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Artículo que aparecerá publicado el martes el 10 de septiembre de 2013, en Diario de Xalapa, Sección Nuestra Vida, de la ciudad de Xalapa, capital del Estado de Veracruz, México. LA SATISFACCION DE DAR. Frank Barrios Gómez. Existe una ley cósmica denominada “causa y efecto”. En oriente se le conoce como “Dharma y Karma”. Ante una acción de inmediato se suscita una reacción. Un efecto produce una causa, y esa causa se regresa a lo que provocó ese efecto. El ser humano debe sensibilizarse para poder ayudar a los demás de una manera consciente. El dar, sólo por hacerlo a nada bueno conduce. En lugar de estar haciendo un bien podría ser lo contrario. Tampoco se va a quedar la persona cruzada de brazos, si en sus manos está el llevar un momento de felicidad al necesitado. Mucha gente está llena de odio, rencor, venganza y violencia. No le importa las acciones que ejecute, con tal de ver consumada su venganza. No se pone a pensar que en su momento, la vida le pasará la factura de esas acciones, y eso será en el momento menos pensado, cuando más necesitado se encuentre. Podría esa persona gozar de una situación socio económica envidiable y no necesitar económicamente de nadie. Pero por ahí no le va a cobrar la vida el daño que en su momento, cegado por su ignorancia (venganza, odio, rencor) llevó a cabo contra el prójimo, y hasta disfrutó ese instante. El momento en el que normalmente la vida cobra por las acciones llevadas a cabo, es cuando se llega a la vejez. Comienzan los achaques, los cuales no siempre serán resueltos con dinero. El desgaste por el despilfarro de energías hace que aparezcan las enfermedades. Por el hecho de ser viejo, ahora se siente en carne propia el que le discriminen, tal y como se hizo en su momento con sus mayores. Y ahora si bien le va, los mismos hijos le pagan con la misma moneda, llevándolo a un asilo porque resulta un estorbo para sus actividades. Y con quién se va a quejar. Lo mismo que se le hizo al prójimo, en su momento justo, la vida se encargará de cobrárselo. Y no sólo eso, ya que además tendrá que pagar un interés por el daño que ocasionó a terceras personas. El hombre podrá burlarse de sus semejantes, con su dinero comprará a las autoridades, olvidándose que existe una justicia divina, la cual en su momento hará acto de presencia para poner las cosas en orden. Y es aquí cuando la gente se pregunta por qué le está sucediendo lo que está viviendo en carne propia, olvidándose de las acciones sembradas tiempo atrás. Para eso fingen demencia, pero en el libro de la vida, que cada quien tiene, porque es individual, todo lo que se haga y se piense queda anotado como fiel testimonio de nuestras acciones. Cierto día, un joven de familia adinerada sale a caminar al campo junto con su maestro de filosofía. Acostumbrado a que todo lo que quisiera, con su dinero lo adquiría, gozaba a lo lindo de la vida. No conocía de carestía por haber nacido en cuna de oro. Gustaba hacer travesuras, como las hace todo joven inexperto. Pero a pesar de ello no tenía mal corazón. Era la hora del crepúsculo y después de haber disfrutado del aire fresco y puro del campo, alumno y maestro regresaban hacia donde habían dejado el vehículo automotriz. En eso, a orillas de una zanja divisan un par de zapatos bastante deteriorados. “Tienen que pertenecer a un pobre diablo”, externó el muchacho. “Voy a esconderlos y nos guareceremos detrás de estos arbustos, para ver qué cara pone su dueño al no encontrarlos. Ya estuvo que tendré para reírme por bastante rato”. Pero su gesto cambió, al ver el de seriedad que tenía el mentor, el cual de manera suave le recriminó y le dijo: “Tú estás acostumbrado a jugar con el sentimiento ajeno. Nunca has carecido de nada porque perteneces a una familia que todo lo tiene. Mejor has lo siguiente, deposita una moneda de oro en cada zapato y nos escondemos a ver qué sucede”. El muchacho, avergonzado por su actitud, hizo caso al maestro, y se escondieron para esperar pacientemente el resultado de esa acción. Al rato, sale del cañaveral una persona de avanzada edad. Vestía pobremente, portando un morral el cual hizo a un lado para sacar su pañuelo y secarse el sudor, porque la labor del día había sido ardua. Se pone el primer zapato y aprisa se lo saca, introduciendo su mano en él, quedando atónito con la moneda de oro que encontró en su interior. Descontrolado mira para todos lados, esperando encontrar al dueño para entregársela porque no le pertenecía. Al no ver a nadie, la guarda en su desgastado pantalón y se pone el otro zapato, reaccionando de la misma manera. El anciano, se pone de rodillas, levanta sus brazos y con gran voz exclama: “Dios mío, bendice al alma caritativa que dejó en mis zapatos estas monedas de oro. Gracias a ellas, podré comprarle a mi esposa la medicina que el médico le recetó y por falta de dinero no las he podido comprar. Además compraré ropa y zapatos a mis 3 hijitos que están sufriendo de frío y andan de chanclas. Gracias Señor y por favor, multiplícale a esta alma caritativa el haberme dejado estas monedas, para que la abundancia siempre le socorra”. Azorado, el joven no podía contener las lágrimas que recorrían sus mejillas. El profesor le había dado una gran lección, y ahora se sentía más reconfortado, porque había visto que era mejor dar, que andar haciendo cosas para reírse a expensas de los demás. La vida es una universidad que constantemente nos pone las pruebas necesarias para que las aprobemos. Hay que poner en práctica lo que en su momento dijo la madre Teresa de Calcuta, “Hay que dar hasta que duela”. Pero cuando se dé, no debe ser pensando en que la vida nos lo va a retribuir. Si se actúa de esa manera de nada sirve. Lo que hace la mano izquierda, que no lo sepa la derecha. El hacer una buena acción, deja una satisfacción muy grande en el corazón. El tiempo es quien se encarga de retribuir lo que se hace, en base a cómo se actúe. Quien siembra amor, eso será lo que coseche. El imprudente, que en su juventud se rio creyendo que nunca envejecería, cuando llegue al invierno de su existencia, el frío de la soledad y carestía será su propio pago, porque eso fue lo que sembró y ahora le toca cosechar.
Posted on: Fri, 06 Sep 2013 13:44:09 +0000

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