Aviones y Turbo: Piloto Automático. La última carrera de la - TopicsExpress



          

Aviones y Turbo: Piloto Automático. La última carrera de la temporada de verano enfrenta a las escuderías de Dreamworks y Disney, disputándose el liderato de la recaudación de taquilla. Ambas compañías protagonizan un duelo de velocidad en el circuito del cine animado. Para el espectador avispado despierta suspicacia la cantidad de semejanzas entre los dos competidores de la cartelera. "Turbo" y "Aviones" despegan sobre la plataforma de la tercera dimensión, volando bajo el influjo de la misma torre de control. Así la pantalla despliega el escenario multimedia de un espectáculo acrobático y vertiginoso. Por naturaleza dinámica, la rapidez deleita a la audiencia, a riesgo de eclipsar a la trama. En el pasado del futurismo, la obsesión por la celeridad de la máquina implicaba un objetivo de ruptura con la pesadez de las estructuras anquilosadas. Hoy es al contrario. Los autores radicales se refugian en la lentitud como una cuestión de principios. Los asiáticos filman largometrajes de seis a nueve horas de duración, sin reparo a las exigencias del mercado internacional. En cambio, la supervivencia del sistema de los grandes estudios pasa por la compresión del relato al máximo de las potencialidades tecnológicas. Por tanto, el principal valor de "Aviones" radica en el diseño hipertextual y metalinguístico de sus imágenes de síntesis, deudoras de un extenso patrimonio audiovisual. Aquí la corporación del Pato Donald vuelve a apostar por la recuperación nostálgica de una serie de referentes clásicos. Es evidente el interés del productor John Lasseter, otrora fundador de Pixar y padre de "Toy Story", por amoldarse a los patrones de la cultura vintage y retro. La película aterriza con delicadeza cuando juega a dividir el encuadre y a proyectar una visión subjetiva, como en la época dorada del género alado, durante la segunda guerra. Pero después de todo, el libreto se estrella en un océano de situaciones prefabricadas, derivadas de la franquicia "Cars", una de las peores de la década. La ingenuidad de la historia, con su carga de lección edificante, solo es superada por el desganado sentido del humor. Para colmo de males, el compromiso global constriñe el picante del argumento, poniéndole un plomo en la rueda a los personajes de relleno. Rememora aquellas viejas prácticas de la alianza para el progreso. Los lazarillos del héroe son un secundario británico, una brasilera y un mejicano cantador de serenatas. El mundo sigue siendo una extensión de Epcot Center, para los promotores del parque temático. A pesar de ello, cuelan de refilón un mensaje antibélico, posteriormente empañado por un saludo a la bandera armada. Los contratos y las concesiones también definen el destino de "Turbo", sujetada por las amarras de la fábula moral para niños. Por segunda vez, cobra carta de naturaleza ética el cuento del sueño americano, del perdedor llamado a subir al podio del éxito. La inferioridad congénita no es impedimento para alcanzar la gloria. Abordamos una lectura infantil de Rocky adaptada al criterio enchulado de "Rápidos y Furiosos". En términos comparativos, Dreamworks le saca un cuerpo de ventaja a la Disney, porque la comedia absurda funciona como contrapunto de su discurso a favor de las minorías. Sea como sea, arrastran debilidades compartidas en materia de originalidad expresiva.
Posted on: Mon, 16 Sep 2013 10:46:55 +0000

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