Babalawos Cubanos Despojan a Los Olorishas ¿Alí Babá y los - TopicsExpress



          

Babalawos Cubanos Despojan a Los Olorishas ¿Alí Babá y los Cuarenta Ladrones? - Ahora podemos seguir descartando mitos que unos cuantos inescrupulosos han levantado sobre Ifá, solo por el simple gusto de hacerlo y tratar de justificar y a la vez esconder la cruda verdad: Los sacerdotes de Ifá, jamás intervinieron en los cambios que sufrió la religión de Ocha en Cuba. A Miguel Febles Padrón, se le acusa – y de paso a todos los Babalawos de hoy en día – de tener la responsabilidad de haber impuesto Ifá en el culto a Ocha y también se le acusa de haber inventado las deidades de Babalawo. También se acusa hoy en día a los Babalawos, de querer imponer con “Odus Manipulados”, el hecho que el Ángel de la Guarda y otras consagraciones son invenciones de los Babalawos Cubanos. Esperamos que el capítulo anterior, haya dejado claro que Ifá no ha despojado de ninguna deidad a nadie, simplemente tiene igual derecho de entregar ciertos Orishas y que los mismos llevan ciertas cargas místicas, para que puedan ser utilizados en la práctica de Ifá, pero que los mismos pueden ser entregados tanto por Olorishas como por Babalawos para la adoración de la deidad. En cuanto a la acusación sin fundamento que los Babalawos cubanos impusieron la determinación del ángel de la guarda por Ifá es otra calumnia. Nada puede estar más alejado de la verdad y para muestra le daremos un botón: Salako, la principal fuente antropológica de William Bascom, era OLORISHA (hijo de Obbatalá) y originario de Oyó. Según el mismo Salako, en su consagración como Olorisha y en otras más, participaron Babalawos y además fueron Babalawos los que le determinaron Ángel de la Guarda. Tomando en cuenta que esta era la forma en que lo hacía la nobleza y que Salako fue adivino de la corte del Rey de Oyó, esto debe demostrar que en algo está fundamentado este hecho, cuando se quiso unificar la religión en Cuba, ya que lo mismo esgrimía Efunshé. Es sabido que la mayor parte de los esclavos llegados a Cuba a finales del siglo XIX, fueron precisamente los Oyó, quienes al igual que hicieron en Nigeria, trataron de imponer en la nueva tierra, la forma de culto Ocha/Ifá que conocían. No fue Ifá, ni los Babalawos en particular quienes impulsaron estos cambios de unificación de la religión, fue la etnia Oyó como tal. Obviamente, otras etnias que existían en Cuba (y que no le tenían gran cariño a los Oyó, ya que fueron estos los que precisamente los enviaron como esclavos a la Isla), se resistieron al cambio que estos querían imponer. Lo cierto es que la historia desmiente la gran calumnia de que fueron los Babalawos Afrocubanos apoyando a Miguel Febles Padrón, los que lo iniciaron y trataron de “Apoderarse” del cuarto de Ocha y de los Orisha. Miguel Febles Padrón, simplemente apoyaba esta estandarización iniciada por su Madrina y Oyugbona de OCHA, porque creció y vivió dentro de ella, motivo por el cual luchó para obtenerla. Que en cierta forma usó la fuerza, es cierto, pero de hecho no fue el único en usarla; su Madrina y Oyugbona, lo hicieron bastante bien, como veremos más adelante. Por ello, Miguel Febles Padrón comenzó a entregar Olofin indiscriminadamente, precisamente para llenar la falta de Babalawos que hacía falta para lograr esta estandarización. Mantengamos siempre en mente que estos procesos ya venían desde África y que los Oyó habían impuesto en África muchas de sus creencias y tradiciones. Pero ¿Quién fue responsable de este intento de Estandarización en la Isla? La realidad de estos hechos, es que fueron los Olorishas los que despojaron a otros Olorishas de ritos y tradiciones del cuarto de Ocha. La brutal realidad que tratan de ocultar estos Olorishas, azuzados por Neo tradicionalistas, usando a los Babalawos Afrocubanos como chivos expiatorios, es que fueron los Olorishas consagrados bajo los ritos Oyó, los que discriminaron a otros Olorishas consagrados por los procesos de otras etnias radicadas en la Isla. En otras palabras, fueron los Olorishas, los que despojaron a los Olorishas y no los Babalawos. La historia religiosa de la Isla está llena de estos ejemplos, donde en la Habana (Mayoría Oyó) no aceptaba las consagraciones hechas en Matanzas (Mayoría Egbadó) y volvían a consagrar a la persona. De hecho, Ma Monserrate González no aceptó la consagración en Ochún de Ferminita Gómez y le viró el Oró a Yemayá, porque no aceptaba su consagración. Obadimeji no fue aceptado en La Habana y hubo que volver a consagrarlo. Cuca Odúa, no era aceptada en cuarto de Santo en La Habana y hubo que consagrarla nuevamente y así otros tantos que tuvieron que volver a ser consagrados según el ritual Oyó de La Habana o Egbadó de Matanzas. La discriminación venía de los propios OLORISHAS y no de los Babalawos. Para ser sacerdote de Ifá, es irrelevante la forma en que se consagre la persona en Ocha. A los Babalawos no les interesa si una persona tiene Ocha consagrado en Arará, en Lucumí, ni si la persona es batukera o candomblista, o consagrada en Tradición Nigeriana, incluso es irrelevante si la persona es hija de Olokun y solo recibe Olokun y no quiere lavar ni asentar Ocha. De hecho, usted puede pasar a Ifá, hasta con “Santo Lavado”. Eso sí lo han respetado los Babalawos Afrocubanos: Primero Ocha, luego Ifá. Contrario a lo que dicen estos calumniadores, los Babalawos no le quitan nada a la Ocha, más bien, en Ifá Afrocubano se la da un lugar muy especial. En Cuba el Babalawo le exige a sus ahijados que antes de pasar a Ifá, debe consagrar o por lo menos Lavar Santo. Se hace que los principiantes pasen primero por Ocha, antes de llegar a Ifá, algo que es propio de nuestra tradición. En Nigeria no se le da este tratamiento a los Olorishas, pues allá el que tiene que ser Babalawo, se prepara para ello y solo a unos pocos, se les aconseja que consagren algún Orisha o que tengan a algún Orisha (solo lavado) para adorarlo. Creemos que estas cosas deberían tomarse en cuenta, ya que si realmente los Babalawos se mostraran anti Olorishas, bien podrían decirle a sus seguidores que pasen directo a Ifá sin consagrar ningún Orisha, a no ser los casos donde se tenga que consagrar. Los Babalawos consagran Ifá y creemos que esta situación habla del respeto que siempre Ifá y los Babalawos Afrocubanos le han tenido a la Ocha al no querer inmiscuirse en los asuntos que son plenamente de Ocha. De hecho, son los Olorishas los que discriminan la entrada de Olorishas consagrados por otros ritos, aun estando dentro de la misma Ocha Afrocubana. Hasta discriminan a los propios Babalawos que tienen “Santo Lavado” y a pesar que un Babalawo conoce estos ritos, ya que están contenidos en el Corpus de Ifá, muchos Olorishas hasta los sacan del Cuarto de Ocha, algo en lo que hasta Nicolás Valentín Angarica, uno de los más prestigiosos OLORISHAS de la Isla, siempre estuvo en contra, tal como se puede ver en su Manual del Oriaté, cuando dice: “Es sabido también, que muchos Oriaté e Iworo quieren imponer la falsedad de que la presencia de un Awó en Igbosha que no tenga asentado Ocha, es un “Sacrilegio” y no puede estar en el cuarto donde se realizan las ceremonias, cuando lo cierto es que en el Oddun Osa Lofogbeyo se determina claramente que aunque el Awó no tenga Ocha asentado, puede ejercer estas funciones y es una falta de ética y respeto, decirle que salga. En casi todas las ocasiones, esta vejación se hace más porque el Iworo cree tener más autoridad jerárquica que el Awó y no por un respeto real al cuarto de Ocha”. Debe tomarse en cuenta que esto lo dijo un OLORISHA y no un Babalawo, para el año 1955, que es cuando el Iworo Angarica publica este libro, que además deja ver claramente que la guerra de poderíos entre OLORISHAS, seguía dándose. Fuertes ataques recibía el Iworo Angarica por parte de los Olorishas de las ramas descendientes de Obatero. Esto salta a la vista en ese libro. Entonces ¿No caen por su propio peso estas acusaciones sin fundamento contra los Babalawos? La pregunta lógica que se desprende de todos estos hechos es: ¿Qué han tenido que ver los Babalawos o Ifá con todo esto? NADA. De hecho, para esa época, el censo de Babalawos era demasiado pequeño para que se dieran estos cambios a su amparo o por las presiones que estos pudieran ejercer. Es precisamente luego de la expansión de Ifá impulsada por Miguel Febles Padrón, que la guerra de estandarización se recrudece y comienzan los llamados despojos y la colocación de “nuevos nombres” a los Ocha entregados por Olorishas. Pero esto es solo la extensión de una guerra de muchos años. Veamos la historia de esta guerra de poder desde sus inicios, para que se pueda apreciar la realidad y que fueron los Olorishas, quienes segregaron a los propios Olorishas. Para ello presentaremos un extracto del excelente trabajo académico de Miguel W. Ramos y publicado por la Universidad de Pittsburgh (en otro tipo de letra para no confundir): La División de La Habana: Territorial Conflict and Cultural Hegemony in the Followers of Oyo Lukumi Religion, 1850s-1920s, el cual nos da los hechos históricos de este conflicto y de esta forma veremos que esta lucha no fue iniciada por Babalawos y que tampoco tienen NADA que ver con lo que sucedió: Latuán y Obá Tero se veneran hoy y pocos Lucumís recuerdan el choque territorial que dio lugar a la decisión de Obá Tero para dejar Guanabacoa y mudarse a Simpson. De los que recuerdan, todavía menos pueden decir qué fue lo que condujo a Obá Tero para moverse a la segunda ciudad de importancia del extremo occidental de la isla. En la cada vez mayor comunidad Lucumí (Oyó), que se ampliaba para incluir a los no Lucumí también. El poder y el prestigio eran los aliados inseparables que cada una intentó lograr y mantener. Dentro de sus “territorios” en La Habana, los Lucumí fijaron sus propias reglas. Cualquier cosa o cualquier persona que contradijera cualquier aspecto de estas reglas, era considerada una amenaza. En una sociedad donde los africanos y sus descendientes ocuparon los peldaños más bajos de la escala social, el Lucumí (Oyó) luchó tenazmente para conservar su estatus duramente ganado, incluso si esto significaba recurrir al ogú (hechicería) y a la calumnia. La fricción entre Obá Tero y Latuán se convirtió en mucho más que una competencia por el renombre, extendiéndose para convertirse en una sutil, aunque de ninguna manera discreta, guerra que duró por varios años. Dentro de las reglas de combate establecidas, ambas Iyalorishas utilizaron cada recurso a su alcance, incluyendo propaganda negativa, intimidación y hechicería. La propaganda llegó a ser tan ácida que el cabildo de Obá Tero se conocía despectivamente como Cabildo Alakisá – la casa de las bromas. Eventualmente, después de muchos encuentros y numerosas escaramuzas, las dos facciones llegaron a un acuerdo. Obá Tero se mudó a Matanzas y Latuán, que en opinión de la mayoría fue la vencedora, permaneció en La Habana. A partir de ese día en adelante, ninguna de las dos sacerdotisas pondría el pie en el “reino” de la otra. Más allá de la rivalidad personal y de la animosidad profesional, sin embargo, varios factores diferentes contribuyeron a La División de la Habana. Los antecedentes del oeste africano fomentaron probablemente una cierta rencilla entre los Egbado y los Oyó. Los Egbado en Yorubaland habían sido “súbditos muy leales del Alafin [rey de Oyó]” desde por lo menos mediados del siglo XVII. Pero eso no significaba necesariamente que estaban en el mejor de los términos con la gente de Oyó, ya que las numerosas incursiones en el territorio Egbado en la última mitad de los años 1700s, los Oyó hicieron súbditos a los Egbado. Aquellos Egbado que habían sufrido mucho como resultado de las incursiones de Oyó, que posiblemente perdieron parientes o descendientes o que fueron capturados como trofeos de guerra y vendidos como esclavos, no tenían a Oyó en muy alta estima. En Cuba, había muestras de claras tensiones sin resolver entre los dos grupos. Muchos Egbado habían sido traídos a Cuba a finales de los años 1700s cuando la ciudad portuaria de Regla, que pronto se convirtió en un importante enclave Lucumí, estaba en su infancia. El número de los esclavos de Oyó en Cuba crecería considerablemente después de los años 1780s, señalado por el inicio de una fricción en África Occidental y que eventualmente escaló y condujo a la caída del imperio en los años 1800s. Pero definitivamente los Egbados precedieron a los Oyós en Cuba. A comienzos del siglo XIX, el reino de Dahomey se había rebelado contra Oyó, ampliando sus incursiones esclavistas en los territorios yoruba del sur, incluyendo Egbado, que había gozado antes de la protección de Oyó. Por consiguiente, Dahomey esclavizó a muchos ciudadanos Egbado y los envió al nuevo mundo, especialmente a Cuba. Para esa época, Oyó estaba preocupado con sus propios problemas y no pudo reprender a Dahomey por su desafío y el imperio se quedó silencioso, mientras sus territorios eran invadidos. Por consiguiente, en Cuba, las prácticas religiosas Egbado originalmente dominaban a las tradiciones Oyó, particularmente en Regla. No fue hasta cerca de 1825, que las prácticas de Oyó llegaron a tener supremacía. A medida que los Oyó crecieron en número e importancia en La Habana, estos intentaron ampliar su hegemonía política y cultural estableciendo sus patrones de consagración y adoración como los patrones oficiales para la religión Lucumí en Cuba. En los alrededores de La Habana, hasta la llegada de los Oyó en grandes números, la religión Lucumí había sido conducida de manera similar a la forma más personal de adoración, la cual era de orientación familiar y que era practicada más comúnmente en las comunidades rurales yoruba en África. En ese sistema, el Orisha era consagrado para la instalación o la casa entera y no individualmente. Por medio de la posesión o consultando los oráculos, un representante de la familia era seleccionado para atender la adoración de la deidad y ciertas ceremonias eran realizadas para conceder a este individuo el derecho de hacerlo. Esta persona, aunque era considerada un Olorisha porque atendía a la deidad, no estaba debidamente consagrada en el sacerdocio; es decir, no estaba “coronada”. Después de haber sido autorizada, esta persona podía realizar rituales de limpieza, adivinación, ofrendas y otros ritos para la instalación o la comunidad, ritos que en otra parte eran típicamente realizados por un Olorisha consagrado. A la muerte del individuo, un pariente elegido previamente por el difunto o determinado por adivinación, heredaría la deidad. Este tipo de adoración en Cuba fue llamado Santo Parado o Santo de Dotación. En contraste, la consagración de un Olorisha dentro de las áreas urbanizadas alrededor de La Habana, era mucho más compleja, pues siguió los patrones intrincados y altamente ritualizados que habían sido utilizados en las cortes y los palacios reales de Oyó y desde Oyó influenciaron otras áreas del antiguo Yorubaland. Todas las áreas en África del Oeste que habían estado bajo la influencia de Oyó – Los Egbado entre ellas – se les había inculcado la adoración de Changó, el Orisha patrón de Oyó y por extensión, habían sido influenciadas por los rituales de Oyó. A la ceremonia de consagración Lucumí, o Kariosha, se le llama “coronación”. En las palabras de la hija de Efunshé, Odé Deí: “Hacer santo es hacer rey. Y Kariocha es una ceremonia de reyes, como las del palacio del Obá Lucumí [Oyó]”. Tradicionalmente, cuando los devotos hablan de consagración, estos se refieren comúnmente a coronar santo. De hecho, incluso hoy, en el segundo día del ritual Oyó de consagración de La Habana, la ropa ritual incluye una corona muy elaborada que es colocada en la cabeza del Iniciado por el Olorisha padrino o que patrocina. Más importante, los rituales de Orisha de La Habana giran alrededor del Obá Oriaté, el maestro de ceremonias para todos los rituales, especialista religioso imprescindible que realiza la mayoría de los ritos de ordenación y consagración en la religión. Mientras que sigue siendo confuso si el Obá Oriaté existió en la tradición africana, con toda probabilidad este papel habría caído sobre las sacerdotisas que servían al Alafín en el palacio de Oyó. La palabra “Obá” (rey) en el título Obá Oriaté, es un reflejo claro de la importancia de este rango y los dictados religiosos del individuo que tiene este rango, tal como las proclamaciones seculares del Alafín, se consideraban y consideran “ley”. En este punto podemos apreciar que esto es consistente con lo que describió Salako sobre sus propias consagraciones. Sigamos: A medida que los nativos de Oyó desplazaban a los Egbados, el rito de consagración en Regla Osha de La Habana llegó a ser extremadamente Oyocéntrico y la Habana se convirtió en el centro de difusión de estas tradiciones a otras áreas de la isla. No es de asombrarse, que los practicantes de La Habana intentaron mantener su predominio, haciendo que la ceremonia de coronación real de Oyó fuera el único ritual legítimo de ordenación de la religión de Lucumí en la isla. Como ejemplo ilustrativo de tales tentativas de hacer cumplir la hegemonía de Oyó, tenemos el caso de Octavio Samá (Adeosun), mejor conocido como Obadimejí. Samá, que nació de padres Lucumí, se convirtió en uno de los individuos más polémicos e influyentes de la historia de la religión Lucumí en la isla. Cuando Samá llegó a La Habana de su nativa Sabanillas a comienzos del siglo XX, intentó establecer su práctica religiosa en la ciudad, identificándose con la comunidad religiosa Lucumí de allí. Él reclamaba estar consagrado en Oshún, por su familia Lucumí en Sabanillas. La comunidad de la Habana rechazó reconocer su demanda e insistió que él debía someterse a la iniciación por medio del Rito de Consagración de Oyó de La Habana. Samá estaba definitivamente bien versado en los rituales Lucumí e incluso hablaba fluidamente la lengua. De hecho, su Lucumí era mucho mejor que su español. Aunque era criollo, se dice que hablaba español como un bozal, un término despectivo que era utilizado para describir a los esclavos recién llegados. Latuán, que para este tiempo había establecido una fuerte reputación como una de las Olorishas Lucumí y Obá Oriaté más respetadas y poderosas en La Habana, insistió que la ordenación de Samá en Sabanillas no había sido Ortodoxa. Por decreto de ella, Samá fue ordenado en La Habana, no en Ochún, sino en Aganjú, Orisha de los desiertos y patrono de los viajeros. Latuán realizó la ordenación ella misma. Al tercer día de la ordenación, en una ceremonia durante la cual se realiza adivinación para el principiante y los Orishas expresan sus prescripciones y proscripciones con los oráculos, fue revelado que Samá no había mentido sobre su ordenación anterior. Consecuentemente, le dieron el nombre de Obadimejí – “el que se corona dos veces”. Realmente, el término se traduce literalmente como el “el rey se hace dos”, pero en Cuba se interpretó de la forma que se ha dado aquí. En los años que siguieron a esta controversia, cualquier resentimiento que pudiera haberse dado entre Latuán y Obadimejí como consecuencia del desafío a su legitimidad, fue puesto de lado y hasta su muerte, en febrero 1935, seguían siendo grandes amigos. De hecho, una de las fuentes de Cabrera le dijo que Obadimejí y Latuán eran inseparables. De hecho, la fuente hizo alusión a una conspiración entre los dos al reordenar y/o limitar las funciones de Olorishas del campo cubano. Se sabe que Latuán boicoteaba a menudo los ritos de ordenaciones de Olorishas que ella consideraba dudosas por los estándares de La Habana, rechazando prestarle los servicios como Obá Oriaté. Si Latuán rechazaba participar, ningún otro Obá Oriaté se atrevería a desafiar su autoridad realizando una ceremonia rival. Al parecer, a pesar del respeto que ella gozaba de la mayoría de sus contemporáneos, Latuán continuó sus luchas de poder por influencias y hegemonía bien entrado el siglo XX. Hasta esta parte del relato sobre La División de La Habana, debe bastar para que cualquiera con dos dedos de frente se dé cuenta que hasta ese momento, NADA han tenido que ver los Babalawos y que de hecho, quienes conspiraron para quitarles poderes y funciones a los Olorishas del campo (Léase los descendientes de Obatero) fueron Latuán y Obadimeji, que a lo mejor de nuestro entender, no eran BABALAWOS. Los Babalawos solo seguían trabajando, hasta ese momento, en conjunto con los Olorishas, tal como Efunshé, aliada de Latuán, establecía que debía ser. Pero como sabemos que dentro de las filas Neo tradicionalistas y Antibabalawos, tenemos una gran mayoría de lento aprendizaje, seguiremos leyendo lo que dice este interesante documento: Obadimejí se convirtió en el único discípulo masculino reconocido de Latuán, trabajando a su lado y sirviendo como sus brazos y ojos después que ella llegó a ser demasiado anciana para realizar rituales ella misma. Interesante es el hecho que después de la muerte de Latuán, la posición de Obá Oriaté fue dominada por hombres, que desplazaron gradualmente a las mujeres que hasta ese tiempo habían ejercido el cargo. Para el momento de la muerte de Obadimejí en octubre de 1944, la posición de Obá Oriaté fue casi exclusivamente una función masculina. Obadimejí entrenó a dos discípulos conocidos, Tomás Romero (Ewín Letí) y Nicolás Valentín Angarica (Obá Tolá). A pesar de ser enseñado por una de las Iyalorishas más grandes de la religión Lucumí, él nunca entrenó ni enseñó a una mujer. En esta parte nuevamente tenemos que intervenir. A los Babalawos Afrocubanos se les acusa de ser antifeministas y machistas, pero parece que todos los Olorishas Antibabalawos, pasan por alto este “pequeño” incidente de despojó a la mujer afrocubana de su LEGÍTIMO DERECHO EN LA RELIGIÓN y al parecer, los Babalawos no solo son unos MACHISTAS, sino que lo impusieron, pero aquí queda desmentida esta calumnia. Hoy en día la mujer no tiene mucho que ver en la consagración de Ocha como tal y siempre se verá que los hombres son los que sirven de Oriaté. Digan lo que digan y argumenten lo que quieran argumentar, las mujeres en Ocha solo van a halar el paño y a desplumar y desollar animales, ya que el trabajo litúrgico fue usurpado por hombres y esto también tiene nombre propio: Obadimeji. Entonces ¿Cómo pueden decir que los Babalawos son machistas cuando en la Ocha, que es donde la mujer siempre mantuvo la supremacía e incluso, fueron las que dejaron ese legado, ni siquiera por homenaje y respeto, permiten que ejerzan como Ori Ate? ¿Qué tienen que ver los Babalawos en eso? ¿Cuándo se ha visto a un Babalawo diciéndole a los Olorishas quien va a fungir como Ori ate? Tal parece que estos señores prefieren “mandarlas a Ifá” para que se hagan “Iyanifá” y de esta forma no se les ocurra reclamar lo que legítimamente les pertenece. Todavía hoy en día, estos Olorishas tratan de crear el mito que una mujer no puede tirar caracoles, porque “les resta salud”, cuando la verdad es la siguiente: The cowries were presented to women through Osun. Orunmila gave them to Osun (Ogbe Sa). The cowries are made for females and men should not use them. The Owo Eyo says the truth and is an important divination tool. Los cauríes fueron presentados a las mujeres a través de Ochún. Orunmila se los dio a Ochún (Ogbe Sa). Los Cauríes están hechos para las MUJERES y los hombres NO DEBEN USARLOS. Los Owo Eyo, dicen la verdad y son una herramienta importante de adivinación. Quizás por esto es que las principales Oriatés de la religión afrocubana, eran MUJERES. Referencia Molefi Kete Asante, Ama Mazama: Encyclopedia of African Religion, Volume 1 Dejando de lado que se puede notar a leguas la importancia de Orunmila (y por consiguiente en Ifá) en el método de adivinación por Diloggun, (y por consiguiente de Ocha), vemos como algunos Olorishas Afrocubanos han inventado mitos para mantener la supremacía de los hombres, esconder la usurpación y no contentos con ello, relegar a papeles secundarios a la mujer en Ocha. Pero mejor continuemos con los hechos históricos de La División de la Habana, para no distraernos: Los Hechos La coronación de Obadimejí y de su dirección subsecuente dentro del Cabildo, contrasta agudamente con la rivalidad que surgió entre Latuán y Obá Tero. El suyo creció y se formó de las variaciones que existieron entre los ritos Egbado y los de los crecientes grupos Oyo-céntricos. En el corazón de la controversia estaba Obá Tero, que se opuso a las nuevas reformas o variaciones que habían sido traídas a La Habana, lo que tensionó la ya delicada relación que existía entre Obá Tero y el resto de la comunidad. Obá Tero era una Oní Changó; ella fue consagrada en lo que parece haber sido una tradición del palacio Egbado y fue influenciada obviamente por Oyó, aunque su práctica existían significativas diferencias regionales. Aunque muchas de las prácticas rituales Egbado de Obá Tero no se conformaban con la cada vez mayor tradición Oyo-céntrica de La Habana, su ordenación y estado, en efecto, su legitimidad como Iyalorisha, nunca fueron cuestionados. Debido a la creencia común, su ordenación era considerada válida por Oyó y de tal modo por los estándares de La Habana. Por sí misma, su ordenación en Changó, su Orisha tutelar, era prueba suficiente que su coronación se conformaba con la tradición de Oyó. La reconocieron definitivamente como una iyalorisha válida y ortodoxa. Mientras que evitaba cualquier desafío abierto a la legitimidad de Obá Tero, Latuán, en la vanguardia de la tradición de la corte de Oyó en La Habana, desafió ciertos aspectos procesales de los ritos Egbado de Obá Tero que no eran comunes en Oyó y ésta era la base de la rivalidad entre las dos. Por otra parte, Obá Tero afirmaba que Latuán reformaba la religión para abastecer a otros africanos y a la presencia cada vez mayor de blancos y de mulatos. Efunshé se alió con Latuán contra Obá Tero, introduciendo muchas adaptaciones a la religión Lucumí en La Habana, así como algunos rituales que no habían sido sabidos antes de su llegada. Algunos informadores dicen que, antes que Efunshé viniera a Cuba, era el caso que durante una consagración de nuevos Olorisha le proveyeran dos Orishas: Elegguá, así como la deidad tutelar específica que había sido identificada para el iniciado por los oráculos. Esta costumbre fue referida típicamente como Pie y Cabeza, y proporcionaban al principiante el Orisha tutelar – “El Orisha de la cabeza – como también el Orisha de la encrucijada, que representaba los pies con los cuales uno viajaría a lo largo del camino de la vida. Si el individuo necesitaba algunos otros Orishas, los oráculos determinarían eso al tercer día de la ceremonia de ordenación. La tradición oral dice que cuando Efunshé vino a Cuba, ella introdujo un número de Orishas adicionales en la ceremonia de ordenación. Asombrosamente, a pesar del origen Egbado de Efunshé, Los Oyó consideraban que la mayoría de estos Orishas tenían fuertes lazos con Changó y de tal modo con Oyó y no con la tradición Egbado. Cuatro Orishas – Obbatalá, Yemayá, Ochún, y Changó – junto con Elegguá, a menudo se consideraron como los pilares principales de la consagración Lucumí. Por un lado, las variaciones en prácticas rituales no eran infrecuentes en la religión Lucumí; cada grupo Lucumí trajo sus propias tradiciones a la isla. Las tradiciones variaron considerablemente a partir de un grupo a otro y las distinciones existieron a menudo incluso dentro de miembros de un solo grupo. Estas diferencias tenían sus orígenes en Yorubaland y después fueron hechas cumplir fuertemente por los Lucumís en Cuba, que necesitaban reforzar un sentido de conexión con su patria perdida. Los miembros del Cabildo Iyesá Moddún en Simpson, donde todos eran parientes de sangre, proporcionan un ejemplo excelente de este tipo de tenacidad. Hasta el día de hoy, el Cabildo continúa siguiendo las tradiciones africanas de su territorio Ijeshá y no han accedido a la presión de Oyó o de Egbado. Debe ser observado que el territorio Ijeshá nunca fue penetrado por la caballería de Oyó, debido a su localización en un área densamente selvática del país donde eran ineficaces los caballos. Aunque pagaban tributos anuales, Ijeshá nunca fue considerado súbdito de Oyó. De hecho, Ijesha era típicamente blanco de burlas de los Oyó, que además los consideraba como gente inferior, lo que era posiblemente una forma de desviar la atención de la vergüenza que les ocasionaba la incapacidad de Oyó de penetrar los bosques Ijesha. Quizás la negación de aceptar influencias religiosas Oyo-céntricas, según lo practicado en Cuba, refleja una continuación de la resistencia histórica de los Ijesha a la hegemonía de Oyó. Por otra parte, lo que constituyó el procedimiento exacto para el rito de pie y cabeza está en disputa. Mientras que los rituales inherentes en pie y cabeza con toda probabilidad reflejan la más vieja y rural tradición del Santo Parado, no hay evidencia que la consagración de pie y cabeza fuera limitada a solamente dos Orishas. Esta costumbre de recibir varios Orishas parece tener antecedentes africanos, porque esto es paralelo a prácticas similares en el Candomblé brasileño. No parece ser entonces, que Efunshé introdujera deidades adicionales a la ordenación. Lo que sí es más probable es que ella introdujera la tradición Oyo-céntrica de la ceremonia de coronación del palacio, el kariosha, que entonces suplantó gradualmente la tradición rural del Santo Parado. Obá Tero rechazaba la práctica según los nuevos estándares o alterar sus ritos en ninguna forma. Ella, pudo haber introducido también algunas influencias traídas de Oyó de Yorubaland, pero al parecer no fueron suficientes para aplacar a Latuán. De hecho, uno de los rasgos fundamentales del carácter de Obá Tero era su naturaleza inflexible y las controversias en La Habana le ganaron el apodo descalificatorio de: la Reina Quitasol (literalmente, “la reina que se lleva el Sol” o la que hace el día nublado). Eventualmente, Obá Tero llegó a ser vista como una herética cuyos rituales variaban de los de la facción más poderosa; es decir los rituales de Obá Tero “nublaban” los ritos de la facción contraria, pasándolos en la cara del sistema que Latuán y sus partidarios intentaban imponer. Esta percepción trabajó a favor de Latuán, ya que muchos Olorishas, tanto deliberadamente como sin intenciones, utilizaron el desacuerdo entre las dos sacerdotisas para fomentar tensiones adicionales. Vale la pena observar que Latuán no tenía ninguna dificultad con los otros Olorishas Egbado que practicaban en La Habana; quizás esto se debía a que no todos los Egbado eran tan controversiales y rígidos como Obá Tero. Como se puede observar, en los cambios que fueron introducidos en la religión yoruba en Cuba, nada tuvieron que ver los Babalawos, excepto que se unieron, a petición de Latuán y Efunshé, cuando estas quisieron “trabajar en conjunto con Ifá” – tal como lo había traído Efunshe – en lo que en sus tradiciones influenciadas por Oyó – era la forma correcta de trabajar y que incluía a los Babalawos, tal como lo demuestra el caso de Salako en Nigeria. En otras palabras, Latuan y Efunshe, querían una religión Ocha/Ifá unificada. Según el excelente trabajo de Mary Ann Clark, Santeria: Correcting the Myths and Uncovering the Realities of a Growing Religion, podemos leer claramente, cuando se refiere a otro mito donde se culpa a los Babalawos de haber creado la posición de Oriaté en Cuba. Leamos: […] Los Oriaté eran también los mejor entrenados en el sistema de adivinación (Diloggun). Aun cuando muchos de los primeros Oriaté eran mujeres, es el nombre de Obadimelli (Octavio Samá Rodríguez) a quien se le acredita la profesionalización de este papel religioso. Obadimelli trabajó con las principales casas de Ocha en La Habana y es considerado el ARQUITECTO del sistema “Moderno” de iniciación. Aun cuando el papel de Oriaté se originó más temprano y Obadimelli fue entrenado por las dos mujeres que son consideradas como las más grandes Oriaté de La Habana, este es reconocido como el maestro de los más grandes Oriaté del siglo XX. Junto con una de estas mujeres, Efunshé, Obadimelli ESTANDARIZÓ las prácticas de iniciación y que cada sacerdote fuera iniciado en el culto de varios Orisha de acuerdo a procedimientos rituales uniformes. Debido a que Obadimelli solo entrenó a otros hombres como Oriaté, este importante papel ritual se movió del control de las mujeres, a los hombres”. Volvemos a ver que los calumniadores que aseguran que fueron Babalawos los que instauraron este sistema en Cuba, solo mienten maliciosa y descaradamente. Esta línea de consagraciones y rituales de La Habana es la que sigue la mayoría de los religiosos en Cuba y esta guerra entre Latuan y Obatero, lejos de haber terminado, es la que continúa hasta nuestros días. Sin embargo, podemos apreciar claramente que no fueron los Babalawos los que despojaron a los Olorishas de nada, fueron OLORISHAS los que les dieron un lugar a los Babalawos, porque lo consideraban correcto, bajo la luz de sus tradiciones Oyó Céntricas. Esto también desmiente la calumnia que fueron los Babalawos los que introdujeron el cargo de Oriate en Cuba; fue Obadimeji, un OLORISHA al que le enseñaron dos OLORISHAS y a su vez este enseñó la posición de Oriate y dicha posición ya estaba establecida, por Latuan y Efunshé y no por ningún Babalawo. Llegados a este punto, nos damos cuenta que en Cuba al igual que en Nigeria, más que una lucha por religión, siempre fue una lucha de ETNIAS y regionalismos por las diferentes creencias traídas de África, aun cuando no se puede explicar como Efunshé, que era Egbadó, quedó del lado de Oyó. Podemos especular que por sus presuntos orígenes dentro de la realeza Egbadó, mucho más influenciados por la realeza Oyó, fueran las responsables de estas formas de consagración y participación de los Babalawos, tal como lo decía su hija y como sucedió con Salako. Esto no lo sabremos a ciencia cierta, pero se puede apreciar claramente, que estas divisiones no fueron creadas por los Babalawos de la época. Muchos Antibabalawos y Neo tradicionalistas, aun cuando le hemos dado los hechos históricos del caso, gritarán que es mentira y que el Babalawo no participa en el cuarto de Ocha en la Tradición Nigeriana. Esto para variar, también es falso, ya que en Nigeria el Babalawo si consagra Ocha y tratarán de seguir con sus mezquinos intereses. Para que no puedan decir que mentimos al asegurar que el Babalawo sí participa en una ceremonia de Ocha, les daremos el Odu Otura Sa de Tradición Nigeriana, específicamente de Oyó, donde se establece claramente porque los Babalawos, no solo participan en las ceremonias de Ocha, sino que saben cómo atender y colocar los Materiales sagrados que lleva Olokun confeccionado por Ifá. También veremos que esta Deidad, se coronaba en Nigeria y que para ello se necesitaba el concurso de los Babalawos. Veamos que tiene que decirnos el Odu Otura Sa de Tradición Nigeriana: Él hizo adivinación para Oggún cuando iba a Casarse con la Hija de Olokun Ese fue el Awó que hizo adivinación para Oggún, cuando él iba a bañarse en el río donde él se encontró con la hija de Olokun para casarse. Se le dijo que sirviera a su ángel guardián con un con un XXXX, XXXXXX, XXXXXX y a Echu con un XXXXX. Él hizo los sacrificios y salió para el río donde vive Aire Omo Iré, la hija de Olokun. Todos los hombres de los alrededores se habían acercado a ella para casarse, pero ella rechazó todas sus ofertas. Cuando Oggún lanzó la pregunta, ella le dijo rápidamente que sí. Después de haber conquistado el pueblo del río, Oggún regresó a casa con Aire Omo Iré. Oggún pronto descubrió que ella no era más que pura apariencia y que no sabía hacer nada aparte de bañarse muy temprano en la mañana y pasar Irosun por su cuerpo. Sin embargo, todos los hombres de Iré estaban molestos porque la joven había acordado casarse con Oggún y los había rechazado a todos ellos. Mientras tanto, era la época en que Oggún debía desempeñar su festival anual, por lo que atrapó XXXX y XXXXX para que fueran secados o ahumados. Mientras que Oggún iba al bosque a cazar las aves y animales restantes, él le dijo a su esposa Aire Omo Iré, que hiciera el fuego para el secador y ahumar las XXXXX y los XXXX. Tan pronto como Oggún la dejó en la casa, los hombres agraviados y despechados de Iré decidieron aprovechar la oportunidad de vengarse de ella, robando la casa de Oggún, de donde se llevaron las XXXXX y los XXXX bajo su cuidado, dejando solo dos pedazos machacados y espolvoreados con Irosun, su pomada favorita. Cuando ella revisó el secador a la mañana siguiente, descubrió que todas las XXXXX y XXXX habían sido robados, ella levantó la voz de alarma. Pero cuando los vecinos se dieron cuenta que los remanentes de las XXXXXX y los XXXXX estaban espolvoreados con Irosun, ellos la acusaron de haber sido ella la responsable del robo y le advirtieron que los remplazara, a menos que quisiera que le costara la vida cuando Oggún regresara a casa. Ella tomó el consejo en serio y decidió hacer algo para reponerlos antes de que su esposo regresara a la casa. Primero, ella fue al bosque y colocó varias trampas para atrapar XXXXXX. Después de haber atrapado XXXXXX, ella comenzó a ahumarlas en el secador. Luego ella fue a XXXX y tuvo éxito atrapando XXXXXX, los cuales llevó al secador de la casa. Tan pronto como ella regresó al río para atrapar un pez, la policía de su padre (Olokun) la arrestó por huir de casa sin la autorización de su padre. Sin embargo ella esperaba que su esposo Oggún la fuera a buscar. Siete días después, ella vio a Oggún regresando a casa del bosque con los animales y comenzó a cantarle. Cuando Oggún miró hacia atrás para identificar la voz que le estaba cantando, se sorprendió al ver que era su esposa. Cuando él contestó el saludo, ella no pudo contestar porque estaba bajo el hechizo de su padre. Mientras tanto, él regresó a casa y preguntó por su esposa y los vecinos le dijeron que ella había escapado después de haber robado los XXXX y XXXXX dejados bajo su cuidado. Oggún respondió que ella no pudo haber robado las XXXXXX ni los XXXXX, porque todos estos estaban en el secador. Él invitó a los vecinos para que vieran por sí mismos y todos quedaron sorprendidos. Él fue a desempeñar las ceremonias de su festival que duraba siete días. Después del festival, él fue donde Orunmila por consejo en cómo obtener a su esposa de vuelta. Se le dijo que sirviera a Echu con XXXXXX, un tambor hecho con hojas de XXXXX, tres XXXX y una canasta llena de semillas de XXXX. Él no perdió tiempo en hacer los sacrificios. Después de comerse su XXXXX, Echu fue a enlistar el apoyo del Águila y la cooperación del conejo con la canasta de semillas de XXXXX. Después de aceptar su oferta, el conejo abrió un hoyo desde la casa de Oggún hasta la sala real de Olokun. Así, él tomó posición para escuchar el desarrollo de los eventos. Por su parte, Echu tomó la silla y se sentó en un punto cercano al palacio de Olokun. Al mismo tiempo, el águila se posó en la copa de un árbol en el patio del palacio de Olokun. Tan pronto como se aseguró que todos los participantes en el drama estuvieran en sus posiciones asignadas, Echu comenzó a tocar su tambor con una canción que provocaba bailar. Omitimos Canto Con esa canción acompañada por su tambor, él comenzó a bailar y se le unió gran muchedumbre de cantantes y bailadores. A la procesión danzante pronto se le unieron miembros de la casa de Olokun. La música pegajosa fue pronto acompañada también por Aire Omo Iré quien empezó a bailar con la cautivante melodía de la música. Tan pronto como la procesión pasó el cuadro que define el palacio de Olokun, el águila se lanzó del árbol, atrapó a Aire Omo Ire y voló con ella a la casa de Oggún. Cuando Olokun vio el dramático giro de los eventos, soltó una gran carcajada y se jactaba de que ella sería inútil para cualquiera que se la llevara de su lado, sin llevarle los catorce materiales con los que él la trajo del cielo. Sin embargo, para Olokun era desconocido que el conejo estaba escuchando cada palabra que decía. Al llegar de vuelta a la casa de Oggún, ella no hablaba, ni comía, ni mucho menos cumplía con sus deberes de esposa. Ella se convirtió más o menos en un compromiso. Tres días más tarde, el Conejo fue a contarle a Oggún lo que había oído en el palacio de Olokun: que él iba a tener que comprar a Aire Omo Iré con los 14 materiales que él había traído del cielo que son: OMITIDOS Aun cuando Oggún estaba preparado para enviar los materiales, él no tenía idea de cómo era la logística para hacérselos llegar a Olokun. Una vez más, Oggún fue donde Orunmila por consejo. Orunmila se hizo voluntario para llevar los materiales y para escoltar a Aire Omo Iré hacia y desde el palacio de Olokun, si Oggún podía suministrar cantantes, tamborileros y bailarines que lo acompañaran. Esto explica porque ningún Babalocha o Iyalocha puede completar su ceremonia de iniciación sin el apoyo activo y cooperación de Orunmila. (Lo subrayado es escrito por la misma fuente de este Ese Ifá y esa fuente es NIGERIANA) Al día siguiente, Orunmila recogió todas las hojas relevantes a la ceremonia y las colocó en un pomo que hizo que Aire Omo Iré se colocara en la cabeza para llevarlo al río, acompañados de arreglos musicales mientras que Orunmila cargaba la bandeja con los catorce materiales. Al llegar al río, ellos se encontraron con Olokun sentado en su trono, donde Orunmila apeló que aceptara los materiales con los que se venía a comprar a su hija Aire Omo Iré. Él se regocijó que finalmente sabían qué hacer. Después que Olokun estuvo de acuerdo en recibirlos, Orunmila lanzó todos estos al río y le pidió a Aire Omo Iré que llenara la tinaja que tenía en su cabeza con agua del río. Cuando iban en camino de regreso a la casa de Oggún con la procesión, Olokun la llamó por su nombre, Aire Omo Iré y ella respondió Ee yooh tres veces, que fueron las primeras palabras que ella dijo después de haber sido secuestrada por el Águila. Cuando llegaron a la casa, la ahora poseída Aire Omo Iré se rehusaba a entregar la tinaja, pero después que Orunmila usó su Uranke para tocarla, ella se bajó y obtuvo sus sentidos normales. Fue desde allí que ella comenzó a vivir una vida normal con Oggún como esposo y esposa. Es por esto que durante las iniciaciones en el culto de Olokun, es necesario llevar al hijo de Olokun al río para completar su separación de la corte de su padre. Anotaciones Privadas de Águila de Ifá ¿Está o no está en Ifá? ¿Alguna pregunta? Creemos que no debe haber ninguna, pero suponemos entonces que dirán que Miguel Febles se puso de acuerdo en esto con los nigerianos. Lo que nos recuerda el siguiente tema. © 2010- Capitulo del libro:Defendiendo Nuestras Tradiciones II,AUTORES: Oluwos- Leonel Gamez Osheniwo, Aguila de Ifa y Eduardo Conde Ifabilawo.
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 23:00:00 +0000

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