Ay... Bueno, ya borracha te voy a contar lo que no te quería - TopicsExpress



          

Ay... Bueno, ya borracha te voy a contar lo que no te quería contar... Figúrate que una vez me invitó a tomar un cofi un chavo de esos bien ricarditos, que traía un Magnun increíble, automático, con un autoestéreo de sueño, y bocinas triaxiales por todas partes, y ecualizador y, bueno, ya sabes, no le dolía nada al carrito. En cambio el cuate nomás como que no me latía. Pero yo pensé: chance con este narizotas ligue una cenita con vino en un lugar muy padre. Te juro que eso era todo lo que yo pensaba. El chavo era de lo más sangre, no te imaginas. Creidísimo, en cada alto se peinaba con un cepillito muy acá que según él era de pelo de cochinilla tibetana o algo así, ya ves tú que esos cuates se la pasan presumiendo todo el tiempo. Decía que lo había comprado en París. No, si el chavo era de las poderosas. Traía sus guaruras atrás todo el tiempo, pero eso lo supe hasta después. Bueno, pues circulábamos y circulábamos y en ningún café o restorán cuco nos metíamos, y el cuate este traía una cara de lo más marciana... Tonces le dije óyeme qué te trais, ¿eh?, estás medio raro cuate, ¿vamos a tomar ese cofi o no?, ya me cansé de andar dando de vueltas y vueltas en tu nave, oye, ya chole, ¿no? Entonces me dijo, eso sí, sin voltear a verme siquiera, ¿te quieres dar un toque? Fíjate Lucio que yo a la mota ya le he llegado, porque quién no, ¿o no?, pero olvídate, no me cuachalanga, me pone como pazguata, risa y risa y sin poder ni hablar, y por eso no me gusta. A mí me gusta la platicadera, ¿no? Entonces le dije ay no. Él hizo una cara que bueno, y sacó un cigarrote y se puso a fumarlo, dando vueltas por el Pedregal, él se fumó todo el cigarro, todo todo todo se lo fumó, y hasta me dijo que yo era una bruta india pendeja que no sabía lo quera bueno, que ese cigarro era especial, quesque era colombiana y le llamaba bazuka o... bazofia o algo así... Bueno, después de siglos nos paramos en una casa del Pedregal, una casa inmensa, te juro que parecía el castillo de Chapul. Él nomás me dijo espérame orita vengo. Pues que se baja y ahí me dejó de mensa en el coche. El cabrón ni siquiera dejó puesta alguna cinta... Algo como que no me latió lo que se dice nada y pensé que era mejor largarme de ahí, ay, pero me ganó el cuelgue, la pinche hueva, y es que estábamos lejísimos de mi casa, hasta bien arriba del Pedregal, ya casi por el Periférico, y eso de ponerme a buscar camión por ahí... Creo que ni pasan... Total, de bruta me quedé. Bueno, el cuate este regresó después de siglos con otros cuatro cuates que traían chamarritas muy finas, camisetas padrísimas, pero también unas caras horribles de libidinosos marranos que nomás no las creías. Traían una botella de coñac, imagínate, y nomás se subieron a la nave empezaron a decir oye qué buenota está esta pinche criada que te ligaste, bueno, pa qué decirte todo lo que me dijeron: de india, naca, gata, no me bajaron. Y pa pronto a meterme mano. Ay qué horror, todos al mismo tiempo. Ni siquiera se esperaron tantito; ahí mismo, en el coche estacionado que comienzan a cachondearme por todos lados, y entonces sí me dio el puritito pánico, y empecé a gritar. Hit the road! dijeron, porque los mamones hablaban más en inglés que en español, y otro me soltó un mandarriazo deveras horrible que me hizo ver estrellitas... Bueno, pa no hacerte el cuento largo, me llevaron allá por arriba de Contreras y entre los cinco me hicieron hasta lo que no, por delante, por detrás, dos al mismo tiempo, todo eso... Yo primero dije que me iba a aguantar porque deveras tenía miedo, pensé que esos chavos fácil me mataban y me tiraban por ahí en alguna zanja de lo más quitados de la pena, y uno de ellos quería a toda costa que le chupara el culo, y eso sí como que nomás no, me puse a chillar y a tirar de patadas, entonces me agarraron entre todos, y el cuate ese se me montó encima, con las nalgotas espantosas encima de mi cara, con su cosa esa ahi colgando porque era el único al que nomás no se le paraba, y por eso quería que yo le chupara ahí y yo, digo, chance hasta lo hubiera hecho si todo hubiera sido bonito, pero así, pues no. Ya estaba que me moría del coraje, y entonces que le agarro una mordida pero deveras horrible en las nalgas, el cuate este empezó a chillar como loco, a sacudirse para desprenderse de mí, pero yo no lo solté, lo seguí mordiendo con toda mi alma a pesar de que todos los demás me daban de patadas por todas partes. Fue entonces cuando los niñitos mandaron llamar a los guaruras, que todo el tiempo nos habían seguido y yo no me había dado cuenta. Estos cuates llegaron, y me apachurraron los pezones tan tan duro que solté al que estaba mordiendo, así como entre sueños recuerdo que estaba sangrando feo y que se le veía la carne viva en varias partes, pero qué iba a poder ver yo con tanto madrazo que me dieron. Los guaruras les dijeron a los nenes que se fueran, quellos se iban a encargar de mí. Bueno, yo creí que me mataban, palabra, estaba segura que de ésa no salía, pero no: me dejaron ahí tirada yo creo que porque creyeron que ya estaba muerta, no sé cómo no me rompieron todos los huesos, bueno, lo que me hicieron, digo, lo que recuerdo, porque sé que inconsciente los guaruras le siguieron... Al día siguiente yo seguía ahí tirada en el campo, no me podía mover. Nomás veía el cielo y los árboles, y pensaba... No, no sé qué pensaba, nunca me había sentido así, lo único que recuerdo es que recé mucho, le pedí a Diosito que me sacara de ésa porque entonces sí me iba a portar bien y no iba a andar ligando con esos niños ricos asesinos. No aguantaba ni los dolores ni el friazo... Me acordaba de mi mamá, y de mi papá que se había muerto, y de mi hermanito Memo que lo atropellaron, porque yo lo quería muchísimo y éramos muy buenos cuates... Él era blanco blanco... Quién sabe a quién le sacó... Y todo se me hacía rarísimo, como si nunca antes hubiera visto los árboles o el cielo... Todo el cuerpo me dolía, y varias veces me desmayé, y, si no, estaba chille y chille, quién sabe cuánto tiempo, hasta que me encontró una familia que andaba por ahí de paseo, ¡madre mía santísima!, gritó la señora, ella me vio primero. Y antes de decirle nada a su marido y a los niñitos fue quien sabe a dónde y regresó y me tapó con un plástico bien cochino, porque a mí me habían dejado desnuda ahí en el campo... Bueno, me llevaron a mi casa, muy buenas gentes esos señores después de todo, bueno: el señor, porque la señora quería que me dejaran en la delegación de policía, mira viejo ahí nomás déjala afuera de la estación y nos vamos volados, decía, pero el marido dijo que no, que seguro me iba a ir peor con la chota, mejor me iba a llevar a mi casa, ay viejo pero es que esta muchacha ha de ser de las gánsteras, a nadie le hacen lo que a ella así como así, ¿y el día de campo, y el día de campo?, repetían los pinches escuintles, me odiaban los condenados porque les había echado a perder el paseo. Bueno, ¿qué crees?, por una vez en su vida mi mamá se portó a la altura: me bañó, me lavó las heridas, las desinfectó, les puso pomada de la Campana, porque ella cura todo con pomada de la Campana, y luego me vendó, me acostó, me hizo caldito de pollo, me trajo un sidral, pero me cobró el servicio, qué te crees, porque todo lo que se la pasaba diciéndole a las vecinas me lo soltó a mí cuando ya estuve en la cama. No le paró la boquita, de puta, perversa, ingrata, india tarada no me bajó. Y allí fue cuando yo pensé que todo me valía, que al carajo con la escuela, que me iba a conseguir una chamba y que me largaría de allí lo más pronto que se pudiera. ¿Sabes qué me gustaría? Me gustaría irme de la casa pero antes alivianarme con mi mamá. No creas, te juro que no la aguanto y que ahora la odio muchas más veces y más feo que antes, pero no me pasa la idea de que se quede sola, de que se vaya a chambiar a esa oficina espantosa y luego regrese al jonuco y no haya nadie. Me gustaría pagarle un viaje bien lejos de aquí, que se fuera a vivir a Tapachula o a Sonora, algo así, y que allí se zambuta todas las telenovelas y las series de televisión hasta que se petatee de tanta tele. Cerca del fuego. José Agustín. (Fragmento).
Posted on: Mon, 19 Aug 2013 07:42:10 +0000

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