Barcelona, nit d’estiu o “el Somni Català”. Mientras volvía de ver la película, cuando ya llegaba a mi calle, un momento de revelación, de suspender todo y centrarme en lo que veía, como Proust con la magdalena: un viejo de unos 70, extremadamente enjuto, con la cara consumida (apostaría a que no tenían nada que ver en eso las drogas) que estaba de pie, cobijado bajo la marquesina del bus, afeitándose con una maquinilla de usar y tirar sin más ayuda que su propia saliva para lubricar el paso de la BIC y la tenue luz de una farola para alumbrarse y no errar la pasada. He salido del cine y he cenado, tarde, pan bimbo con jamón dulce. Y tal vez la conjunción de esas dos cosas, el viejo, y mi emparedado cutre me han hecho reflexionar sobre lo que se ha proyectado y lo que no: De algún modo necesito plasmar el aislamiento que sentía ahí sentado en la butaca, porque se suponía que esa película debía ser cercana a mí, hablarme de tú a tú, de mi ciudad, de mi realidad, joder, al fin y al cabo estaba FETA A CASA, COLLONS! Pero esa no era mi Barcelona, ni ese mi verano. Y el hecho de intuir que tampoco iban a serlo nunca ha venido a golpear en la entrepierna de mi joven e (in)maculada visión de futuro. ¿Qué coño hago aquí si no podré compartir gin-tonics “amb la resta de la colla” en mi casa con piscina? ¿Qué hacer si tú no puedes o no quieres cumplir “el somni català”? Es tracta de ser advocat, perquè el teu pare va venir de lluny sense estudis i vol que el seu fill no tingui la mateixa sort, buscar-te una xicota que tingui un pare propietari d’un bufet, anar-vos a viure junts al Born o a l’Eixample. Colçotades els diumenges. Manel i Mishima. Després renegar de tot això perquè ja ho has viscut massa temps. Buscar un lloc per tu sol on no gaudeixis de les comoditats de la ciutat, viure sol tres mesos (no gaire més), i després tornar a la teva llar just per veure el partit del Barça amb els teus dos fills, la teva dona. I envellir en el petit vaixell que hauràs comprat amb el poder que et dona la teva posició. I morir, bé, morir com morirem tots. Le he dado vueltas al gran engaño que yo pienso que es el Sueño Americano, y me he desilusionado al ver lo que la gran pantalla, junto con una caterva de pijos recién salidos de ESCAC, pueden hacer con nosotros, aquí y ahora. Porque yo no creo en los sueños masivos, y mucho menos aún: en los sueños inducidos. Puede que todo lo haya imaginado o puede que el resto no se dé cuenta. O puede que sea la puta manía esa de juntar en una colectividad a todo el mundo, de ponerte en una fila o en otra para clasificarte, cuando a veces, no tienes ganas ni siquiera de esperar de pie por nada o por nadie. Iremos al cine, creeremos en lo que vemos pero nada será real al salir. Tú te encontrarás a un anciano decrépito afeitándose como un loco en plena calle y yo me estaré comiendo un “sandvitx de pernil de iork” en mi habitación a la salud de esta ciudad y de los sueños que contiene.
Posted on: Wed, 23 Oct 2013 23:21:46 +0000
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