Biografía de Carlos H. Spurgeon NUMERO 8 ESCRITOR PROLÍFICO En - TopicsExpress



          

Biografía de Carlos H. Spurgeon NUMERO 8 ESCRITOR PROLÍFICO En el estudio de la vida de Spurgeon, llegamos al asombroso convencimiento de que fue el prolífico escritor que fue, no por afición literaria, sino por lo que pudiéramos llamar una necesidad moral. En efecto, en su primera juventud, según el testimonio de muchos de los que se han ocupado de escribir la historia de su vida, aunque estudiaba literatura con entusiasmo y agrado, no tenía una verdadera apreciación del enorme valor de la página impresa, como elemento de cooperación, y de una cooperación efectiva, en la obra evangélica. Antes que todo, y por encima de todo, se conceptuaba predicador, y a la predicación dedicaba todas sus energías y todos sus momentos. Pero, porque era predicador, como ha dicho uno de sus biógrafos, llegó a ser escritor, y escritor de gran fuste, ya que pronto se convenció del error en que anteriormente había estado a este respecto, y para poder efectuar una labor más amplia y dilatada, apeló a este medio de enseñanza, que para el mundo no fue otra cosa que una forma de predicación. Algunos de sus libros demandaron de él años de trabajos continuados y persistentes, y de estudios pacientes y prolongados, como sucedió con su comentario de los Salmos; sin embargo, no creemos distanciarnos de la verdad al afirmar con uno de sus connotados biógrafos, que todos sus libros fueron a manera de sermones: a1gunos, sermones pura y simplemente, dados a la estampa; y otros, sermones ampliados, anotados, más extensos y dilatados; pero siempre sermones proclamadores de la verdad evangélica, en los cuales Cristo era el alma, y la vida. En este respecto hubo gran similitud entre Bunyan y Spurgeon, esos dos grandes hombres que tuvieron tantos puntos de semejanza, y que por igual manera se significaron de manera tan hermosa en el seno de su propia denominación, y en el mundo cristiano. Es cierto que el uno obtuvo su mayor fama como escritor, y el otro como predicador; pero ambos escribieron extensamente, y en un sentido muy elevado ambos, en sus obras literarias dieron al mundo sus sermones. Por esa necesidad moral de que arriba hablamos, muy temprano en su ministerio comenzó nuestro predicador a dar al mundo sus magnificas páginas, aquellos folletos y libros que han guiado y robustecido tantas mentes, y alegrado tantos corazones. Y estos libros se fueron sucediendo, año tras año, en una forma sucesiva tan regular, un aumento de labor tan notable, un éxito tan franco, que causó el asombro de propios y extraños, para quienes resultaba casi inconcebible que un hombre tan ocupado como Spurgeon, pudiera efectuar este, enorme trabajo. En realidad, resulta maravilloso que un hombre tan solicitado para que predicara en diversos lugares y circunstancias, teniendo que atender a su Colegio de Pastores, a sus varias instituciones benéficas a su Asociación de Colportores, a su revista mensual, y a una Iglesia fuerte, numerosa y activa, que daba calor y vida a gran número de organizaciones, y que además era atacado de pertinaz dolencia, que muy frecuentemente le hacia guardar cama, encontrara ideas, energías y tiempo suficientes para dotar al mundo de un tesoro tan abundante y rico, como el que le dio en sus libros. Si el cristiano lector fija su atención, al leer estas páginas, en el cúmulo de cosas, todas importantísimas, que reclamaban la atención de nuestro biografiado, y que incesantemente le estaban creando problemas de difícil solución, se dará perfecta cuenta de que su labor literaria era realmente asombrosa, tanto por la cantidad cuanto que por la calidad de sus libros. Casi todas las cosas grandes con que el mundo hoy cuenta, las cosas que verdaderamente han significado progreso y bendición para la humanidad, han tenido un origen muy humilde, comenzando por el mismo Cristianismo, hoy tan prepotente v magnifico. Han sido como la pequeña simiente enterrada en terreno fértil, que ha germinado, crecido, hasta llegar a ser como árbol gigantesco, a cuya sombra han encontrado descanso y gozo los hombres. Pues bien, y para seguir esta figura: la obra literaria, de Spurgeon tuvo su origen humilde en la publicación de una docena de sermones en el primer año de su pastorado en Londres, y fue creciendo y desarrollándose, hasta llegar a ser una poderosísima agencia. Para bien. Bastara decir que en Londres, la importante casa editora de los Sres. Passmore y Alabaster, ambos miembros del Tabernáculo Metropolitano, tuvo que abandonar todo género de publicaciones extrañas, para ocuparse exclusivamente de la edición de los libros y folletos de Spurgeon, y no daba abasto. De aquel célebre estudio de su casa de Norwood, cuya estantería estaba repleta de las mejores obras religiosas del mundo, fluían tan copiosamente los libros, sermones y folletos, que un número considerable de obreros en una importante casa editora, eran insuficientes a darlos todos a la estampa; y cuando nuestro biografiado falleció, no obstante haber esa casa editora inundado el mundo de millares de millares de ejemplares de esos libros, quedaban muchos de ellos por ser publicados. Para mayor comprensión del asunto por parte del lector, a continuación damos una lista de los libros de Spurgeon, según la agrupación que de ellos han hecho sus editores; y aunque es muy difícil traducir los títulos de estas obras, y en muchos casos la traducción puede que no llene la idea, nos atrevemos a hacer una traducción todo lo más aproximadamente posible de ellos. I. EXPOSITIVOS: 1. "El Tesoro de David", (comentario sobre los Salmos). 7 vols. 2. "El Intérprete". 3. "El Alfabeto de Oro". II. HOMILETICOS: 1. "El Púlpito, del Tabernáculo Metropolitano (sermones). 48 vols. 2. "Sermones para ganar almas". 3. "Sermones Impresivos". 4. "Sermones de Pascual". 5. "Sermones de Año Nuevo". 6. "Tipos y Emblemas". 7. "Llamamientos Triunfales". 8. "Señales de Tormenta". 9. "La Verdad Presente". 10. "Sermones Campesinos". 11. "El Matrimonio, Real". 12. "Cuadros del Progreso del Peregrino". III. ILUSTRACIONES: 1. "Flechas Para Arcos". 2. "Ilustraciones y Meditaciones". IV. EXTRACTOS: 1. "Buscando entre las gavillas". V. DEVOCIONALES: 1. "Mañana por mañana". 2. "Tarde por tarde". VI. PARA ESTUDIANTES: 1. "Discursos a mis estudiantes". 2 vols. (Trad. al Castellano.) 2. "Comentando y Comentarios". 3. "Mis Notas de Sermones". 4 vols. 4. "Discursos Domésticos y Extranjeros". VII. PERIODISTICOS: 1. "La espada y la Trulla". (De esta revista, que era mensual, se publicaron hasta la hora de su muerte, 27 vols. 2. "El Almanaque Ilustrado". 27 vols. Anuales. VIII. HISTORICOS: l. "El Tabernáculo Metropolitano y su historia". IX. POPULARES: 1. "Dichos de Juan Arador". 2. "Cuadros de Juan Arador". 3. "La Llave del Laberinto". (Trad.) 4. "Todo por Gracia". (Trad.) 5. "Conforme a la Promesa". (Trad.) 6. "Un Hombre en Cristo". 7. "Las Exigencias de Dios". 8. "Las primeras cosas primero". 9. "Un Catecismo con Pruebas". X. VARIOS: 1. "Libro de Cheques del Banco de Dios". 2. "Cisternas de Sal". 2 vols. 3. "Sermones en Candiles". 4. "Memorias de Stambourne". 5. "El Cristiano y su Salvador". 6. "Piedras lisas de viejos arroyos". 7. "Rayos de pensamientos". 8. "Joyas de Spurgeon". 9. "Nuestro Himnario". XI. POSTUMAS: Además de estas obras mencionadas, Spurgeon dejó preparadas otras que se dieron a la estampa después de su muerte, y de las cuales podemos citar las siguientes: 1. "Flechas Barbadas". 2. "Las Parábolas de Nuestro Señor". 3. "Los Milagros de nuestro Señor". 2 vols. 4. "Las Enseñanzas de la Naturaleza en el Reino de la Gracia". 5. Más de 25 volúmenes conteniendo, cada uno de ellos, doce sermones sobre asuntos especiales, y otros trabajos que seria largo y difícil catalogar. El primer libro publicado por Spurgeon es el que lleva el título de "El Cristiano y su Salvador", que tiene una médula robustamente cristiana, y contiene gran número de consejos utilísimos en cuanto a la vida cristiana. Es un libro de gran fondo evangélico, que ha tenido magnífica aceptación, y por todas partes ha ido haciendo bien ésta obra, que según un autor tiene una gran importancia, al extremo de que Spurgeon pudo vender su manuscrito en más de mil libras esterlinas, nuestro biografiado, en su inexperiencia, la entregó al editor por menos de cincuenta libras, dejando en sus manos el derecho de propiedad. Descontando su colección de sermones, de la que hemos hablado con alguna extensión en otro lugar, la obra más importante por todos conceptos, de nuestro escritor, es su "Tesoro de David", magnífico comentario sobre los Salmos. Consta de siete tomos en tamaño 12mo, con un total de 3228 páginas, impresas en tipo de ocho puntos sin interlinear. El método seguido en este libro acusa una enorme labor y una grandísima erudición: primeramente se hace una introducción a cada Salmo, en la cual se estudia brevemente todo lo concerniente al tiempo en que fue escrito, el autor, etc.; después viene una exposición completa y abundante de cada versículo del Salmo, hecha por nuestro biografiado; luego siguen las "notas explicativas", en las que se presentan los comentarios sobre cada versículo, de diversos autores antiguos; y por fin, las "Sugestiones al Predicador Rural", que son a manera de notas para sermones, de distintos escritores, sobre cada uno de los textos del Salmo. En la preparación de este libro empleó Spurgeon más de veinte años de continuos trabajos, según él mismo informa en el prefacio del tomo 7o., siendo en ese trabajo auxiliado por varias personas. Pero esa fue una obra de tanto amor para él, que al dar a la estampa la última parte del libro, dice: "Hay en mi espíritu una sensación de tristeza al separarme del ‘Tesoro de David’, para no encontrar más en esta tierra un tesoro más rico, aunque todo el palacio de la Revelación permanece abierto para mí. Benditos han sido los días empleados en meditar, lamentar, esperar, creer y alabar con David! ¿Puedo esperar tener horas más gozosas de este lado de las puertas de oro? Quizá, no; porque han sido muy selectas las ocasiones en que el arpa del gran poeta del santuario ha embelesado mis oídos.... A menudo he pausado en mi comentario sobre el texto, a fin de poder elevarme con el Salmo, y ver las visiones de Dios". La apreciación que el mundo cristiano ha hecho de este libro, puede verse por el considerable número de ejemplares que de él se han vendido. El mismo autor afirma, no a manera de vanagloria, sino con un sentimiento de profunda gratitud a Dios, que es difícil que haya habido nunca un comentario tan extenso sobre un sólo libro de la Biblia, del cual se hayan vendido tantos ejemplares. Pero esta buena aceptación del libro por parte de propios y extraños, está perfectamente justificada, si se considera que en sus comentarios sobre el texto, Spurgeon guarda una perfecta fidelidad a las enseñanzas de la Palabra de Dios – porque para nuestro biografiado, la Biblia no contenía la Palabra de Dios, sino que era la Palabra de Dios – y se conserva siempre dentro de la más estricta ortodoxia; y esto, aparte de la erudición demostrada, y el gran número de comentarios ajenos que se incluyen en la obra. Otro de los libros de Spurgeon que tiene un gran valor, por su índole y su contenido, es "Discursos a mis estudiantes", en cuya preparación, según uno de los más documentados biógrafos, puso nuestro autor "su alma y su corazón". Este libro, como se verá más adelante, fue la causa y el origen de aquella empresa tan importante que nació en el noble corazón de la noble compañera del "Príncipe de los Predicadores". "Discursos a mis estudiantes", que podemos tener el privilegio de leer en nuestro propio idioma, es realmente una obra de inmensa importancia acerca de la materia que trata y en su preparación puso el autor un grandísimo cuidado, ya que se dirigía a los estudiantes del "Colegio de Pastores", aquella institución que para Spurgeon fue siempre "el ojo de su cara". Este libro es "en todo sentido un libro de lectura popular; no demasiado ligero para los graves eruditos, ni tiene aquella sólida sequedad que repele a los que leen para solaz. Cada página es chispeante, y su ingenio es el de una naturaleza no enferma; a través de sus páginas se nota un esfuerzo característico a obtener resultados prácticos. Las cosas hermosas no son dichas únicamente por decirlas; el más pequeño apotegma es usado para llegar al blanco más elevado, fallándolo en muy raras ocasiones. Como homilías de un centro docente, estos discursos no fueron pronunciados con aquel esquince profesional que parece dar valor a su materia y dignidad al conferenciante; más bien fueron pronunciadas con fácil gracejo, y a medida que las leemos, nos parece estar contemplando el iluminado rostro que por sí mismo puede enseñar, lo que vale mucho más que un discurso académico". El mencionado libro es un admirable tratado de Teología Pastoral: quizá, no tan extenso, tan sistematizado como aquellos con que estamos familiarizados; pero esto mismo pudiera ser una de sus grandes ventajas. No hay en él hojarasca literaria, ni abundamiento de tecnicismos empalagosos; en cambio, ningún aspecto del asunto general que trata deja de ser estudiado, ni se deja de dar lecciones útiles y consejos prácticos sobre él, haciéndolo todo con aquella elocuencia, aquella clara erudición, y aquel sentido práctico, que tan naturales eran en Spurgeon. Es que un hombre tan consagrado al ministerio cristiano, en una comunión tan íntima con Dios, con una experiencia tan rica, y un deseo tan intenso de ser útil a sus jóvenes hermanos y compañeros en el ministerio, estaba en las mejores condiciones para hablar espontáneamente y con palabra docta, a la par que sencilla y perfectamente comprensible, de todos aquellos asuntos. De todos loe libros de Spurgeon, aparte de sus sermones, el que más éxito obtuvo, si es que debemos juzgarlo por su venta, es el titulado "Dichos (o conversaciones) de Juan Arador", en cuya portada, y en traje de campesino inglés, aparecía el retrato de nuestro biografiado. De ese libro se hicieron varias ediciones, y antes del año 1892 en que falleció Spurgeon ya se habían vendido trescientos mil ejemplares. Su material está formado por trozos de lo que pudiéramos llamar filosofía popular, perfectamente adaptarlo a las necesidades intelectuales y morales de los de humilde condición. Envueltas en un serio humorismo, si es que así podemos expresarnos sin caer en la contradicción, presenta las verdades más concretas y fundamentales. Su estilo es muy interesante; y por esto, y por haber sido publicado en ediciones muy baratas, circuló grandemente entre el elemento pobre, efectuando una verdadera labor de utilidad, allí donde más necesarios eran los libros de esta índole. Semejante a éste, aunque mucho más breve e ilustrado, es su "Cuadros de Juan Arador", del cual se vendieron ciento cincuenta mil ejemplares. Sus "Notas de Sermones", en cuatro tomos, han resultado un verdadero tesoro para los predicadores, y sobre todo para los predicadores jóvenes, que en ese libro han encontrado modelo y sugestiones para la preparación de sus sermones, cosa que tan difícil resulta para algunos de los predicadores noveles. En efecto, en las "notas" de Spurgeon, aparte de ajustarse estrictamente a las enseñanzas del texto, se ve un orden lógico tan grande, y lo que pudiéramos llamar una cadencia tan natural, que no pueden dejar de ser sugestivas, en alto grado, para aquellos que las estudian con el propósito de aprender. "La Historia del Tabernáculo Metropolitano" es un libro de gran valor histórico, porque relata la vida de aquella antigua congregación en la cual nuestro biografiado ministró por espacio de treinta y siete años. En ella se ve la paciencia conque el autor ha buscado en los antiguos registros de la Iglesia, para dar al mundo un libro que era para él una obra de amor. La única falta que algunos críticos han encontrado en este libro, se encuentra en el hecho de que el autor silencia su propia labor al frente de aquella congregación, labor que tanto por ser una parte de la historia que se proponía relatar, cuanto por la magnitud que tuvo, no debió haber silenciado. Sin embargo, su silencio es perfectamente comprensible y hasta cierto extremo excusable. Otros dos de sus libros que necesitamos mencionar son: "Nuestro Himnario", y "Memorias de Stambourne". En el primero, que es una magnífica colección de himnos, escritos en su mayor parte por el Dr. Rippon, Spurgeon se nos presenta como poeta y como critico. Aparte de haber escrito un buen número de himnos para este libro, revisó cuidadosamente todos los que no eran de su paternidad, mejorándolos y puliéndolos, hasta hacer de ellos verdaderos salmos religiosos. Y en "Memorias de Stambonrne", libro escrito pocos meses antes de su fallecimiento, nos da un vislumbre a la ternura de su corazón, y una ojeada a los primeros años de su vida. Tiene un gran valor histórico-doctrinal, ya que es una especie de biografía de sus primeros años; y el cariño con que recuerda a sus buenos abuelos y a su tía-madre, habla muy alto de la grandeza de su corazón. Pero, al hablar de Spurgeon como escritor prolífico, no podemos dejar de estudiarlo en el periodismo, difícil género en el cual se distinguió, poniendo de relieve su indiscutible habilidad, y que le ayudó en gran manera a obtener tan señalado éxito, tanto en su labor pastoral, cuanto en su obra de enseñanza o de benevolencia. Es incalculable el beneficio que reporta el periódico, ya como medio de propaganda religiosa, ya como medio de cooperación en la labor de un ministro, o de una Iglesia. Yendo donde el hombre muchas veces no puede ir, y teniendo la muda paciencia y persistencia que al hombre muchas veces le faltan, reviste una gran importancia. Este es un hecho tan conocido, que no es necesario hacer hincapié en él. Por eso, aparte de los datos probatorios que pudieran aducirse al efecto, no dudamos en afirmar que a su revista mensual, fundada en 1865, y de la cual se habían encuadernado veintisiete tomos a la hora de su muerte, contribuyó grandemente a la realización y desarrollo de aquella estupenda y multilateral obra que nuestro biografiado tuvo siempre entre manos. Esta revista, que llegó a tener 15,000 suscriptores, y que circulaba profusamente dentro y fuera de Inglaterra, llevaba su mensaje evangélico, su palabra de aliento, su voz en defensa de los grandes principios bíblicos y denominacionales, su calurosa exhortación, y su apremiante petición de ayuda a millares de personas que no tenían contacto personal con el predicador, y que de otra manera hubieran permanecido inconscientes, por lo menos hasta cierto extremo, de la magna labor que se estaba llevando a cabo. El Dr. Russell H. Conwell dice pertinentemente a este efecto: "La revista hizo que el Tabernáculo Metropolitano fuese conocido en todos los pueblos de habla Inglesa, y llenó su mejor propósito al hacer que cada uno de sus lectores se sintiera personalmente relacionarlo con Spurgeon. Tuvo una maravillosa influencia reflejada sobre la asistencia al Tabernáculo en Londres y sobre cada uno de los departamentos de la obra local. Las personas en América leían alguna nota interesante en la revista, acerca de la obra misionera, o del servicio de la Iglesia del Tabernáculo, y bajo la inspiración del artículo, escribían a sus amistades de Londres invitándolas a que concurriesen a los servicios de predicación de Spurgeon. En la gran metrópoli había millares de personas, que vivían cerca del Tabernáculo, que no oyeron hablar de su predicador hasta que algún amigo de América, Australia o India, les escribió acerca de ello.... Podemos decir que una tercia de la membresía del Tabernáculo consiste de personas que fueron aconsejadas a asistir a los servicios de Spurgeon, por amigos que vivían fuera de Londres. "La poderosa influencia que la revista ejercía sobre todos los intereses locales de la Iglesia, podía ser medida parcialmente por la asistencia de visitadores al Tabernáculo, que decían: ‘He venido hoy a traer amigos que viven fuera de ciudad, y que deseaban grandemente oír al Sr. Spurgeon’. Un conocido del autor, que también era amigo de Spurgeon, ha calculado que las pequeñas ofrendas que éste recibía por correo, desde lugares distantes, para que las empleara en su obra, ascendían a $16.000 anuales." Ya vemos, pues, que la revista, en las manos de Spurgeon, era un verdadero poder, una a manera de interminable prolongación de su voz convincente y de su influencia personal: influencia usada siempre para alguna labor gigantesca, tendente al mayor beneficio humano y a la gloria de Dios –los dos solos objetivos en su vida intensamente ocupada y consagrada. Los eruditos en la materia, sin distingos de partidos, considerando tanto la cantidad como la calidad, la forma cuanto el fondo de sus libros, han estado contestes, como no podían por menos que estarlo, si habían de proceder en justicia, en dar a Spurgeon la bien merecida calificación de escritor hábil y prolífico, y han considerado sus obras como didácticas e inspiradoras en alto grado. Pero, podemos dar un paso de avance, y repetir lo que hemos dicho en otro lugar a este mismo respecto: "Spurgeon fue el más grande escritor religioso de su época, y si suprimiéramos el adjetivo ‘religioso’, no diríamos mucho. Con verdad ha dicho el Dr. S. H. Greene: ‘Fue una de las principales fuerzas religiosas de su época’. En estilo es brillante, y el ropaje con que cubre sus pensamientos, resulta hermoso y agradable. El inglés que emplea, y en esto también se parecía a Juan Bunyan, desprovisto de terminologías rimbombantes y rebuscadas, era llano y castizo, con aquella casticidad que proviene del prolongado estudio del idioma, y que ha sido refinado y modelado por el profundo conocimiento de la Biblia, libro en que, a, decir de Donoso Cortés, han aprendido los literatos del mundo a escribir sus mejores páginas. Todos los que oían a Spurgeon podían comprenderlo perfectamente; y los que en más de una ocasión fueron a escucharle con espíritu crítico, no pudieron por menos que reconocer y proclamar que aquel hombre era impecable en el uso y aplicación del idioma. En realidad, los que le conocieron y trataron íntimamente, entre ellos un considerable número de afamados profesores universitarios, y distinguidos literatos, afirman que tenía un raro y sorprendente conocimiento de su lengua natal. En sus escritos, lo mismo que en sus predicaciones, abundaban las imágenes e ilustraciones. Hombre que a menudo era visitado por las musas, como lo demuestran las magníficas poesías que dejó escritas, y que reunidas formarían un grueso volumen, con grandísima frecuencia introducía en sus escritos los giros y las figuras poéticas. Sus ilustraciones lo eran en el verdadero significado de la palabra, es decir, arrojaban siempre luz sobre el asunto de que trataba y al cual las aplicaba. Sin embargo, la forma literaria que empleaba en sus escritos, no era un mero adorno, ni a manera de brillante vestidura con que se tratara de cubrir un esqueleto frío y descarnado; sino un medio atrayente y agradable de hacer que sus profundos pensamientos pudieran tener una mejor y más perfecta entrada en el cerebro y en el corazón de sus lectores. No era literato meramente para realizar la belleza por medio del lenguaje humano, que entonces su valor hubiera sido muy relativo, sino para enseñar a los hombres verdades eternas, que habían de transformar y bendecir sus vidas. En sus escritos, en todos ellos, se encuentran las flores a granel, pero tras ellas, y entre ellas, aparece el rico fruto, que ofrece sólido alimento, que pueden asimilar los estómagos más delicados. Tras la llaneza de la palabra y la hermosura del lenguaje, se encuentra siempre en sus páginas, aquella profundidad de pensamiento y luminosidad de ideas que tanto valen y significan para el mayor progreso de los individuos. Así, Spurgeon combinaba naturalmente en sus escritos la elegancia de la forma con la solidez del fondo, haciendo que ambos se ayudaran mutuamente, para mejor llegar a la finalidad perseguida. Y ambas cosas fueron necesarias, no solamente para catalogar a Spurgeon entre los más conspicuos literatos de su tiempo, ya fueran religiosos o profanos, sino para lo que vale infinitamente más, a saber: que sus obras fueran todo lo útil que llegaron a ser, para tantos y tantos millares de personas, que a ellas debieron su paz y su felicidad. ***
Posted on: Mon, 29 Jul 2013 23:39:43 +0000

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