"Así habló Zaratustra - Para Fotógrafos" (5ta. - TopicsExpress



          

"Así habló Zaratustra - Para Fotógrafos" (5ta. entrega) 5 Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras contempló a los invitados y calló: «Ahí están», dijo a su corazón, «se están riendo: no me entienden, no es mi boca la boca que necesitan esos oídos. ¿Habrá que romperles primero los oídos, para que aprendan a oír con los óculos? ¿Habrá que pintarse el pelo y aturdir igual que timbales y predicadores de cuaresma? ¿O acaso creen tan sólo en los periquitos? Tienen algo de lo que están orgullosos. ¿Cómo llaman a aquello de lo que están orgullosos? “Cultura visual” la llaman, es lo que los distingue de los camarógrafos. Por eso no les gusta oír, referida a ellos, la retórica del derecho visual. Voy a hablar, pues, a su orgullo. Voy a hablarles de lo más despreciable: el último fotógrafo». Y Zaratustra habló así al gentío: Es tiempo de que el fotógrafo se fije su nueva meta. Es tiempo de que el fotógrafo plante el germen de su más alta esperanza. Su intelecto es bastante fértil todavía. Mas algún día esa corteza será pobre, y de ella no podrá ya brotar ningún discurso elaborado. ¡Ay! ¡Llega el tiempo en que el fotógrafo dejará de lanzar por sobre sí mismo la flecha de su anhelo, y en que el obturador de su cámara no podrá ya vibrar! Yo os digo: es preciso tener una vibración y un caos dentro de ti, para poder dar a luz una fotografía bailadora. Yo os lo digo: vosotros tenéis todavía un caos dentro, entonces podéis hacerlo si quisierais. ¡Ay! Llega el tiempo en que el fotógrafo no dará ya a luz ninguna fotografía espontánea. ¡Ay! Llega el tiempo del fotógrafo más superficial, el incapaz ya de bucear en sí mismo. ¡Mirad! Yo os muestro el último fotógrafo. “¿Qué es “lo espontáneo”? ¿Qué es “vibración”? ¿Qué es bucear, ahondar, investigar? ¿Qué es fotografía?” - así se pregunta el último fotógrafo, y encoje los hombros. Entonces La Fotografía se ha vuelto pequeña, y sobre ella da berrinches el último fotógrafo, que todo lo empequeñece. Su estirpe es imparable como la de los demagogos; el último fotógrafo es el que más tiempo vive. “Nosotros hemos reinventado a la fotografía” - dicen los últimos fotógrafos, y encojen los hombros. Han abandonado las soledades donde les era duro vivir: pues la gente necesita grupos. La gente ama incluso al que no encaja en el grupo y se restriega contra él: pues necesita calor. Proyectar y preguntar lento les parece ignominioso: la gente camina por inercia y pregunta tonterías. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con fotógrafos! Un poco de buenas fotografías de vez en cuando: eso asegura sueños agradables, y muchos “me gusta”. Y muchas buenas fotografías al final, para tener una retrospectiva digna, pero anticipada. La gente continúa fotografiando todo cuanto ve por ahí: hasta en ascensores; pues el registro es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no te rebane en dos el cuerpo. La gente ya no se hace ni conocida ni desconocida cuando se olvida de entretenerse: ambas cosas son demasiado penosas. ¿Quién quiere aún estudiar? ¿Quién aún autopublicarse? Ambas cosas son demasiado penosas. ¡Pocos editores y un solo rebaño de prototipos! Todos ven lo mismo, todos son iguales: quien ve y produce distinto marcha por su voluntad al anonimato. “En otro tiempo todo el mundo deliraba con publicar” - dicen los más publicados, y encojen los hombros. Los publicados continúan discutiendo, mas pronto se reconcilian - de lo contrario, ello estropea la digestión, y hace decrecer el número de seguidores. La gente tiene su pequeño placer oculto para el día y su pequeño placer más oculto para la noche: pero cómo ansía la salud. “Nosotros escribimos la nueva historia ilustrada de la estética fotográfica” - dicen los últimos fotógrafos, y encojen los hombros. - Y aquí acabó el primer discurso de Zaratustra, llamado también «el prólogo»: pues en este punto el griterío y el regocijo de la multitud lo interrumpieron. «¡Danos ese último fotógrafo, oh Zaratustra, - gritaban - haz de nosotros esos últimos fotógrafos! ¡Te perdonaremos el superfotógrafo!. Y toda la concurrencia en la sala daba gritos de júbilo y se relamían en su sarcasmo. Pero Zaratustra se entristeció y dijo a su corazón: No me entienden: no es mi boca la boca que necesitan estos oídos. Sin duda he pasado un largo tiempo en las alturas, he escuchado demasiado a los filósofos y a los sabios: y ahora les hablo yo como si fuera un filósofo o un sabio. Impertérrita esta mi alma ante esta cerrazón, y luminosa como la calle Corrientes por las noches. Pero ellos piensan que soy blando, y un clown mal entrenado. Y ahora me miran y se ríen: y mientras ríen a carcajadas, continúan negándome. Hay hielo en su reír y vino tinto en sus ojos.
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 18:08:09 +0000

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