una estabilización que perdure en el tiempo.Maduro, lejos de igualar a su jefe fallecido, encabeza una fracción pequeño-burguesa cuyo pragmatismo resulta patético. Si EE.UU. desarrolla a mediano plazo la ofensiva imperialista que ha planteado como política internacional (TLC con Europa y penetración brutal de capitales en ramas muy específicas en su patio trasero, con la consecuente expoliación capitalista que ello conlleva) el gobierno de Maduro resultará ser una hoja al viento. Incluso el su-puesto apoyo incondicional de las masas hacia el post-chavismo puede convertirse en su contrario, conforme se desarrollen los elementos de la crisis. Esa descomposición del bonapartismo, que por ahora se expresa en el fraccionalismo burgués y en la inestabilidad del régimen, tendrá consecuencias terribles para los trabajadores, ya que la desorganización capitalista que impera en Venezuela se expresará en el plano político con fuertes ataques a las organizaciones obreras, quite de conquistas y en donde cada fracción capitalista tenderá a actuar según sus propias reglas. No hay salida sin organización revolucionaria A la desorganización capitalista y caos político de las facciones enfrentadas, debemos oponer la organización revolucionaria de los trabajadores. Fortalecer los sindicatos, imponer su independencia del Estado, echar a los burócratas que actúan como representantes del poder estatal y preparar la autodefensa contra los sicarios y la represión estatal es tarea fundamental para prepararnos para los próximos embates. Es muy importante que los sindicatos organicen a los sectores populares que vienen sufriendo la miseria y la exclusión del aparato productivo del país. El chavismo supo convertirlos en su base social con las misiones, pero sin resolver ninguno de sus problemas fundamentales. Ellos son los que, junto a los sectores obreros, pusieron los muertos en la lucha contra los diferentes intentos de golpe de estado y las facciones caprilistas, mientras los burgueses negociaban salidas pactadas entre ellos. Para que estos sectores no sean base de maniobra de tal o cual línea capitalista, es necesario que cuenten con una dirección obrera centralizada y fuertemente organizada. La vanguardia obrera fue presa durante años de la confusión, provocada por un milico burgués que hablaba de socialismo, una constitución reaccionaria que se esgrimió como garante de la revolución bolivariana, y una ideología conciliadora de clases que se disfrazaba de antiimperialista. El trotskismo centrista, fiel a su tradición, nuevamente buscó un atajo para no hablar de dictadura del proletariado ni de revolución socialista. El chavismo y su socio ideológico, el castrismo, se encargaron de quitar toda idea internacionalista de revolución. Por eso no hay salida si no se construye, sacando lecciones del pasado, un partido revolucionario que actúe como sección de la IV Internacional reconstruida. Y reconstruir la IV es la mejor forma de acudir en ayuda de la clase obrera venezolana, que tiene, como sus pares del mundo, grandes tareas por cumplir. Para algunos, acostumbrados a pensar las tareas en base a la conciencia actual de las masas, estaremos proponiendo una locura imposible. Pero a esos oportunistas es necesario recordarles que la conciencia actual de la clase obrera influenciada por el chavismo es una consciencia estatalista, no revolucionaria. Por eso nuestra propuesta parte de conquistar, en base a la experiencia que cientos de trabajadores y dirigentes obreros están desarrollando en la lucha y en el seno de sus organizaciones, una vanguardia comunista que sea la base de la construcción del partido revolucionario que tanto necesita el proletariado venezolano.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 21:57:19 +0000

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